miércoles, 14 de diciembre de 2022

Vuelve "The Turn of a Friendly Card" en una bonita reedición.

La portada original del álbum.

Pues eso, que los de la discográfica Cherry Red, que se lo suelen currar, publicarán el 24 de febrero una caja para coleccionistas (o sea, para los cuatro flipados que seguimos acumulando formatos físicos) con el álbum clásico de The Alan Parsons Project The Turn of a Friendly Card (1980) como protagonista. Contendrá un montón de CDs llenos de material inédito de los "diarios de composición" del añorado Eric Woolfson. 32 bonustracks en total para el que podría ser el mejor álbum del Project. Este lanzamiento se enmarca en la actual campaña de reediciones, entre las que destaca la publicación de la caja definitiva con toda su discografía en vinilo.

En la página de Cherry Red se incluye la lista de temas y mucha más información.

CDs, libro, póster y creo que una postal extra para quien reserve ya mismo.

sábado, 10 de diciembre de 2022

Art of Noise - BELOW THE WASTE


1. Dan Dare (6:01)
2. Yebo! (7:11)
3. Catwalk (5:29)
4. Promenade 1 (0:33)
5. Dilemma (3:01)
6. Island (5:49)
7. Chain Gang (3:07)
8. Promenade 2 (0:38)
9. Back to Back (3:53)
10. Flashback (1:45)
11. Spit (3:31)
12. Robinson Crusoe (3:48)
13. James Bond Theme (5:19)
14. Finale (2:38)

Creo que este era el último disco de estudio de Art of Noise que nos quedaba por comentar por aquí. Lo escuché por primera vez para escribir una entrada hace años, pero por unas cosas u otras se quedó en el cajón. Seguramente no muchos lo habrán echado de menos, ya que es uno de los trabajos de menos éxito de la formación británica. El caso es que yo mismo me veo inclinado a coincidir con los críticos, que en su día no le dieron el aprobado, pero me parece que es un álbum con tantas ideas dentro que tirarlo todo a la basura es ir demasiado lejos.

Imagen de la parte posterior del libretillo del CD, que era también la trasera del vinilo.

De los Art of Noise originales solo quedaban dos: la compositora Anne Dudley y el músico electrónico y profesor J. J. Jeczalik, pero el planteamiento general de Below the Waste ("Debajo de los desperdicios") está en una línea parecida a la de trabajos anteriores. Por ponernos al día, explicaremos brevemente que The Art of Noise surgió como un proyecto colaborativo, quizá más experimental que comercial, entre figuras musicales (no necesariamente compositores) que buscaban un estilo vanguardista caracterizado por el uso a discreción de samples y ritmos "enlatados" para crear atmósferas posmodernas y a la vez accesibles, un poco pop, un poco funky, un poco a lo prog y new age según el día, para un público amplio.

El videoclip oficial de Yebo!

En Below the Waste (1989) no falta, por ejemplo, esa versión un poco "kitsch" de un tema que todo el mundo conoce: el tema de James Bond, de Monty Norman, que después fue ofrecida para una de las películas de 007 protagonizadas por Timothy Dalton y que la productora rechazó. Supongo que fue un intento de hacer algo parecido a lo que después harían dos de los componentes de U2 con el tema de Misión: Imposible. Gran parte del material que contiene Below the Waste suena poco fresco, como si explotase los últimos restos de una veta ya agotada, a veces estirando simples ocurrencias hasta convertirlas en un cliché, como en la desafortunada Catwalk ("Pasarela"), que seguramente contribuyó a que muchos críticos comparasen a estos Art of Noise crepusculares con creadores de jingles publicitarios venidos a más.

Una versión ligeramente remezclada de Island.

Lo que sí funciona bien es la idea, desarrollada en varias partes del álbum, de mezclar la electrónica del grupo con arreglos de orquesta clásica o con sonidos étnicos africanos (interviene el grupo zulú Mahlathini and the Mahotella Queens), aunque creo que estos últimos están desaprovechados. El primer tema Dan Dare es muy interesante, como también lo son los instrumentales con el título de Promenade y el finale, el relajante Island y el relativamente parecido Robinson Crusoe, magníficos intentos de chill out diría yo que adelantados a su época. Un poco pesados se hacen Yebo!, el ya mencionado Catwalk, Chain Gang, las insustanciales Dilemma, Back to Back y Flashback, junto con la casi desagradable Spit ("Escupe").

Y el tema de James Bond, con un montaje de escenas de las películas.

Pero, como decíamos, en realidad Below the Waste tiene suficientes buenos momentos como para no ignorarlo. En realidad, y salvo por el hecho que de pasaron diez años antes del siguiente álbum de estudio de Art of Noise, se aprecia que ya hay aquí muchos elementos que conducirían directamente al magnífico The Seduction of Claude Debussy. Visto con distancia, creo que cualquier aficionado al experimentalismo pop de los ochenta tiene que tener en su colección Below the Waste por los mismos motivos que el resto de discografía de la banda.

jueves, 17 de noviembre de 2022

Jean-Michel Jarre - OXYMORE


1. Agora (1:34)
2. Oxymore (4:46)
3. Neon Lips (4:28)
4. Sonic Land (6:02)
5. Animal Genesis (5:46)
6. Synthy Sisters (3:21)
7. Sex in the Machine (5:46)
8. Zeitgeist (3:07)
9. Crystal Garden (4:10)
10. Brutalism (4:42)
11. Epica (5:26)

No creo que este blog tenga suficiente público como para que la opinión que emitamos sobre el nuevo álbum de Jarre tenga una especial trascendencia, pero sí que contamos con lectores selectos y bien formados que seguramente querrán conocer mi valoración. Pocos pero sibaritas, y yo que me alegro. Voy a tener que decepcionar a casi todo el mundo, no obstante, ya que Oxymore (2022) no me ha despertado un especial entusiasmo pero tampoco me ha hecho montar en cólera, ni mucho menos.

