viernes, 29 de junio de 2012

Philip Glass / Yo-Yo Ma - NAQOYQATSI


1. Naqoyqatsi (7:54)
2. Primacy of Number (6:50)
3. Massman (9:45)
4. New World (3:03)
5. Religion (8:59)
6. Media Weather (7:52)
7. Old World (3:08)
8. Intensive Time (8:07)
9. Point Blank (11:14)
10. The Vivid Unknown (7:06)
11. Definition (2:52)

La serie de docudramas llamada "trilogía Quatsi", iniciada en 1982 por Koyaanisqatsi y proseguida en 1988 por Powaqqatsi, continuó en 2002 con Naqoyqatsi. El director de la película fue de nuevo Godfrey Reggio, aunque en este caso ejerció como productor Steven Soderbergh (Traffic, Ocean's Eleven). La participación de Philip Glass en el proyecto era tan obligada y definitoria como la de su director. De hecho, cualquiera de estas películas puede considerarse como un esfuerzo a partes iguales entre Reggio y Glass, siendo en resumidas cuentas proyectos audiovisuales a base de imágenes y música que actúan directamente sobre las emociones del espectador, sin necesidad de diálogos o actores. 

Trailer con música original de la película.

Si en la ya mítica Koyaanisqatsi se abordaba la estresante alienación del ser humano actual, y en Powaqqatsi veíamos a la humanidad como heroico motor de desarrollo, en Naqoyqatsi tenemos ante nosotros, de nuevo, una humanidad vapuleada por los tiempos, por la tecnología punta en este caso. Parece que los atentados del 11 de septiembre de 2001 influyeron poderosamente en el equipo de producción, de cara a optimizar el resultado final (en efecto, la película atesora unas críticas magníficas). Tiene como subtítulo Life as War ("La vida como guerra"), y efectivamente se plantea una conflagración entre nuestra realidad natural y el turbulento mundo tecnológico, "falso" y agresivo, lleno de realidades virtuales que atentan de un modo u otro contra nuestra esencia. El director Godfrey Reggio recurre a gran cantidad de imágenes generadas por ordenador, con lo que la presencia en la banda sonora de un elemento orgánico de peso resulta muy interesante.

Godfrey Reggio y Philip Glass (de IMDb).

Este elemento humanizante es Yo-Yo Ma, afamadísimo violonchelista chino-francés cuya dilatada carrera y buen hacer le han acercado a menudo al mundo de las bandas sonoras de cine más populares, amén de convertirle en omnipresente en la vida social-cultural internacional (medalla impuesta por Obama incluida). Su instrumento estuvo presente en la oscarizada Tigre y Dragón, y en otros títulos fílmicos bien conocidos como Siete años en el Tibet. También tiene por ahí un disco de versiones de Ennio Morricone que antes o después comentaremos por aquí. El caso es que el minimalismo frío y colosalista de Philip Glass encuentra un contrapunto sorprendente en el chelo de Yo-Yo Ma, resultando asombrosa, por cierto, la manera en que los bucles y las notas repetidas de Glass suenan hiperdramáticas en las cuerdas del chino.

Yo-Yo Ma, promocionando relojes Rolex.

El planteamiento musical de Philip Glass es del todo coherente con las anteriores entregas de la serie fílmica, y con las obras más conocidas popularmente del músico neoyorquino. Es música clásica contemporánea, escasamente melódica pero muy potente en sus resonancias épicas, con un poso más o menos fatalista y trascendente. El tema inicial, Naqoyqatsi, es el más representativo y espectacular del álbum. Sobre unos latidos de corazón escuchamos ese profundo coro masculino de las entregas anteriores recitando esa  rarísima palabra en la lengua de los nativos americanos hopi, para pasar a continuación a unas cuantas secciones sinfónicas muy potentes, toda una obertura clásica en la que Yo-Yo Ma hace aparición hacia la mitad. Por cierto, el director de orquesta es, como casi siempre, Michael Riesman.

No obstante, el conjunto del álbum no pierde intensidad ni por un instante, y Glass incluye una rica y variada instrumentación. En Primacy of Number asistimos a un interesante uso del arpa de boca en versión digital, en un tema frenético; en otros fragmentos como Religion toman protagonismo unas acertadísimas percusiones pseudo-tribales; y también se escuchan saxofones y un didgeridoo (instrumento nativo australiano) en algún fragmento. La idea es que todos estos elementos contribuyan a humanizar una música algo más sinfónica, menos vanguardiasta, de lo que sonaba en los previos "qatsis", llevando por supuesto Yo-Yo Ma la mayor parte de este peso sobre sus hombros. Temas como los delicados New World y Old World dan fe de su capacidad expresiva. Mención aparte merece la voz solista de  Lisa Bielawa en la enorme Intensive Time.



Unos fotogramas de Naqoyqatsi.

