viernes, 20 de noviembre de 2020

Se publica una edición extendida de la BSO de Han Solo.

No es que sea un álbum especialmente importante ni que seamos grandes fans de John Powell (sí de John Williams, que es autor del tema principal de este trabajo), pero nunca dejamos pasar un nuevo lanzamiento discográfico de la saga Star Wars

La portada.

La nueva edición de Solo: A Star Wars Story publicada hoy mismo en formato digital (de momento en físico no) lleva la etiqueta de "Deluxe edition", aunque debemos estar atentos al detalle de que han suprimido el corte inicial del álbum original, The Adventures of Han, precisamente el tema compuesto y dirigido por John Williams. La pieza sí que suena aquí y allá, como referencia en otros temas, pero su ausencia debe impedir que nos deshagamos del álbum publicado en 2018, por mucho que este nuevo ítem sea notablemente más extenso.

El tema final del nuevo álbum.

martes, 17 de noviembre de 2020

Rick Wakeman - THE RED PLANET


1. Ascraeus Mons (5:53)
2. Tharsis Tholus (6:17)
3. Arsia Mons (6:10)
4. Olympus Mons (5:20)
5. The North Plain (6:53)
6. Pavonis Mons (7:14)
7. South Pole (7:35)
8. Valles Marineris (10:02)

Es muy agradecido que de vez en cuando regrese uno de los de la vieja escuela, un respetado dinosaurio, para ofrecernos un agradable recordatorio de lo que se hacía en los dorados años setenta. En el caso particular de Rick Wakeman (legendario teclista de Yes, muy respetable compositor e intérprete instrumental en sus propios álbumes y coleccionista de capas con lentejuelas), estamos hablando de uno de los mayores valedores mediáticos del rock progresivo clásico en los años posteriores a la relativa caída en desgracia del género.

La edición en vinilo rojo (con portada ligeramente distinta) incluye un desplegable tipo pop-up.

The Red Planet (2020), el vigesimoquinto álbum en solitario de su autor, lleva desde hace unos meses haciendo las delicias de los fans, sobre todo porque posee el carácter conceptual de algunos de los primeros trabajos de Wakeman: Journey to the Centre of the Earth (1974) o The Myths and Legends of King Arthur and the Knights of the Round Table (1975), en los que se unía una atmósfera grandiosa con el virtuosismo desatado, a veces en exceso para mi gusto, de este mago de los teclados. Por ahí comparan The Red Planet, más por su planteamiento que por otra cosa, con el magistral The Six Wives of Henry VIII (1973), y tal vez tengan algo de razón.

Rick Wakeman

El álbum viene a estar planteado como un recorrido en clave científica, no tanto de ciencia ficción, por el planeta Marte. Los temas se titulan como importantes accidentes geográficos de dicho planeta, y si bien no es fácil identificar en nuestra imaginación todas estas piezas instrumentales con el paisaje marciano que representan, está claro que el sonido un poco arcaico de los sintes de Wakeman tiene ese puntillo simpático de película de aventuras galácticas. Inevitablemente, también ayuda a esclarecer el contexto ese tema final Valles Marineris que parafrasea un fragmento de Marte, el que lleva consigo la guerra, de Los Planetas de Gustav Holst. Por cierto, en los años ochenta Wakeman colaboró con Kevin Peek y Jeff Wayne en Beyond the Planets, un proyecto para versionar esta obra clásica en clave progresiva.

Valles Marineris

No es que toda la discografía de Rick Wakeman me entusiasme, pero The Red Planet me parece un trabajo muy agradable. Las composiciones son interesantes y también lo es la producción (por ahí anda Simon Heyworth, que participó en Tubular Bells), si bien es cierto que no hay una especial sensación de "progreso" en los temas. Sin aburrir en ningún momento, sí que son más o menos lineales. Tampoco es asombroso el virtuosismo instrumental del English Rock Ensemble, que realiza un trabajo perfecto como banda de acompañamiento, pero sin dejar espacio para casi ningún alarde. Intervienen Dave Colquhoun a la guitarra, Lee Pomeroy al bajo y Ash Soan a la batería. El protagonista absoluto es Wakeman y todo lo demás es solo atrezzo, se entiende, pero está claro que el álbum se habría beneficiado mucho de algún invitado con algo más de arrojo, o incluso de algún arreglo (orquestal, por ejemplo) más allá de los cuatro instrumentos en juego. Con todo, para ser un álbum realizado durante la etapa de confinamiento domiciliario de medio mundo, no podemos ponerle pegas.

Portadas de los singles (digitales, diría yo) extraídos del álbum.

Pero The Red Planet, con sus defectos y todo, es un muy buen álbum de rock progresivo clásico dotado de un interesante toque fresco nada pretencioso. Parece como si Rick Wakeman hubiese entendido ya en la vejez que tal vez lo más importante de su gran época siempre fue la atmósfera, el despliegue de imaginación, y no tanto la habilidad con las manos. Si eres aficionado al prog, este álbum no te va a cambiar la vida pero sí te va a proporcionar unas cuantas escuchas realmente placenteras. Muy recomendado.