Jean-Michel Jarre

Oxymore es una nueva propuesta sonora del músico francés, un homenaje a su compatriota Pierre Henry. Nunca hay que olvidar que Jarre en persona estudió en el estudio de Pierre Schaeffer, fundador del GRMC (Groupe de Recherche de Musique Concrète) y gran gurú junto a Henry de la música concreta como género definido. Jarre dedicó su enorme Oxygene 7-13 -que cada vez anda más cerca de ser mi favorito de entre sus discos- a Schaeffer, por lo que un homenaje a su colega Pierre Henry, en teoría, es bastante apropiado.

Pierre Henry (1927-2017)

Pierre Henry se ha hecho hoy más conocido de lo que había sido en el pasado gracias a la famosa sintonía de la serie animada Futurama, que es una adaptación de un tema suyo, y habría sido tentadora la idea de un álbum de Jean-Michel que reprodujese este enfoque tan simpático y lúdico del estilo de Pierre Henry, pero en realidad Oxymore se quiere parecer más bien a los trabajos de música concreta más crudos de este. En su día eran futuristas, hoy son de estilo retro.

Diseños conceptuales para la promoción de Oxymore.

Para explicar de manera breve y sencilla qué es eso de la música concreta os remito a una entrada que le dediqué hace tiempo, pero por resumir diremos que es una forma de creación artística que utiliza sonidos no necesariamente musicales (samples de procedencia diversa), manipulados electrónicamente o no, y ensamblados de manera original, para crear experiencias únicas, tan irrepetibles como el momento en que se grabó cada una de las pequeñas partes que las componen.

Un tráiler del disco.

Creo que Jarre es honrado a la hora de aproximarse a estos experimentos de la música concreta en Oxymore, en el sentido de que de verdad intenta emular estas atmósferas extrañas, agresivas, a veces frías pero intrigantes, con una lógica interna más propia de las matemáticas que del lenguaje musical. Jarre ya había realizado algún experimento cercano al género, por ejemplo en su primitivo single La Cage / Erosmachine (1971), y es obvio que siguió inspirándose en la música concreta en otras muchas piezas, desde algunos cortes de transición de sus álbumes clásicos a verdaderas maravillas como su álbum Zoolook (1984), puro sampleo convertido en colorido e imaginación desbordantes, que es una de sus obras maestras.

Portada del primer single, Brutalism

No obstante, y me temo que voy a repetirme respecto a lo ya dicho en entradas anteriores sobre sus álbumes posteriores al año 2000, Jean-Michel Jarre no puede evitar forzar la máquina para seguir subrayando con rotulador fosforito de punta gorda su transformación de compositor electrónico cósmico en DJ fiestero tipo Tomorrowland. Sé que a muchos nos habría encantado escuchar un álbum muy parecido a este mismo Oxymore en el que el Jarre épico y vibrante de antaño hubiese mezclado su idiosincrasia personal con la música concreta de Pierre Henry, en lugar de limitar su aportación como homenajeador y no solo "reciclador" a unos ritmos de baile feos y repetitivos que introduce aquí y allá como para vertebrar algunos de los cortes. Es de esperar que estos ritmos se explotarán extensivamente en futuros conciertos virtuales.

Brutalism

Entiendo que el trabajo de ingeniería para lograr un efecto binaural nítido es notable, y que el juego con los sampleados al estilo de la música concreta ortodoxa es digno de un músico con la categoría y la amplia experiencia de Jarre, pero me temo que, salvo por lo escrito en la portada (el nombre del músico y el título del álbum, que recuerda de manera poco ocurrente al sobadillo Oxygene), apenas hay nada en Oxymore que nos haga pensar que es un álbum de Jean-Michel Jarre y no de uno de tantos artistas semidesconocidos que -a mucha honra, por supuesto- buscan hacerse un nombre en Bandcamp con obras electrónicas de todo tipo.

Epica

Pero el álbum no está mal, sobre todo si se tiene curiosidad por saber qué hacían aquellos músicos raros, como de laboratorio de ciencias, y acercarse a sus sonidos de manera accesible, de la mano de un artista consagrado que sabe cómo hacerlo llegar al público para que lo entienda hasta el más novato. Hay fragmentos muy interesantes, atmósferas irreales que resultan inevitablemente atractivas. Oxymore es Jarre con una bata blanca y una tiza en la mano, con una intención loable y con todos los medios técnicos a su alcance, pero al final muchos de sus seguidores de siempre tendremos la certeza de que, otra vez, está enseñando una asignatura que no es la suya.

jueves, 3 de noviembre de 2022

Se reeditan los conciertos en China de Jarre.

Este año se celebra el 40 aniversario de la publicación del doble álbum de Jean-Michel Jarre que recogía sus conciertos en China de 1981. Te dirán en los programas más tontos de la tele que fue alguna banda pop de segunda fila, pero que no te engañen: el primer músico occidental que tocó en China tras la trágica Revolución cultural fue Jarre. Se supone que escucharon los conciertos, emitidos en directo por la radio, unos 500 millones de personas.

El logo de la gira.

En un país en el que se buscaban los tres pies al gato respecto a qué era capitalista, antirrevolucionario y similares, hasta el piano de toda la vida se consideraba un instrumento decadente propio del podrido mundo occidental. Pero parece que las autoridades chinas ponían música de Jarre (futurista, proletaria, no decadente) en la radio para dar una sensación impostada de aperturismo entre la propia población, y a alguien en la ONU / UNESCO se le ocurrió la idea de que el artista francés aceptase la invitación para realizar unos cuantos conciertos que trasladasen esta propaganda al resto del mundo. Las conversaciones preparatorias fueron arduas y los aspectos técnicos -y económicos-, casi desastrosos.