Naqoyqatsi no es necesariamente un trabajo innovador dentro de la prolífica trayectoria de Philip Glass, aunque el compositor demuestra estar en plena forma. Por una parte acude a unas sonoridades orquestales muy propias del mundo de las bandas sonoras, más "convencionales" de lo que suele hacer normalmente; y por otro aporta tanta imaginación en la composición y en la instrumentación que consigue uno de sus trabajos más accesibles para cualquier tipo de público, sin dejar por ello su identidad en la cuneta. Cuanto más lo escucho más me gusta. En Spotify.


Naqoyqatsi.

martes, 26 de junio de 2012

30 años de Blade Runner.


Otro motivo para acordarnos de Vangelis estos días (y ya van doscientos). La mítica película de Ridley Scott de 1982 es todo un hito del género de ciencia-ficción y, aun hoy, el epítome definitivo de la estética visual del cine fantástico. Pocas veces se logró una fusión tan perfecta entre imágenes y sonido, en favor de una inmersión total del espectador en el argumento del filme. Blade Runner, treinta años después, sigue pareciendo que se rodó la semana pasada. Solamente las arrugas que hoy surcan el rostro de Harrison Ford dan testimonio de los años transcurridos, porque ningún otro elemento del mito de los ochenta -y mucho menos su música- parece haber quedado obsoleto. Quizá dentro de treinta años, y aun habiendo rebasado largamente aquella fecha de "noviembre, 2019", volvamos a sorprendernos ante lo que aquel equipo artístico logró en el '82. Un par de minutitos de fascinación:

domingo, 24 de junio de 2012

Lo nuevo y lo viejo que nos trae Vangelis.


Directamente desde el mejor blog sobre Vangelis en la red, Elsewhere, traemos la portada provisional del nuevo recopilatorio del músico griego, The Collection (ya no The Very Best) a la venta previsiblemente el 23 de julio en el Reino Unido y seguramente en muchos otros países del entorno. No es muy bonita, pero se me hace tan rara que admito que me ha gustado. Como comentábamos hace poco, se trata de un álbum doble bastante concienzudo y con algún tema nuevo. Seguramente responde a la expectación levantada por los próximos Juegos Olímpicos de Londres 2012, en los que es previsible que el tema de Carros de fuego tenga bastante protagonismo. Recordemos que la película en cuestión es uno de los mayores orgullos del cine británico, y el tema no solamente tuvo un enorme éxito en su día, sino que es, como todos sabemos, prácticamente el himno internacional no oficial del olimpismo.

Izquierda: cartel del montaje teatral de Chariots of Fire. Derecha: cubierta de la reciente edición en BluRay de la película, 
que contiene casi toda la banda sonora original en un CD extra.

A esto se une un próximo lanzamiento discográfico de Vangelis con material mayoritariamente nuevo, precisamente centrado en Chariots of Fire: la nueva música compuesta por el barbudo para la versión teatral de la película de Hugh Hudson por la que obtuvo un Oscar. Según informan en Elsewhere, sin que nada haya sido todavía confirmado del todo por la discográfica Decca, el álbum podría contener tanto la banda sonora original de la película (que será reestrenada con pompa y circunstancia en las islas el día 13 de julio) como los nuevos temas, de los que hay publicada incluso una lista completa. En teoría, también saldría a la venta el 23 de julio, el mismo día que The Collection.

Seguimos a la espera de que el reciente concierto en Qatar se transforme en alguna edición en CD y/o DVD, y hay también alguna posibilidad de que salga un CD con la más reciente banda sonora de Vangelis: Trashed, un documental de altos vuelos presentado por Jeremy Irons y centrado en la brutal cantidad de basura que nuestra civilización produce y desecha sin miramientos. Tiene visos de acaparar premios en futuros festivales. El trailer:



Actualización: el blog Audionautas ha colgado en YouTube el tema Line Open, perteneciente al single Conquest of Paradise (1992) y que estará incluido en The Collection.

jueves, 21 de junio de 2012

Juan Manuel Cidrón - SONIDO PARA ACCIONES 1


1. Cuatro escenas en el desierto de Tabernas (6:00)
2. Vendré aquí cuantas veces lo desee (3:33)
3. Cristóbal y María no están en casa (8:10)
4. Javier no llegó a la cima del Aconcagua (5:01)
5. Dentro de siete minutos y veintisiete segundos (7:27)
6. Solo por un instante (5:30)

Voy a tomarme la libertad de abordar este análisis en primera persona. No es que conozca íntimamente a Juan Manuel Cidrón, pero a lo largo de los años, la pequeñez del mundo y de la provincia de Almería hace que me haya sido imposible no toparme con su persona en más de una ocasión.

