2. The Hawk and the Harbinger of Dawn (1:20)
Es chocante lo odiado que puede llegar a ser un músico tan hábil. Robert Reed lanzó allá por 2014 algo que muchos entendieron como una herejía: el álbum Sanctuary, que imitaba tanto en estructura como en instrumentación y arreglos álbumes clásicos del estilo de Tubular Bells. Se le podían achacar muchos defectos, pero el dominio de cada instrumento y la capacidad para la melodía eran genuinos e indiscutibles. De Sanctuary se han publicado dos secuelas no muy por debajo del original, y hace tiempo que se anuncia una cuarta entrega todavía sin fecha confirmada. Mientras esto sucede, tenemos entre manos desde el año pasado este Cursus 123 430 (2020), un interesante álbum conceptual que ha ido acompañado de algunos complementos también llamativos.
Cursus 123 430 surge de unas fuentes parecidas a las de su Sanctuary: los vinilos de la infancia de Reed. Parece que las mismas navidades que él recibió su copia de Tubular Bells, su hermano recibió una copia de Oxygène, y parece también que ambos compartireron sus regalos. Robert Reed se dedicaría con los años al rock progresivo, y comenzaría su carrera en solitario homenajeando aquel hallazgo remoto. Parece que tenía una espinita clavada en lo referente a esas "otras músicas", carnaza de soñadores como muchos de nosotros, que había escuchado por aquel entonces. De modo que Cursus viene a ser su homenaje al sonido de la electrónica de los años 70, cuando reinaban Vangelis, Jarre, Tangerine Dream, Klaus Schulze...
Evidentemente, un proyecto así merece gozar de toda nuestra simpatía, si bien debo decir que en mi caso me ha dejado un poco frío. Mientras que Sanctuary, siendo todo lo pastiche que es, me dejó sin aliento en mi primera escucha y muchas de las sucesivas, Cursus me ha resultado pesado y apenas lo habré escuchado de un tirón una única vez. Por hacernos una idea sobre el tipo de música que nos vamos a encontrar, se puede decir que mezcla ritmos electrónicos retro como los de Jarre con melodías y arreglos puntuales que recuerdan a Vangelis y Tangerine Dream. Lo malo es que, mientras que Reed puede deslumbrar con su virtuosismo tocando instrumentos acústicos "reales" como los de Sanctuary, es mucho más difícil lograr hacer algo con verdadero calado mediante sintetizadores -digamos que "analógicos"- sin ser alguien con la capacidad creativa de Vangelis o Jarre.
Las melodías de este trabajo, que tienen retazos bastante claros de clásicos cósmicos como Albedo 0.39, Equinoxe o Stratosfear, son relativamente simples y cuesta dejarse llevar hacia algo parecido a los maravillosos paisajes cósmicos, inmersivos y progresivos, de los artistas antes mencionados. Hay pinceladas que quizá sirvan como guiño a otros artistas que se me escapan, pero a mi juicio quedan a veces un tanto acartonadas. Para hacer bonito. No ayuda tampoco la obsesión que tiene Robert Reed por meter en todos sus proyectos al bueno de Les Penning, cuya flauta aquí encajaría como Tarzán en el Corte Inglés y que se dedica, menos mal, únicamente a narrar esta extraña historia de extraterrestres ecologistas convocados desde Stonehenge.
El problema para mí, profundizando un poco más, es que creo que aquellos álbumes de los setenta lograban transmitir emociones incluso cuando estaban totalmente generados por maquinaria que hoy cualquier app para móvil puede dejar en la cuneta. Había algo más debajo de los teclados grandiosos, los falsos oleajes y los "pajaritos" electrónicos, supongo que el hecho de que sus autores lograban sobreponer su visión artística por encima de las posibilidades técnicas de que disponían. Tú no disfrutas hoy en día de temazos como Pulstar, Alpha, To the Unknown Man, Oxygène 4 o Equinoxe 4 porque sean tecnológicamente avasalladores, sino porque poseen una pátina de autenticidad, de efectismo, de verdadera imaginación musical, que no vas a lograr reproducir adrede más de cuarenta años después por mucho que tengas talento y medios. Utilizando uno de esos símiles con paellas que alguna vez he escrito, la diferencia entre Cursus y un álbum de la época dorada de la electrónica es la misma que hay entre la paella que hizo tu madre en una cala del Cabo de Gata en aquellas vacaciones, y la tuya, que aunque le echas exactamente los mismos ingredientes en las mismas cantidades, puede estar más o menos buena pero nunca te sale igual que aquella.
Por destacar algunos temas, ahí está el inicial Erthynge, cuya melodía es, sin disimulo, una variación del mencionado Pulstar; Stoneborn Watchers, que hasta en el título ("Gárgolas vigilantes" o "Vigilantes nacidos de la piedra") recuerda a Equinoxe; Stoneglow Warnings, que nos retrotrae a alguna otra melodía no especialmente trillada del primer Jarre; Stalemate, que parece sacada de algún Exit, White Eagle o Force Majeure; la atmosférica Dust and Flowers in a Lost Eden ("Polvo y flores en un Edén perdido"), con uno de esos oleajes de los que hablábamos; y Gatherings at Farewell Places, un -esta vez sí- bastante inspirado acercamiento a Tangerine Dream con toques frescos. En realidad no hay ningún tema malo de verdad, pero para mi gusto tampoco hay ninguno que sobresalga.
Una cosa sí tengo clara: hay muchas posibilidades de que otros lectores del blog encuentren que Cursus 123 430 es estupendo, y desde ya admito que lo que tengo contra este álbum (y queda patente que no contra Robert Reed, a quien siempre he defendido en mis críticas) puede ser solo cosa mía. Por eso, y aunque este análisis no haya sido positivo, sí que recomiendo la escucha del álbum a los lectores, cosa que en otros casos no haría. Creo que hay un esfuerzo detrás de esta obra que quizá algunos de vosotros sí sepáis apreciar debidamente.
Antes de terminar, mencionaré también que se ha publicado un libro ilustrado de 24 páginas para acompañar al álbum, que se vende por separado y contiene la historia narrada en el álbum, con Reed y Penning como autores. Y también hay a la venta un álbum secundario titulado Cursus: A Symphonic Poem (iba a ser un EP pero dio para más) con una suite orquestal compuesta a base de extractos del álbum y algunos remixes y maquetas. De momento ni he leído el primero ni he escuchado el segundo, pero lo haré.
como se descarga...?
ResponderEliminarAh la vieja época maravillosa d las descargas libres Gracias al Tao existen los Torrents
EliminarLo siento, pero este blog es de divulgación cultural y no contiene enlaces de descarga. Salvo en aquellos casos en que el material esté oficialmente disponible de manera legal y gratuita.
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