El músico francés, en una imagen promocional de la época.

En este estupendo artículo de Julián Ruiz se explica al detalle la odisea de llevar la música electrónica de Jean-Michel Jarre a China en cinco conciertos (dos en Pekín y tres en Shanghai). Para resumir, diremos que la mayoría del público estaba allí por obligación y se largaba en cuanto podía, que Jarre y sus colaboradores se gastaron un pastizal para poder regalar entradas a gente que de otro modo no podía pagar ni la mísera entrada que exigía el régimen, que los barrios cercanos a los auditorios se quedaban sin luz para poder alimentar el aparataje electrónico del francés, y que el sonido general de los conciertos, en condiciones técnicas a menudo precarias, fue nefasto.

Cartel anunciador chino.

El álbum The Concerts in China, o Les Concerts en Chine, se publicó en 1982. No digo que esta información no esté por ahí disponible, pero en principio resulta difícil saber cuánto del material auténtico grabado en China está realmente plasmado en el doble disco. Desde luego, suena a grabación en directo, pero hay quien asegura que gran parte del álbum, quizá la mayoría, habría sido "cocinada" en un estudio al regreso de Jarre a Francia. Lo que sí circula por ahí son las grabaciones originales del audio de los conciertos, que difieren de lo incluido en el álbum, así como los vídeos oficiales sobre la aventura del músico en China, casi totalmente dependientes de pistas de sonido montadas con posterioridad a las imágenes que vemos.

La versión real, grabada de la radio china, de Fishing Junks at Sunset no suena tan mal...

Con todo, The Concerts in China es un título fundamental de la música electrónica de su época y de todos los tiempos, tanto por el dinamismo general del sonido del álbum, realmente arrollador, como por la inclusión de al menos dos temas tipo single que tuvieron mucha repercusión: Orient Express y Souvenir of China, el segundo de los cuales es uno de los infaltables en casi cualquier concierto y recopilatorio posterior del artista.

Una parte del vídeo oficial de la gira. 

El próximo 25 de noviembre se reedita The Concerts in China, en principio con el mismo contenido musical (entiendo que remasterizado a más no poder) pero con nuevo material fotográfico para coleccionistas y nostálgicos. En vinilo, CD y formato digital. No me vuelve loco volver a comprar lo que ya tengo, pero un nuevo estuche conmemorativo bonito y bien diseñado siempre es un capricho agradable.

Portada del álbum de 1982.

domingo, 30 de octubre de 2022

Pink Floyd - ANIMALS


1. Pigs on the Wing (Part One) (1:24)
2. Dogs (17:04)
3. Pigs (Three Different Ones) (11:28)
4. Sheep (10:20)
5. Pigs of the Wing (Part Two) (1:24)

Siempre que comento un álbum de Pink Floyd pienso que puedo aportar poco a estas alturas sobre uno de los grupos más importantes y admirados (incluso en la actualidad) de la historia de la música popular. No sé hasta que punto interesan a alguien mis opiniones sobre obras musicales que la gente lleva escuchando asiduamente desde hace más de 50 años. Pensaba empezar este análisis de Animals (1977) señalándolo como un álbum maldito, el trabajo de la banda que menos aura de excelencia tiene dentro de la que sería su edad de máximo esplendor, la que va desde The Dark Side of the Moon (1973) hasta The Wall (1979). Aunque Animals sea un álbum menos accesible, menos apoteósico que los anteriores y que el también indiscutido Wish You Were Here (1975), no se puede menospreciar un disco que es, bajo cualquier óptica, un icono del rock.

De izquiera a derecha: David Gilmour, Roger Waters, Nick Mason y Richard Wright.

Hace unos años pasé mi primera semana de turismo en Londres, en una zona llamada Lansdowne Green, en el suroeste del centro urbano. Deshechas las maletas, salí a la calle emocionado para ver si me situaba. Siguiendo una extraña intuición, caminé unos pasos hacia atrás para ver si lograba identificar algún edificio o monumento emblemático que sobresaliese sobre las azoteas de las viviendas. No había consultado ninguna guía, pero algo me decía que tenía que haber algo interesante muy cerca. Entonces emergió una enorme, gigantesca chimenea blanca, luego dos. El apartamento alquilado estaba a poco más de un tiro de piedra de la vieja central eléctrica Battersea. A la mañana siguiente, desde el autobús de cercanías, comprobé con desilusión que no había un cerdo hinchable atado allí a perpetuidad, pero esa misma tarde escuché todo Animals al completo. Un melómano no olvida una experiencia así, a pesar de que Animals no era un disco que me alucinase.

La imagen completa de la portada, que se extendía a la contraportada, obra de Storm Thorgerson.

No es un álbum especialmente accesible, más que nada porque -quitando la breve intro y el epílogo- consiste en tres temas largos tirando a estáticos dentro de lo que se puede esperar en un trabajo de un grupo de rock progresivo. En una escucha superficial no hay momentos de efectismo muy llamativos en Dogs ("Perros") ni en Pigs ("Cerdos"), que parecen más bien lineales, incluso un poco largos de más; y en Sheep ("Ovejas") tenemos en todo caso unos efectos sonoros espectaculares y un fragmento final de guitarra eléctrica que se salen de un esquema, por otra parte, no mucho más variado que lo anterior. No hay fragmentos de música cósmica tan potentes como los instrumentales de The Dark Side of the Moon o el inicio de Shine On You Crazy Diamond, sino que más bien se propicia un reencuentro con sus raíces rockeras más descarnadas. Nick Mason ha dicho alguna vez que Animals fue la respuesta de Pink Floyd al fenómeno punk, que él mismo apoyó en cierta medida. Buscaban un tono más de garaje, de rock sin más, como regresando a sus orígenes.