La primera vez fue gracias a un amigo y compañero de estudios que guardaba alguna relación familiar con Cidrón, y que guardaba alguno de sus discos en la excelsa colección electrónica y new age que había en casa de sus padres. Muchos de mis gustos musicales se afianzaron en su casa. Más adelante me he cruzado con este paisano músico en varias ocasiones. Es un tipo que parece ir siempre con prisas a todas partes, su melena negra y rizada al viento. Su presencia en las cuatro calles -la zona de la marcha en Almería- es muy habitual, y algo he escuchado sobre su fabulosa capacidad de ingestión de alguna marca espirituosa en el pub Vhada. En una feria del disco de la capital tenía yo en la mano el CD Zeit de Tangerine Dream; él, que andaba por allí, se detuvo y me señaló diciendo: "es un clásico". Tenía conciencia de su valía como compositor y de lo dilatado de su carrera (ambas cosas suelen ser interdependientes), aunque solamente una serie de búsquedas concienzudas en la red me hicieron consciente de que Cidrón tiene un nombre bien reconocido en el panorama actual de la música electrónica hecha en España. Y que conste que no es un localismo.

Juan Manuel Cidrón rodeado de sus aparatos. 

La serie de tres discos titulada Sonido para acciones viene a constituir el "impulso primigenio" de su carrera, en el que desarrolló su estilo personal, emparentado por voluntad propia con la Escuela de Berlín, la música cósmica y/o planeadora o, en términos menos técnicos, la música generada mediante sintetizadores que se preocupa más por las texturas que por las melodías. Hay quien considera a Cidrón como el rey del género en España y, como poco, podemos decir que no habrá muchos que le hagan la competencia.

Una interesante entrevista con Juanma Cidrón.

Sonido para acciones 1 (1989) es, como todo trabajo iniciático que se precie, un álbum que rebosa inspiración, que casi se viene a quedar pequeño a la hora de dar rienda suelta a las dignas ambiciones de su autor. No sé si por su talante patrio o por la lógica modestia de recursos del que empieza, Cidrón generalmente realiza efectivamente algo parecido a lo que podemos encontrar en un álbum de Klaus Schulze o Edgar Froese, aunque más sobrio, más carente de artificios. En este álbum en particular, de todos modos, hay un espíritu algo más dulce, menos oscurantista que el de la electrónica alemana, casi como si se buscase un equilibrio entre la exploración textural y los ambientes melódicos y coloristas de la mejor new age o del minimalismo más popular. El tema con el que comienza el disco es seguramente el más representativo del mismo: Cuatro escenas en el desierto de Tabernas, con una potente base secuencial sobre la que van sumándose progresivamente otras capas de sonido, sencilla melodía incluida. Tiene cuatro tramos bien delimitados, el primero y el tercero muy parecidos, hasta completar las cuatro escenas de las que habla. El título del tema debe hacer referencia a la utilización de este famoso desierto para rodar películas, desde los westerns de Sergio Leone a Lawrence de Arabia o Indiana Jones. Cidrón utiliza algún recurso dramático que viene a recordar lejanamente al Koyaanisqatsi de Philip Glass.

Un amanecer en el Desierto de Tabernas (Almería).

El resto de títulos es también bastante curioso, ya que parecen responder a situaciones muy concretas de ¿la vida personal del músico? El contenido musical es muy fresco y de pureza cristalina, temas muy sólidos gracias a un sutilísimo trabajo de producción en el que no sobra nada. Vendré aquí cuantas veces lo desee tiene el encanto espontáneo de unos buenos Wim Mertens o Michael Nyman. Cristóbal y María no están en casa es más meditativa, menos luminosa, con un sampleado que imita un contestador automático. Javier no llegó a la cima del Aconcagua es muy nervuda y con algún toque percusivo que le da un sabor exótico. El título de Dentro de siete minutos y veintisiete segundos es un poco en broma, ya que es un tema de ritmos concienzudos que parecen huir irremisiblemente hacia el final del corte, exactamente siete minutos y veintisiete segundos después. Y Solo por un instante es otro ejemplo de bonita melodía con un estupendo tratamiento electrónico, para terminar con un buen sabor de boca.

Por sus planteamientos sonoros, Sonido para acciones debe ser excelente para disfrutar en vinilo, con sus clics y todo, pero con ese matiz hiperrealista de los sintetizadores interpretados a pelo; lo malo es que encontrar un ejemplar puede ser harto complicado, amén de muy muy caro. Hace poco supe que Cidrón había grabado un álbum a base de sonidos caseros, a lo "música concreta", titulado Electrodoméstico, y que debe ser la apoteosis de todo lo anterior. Seguiremos informando.

Javier no llegó a la cima del Aconcagua.

