2. Vendré aquí cuantas veces lo desee (3:33)
3. Cristóbal y María no están en casa (8:10)
4. Javier no llegó a la cima del Aconcagua (5:01)
5. Dentro de siete minutos y veintisiete segundos (7:27)
6. Solo por un instante (5:30)
Voy a tomarme la libertad de abordar este análisis en primera persona. No es que conozca íntimamente a Juan Manuel Cidrón, pero a lo largo de los años, la pequeñez del mundo y de la provincia de Almería hace que me haya sido imposible no toparme con su persona en más de una ocasión.
La primera vez fue gracias a un amigo y compañero de estudios que guardaba alguna relación familiar con Cidrón, y que guardaba alguno de sus discos en la excelsa colección electrónica y new age que había en casa de sus padres. Muchos de mis gustos musicales se afianzaron en su casa. Más adelante me he cruzado con este paisano músico en varias ocasiones. Es un tipo que parece ir siempre con prisas a todas partes, su melena negra y rizada al viento. Su presencia en las cuatro calles -la zona de la marcha en Almería- es muy habitual, y algo he escuchado sobre su fabulosa capacidad de ingestión de alguna marca espirituosa en el pub Vhada. En una feria del disco de la capital tenía yo en la mano el CD Zeit de Tangerine Dream; él, que andaba por allí, se detuvo y me señaló diciendo: "es un clásico". Tenía conciencia de su valía como compositor y de lo dilatado de su carrera (ambas cosas suelen ser interdependientes), aunque solamente una serie de búsquedas concienzudas en la red me hicieron consciente de que Cidrón tiene un nombre bien reconocido en el panorama actual de la música electrónica hecha en España. Y que conste que no es un localismo.
Juan Manuel Cidrón rodeado de sus aparatos.
(Fuente: clubbingspain.com)
La serie de tres discos titulada Sonido para acciones viene a constituir el "impulso primigenio" de su carrera, en el que desarrolló su estilo personal, emparentado por voluntad propia con la Escuela de Berlín, la música cósmica y/o planeadora o, en términos menos técnicos, la música generada mediante sintetizadores que se preocupa más por las texturas que por las melodías. Hay quien considera a Cidrón como el rey del género en España y, como poco, podemos decir que no habrá muchos que le hagan la competencia.
Una interesante entrevista con Juanma Cidrón.
Sonido para acciones 1 (1989) es, como todo trabajo iniciático que se precie, un álbum que rebosa inspiración, que casi se viene a quedar pequeño a la hora de dar rienda suelta a las dignas ambiciones de su autor. No sé si por su talante patrio o por la lógica modestia de recursos del que empieza, Cidrón generalmente realiza efectivamente algo parecido a lo que podemos encontrar en un álbum de Klaus Schulze o Edgar Froese, aunque más sobrio, más carente de artificios. En este álbum en particular, de todos modos, hay un espíritu algo más dulce, menos oscurantista que el de la electrónica alemana, casi como si se buscase un equilibrio entre la exploración textural y los ambientes melódicos y coloristas de la mejor new age o del minimalismo más popular. El tema con el que comienza el disco es seguramente el más representativo del mismo: Cuatro escenas en el desierto de Tabernas, con una potente base secuencial sobre la que van sumándose progresivamente otras capas de sonido, sencilla melodía incluida. Tiene cuatro tramos bien delimitados, el primero y el tercero muy parecidos, hasta completar las cuatro escenas de las que habla. El título del tema debe hacer referencia a la utilización de este famoso desierto para rodar películas, desde los westerns de Sergio Leone a Lawrence de Arabia o Indiana Jones. Cidrón utiliza algún recurso dramático que viene a recordar lejanamente al Koyaanisqatsi de Philip Glass.
El resto de títulos es también bastante curioso, ya que parecen responder a situaciones muy concretas de ¿la vida personal del músico? El contenido musical es muy fresco y de pureza cristalina, temas muy sólidos gracias a un sutilísimo trabajo de producción en el que no sobra nada. Vendré aquí cuantas veces lo desee tiene el encanto espontáneo de unos buenos Wim Mertens o Michael Nyman. Cristóbal y María no están en casa es más meditativa, menos luminosa, con un sampleado que imita un contestador automático. Javier no llegó a la cima del Aconcagua es muy nervuda y con algún toque percusivo que le da un sabor exótico. El título de Dentro de siete minutos y veintisiete segundos es un poco en broma, ya que es un tema de ritmos concienzudos que parecen huir irremisiblemente hacia el final del corte, exactamente siete minutos y veintisiete segundos después. Y Solo por un instante es otro ejemplo de bonita melodía con un estupendo tratamiento electrónico, para terminar con un buen sabor de boca.
Un amanecer en el Desierto de Tabernas (Almería).
El resto de títulos es también bastante curioso, ya que parecen responder a situaciones muy concretas de ¿la vida personal del músico? El contenido musical es muy fresco y de pureza cristalina, temas muy sólidos gracias a un sutilísimo trabajo de producción en el que no sobra nada. Vendré aquí cuantas veces lo desee tiene el encanto espontáneo de unos buenos Wim Mertens o Michael Nyman. Cristóbal y María no están en casa es más meditativa, menos luminosa, con un sampleado que imita un contestador automático. Javier no llegó a la cima del Aconcagua es muy nervuda y con algún toque percusivo que le da un sabor exótico. El título de Dentro de siete minutos y veintisiete segundos es un poco en broma, ya que es un tema de ritmos concienzudos que parecen huir irremisiblemente hacia el final del corte, exactamente siete minutos y veintisiete segundos después. Y Solo por un instante es otro ejemplo de bonita melodía con un estupendo tratamiento electrónico, para terminar con un buen sabor de boca.
Por sus planteamientos sonoros, Sonido para acciones debe ser excelente para disfrutar en vinilo, con sus clics y todo, pero con ese matiz hiperrealista de los sintetizadores interpretados a pelo; lo malo es que encontrar un ejemplar puede ser harto complicado, amén de muy muy caro. Hace poco supe que Cidrón había grabado un álbum a base de sonidos caseros, a lo "música concreta", titulado Electrodoméstico, y que debe ser la apoteosis de todo lo anterior. Seguiremos informando.
Javier no llegó a la cima del Aconcagua.
Solo por un instante.
Un fenómeno este músico. Llegué a su música a finales de los 80 y por fortuna tuve la oportunidad de conseguir en CD la segunda entrega de esta serie. La tercera, como fui incapaz de localizarla, la conseguí cuando arrasaba en internet el "peer to peer". Sin lugar a dudas el mejor autor español de este género. Una pena que en Spotify sólo figure un sólo disco de él, que, además, no es el más representativo; yo prefiero sus primeros trabajos, los cuales me parecen realmente espléndidos.
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