La imagen completa del remix de 2018.

Necesitamos un par de escuchas más para iniciar nuestro sereno romance con Animals, fijándonos en lo excelente de las interpretaciones, en lo trabajadas que están las letras, en lo hipnótico de esos mismos temas que antes se nos han hecho pesados, en esas pequeñas cosas que ocurren constantemente en un segundo plano, en el ambiente un poco sucio, un poco con olor a humo, metales y asfalto (véanse la portada original y la de la remezcla) que se desprende de su sonido, por mucho que la novela que lo inspira tenga un contexto rural. La reciente publicación de la remezcla realizada en 2018 por James Guthrie sirve, por lo menos, para apreciar mejor muchos de sus numerosos detalles.

Dogs

Como decíamos, Animals está libremente inspirado en la novela Rebelión en la granja (Animal Farm, 1945), de George Orwell, que es una fábula satírica sobre los totalitarismos en general y sobre la URSS bajo el poder de Stalin en particular. Más que una adaptación al estilo de las que se hicieron de los cuentos de Poe (The Alan Parsons Project) o La guerra de los mundos (Jeff Wayne), aquí se utilizan elementos simbólicos de la novela de Orwell para construir su urdimbre temática, dando pie a que Roger Waters desate a sus fobias políticas contra la sociedad de la época. Todo un personaje, Roger Waters, que en este Animals, más que nunca antes, se afianza como motor creativo de Pink Floyd. Ya llevaba tiempo demostrando su buen hacer como letrista principal, por no decir el único letrista, pero aquí también se hace cargo de cantarlo prácticamente todo.

Sheep (subtitulada)
 
Sin ser Waters un personaje 100% del gusto de todos los seguidores de PF (su expulsión de Rick Wright tras el lanzamiento de The Wall fue imperdonable y sus consecuencias irreparables), debe puntualizarse que los demás miembros de la banda estaban entonces con la atención puesta en otras cosas -David Gilmour, por ejemplo, acababa de ser padre- y seguramente era Roger Waters el único de verdad volcado totalmente en lo artístico. Aun así, el trabajo de todos los demás miembros también es magnífico, desde la potente batería a la guitarra principal o los fondos de órgano y sintetizadores. El disco tuvo críticas mixtas, pero tras años de recordarse en la cultura popular casi exclusivamente por el famoso cerdo-globo, el tiempo todo lo cura y Waters lo ha interpretado casi en su totalidad durante los conciertos de su gira de 2017-18, recogida en la película Us+Them. Supongo que en la actual gira This Is not a Drill también tiene presencia.

Pigs en vivo, por Roger Waters en solitario (con mensajitos para Donald Trump).

El álbum se grabó en el flamante nuevo estudio Britannia Row construido por la banda tras comprar un conjunto de salones parroquiales en un mismo edificio, en la zona londinense de Islington. Según explica Mason en su divertida autobiografía Inside Out/Dentro de Pink Floyd, estaban encantados con el proyecto de crear su propio estudio, pero terminaron tomándole manía por resultar ser demasiado grande, frío, poco acogedor. Aquí grabaron este Animals y solo una parte del siguiente álbum, The Wall (incluido el coro de niños), y después de que el propio Nick Mason se quedase con él en propiedad, terminó vendiéndolo. Hoy en día está dividido en pisitos unifamiliares. Me lo apunto para ver si lo localizo en futuras visitas a Londres.

jueves, 29 de septiembre de 2022

Yellow Magic Orchestra - SOLID STATE SURVIVOR


1. Technopolis (4:14)
2. Absolute Ego Dance (4:37)
3. Rydeen (4:26)
4. Castalia (3:31)
5. Behind the Mask (3:36)
6. Day Tripper (2:40)
7. Insomnia (4:57)
8. Solid State Survivor (3:58)

El segundo álbum de la Yellow Magic Orchestra, publicado en 1979 y titulado Solid State Survivor ("Superviviente en estado sólido"), fue el de su explosión comercial y también su mayor éxito popular. Vendió dos millones de copias, uno de ellos en el mismo Japón. Su disco anterior Yellow Magic Orchestra (1978) avanzaba las claves de este boom, aunque el toque experimental de aquel, por ejemplo utilizando melodías y efectos sonoros de videojuegos tal cual, aquí se suavizó en una línea de pop electrónico y new wave más convencional. Entendámonos: era todo lo convencional que podía ser un trabajo publicado tan tempranamente y fuera del mundo angloparlante.

Contraportada

El disco rezuma optimismo festivo, tal vez buscando al mismo público discotequero de la época en occidente, y con bastante seguridad reflejando el buen momento que se vivía Japón, que durante un breve período en los años ochenta iba a ser el principal rival económico de los EEUU a nivel mundial. No tenían miedo Haruomi Hosono, Ryuichi Sakamoto y Yukihiro Takahashi de juguetear un poco con los tópicos de lo oriental tal como se entendían en el resto del mundo, y que eran una mezcla de lo chino, lo japonés y, si encartaba, algún toque del sureste asiático. Aun así, y tal como se percibía en su disco anterior, el concepto musical en el que se movían los tres artistas era parecido al de unos Kraftwerk más luminosos e intrascendentes, con unos arreglos más elaborados, más diversos (menos gélidamente robóticos) y con mayor inclinación juvenil. 