Solo por un instante.

lunes, 18 de junio de 2012

Talk Talk - SPIRIT OF EDEN



1. The Rainbow (9:09)
2. Eden (6:35)
3. Desire (6:57)
4. Inheritance (5:24)
5. I Believe in You (6:10)
6. Wealth (6:44)

Me gusta pensar que este es un blog abierto, no demasiado restrictivo respecto a los géneros musicales de los que trata, quizá porque en su propia naturaleza está lo sorprendente de las mezclas, la incertidumbre de los límites borrosos entre estilos. Este es uno de los álbumes más pop que hemos tratado por aquí, y sin embargo reúne todas las características que lo hacen interesantísimo para quienes gustáis de escuchar cosas "distintas". Me cuesta mucho trabajo entrar en el pop, precisamente porque es un estilo accesible para cualquiera, y hacer una defensa divulgativa de una obra del mismo podría ser redundante. Pero Spirit of Eden no es ni especialmente accesible... ni nada redundante.

La banda inglesa Talk Talk se había hecho un nombre con sus cuidadas aproximaciones al synth-pop tan de moda en los ochenta, una música bonita pero algo caduca respecto a las modas, anclada con fragilidad entre los ídolos veinteañeros new romantics y el casi nunca estimulante AOR (Adult Oriented Rock, rock orientado a adultos). Su mayor éxito hasta Spirit of Eden había sido The Colour of Spring (1986), en el que las ambiciones creativas de Talk Talk ya habían comenzado a indagar tímidamente entre otras posibilidades musicales. La discográfica les dio carta blanca para hacer lo que les viniese en gana en el siguiente álbum, y el resultado fue una de las obras musicales más controvertidas de la época.

Talk Talk

Spirit of Eden (1988) está concebido como una obra perteneciente a la esfera pop-rock, aunque mezclada con grandes dosis de jazz y algo de música electrónica meditativa, ambient y new age. Cuenta la leyenda -cierta o no- que el álbum se grabó en largas sesiones en las que la banda improvisaba la mayor parte del tiempo, y encima lo hacían a oscuras para crear ambiente. Los ritmos pop están prácticamente eclipsados por las  densas atmósferas jazzísticas (con percusiones más acariciadas que golpeadas) y arreglos ambientales, y la voz del cantante y líder Mark Hollis solamente aparece aquí y allá, logrando que su voz no sea más que otro instrumento en el conjunto, y no el principal hilo conductor de los largos temas. Todo un año tardaron en completar una obra musical cuya gestación recuerda en cierto modo a la de The Dark Side of the Moon, lo que -ya lo sé- es mucho decir cuando todo parece indicar que no era el contexto adecuado para que surgiese uno de estos álbumes que suponen un antes y un después en la música popular.

Portada alternativa.

Y Spirit of Eden fue efectivamente un antes y un después, ya que muchos críticos lo emparentan de forma directa con lo que luego se llamaría post-rock, la evolución vanguardista de los viejos cánones de bajo-guitarra-batería-voz hacia algo más intenso y completo, más artístico y libre. Por supuesto, en su día se acusó a Talk Talk de querer salirse del tiesto, de ser unos snobs y de haber publicado un disco pretencioso y vacío de sustancia; y la discográfica EMI se cabreó a lo bestia por las ventas insuficientes y la dificultad de extraer singles promocionales para la radio, con lo que los Talk Talk tuvieron que meterse en juicios para cambiarse a alguna compañía más tolerante. Desde Spirit of Eden, por cierto, se sabe que muchas compañías introducen clausulas en sus contratos para que a los artistas no se les ocurra pasarse de arriesgados.

El único problema del disco es que quizá no hay una gran diversidad entre el planteamiento de los distintos temas, sino que todos comparten una visión espiritualista; y la voz de Hollis suena siempre muy parecida, como si cantase todos los temas del mismo modo. No obstante, la asombrosa riqueza de su colorido instrumental y la modernidad aplastante que rezuma de cada minuto de escucha compensan de sobra por cada defecto que podamos encontrar. Esta música, que es pop pero no lo es, está tan vigente como si hubiese sido grabada ayer mismo.

I Believe in You.

viernes, 15 de junio de 2012

Avalancha de Mike Oldfield. Actuemos con criterio.

Como los pasados tres veranos, llegan no del todo puntuales las ediciones "deluxe" de otros dos trabajos de Mike Oldfield. Se trata de los clásicos Platinum (1979) y QE2 (1980), obras no del todo elogiadas como merecen por el público general, y que para los aficionados de toda la vida son el equivalente a los bocatas de Nocilla: hay meriendas quizá mejores, más sanas, pero son los sabores de la infancia y tienen un regusto juvenil muy especial. Aquellos maravillosos años... Salen a la venta el 23 de julio.


Ambos álbumes serán editados en tres formatos: vinilo, CD sencillo y CD doble, y ya se conoce la lista de temas. En Platinum encontraremos -amén de los temas de siempre- un remix actual de North Star (aquella versión de Philip Glass) a cargo del propio Oldfield, una misteriosa rareza de estudio y la sintonía del programa infantil de la BBC Blue Peter. En QE2 estarán Polka, la versión single de Wonderful Land (versión del tema homónimo de The Shadows) y una remezcla actual de Sheba rebautizada como Shiva. Cada edición en CD doble incluye un segundo compacto con conciertos de la época, que seguramente serán lo más jugoso a nivel de novedades. Pero cuidado, porque estos temas en vivo no son necesariamente los mismos del álbum correspondiente, sino que incluyen extractos de temas clásicos como Tubular Bells, Ommadawn e Incantations. Se ha buscado -acertadamente- inmortalizar la gran actividad en concierto de Oldfield en aquellos años de aperturismo personal.


