Terminemos con esto como es debido.
Alan Menken
Gustavo Santaolalla
Como decíamos hace un rato, los Oscars de los años noventa llegaron marcados por los éxitos constantes de los clásicos Disney en el apartado de mejor partitura y en el de mejor canción, tanto que la Academia optó por rescatar aquella división entre las categorías de "partitura de drama" y "partitura de comedia" que no se veía desde los años sesenta. Además de La sirenita, resultaron premiadas La bella y la bestia en 1991, Aladdin en 1992, El rey león en 1994 y Pocahontas en 1995. Todas estas estatuíllas fueron a manos de Alan Menken (¡que tiene 8 oscars entre partituras y canciones!) menos El rey león, que es hasta ahora el único Oscar logrado por Hans Zimmer. Seguramente le caerá algún otro antes o después.
Un ejemplo instrumental de La bella y la bestia.
Un trocito de El rey león.
Aparte de Menken, metieron sus cuñas los veteranos John Barry con Bailando con lobos (1990) y de nuevo John Williams, con La lista de Schindler (1993). Williams también podría habérselo llevado perfectamente por Jurassic Park ese mismo año, pero todo quedó en casa del barbudo.
Tema central de La lista de Schindler, con el violín de Itzhak Perlman.
Rachel Portman fue la primera mujer en lograr el Oscar a la mejor banda sonora por su partitura para Emma (1996), el mismo año en que triunfó Gabriel Yared por El paciente inglés, en las categorías de comedia y drama respectivamente. Ninguna de las dos es especialmente recordada hoy, aunque sobre todo la segunda es de un nivel tremendo. Un año después, en 1997, otra mujer triunfó con The Full Monty, otra partitura de escasos vuelos populares a cargo de Anne Dudley, miembro -por otra parte- de The Art of Noise. El pelotazo del año, y de la década en términos de ventas y popularidad, fue Titanic, a cargo de James Horner, que ganaba su primer galardón. Debió ganarlo más bien por Willow o Braveheart, pero bueno.
Tema inicial de Emma.
El paciente inglés, con la voz de Marta Sebestyen.
Un cachito de Titanic.
Stephen Warbeck añadió Shakespeare in Love (1998) a la lista de partituras olvidadas tras lograr el Oscar, en la que todavía faltaba El violín rojo de John Corigliano un año después, mientras que Nicola Piovani -esta sí es buena de verdad- ganó en su categoría por La vida es bella.
La vida es bella.
Pese a que la favorita en 2000 era a todas luces la quizá excesiva Gladiator de Hans Zimmer y Lisa Gerrard, ganó el Oscar la muy étnica Tigre y dragón, del chino Tan Dun, que después se vería embrollado en un asunto de autoría cuyo final desconozco. Y comenzó la gran época de Howard Shore con la saga El Señor de los Anillos, logrando el galardón por la primera y tercera entregas, en 2001 y 2003. La segunda entrega, titulada Las dos torres, también debió ser premiada o al menos nominada, aunque probablemente se prefirió obviarla para no pasarse con los premios. En 2002 ganó Frida, de Elliot Goldenthal, que casi nadie recuerda, y eso que también andaba por allí un muy potente Philip Glass con Las horas.
Tema inicial de Tigre y dragón.
Sin querer dejar de mencionar los galardones logrados por Jan A. P. Kaczmarek por Descubriendo Nunca Jamás (2004), Dario Marianelli por Expiación (2007) y Michael Giacchino por Up (2009) y sobre todo a A. R. Rahman por la imaginativa partitura de Slumdog Millionaire (2008), podemos afirmar que el último hombre fuerte de la década fue el argentino Gustavo Santaolalla, que logró dos victorias consecutivas gracias a Brokeback Mountain (2005) y Babel (2006), sin grandes alardes en ninguno de los casos más allá de la correcta ambientación de ambas películas. Hubo polémica, por supuesto, con aquello de "Ennio Morricone nunca ha ganado uno y ese tal Santaolalla tiene ya dos".
Un extracto de Expiación.
The Wings, de Brokeback Mountain.
En 2010 ganó la electrónica y vanguardista La red social, de Trent Reznor y Atticus Ross, y este domingo, en la ceremonia correspondiente al año 2011, compiten estos cuatro señores:
- John Williams, que va directo a por el récord de nominaciones de Alfred Newman con otra dos: Las aventuras de Tintín y War Horse (Caballo de batalla), ambas excelentes pero probablemente condenadas al consuelo de la doble nominación no premiada.
- Ludovic Bource (para mí un desconocido) que con The Artist tiene el 99% de probabilidades de ganar, primero por ser esa la película favorita en términos absolutos, segundo por ser este un muy buen trabajo de corte "retro", y tercero al ser una contribución eminente al resultar esencial en una película muda.
- Howard Shore, con La invención de Hugo, un trabajo muy muy bonito, afrancesado en plan Amelie pero con voz propia, y alejado del mero acompañamiento incidental que han sido casi todos sus trabajos previos para Martin Scorsese.
- Y el español Alberto Iglesias por El topo, una partitura minimalista con un toque de jazz, meritoria por fresca y original, y por su poder de fascinación estética aunque, por su propia naturaleza ambiental, es poco "visible" dentro de la película. Lo tiene crudo, pese a ser ya la tercera nominación para el músico de San Sebastián tras El jardinero fiel (curiosamente otra adaptación de John le Carré, como El topo) y Cometas en el cielo. Le deseo mucha suerte.