Solid State Survivor es recordado especialmente por el temazo Behind the Mask ("Tras la máscara"), que aun teniendo una temática ciberpunk, es demasiado optimista para recordar a las claras a la película Blade Runner o a las novelas de William Gibson. Parece que surgió algún tiempo antes como melodía para un anuncio de relojes Seiko, y aunque se han realizado varias versiones del mismo -e imagino que su ritmo se ha sampleado muchas veces-, destaca la que realizó Michael Jackson, que estuvo a un pelo de formar parte del mítico Thriller y hoy puede encontrarse en un álbum póstumo. 

Behind the Mask

También Rydeen alcanzó una gran popularidad, especialmente dentro de Japón, donde se ha utilizado repetidamente y con distintos propósitos con el paso de los años. Habría que estudiar seriamente la influencia que tuvo Rydeen en las bandas sonoras de numerosos videojuegos que recuerdan a horrores a este tema. Destaca su base rítmica rápida y su melodía con un toque romántico.

Rydeen

Por mencionar otro tema representativo, no podemos dejar fuera la versión surrealista que hacen del Day Tripper de The Beatles, con arreglos electrónicos chocantes, la guitarra eléctrica de Makoto Ayukawa y la voz de Takahashi. Parece que los tres miembros de la Yellow Magic eran fans de los fab four, y hay que decir que salen airosos del desafío, precisamente porque lo afrontan con imaginación e iconoclastia

Day Tripper

Destacar unos cuantos temas no implica despreciar el resto, ya que Solid State Survivor tiene esa cualidad indispensable de los clásicos, que es la de no incluir material de relleno. Todos los cortes del álbum son buenos, muy interesantes como mínimo, a menudo dejando espacio para la experimentación. La única pega que se le puede poner es su brevedad, poco más de treinta minutillos que se pasan demasiado rápido. 

Portadas de los singles Behind the Mask y Rydeen.

No creo que los miembros de la banda se tomasen a broma un trabajo tan excelente, pero es un hecho que incluso antes de empezar esta andadura como trío ya tenían sus propias carreras en solitario en marcha, por lo que no se puede descartar que gran parte de la discografía de la Yellow Magic Orchestra fuese una manera de darse a conocer y conseguir un amplio margen para la libertad de creación de cada talento individual, y no tanto un proyecto con continuidad a largo plazo. No obstante, siguieron publicando álbumes de estudio hasta 1983, y hubo una reunión ocasional para un último disco diez años después, sin que esto impidiese que cada uno de los tres músicos continuase con su andadura individual, siendo sin duda Ryuichi Sakamoto el que mayor éxito internacional ha alcanzado. Su discografía abarca desde el tecnopop hasta la música clásica, pasando por el ambient, las bandas sonoras de cine y la world music.

lunes, 19 de septiembre de 2022

Steven Wilson - HAND. CANNOT. ERASE.


1. First Regret (2:01)
2. 3 Years Older (10:18)
3. Hand Cannot Erase (4:17)
4. Perfect Life (4:46)
5. Routine (8:58)
6. Home Invasion (6:24)
7. Regret #9 (5:00)
8. Transience (2:43)
9. Ancestral (13:30)
10. Happy Returns (6:00)
11. Ascendant Here On... (1:54)

Aunque no he conseguido conectar al 100% con sus primeros álbumes, con el tiempo The Raven that Refused to Sing me ha resultado más agradable que la primera vez, aunque mi crítica no fue demasiado positiva. Pero, desde luego, creo que el siguiente disco que publicó sigue siendo hoy el mejor trabajo en solitario de Steven Wilson, el empollón del rock progresivo.

Hand. Cannot. Erase. (2015) es un álbum conceptual sobre el aislamiento y la soledad en el mundo contemporáneo. Al parecer, está inspirado en la historia real de una mujer joven y socialmente integrada (al menos en teoría) que apareció muerta en su apartamento sin que sus allegados se interesasen por ella durante más de dos años. El personaje descrito en el álbum, según una web promocional que pretendía ser su página personal, añade la particularidad de ser una artista que siempre busca pasar desapercibida y se interesa por las personas desaparecidas. Algunos críticos han descrito el álbum que nos ocupa como un equivalente moderno, obviamente menos ambicioso, de The Wall de Pink Floyd, por aquello del protagonista que se aísla del mundo. Conscientemente o no, incluso es posible encontrar aquí alguna traza musical del clásico de 1979 que comentaremos después.

Steven Wilson

Yo mismo he puesto en duda que el rock progresivo siguiese existiendo como tal en la actualidad, y no como una "lengua muerta", más allá de su auge y caída en los años setenta, pero es indudable que Steven Wilson consigue aquí un trabajo con valor genuino y relevancia cultural propia sin ser un calco ni un monstruo de Frankenstein hecho de trozos de clásicos del género. El propio The Raven that Refused to Sing está lleno de pasajes (sobre todo instrumentales) que suenan a rabiar a bandas como King Crimson, Yes, Genesis o The Alan Parsons Project, pero en Hand. Cannot. Erase. es mucho más difícil identificar estas influencias. Creo que sé por qué es así, y para ello me baso en los álbumes más importantes que Wilson publicó después del que nos ocupa hoy: To the Bone (2017) y The Future Bites (2021).

Creo que Steven Wilson ha encontrado su personalidad como artista en solitario gracias a una fórmula que combina fundamentos de música pop más o menos convencional con arreglos un poco más complejos y, sobre todo, con planteamientos conceptuales muy interesantes. Hand. Cannot. Erase es hasta ahora el último álbum de Wilson plenamente progresivo, por lo menos tal como entiendo yo el género, si bien ya podemos encontrar en él ese gusto por el pop electrónico que parece ser el estilo hacia el que se mueve.