Y claro, ningún deluxe de Oldfield sería lo mismo sin las amargas ausencias: ni rastro de la versión original de Sally (eso sí, han corregido el tema del álbum como Into Wonderland), y tampoco del super-tesoro del coleccionismo Oldfiliano: la versión que grabó con su banda de All Right Now, el clásico rockero de los Free, tan difícil de encontrar que a veces dudo de que el propio Mike tenga una copia.

Hasta aquí lo esperable, pero hay más. Saldrán a la venta en breve nada menos que dos recopilatorios más, uno titulado Mike Oldfield Icon, que es otro sacacuartos de los que mezclan churras con merinas; y Two Sides, CD doble con instrumentales por un lado y canciones por el otro, que tampoco es nada del otro mundo salvo por curiosas inclusiones como The Lake del álbum Discovery o un par de trozos de Amarok y Music of the Spheres.

Esperemos que no haya saltitos en los CDs y que no tenga que publicar largas quejas al respecto. El año pasado casi batimos el récords de visitas del blog con las susodichas de Incantations.

Agradecimientos a tubular.net, mike-oldfield.es, Mike Oldfield's Exposed y Mike Oldfield Official, donde pueden hacerse ya las reservas.

Ron Geesin / Roger Waters - MUSIC FROM THE BODY


1. Our Song (1:24)
3. Red Stuff Writhe (1:11)
7. Chain of Life (3:59)
8. The Womb Bit (2:06)
9. Embryo Thought (0:39)
13. Body Transport (3:16)
14. Hand Dance (1:01) 
15. Breathe (2:53)
18. Piddle in Perspex (0:57)
22. Give Birth to a Smile (2:49) 

Puedo creerme cualquier cosa que me cuenten sobre un álbum de los setenta. Me lo creeré a pies juntillas si encima es un disco lanzado entre los últimos sesenta y los primeros setenta. Y sigue pareciéndome muy raro algún que otro descubrimiento como el de este Music from The Body (1970), uno de los varios proyectos paralelos a la banda -entonces- de culto Pink Floyd. Vale que el músico principal del disco sea el extraño y experimental Ron Geesin, pero desde luego estamos ante una obra que entronca con el carácter libérrimo de la psicodelia inglesa de la que los PF fueron estandarte.

Ron Geesin

Music from The Body (que deberíamos traducir como Música de "El cuerpo", sin omitir las comillas) es la banda sonora de The Body, un documental británico sobre el cuerpo humano que dirigió Roy Battersby, con locución de Vanessa Redgrave y Frank Finlay. Si investigamos un poco en la web en busca de análisis de expertos, la mayor parte de las críticas que encontraremos irán de malas a malísimas, argumentando que, efectivamente, se trata de una parida de las que a veces veían la luz en aquellos tiempos, y que hoy no solamente serían imposibles de vender, sino también muy difíciles de apreciar por quienes vayan buscando algo en la línea de la primera época de Pink Floyd. Roger Waters hace algunas intervenciones más o menos en su futura línea como cantautor, pero el resto del trabajo está compuesto a base de música "orgánica", una variante de la música concreta que consiste en sampleados de sonidos corporales, aderezada por extraños arreglos orquestales y música de cámara desestructurada. Estamos hablando de música amalgamada con respiraciones, risas, susurros, palmadas... Y sí, estamos hablando de pedos. Pedos terriblemente gordos, cuescos tremendos que harían las delicias del Quevedo más zafio.

Roger Waters

Ya es difícil comprender, o aproximarse siquiera, a trabajos como Ummagumma (inmediatamente anterior), y eso que en él no hay flatulencias como parte de la instrumentación; pero Music from The Body tiene bastante interés como pieza musical experimental, como una obra de creación que nada tiene que ver con el rock progresivo, sino más bien con las ansias de innovar de aquella generación. Los mismos Pink Floyd estuvieron intentando grabar un álbum completo de música concreta que iba a titularse Household Objects ("Objetos caseros"), justo después de The Dark Side of the Moon, anque todo quedó en agua de borrajas salvo por alguna maqueta a medio terminar que circula por ahí a trocitos. Seguramente la banda de Waters, Gilmour y compañía ya estaba demasiado atada al universo progresivo como para que sus seguidores aceptasen algo tan raro. De hecho, se sabe que el último corte de este Music from The Body, titulada Give Birth to a Smile, cuenta con toda la banda, aunque no figure como tal en los créditos.

Contraportada.

