Es muy agradecido que de vez en cuando regrese uno de los de la vieja escuela, un respetado dinosaurio, para ofrecernos un agradable recordatorio de lo que se hacía en los dorados años setenta. En el caso particular de Rick Wakeman (legendario teclista de Yes, muy respetable compositor e intérprete instrumental en sus propios álbumes y coleccionista de capas con lentejuelas), estamos hablando de uno de los mayores valedores mediáticos del rock progresivo clásico en los años posteriores a la relativa caída en desgracia del género.
The Red Planet (2020), el vigesimoquinto álbum en solitario de su autor, lleva desde hace unos meses haciendo las delicias de los fans, sobre todo porque posee el carácter conceptual de algunos de los primeros trabajos de Wakeman: Journey to the Centre of the Earth (1974) o The Myths and Legends of King Arthur and the Knights of the Round Table (1975), en los que se unía una atmósfera grandiosa con el virtuosismo desatado, a veces en exceso para mi gusto, de este mago de los teclados. Por ahí comparan The Red Planet, más por su planteamiento que por otra cosa, con el magistral The Six Wives of Henry VIII (1973), y tal vez tengan algo de razón.
No es que toda la discografía de Rick Wakeman me entusiasme, pero The Red Planet me parece un trabajo muy agradable. Las composiciones son interesantes y también lo es la producción (por ahí anda Simon Heyworth, que participó en Tubular Bells), si bien es cierto que no hay una especial sensación de "progreso" en los temas. Sin aburrir en ningún momento, sí que son más o menos lineales. Tampoco es asombroso el virtuosismo instrumental del English Rock Ensemble, que realiza un trabajo perfecto como banda de acompañamiento, pero sin dejar espacio para casi ningún alarde. Intervienen Dave Colquhoun a la guitarra, Lee Pomeroy al bajo y Ash Soan a la batería. El protagonista absoluto es Wakeman y todo lo demás es solo atrezzo, se entiende, pero está claro que el álbum se habría beneficiado mucho de algún invitado con algo más de arrojo, o incluso de algún arreglo (orquestal, por ejemplo) más allá de los cuatro instrumentos en juego. Con todo, para ser un álbum realizado durante la etapa de confinamiento domiciliario de medio mundo, no podemos ponerle pegas.
Pero The Red Planet, con sus defectos y todo, es un muy buen álbum de rock progresivo clásico dotado de un interesante toque fresco nada pretencioso. Parece como si Rick Wakeman hubiese entendido ya en la vejez que tal vez lo más importante de su gran época siempre fue la atmósfera, el despliegue de imaginación, y no tanto la habilidad con las manos. Si eres aficionado al prog, este álbum no te va a cambiar la vida pero sí te va a proporcionar unas cuantas escuchas realmente placenteras. Muy recomendado.
Pues gracias por el consejo. Intentaré oírlo.
ResponderEliminarComprado y oido. Como dices, no aporta gran cosa pero es agradable
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