Perfect Life

Los temas más luminosos son los del primer tramo del álbum. Los que te llevan al huerto. Tras el discreto prólogo ambiental que es First Regret, ahí están el largo y brillante Three Years Older, que es prácticamente una suite con un poco de todo; el homónimo Hand Cannot Erase ("Mano no puede borrar"), un ejercicio de pop-rock potente y pegadizo; y Perfect Life, que funcionó como adelanto del álbum y es un tema introspectivo con una atmósfera electrónica y con un trabajo rítmico impresionante. Hacia la mitad, Hand. Cannot. Erase se vuelve menos predecible, con más fragmentos instrumentales y un ambiente más oscuro. Ahí están por ejemplo Regret #9 y Transience, que tienen un poco de los pasajes más tortuosos de la segunda mitad del citado The Wall. Pero siguen brillando temas excelentes y accesibles como Routine, en la que interviene la cantante Ninet Tayeb; Home Invasion, con fragmentos de rock bastante duro; y el muy cambiante Ancestral, largo y con predominancia de guitarreo. Como en un bucle, el disco termina con una referencia a Three Years Older en Happy Returns y un tema ambient, Ascendant Here On...

Home Invasion y Regret #9, de una actuación en vivo editada en vídeo.

Como decía más arriba, la discografía de Steven Wilson posterior a este disco, experimentos aparte, se ha movido bastante hacia el pop. Si juzgásemos solo a partir del mencionado To the Bone, parecería que el músico buscase la aceptación del público masivo más allá del ámbito dignísimo pero reducido del rock progresivo. Es un poco ese "muestrario de moquetas" que alguna vez hemos asociado a artistas que comienzan, si bien Wilson llevaba ya muchos años en el tajo. Al menos The Future Bites, siendo también muy pop, busca de nuevo ir hacia algo menos obvio. Pero Wilson parece embarcado en una búsqueda de estilo (y tal vez de reconocimiento "mainstream") que no sé hasta qué punto se explica mediante la sana idea del artista inquieto que innova constantemente. Supongo que los numerosísimos fans de Wilson (yo no lo soy) tendrán su propia visión al respecto. No digo que debiera haberse quedado en Hand. Cannot. Erase y abundar después en más de lo mismo, pero salvo que seas un incondicional de este artista, seguramente estarás deseando catar un poco más de este prog tan fresco y renovado.

domingo, 28 de agosto de 2022

Klaus Schulze - DEUS ARRAKIS


1. Osiris (18:28)
2. Seth (31:47)
3. Der Hauch Des Lebens (27:08)

Volvemos después de unas merecidas vacaciones con un disco que tenemos sobre la mesa desde justo antes del verano: el álbum póstumo del añorado Klaus Schulze, que para mí ha sido una gran sorpresa.

No es que esperase algo malo o mediocre por parte de un artista al que sigo desde hace muchos años, pero pensaba equivocadamente que Schulze no tendría nada de verdad nuevo que ofrecer a estas alturas del partido. Si acaso maestría, experiencia. Pero está claro que con alguien como Klaus Schulze me equivoqué en mi estrategia. Resulta que siempre me he empeñado en escuchar sus discos de manera cronológica, muchas veces pensando en una nueva entrada de este blog, y apenas me quedé en algún punto a mediados de los ochenta. Con la excepción de Rheingold (que escuché por el encanto de la presencia de Lisa Gerrard), no había ni rozado su producción más actual, y este Deus Arrakis (2022) me ha hecho comprender algo inquietante.

Klaus Schulze en una imagen promocional.

Ahora estoy convencido de que el Klaus Schulze de los últimos años suena como siempre quiso sonar gracias a las tecnologías musicales actuales. Que no se enfade nadie, no estoy diciendo que clásicos como Timewind (1975) o Moondawn (1976) sean trabajos fallidos o preparatorios, pero creo posible que ese toque oscuro de sus primeras obras sea fruto de las limitaciones técnicas de la época, y no tanto de que Schulze buscase adrede unas atmósferas esotéricas. Deus Arrakis contiene todos y cada uno de los tics del músico, salvo la portada daliniana, y aun así logra expandirse con un colorido musical y una variedad textural que, tal como yo lo veo, responden a lo que tal vez el alemán siempre quiso para sus composiciones.

Contraportada

No sé si el álbum está únicamente inspirado en Dune, porque los títulos de los temas van por otros derroteros ("Osiris", "Seth", "El aliento de la vida") pero es verdad que abundan los matices más o menos arábigos, un fluir horizontal que evoca amplios horizontes y mares de dunas. No falta el violonchelo (imprescindible en las grabaciones de Schulze), aquí a cargo de Wolfgang Tiepold en una grabación previa que nuestro artista tenía archivada, e interviene también la vocalista Eva-Maria Kagermann en el último tema. Schulze explicaba que el impulso creativo le llegó gracias a la nueva versión de Dune a cargo de Denis Villeneuve, en la que participó indirectamente gracias a que Hans Zimmer, autor de su BSO, se basó en un tema suyo para un fragmento de la partitura que después ganaría el Oscar. Klaus Schulze era un friki de la novela de Frank Herbert desde su publicación, y sabemos que hay varias referencias a la misma a lo largo de su abultada discografía.

Deus Arrakis me parece un trabajo imprescindible, enorme en su longitud (casi 80 minutos) y en su ambición por la variedad de ambientes y texturas envolventes. Está mucho más inclinado a la luz que a la oscuridad, pero sin perder el carácter misterioso de las obras de Klaus Schulze. Hay que escucharlo, porque es uno de sus mejores trabajos y una despedida desde lo más alto.

Puede escucharse al completo en YouTube, pero pongo aquí solo un trocito.

Se ha lanzado en varios formatos, incluyendo una edición limitada y numerada en estuche de lujo. Para adquirir el álbum, remito a los lectores a la página oficial de Bandcamp.

lunes, 4 de julio de 2022

Ya hay fecha oficial para la nueva versión de "Animals".