¿Imprescindible? Para nada. ¿Interesante para el fan de Pink Floyd? Sólo si eres un completista acérrimo. ¿Interesante para el aficionado a la música extraña y experimental de todo pelaje? Muchísimo.

Un trozo del álbum.

martes, 12 de junio de 2012

Robert Rich - SOMNIUM


1. Part 1 (2:34:10)
2. Part 2 (1:59:00)
3. Part 3 (2:31:08)

El álbum Somnium (2001) de Robert Rich es una de las pocas obras musicales que pueden considerarse como "definitivas" dentro de su género, el ambient en este caso. No estamos hablando únicamente de que el trabajo tenga una duración enorme, sino de que perfecciona a más no poder lo que este subgénero de la música instrumental contemporánea aporta a sus seguidores.

Como ya hemos comentado en alguna ocasión, se supone que el ambient tal y como lo conocemos actualmente fue una feliz ocurrencia que tuvo Brian Eno mientras se encontraba convaleciente en un hospital, como respuesta de su mente creativa ante la atmósfera aséptica y más o menos silenciosa que le rodeaba. Su ambient es una música que prácticamente no destaca por encima de la belleza pura del silencio absoluto, aportándole en todo caso una serie de leves matices que convierten la quietud total en arte. Por supuesto, Eno no fue el auténtico descubridor del sonido ambient, del mismo modo que Colón tampoco "descubrió" América, sino que más bien oficializó la ruta. El ambient, sin querer meterme en nombres y fechas concretos, nace más bien una década y pico antes, con los presupuestos básicos del minimalismo clásico norteamericano de Glass y Reich, para tomar forma con el estallido definitivo de la electrónica experimental, la música cósmica y la primitiva new age europea a comienzos de los setenta.  

Robert Rich (de http://robertrich.com)

Los álbumes de la generación del eterno Music for Airports son ejemplos claros, casi de diccionario, de lo que es el ambient y de la clase de sensaciones que produce de forma inmediata en los oyentes; y sin embargo estos clásicos iniciales duran lo que duran, transmiten lo que transmiten dentro de los modestos límites del formato vinilo o CD, cuando seguramente el ambient se disfrutaría mucho más -hablo en teoría- si la experiencia de su escucha supusiese una inmersión total, no coartada necesariamente por los rituales típicos de la audición de un álbum musical. Para ponerlo en palabras sencillas, digamos que si cogemos un LP de música ambient y la ponemos en el equipo de música, o bien se nos acaba demasiado pronto mientras pasamos páginas del libro que estamos leyendo, o bien nos dedicamos en exclusiva a su escucha, rompiendo en ambos casos el presupuesto inicial del género, su carácter casi subliminal.

Somnium dura siete horas. Su autor, Robert Rich, tuvo que optar por editar el disco en DVD para no tener que publicar un inasequible estuche de 7 CDs, y sobre todo para evitar tener que cambiar el disco, lo que de nuevo rompería la experiencia. La idea es poner Somnium en nuestro equipo de audio, digamos el "home cinema", y sumergirnos en él mientras continuamos con nuestra vida. Rich piensa especialmente en Somnium como un acompañamiento, o mejor un estimulante, de nuestras horas de sueño. No es que se trate de una música especialmente soporífera en el mal sentido de la palabra, sino que su autor, que parece tener cierta experiencia teórica en el campo de la psicología, concibió el trabajo para estimular nuestras visiones oníricas a partir de la fase REM, basándose en una serie de míticos conciertos (Conciertos del sueño, se llamaron) que realizó en los primeros años ochenta.

Así empieza Somnium.

Pero cuidado, porque quienes no tienen demasiada experiencia con el ambient pueden estar ya traduciendo todo lo dicho como "un soberano coñazo". Se equivocan, porque Somnium es un disco muy bello, bastante más llevadero de lo que podría intuirse por toda la anterior perorata, si lo comparamos con otros trabajos dentro del subgénero. Robert Rich fusiona sonidos electrónicos y acústicos con samples tomados de la naturaleza, consiguiendo que las múltiples capas de sonido de las piezas del DVD resulten muy evocadoras e inspiradas. Es como pasar la noche en medio de un gran bosque deshabitado como el que intuimos en la foto de portada. No obstante, también hay que tener en cuenta que la primera parte de Somnium es algo más movida que el resto, ya que deberíamos empezar a quedarnos dormidos a partir de cierto punto, y aquí se tiende hacia músicas del todo mínimas. Solamente al final amanecemos con una serie de cantos de pájaros sobre fondos luminosos.

Y así termina.

No he escuchado Somnium en su totalidad, pero pienso hacerlo en cuanto tenga la oportunidad. Con lo que he escuchado hasta ahora puedo decir que no solamente es uno de los trabajos más hermosos de música ambiental que he escuchado nunca, sino que solo pensar en reproducirlo al completo mientras duermo me produce escalofríos de placer. Repito: un imprescindible, una experiencia sensorial que rebasa lo musical. Por cierto, a día de hoy sigue siendo la grabación musical publicada comercialmente más larga de todos los tiempos.

miércoles, 6 de junio de 2012

Nuevo recopilatorio de Vangelis a la vista.


El 23 de julio está previsto el lanzamiento de un doble recopilatorio sobre el músico griego Vangelis, crème de la crème entre los artistas favoritos del blog. Su título, al parecer, se quedará en The Very Best of Vangelis, e incluirá una antología bastante diversa del repertorio del artista. No cuelgo la lista de tema porque está disponible en numerosas páginas a poco que consultemos Google, pero veo una gran cantidad de material de Blade Runner (se cumplen treinta años de su estreno, por cierto) y cuatro temas de Jon and Vangelis. Por lo demás, decir que hay temas importantes en su carrera que no estuvieron en recopilaciones previas, amén de unos cuantos temas de álbumes recientes como Alexander o BR25. Quizá lo más interesante sean los dos temas inéditos del álbum: Line Open, que originalmente estuvo medio escondida en un single promocional de 1492: Conquest of Paradise; y Remembering, un tema largo y del todo inédito que cerrará la colección.



Vangelis es sin lugar a dudas el artista instrumental de vanguardia del que más recopilatorios se han publicado. Tal y como comentaba en la reciente entrada sobre el asunto, la mayor parte de los mismos recoge material muy trillado de su etapa en RCA, aunque hay unos cuantos posteriores que merecen una atención preferente. Ahí están Themes (1989), que recogía bastantes temas de bandas sonoras entonces inéditas como Missing, The Bounty y Blade Runner; mi favorito Portraits: So Long Ago, So Clear (1996), que contenía también temas de Jon and Vangelis y unía épicamente todos los temas como si de un nuevo álbum de estudio se tratase; el coyuntural Reprise 1990-1999 (1999), que recogía temas de los noventa; y Odyssey: The Definitive Collection, con algunos cortes retocados -no siempre para bien- y alguna novedad jugosa, pese a la ausencia inexplicable de la apoteósica To the Unknown Man, que para mi es imprescindible. Pese al título de esta última recopilación hasta la fecha, queda claro que nada es "definitivo" mientras Vangelis siga vendiendo.

Al final, los completistas como yo pasaremos por el aro. Ni crisis ni nada.

lunes, 4 de junio de 2012

Michael Hoenig - DEPARTURE FROM THE NORTHERN WASTELAND


1. Departure from the Northern Wasteland (20:53)
2. Hanging Garden Transfer (10:56)
3. Voices of Where (6:19)
4. Sun and Moon (4:16)

"Quiero que mi música provoque un sentimiento, un estado de ánimo ante el que la gente pueda reaccionar. Es música que se completa en la mente de cada oyente."

Michael Hoenig

Una joya con algo más de brillo que la mayoría, dentro de la música electrónica cósmica, a su vez dentro del krautrock en sentido amplio, es Departure from the Northern Wasteland ("Partida del baldío nórdico"), de Michael Hoenig de 1978. Como podemos leer en una extensa entrada en la estupenda página Audionautas, Hoenig fue uno de los grandes nombres propios tanto en la gestación como en el pleno desarrollo del peculiar sonido de la Escuela de Berlín, componente en un momento u otro de la banda de culto Agitation Free, de Klaus Schulze, e incluso de Tangerine Dream y de Ash Ra Tempel. Como músico en solitario, Michael Hoenig no ha alcanzado la popularidad de Schulze, Froese o Göttsching, aunque el álbum que nos ocupa, su mayor aportación discográfica, es visto cada vez más como paradigma de la filosofía musical de su tiempo.

Michael Hoenig (de http://www.agitation-free.de/)

Departure from the Northern Wasteland es a las claras el producto de un amante de la tecnología del sonido que de un músico en sentido clásico. Hoenig poseía su propio estudio, modesto pero muy cuco y preparado con una colección de sintetizadores y aparatos electrónicos de todo tipo, no necesariamente punteros, pero sí adecuados a la idea musical del compositor: una música limpia, no excesivamente compleja, en la que unos pocos elementos sean suficientes para suscitar una serie de efectos en el oyente. Como ya sabrán quienes conocen el estilo de la Escuela de Berlín, la música del movimiento se caracteriza mucho más por las texturas que por las melodías o los ritmos. La idea (y resumo, porque puede acudirse a multitud de fuentes de referencia que lo expliquen mejor que yo) es crear atmósferas minimalistas a base de capas de sonido estático en constante y lenta evolución, unidas a unas pocas notas que se repiten hasta lograr un efecto hipnótico, como de "trance" sonoro. Entronca con el minimalismo clásico de Philip Glass o Terry Riley, pero con un fuerte componente futurista.