El 16 de septiembre saldrá a la venta la reedición multiformato del clásico de Pink Floyd de 1977, por fin con el beneplácito de todos los miembros supervivientes. Desde el primer día habrá un CD sencillo, un vinilo con cubierta desplegable y un blu-ray de audio. Pocos días más tarde, el 7 de octubre, se publicará la edición de lujo que llevará dentro, supuestamente, todo lo anterior. Puede adquirirse ya en preventa, por ejemplo en la tienda oficial de Pink Floyd.

domingo, 3 de julio de 2022

La quintaesencia de Vangelis: epílogo.

Quizá veinte temas eran demasiado pocos. Quizá podía haberlo dejado en diez y no haberme roto la cabeza pensando qué elegir y, sobre todo, qué descartar. La discografía de Vangelis, pese a lo amplia que es, apenas permite señalar un par de cosas como "descartables". Aun así, no he incluido nada de Ignacio (1975/1977), que tiene un par de cortes reconocibles en la serie Cosmos, ni la bella melodía cantada de La Fête Sauvage (1976), ni temazos de siempre como Spiral, The Dragon (sintonía del programa de radio Milenio 3), Hymne y L'Enfant, Blade Runner Blues y el posterior Rachel's Song, algún trocito de Soil Festivities (1984) o Mask (1985), un tema al menos de Direct (1988), The City (1990), Oceanic (1996), Mythodea (2001), la BSO de El Greco (2007), la versión para teatro de Chariots of Fire (2012) y alguna otra canción junto a Jon Anderson o Aphrodite's Child...

...o alguna de sus sesiones de improvisación más alucinantes.

Y claro, por supuesto habréis notado que me he saltado los tres últimos álbumes del músico: Rosetta (2016), Nocturne (2019) y Juno to Jupiter (2021). En 2013 se pudo ver el documental Vangelis and the Journey to Ithaca, a partir del cual muchos fans dedujeron que Vangelis renegaba de su etapa como músico electrónico y progresivo de vanguardia, buscando quizá la aprobación del "establishment" de la música clásica, que (también quizá) menospreciaba su obra reciente por ser un músico que provenía del mundo del pop. Personalmente, creo que toda esta idea es un malentendido, porque precisamente esos tres últimos álbumes de los que hablábamos buscan en muchos sentidos volver a la electrónica cósmica de la mejor época de Vangelis, o directamente se reivindica (hablo de Nocturne) ese pasado del que el músico seguro que estuvo muy orgulloso hasta el final. No es que estos álbumes supongan un retroceso en su carrera, pero es indudable que el elemento evolutivo que hay en ellos es más sentimental que formal.

Una improvisación más reciente. Increíble.

A pesar de su fama de artista hermético, encerrado en su torre de marfil, a su muerte hemos podido ver (asómate a elsew.com) multitud de fotos con amigos que iban a visitarle en su casa, seguramente en París o tal vez en Atenas. Sus amigos sí sabían donde encontrarle. Y seguro que estaba al tanto de lo que sus seguidores opinaban sobre su trabajo. Pienso que Vangelis encontró finalmente el equilibrio entre el héroe de los sintetizadores y el compositor para sopranos, tal vez por eso que dicen de que el anciano vuelve a ser un poco niño y deseaba trastear con sus cosas de siempre. 

Concluyo, y pido perdón si alguien considera que hago trampa, con un temazo final al que asignaremos el número 21: In the Magic of Cosmos (2021).

sábado, 2 de julio de 2022

La quintaesencia de Vangelis en 20 temazos: Eternal Alexander (2004)


Terminamos este largo homenaje a Vangelis (habrá un epílogo) con un temazo que ejemplifica la que fue la última etapa de su evolución creativa. Vangelis, a comienzos del siglo XXI se veía a sí mismo como compositor de música clásica, y tanto en el anterior Mythodea (2001) como en este Alexander, BSO de la película de Oliver Stone, fundió su sonido electrónico con el de una orquesta sinfónica.

He escogido Eternal Alexander porque, siendo una composición grandiosa marca de la casa, se aprecia bien en ella la participación de la orquesta. Mi otra candidata, Titans, parece más cerca del 100% de posibilidades de ser puro teclado. Por cierto, siguiendo la costumbre que une la música de Vangelis a diversos usos de todo tipo, mencionaré que Titans se está escuchando con frecuencia en estadios de fútbol justo antes de empezar el partido.

viernes, 1 de julio de 2022

La quintaesencia de Vangelis en 20 temazos: El Greco, Movement IV (1998)


Uno de los recursos habituales durante la última etapa de la carrera de Vangelis ha sido la participación de voces líricas, sobre todo femeninas, en sus álbumes. Seguramente su colaboradora más duradera fue la soprano española Montserrat Caballé, con quien no solo grabó este impresionante cuarto movimiento del álbum conceptual sobre El Greco, sino también algunos singles a dúo. Vangelis también compuso piezas para trabajos en solitario de ella, sin la participación del griego como intérprete.

La versión original de 1995.

Como ya dejé claro en su momento, El Greco es uno de mis discos predilectos de Vangelis por su ambientación sobria, profunda, un tanto oscurantista como la España de la época, que queda recreada de manera perfecta. La versión de 1998 es una ampliación del álbum original de 1995, una edición de superlujo ultralimitada y firmada que es uno de los dos "santos griales" supremos de los coleccionistas. El tema que nos ocupa aparecía en esta edición original como el tercer movimiento. Decir que es sublime es quedarse corto.

jueves, 30 de junio de 2022

La quintaesencia de Vangelis en 20 temazos: Prelude (1995)


El álbum Voices no siempre se cita entre los imprescindibles del griego, pero cada uno de sus temas tiene algo especial. Para este "hit parade" me he decidido por una pieza que en un principio quedó camuflada entre los temas cantados (con letra) del disco. Prelude ("Preludio") es una magnífica composición con el sonido del piano como protagonista, acompañado por una voz étnica y arreglos envolventes. Aunque no son temas que se parezcan en exceso, viene a cubrir el mismo espacio de introspección y melancolía de Memories of Green muchos años antes. Supongo que sin pretenderlo, temas como este afianzaron a Vangelis como gran maestro de la new age en los años noventa.