Este género logró algunas de sus obras más perfectas -que no necesariamente las mejores- cuando se impuso la utilización de secuenciadores y sintetizadores digitales, que permitían la reproducción automática de las capas básicas de sonido, dejando al músico de turno libertad para experimentar con efectos más o menos improvisados. Aun así, Departure from the Northern Wasteland es bastante más "analógico" que otros discos de su época, entre otras cosas porque Hoenig se empeñó en dotarlo de un claro purismo, de una paradójica cualidad "artesanal" que logra mediante la utilización de un equipo sonoro muy básico que requiere su intervención directa en cada punto. No se trató únicamente de pulsar un par de conmutadores y sentarse a escuchar las secuencias. Consigue Hoenig, en efecto, que su álbum de debut como solista tenga un sonido perfecto y muy atemporal, desprovisto de excesivos trucajes y, precisamente por eso, lleno de frescura y agilidad. Ha envejecido muy bien, y eso que cuando se grabó ya sonaba clásico.

Portada alternativa, imagino que de la edición en CD.

Toda la cara A del álbum está ocupada por el tema homónimo, largo y bien desarrollado desde un inicio evocador, melódico y sobrio hacia una diversidad de texturas que fluctúa en intensidad dependiendo de la superposición de más o menos secuencias. En la B encontramos para empezar la potente Hanging Garden Transfer, cuya base rítmica recuerda a Equinoxe 6 y 7 de Jarre, aunque la melodía de la pieza tiene apariencia de ser  bastante improvisada. La sigue Voices of Where, burbujeante, ambiental e hipnótica, con una extraña recitación vocal modificada electrónicamente al final. Concluye el disco con Sun and Moon, un tema corto y melódico, como de los últimos años setenta de Tangerine Dream; puede recordar en sus planteamientos (que no en su melodía) al Monolight del álbum Encore.

Los más profundos conocedores del género conocerán este disco desde mucho antes de que yo haya escrito todo esto, y aquellos de ellos que no lo conociesen, quizá no encuentren en él nada nuevo ni sorprendente. Creo que el punto fuerte de Departure from the Northern Wasteland es la accesibilidad que le confiere su estatus de grabación sencilla y directa, con lo que puede ser el título perfecto para iniciarse en la kosmische musik alemana. Está en Spotify.

sábado, 2 de junio de 2012

El sorprendente futuro inmediato de Mike Oldfield.

Me encontrado una noticia en el blog oldfieldexposed.blogspot.com que me ha tenido varios minutos preguntándome si me encontraba ante alguna versión extranjera y muy currada del Día de los inocentes o el April Fool's Day. Parece que no, así que remitiéndome de nuevo al buen trabajo de investigación de la página antes citada, paso a comentar.


Resulta que Mike Oldfield se ha unido con el productor alemán Torsten Stenzel (parece que es un tipo con mucho prestigio, pero ni en su casa lo conocen) para formar un dúo creativo de cara a realizar... ¡bandas sonoras de películas! En la web http://offshore-music.co.uk/oldfield_and_stenzel/ no solamente podemos leer esta información ampliada, en inglés, sino que Oldfield & Stenzel se ofrecen como anunciantes para ser contratados para tu peli. Siempre he pensado que el bueno de Mike acabaría experimentando en alguna otra ocasión con el cine tras el préstamo de trocitos de Tubular Bells para El exorcista (William Friedkin, 1973) y la composición original de Los gritos del silencio (Roland Joffe, 1974). Tuvo alguna ocasión que quedó en nada, como la música que le encargaron para Los inmortales II o quizá alguna película sobre Cánticos de la lejana tierra, novela de Arthur C. Clarke, tal como dejó entrever vagamente -si no me equivoco y mal no recuerdo- José Cantos en su estupendo monográfico sobre el músico.


Esta extraña pero jugosa noticia se une a la actividad que rodea últimamente a Mike Oldfield, como la -esperemos- inminente aparición de las versiones deluxe de los álbumes Platinum y QE2 y la colaboración con su hermano Terry en su álbum Journey into Space, que también llegará muy pronto. De nuevo gracias a oldfieldexposed.blogspot.com, he podido ver un curiosísimo vídeo que se ha realizado, al parecer, para promocionar un álbum de remixes de temas de Oldfield que su productora Mercury / Universal anda fraguando para dentro de poco. Vi un par de imágenes sueltas tonteando con el buscador de Google hace meses, y ahora descubro que no era cosa de fans, sino algo totalmente real. El vídeo, por cierto, corresponde a un remix del tema Guilty, y tiene un rollete entre video-clip de raperos con cadenas de oro y la peli de Tarantino Death Proof. Aquí el enlace.


Lo que más me interesa de todo esto, más allá de los logros musicales que acarree cada proyecto, es que quizá la "marca Oldfield" empiece a salir del ostracismo del fandom-y-poco-más al que se ha visto reducida desde hace ya muchos años, haciendo de este increíble músico un personaje conocido por unos pocos a causa de su casi total desconexión de los medios de comunicación y el resto de la escena musical.