Pese a no ser tan llamativo como el tema homónimo Voices y el otro single de éxito del disco, Ask the Mountains, Prelude ha aparecido acertadamente en recopilatorios y fue una de las pocas piezas escogidas para sonar en el funeral de Vangelis.

martes, 28 de junio de 2022

La quintaesencia de Vangelis en 20 temazos: Conquest of Paradise (1992)


Lo hemos escuchado mil veces, nos lo sabemos de memoria, hemos dirigido la orquesta imaginaria en el salón. Y todavía nos hace vibrar.

La banda sonora original de 1492: la conquista del paraíso, el segundo trabajo de Vangelis para un largometraje de Ridley Scott, es (otra vez) una obra musical que hoy es mucho más popular que la propia película. En realidad, creo que la película está infravalorada, pero eso es otro asunto.

Como espero que todos volvamos a escuchar el tema principal de 1492 una vez más, para la ocasión, esta vez os invito a centrarnos en otros detalles. Por ejemplo, en las percusiones que se escuchan durante los épicos solos de teclado y en los coros (del English Chamber Choir, nada menos) que suenan justo en estos fragmentos. Descomunal.

lunes, 27 de junio de 2022

La quintaesencia de Vangelis en 20 temazos: O! Gliki Mou Ear / Oh, My Sweet Springtime (1986)


Buscando la quintaesencia de Vangelis, era imposible no incluir entre estos 20 temas al menos uno de los que nuestro protagonista grabó junto con la actriz y cantante griega Irene Papas. En concreto, el que nos ocupa (que se puede traducir como "Oh, mi dulce primavera") forma parte del segundo y último álbum del dúo, titulado Rapsodies. Se supone, si bien su autoría exacta no está acreditada en la edición discográfica que yo manejo, que es un tema religioso tradicional ortodoxo o bizantino, "vangelizado" de manera inconfundible para la ocasión.

He elegido este por ser un corte relativamente accesible, después de dar varias vueltas a la posibilidad de escoger un tema del álbum Direct (1988). Aunque afirmo que este último es un trabajo brillante, me cuesta elegir un temazo del mismo que destaque sobre el conjunto y que sea lo suficientemente representativo del estilo del griego. Y oye, tampoco está mal que este Top 20 sirva para descubrir piezas no tan conocidas.

sábado, 25 de junio de 2022

La quintaesencia de Vangelis en 20 temazos: He Is Sailing (1983)


Puestos a escoger alguno de los estupendos temas que Jon Anderson y Vangelis crearon para sus cuatro álbumes como el dúo Jon and Vangelis, me permito el lujo de quedarme con mi favorito: He Is Sailing ("Él está navegando"), del que fue su mejor disco colaborativo, Private Collection. Estuve a punto de elegir el largo Horizon, pero entiendo que es más una suite que un tema como tal. En cualquier caso hay que subrayar que todo el álbum es una joya.

Portada original de la versión larga, la del álbum.

Como en todos sus álbumes, Jon Anderson escribe la letra y canta, y Vangelis compone la música y la interpreta. Creo que He Is Sailing destaca por su ritmo, por su densidad sonora, por las llamativas percusiones que emplea el griego y porque, en fin, es un ejemplo de cómo crear una canción perfectamente pop con un plus de fantasía que es una delicia para los sentidos.

jueves, 23 de junio de 2022

La quintaesencia de Vangelis en 20 temazos: Theme from Antarctica (1983)


Otro tema inevitable en recopilatorios de Vangelis es el corte inicial de Antarctica, una película japonesa de enorme éxito local sobre un grupo de perros de trineo que sobreviven tras ser abandonados por circunstancias adversas en el continente helado. Es curioso cómo el griego consigue mezclar un enfoque melódico bastante romántico con una ligera atmósfera glacial.

Como siempre, se ha utilizado posteriormente en documentales y programas de televisión. En su momento el álbum solo se lanzó en Japón, pero está claro que su estupendo tema central animó a la compañía a una publicación internacional. Todavía no he reseñado Antarctica en el blog, y no porque no me interese, sino porque aún no he visto la película.

miércoles, 22 de junio de 2022

La quintaesencia de Vangelis en 20 temazos: End Titles (Blade Runner) (1982)


Una de las pocas críticas que se hacen a la BSO de Blade Runner es que, si bien mantiene una fuerte coherencia interna basada en su atmósfera distintiva, es cierto que son pocos los temas que suenen más de una vez en la película a modo de "leitmotivs". Nada que ver con lo que habitualmente hacen en Hollywood. El tema de los títulos finales no es una excepción, ya que no suena en la película precisamente hasta el final, con lo que cuesta considerarlo como el tema principal por mucho que sea de los más populares. Si tengo que quedarme con un tema principal de Blade Runner, sería el que suena en los créditos iniciales y después, en una versión más dulce, durante el monólogo final del replicante Roy. 

Pero inevitablemente, tanto por su calidad musical como por su uso en otros medios (aquí en España suena en la cabecera de un programa de reportajes desde hace décadas), el tema de los títulos finales tenía que estar aquí. Y ojo, no creo que sea el tema principal de la película, pero es puro Blade Runner.