Ascraeus Mons

Olympus Mons

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Esa musiquilla en mi cabeza, capítulo 9: "BALLADE POUR ADELINE"

Te duele una muela. Te está fastidiando desde hace unos días, y aunque sabes que te va a costar un pastizal, pides cita con el dentista. Llegas a la consulta, te sientas a esperar, coges una revista del corazón manida de hace año y medio y te pones a hojearla. Tienes un 99% de posibilidades de que en el suave hilo musical de la sala de espera suene Ballade Pour Adeline ("Balada para Adelina"), el peculiar y bastante edulcorado tema para piano que hoy recuperamos.

El videoclip original. Sé que lo has visto.

El tema se publicó en 1977 y el compositor, no muy conocido, fue Paul de Senneville. Parece que el título se refiere a su hija Adeline, entonces recién nacida. El intérprete original sí que es toda una institución en la cultura popular: el también francés Richard Clayderman, un pianista al que recordamos (vagamente, los de mi edad) todo vestido de blanco y frente a un piano del mismo color. Clayderman se convirtió, pese a que sus virtudes como intérprete están fuera de toda duda, en un icono de lo "kitsch" gracias a su sonrisa de niño bueno y su pelazo rubio. Podemos sonreír sin cargo de conciencia, considerando que ha llegado a vender más de 100 millones de discos en todo el mundo. Según la Wikipedia, es el músico francés con mayores ventas de la Historia, y Ballade Pour Adeline vendió 22 de estos millones. 

Un videoclip más reciente.

Clayderman, con Senneville como mánager, publicó Ballade Pour Adeline en su primer álbum (titulado simplemente Richard Clayderman), logrando un éxito mundial desproporcionado. Vale que lo hemos dicho muchas veces: los años 70 fueron una edad de oro para que cualquier clase de música no convencional llegase a cualquier oyente potencial, y en el que se premiaba la originalidad mucho más de lo que ha ocurrido en décadas posteriores... Pero hay que admitir que, por mucho gancho que tenga Ballade Pour Adeline, es una composición extremadamente simple. Como pieza pianística, y salvo por alguna mínima floritura, es muy poco meritoria, ya que en realidad es más el ritmo pop de fondo el que le da carácter. De hecho, en posteriores versiones de la pieza, los músicos (incluso utilizando otros instrumentos en lugar del piano), han sampleado directamente la pista de la base del original.

Una versión para trompeta. Mismo fondo musical.

Con perspectiva, entiendo que el éxito se explica por su mezcla de melosidad y romanticismo, al colarse de algún modo un pianista clásico en las radiofórmulas interpretando una pieza accesible a más no poder. Por supuesto, tanto la balada como el propio Clayderman entraron por la puerta grande en el mundillo de las orquestas "estrellas" de la música ligera, como la de James Last o, más recientemente, la formación que dirige André Rieu. Terminamos con alguna de las 1500 versiones acreditadas de Ballade Pour Adeline. Y me voy corriendo a escuchar algo indie en Spotify, a ver si me siento más joven.

La versión de la orquesta de James Last.

Y la de André Rieu

lunes, 2 de noviembre de 2020

Mark Knopfler - THE PRINCESS BRIDE


1. Once Upon a Time... Storybook Love (3:58)
2. I Will Never Love Again (3:01)
3. Florin Dance (1:30)
4. Morning Ride (1:35)
5. The Friends' Song (3:02)
6. The Cliffs of Insanity (3:15)
7. The Swordfight (2:44)
8. Guide my Sword (5:10)
9. The Fireswamp and the Rodents of Unusual Size (4:46)
10. Revenge (3:48)
11. A Happy Ending (1:50)
12. Storybook Love (4:22)

La princesa prometida (1987) es una de esas películas que todo el mundo ha visto, primero porque en los años ochenta todo el mundo lo veía todo, y segundo porque hubo una época en que la emitían por televisión una vez al mes. Se basa en la novela del mismo título escrita en 1973 por William Goldman, y busca ser una especie de cuento de hadas clásico con elementos algo menos trillados de lo habitual. Al final, yo que la vi por primera vez no hace tanto tiempo, tengo que reconocer su indudable frescura y su atmósfera tierna y desenfadada, aunque no me parece especialmente original si buscaba la transgresión.

 
Imágenes del libretillo: Mark Knopfler con Rob Reiner y Guy Fletcher. 

Su banda sonora original es también bastante conocida, y en su momento lo fue más aún gracias a que es obra de Mark Knopfler, guitarrista, cantante principal y líder de los recordados Dire Straits. No fue su primera obra para el cine (ya tuvimos por aquí hace años su Local Hero), pero sí que fue un álbum lanzado todavía en la estela del éxito monumental del disco Brothers in Arms, lo que seguramente ayudó a aumentar las ventas considerablemente. Dice la anécdota más jugosa que Knopfler solo aceptó el encargo de esta partitura a cambio de un favor: que el director de la película, Rob Reiner, colase en ella a modo de "huevo de Pascua" una gorra de béisbol con mensaje sexual que el propio cineasta lucía en su anterior película, la hilarante This Is Spinal Tap.

Contraportada del vinilo.

En realidad, se podría considerar que la música de The Princess Bride es un proyecto paralelo a Dire Straits, ya que en toda la obra solamente intervienen dos intérpretes instrumentales, Knopfler y Guy Fletcher, que era el teclista de la banda. El sonido del álbum resultante es extremadamente simple, a veces incluso un poco ramplón, ya que muchas de las piezas incidentales (sobre todo las realizadas únicamente con sintetizador, que son la muchas) están pidiendo a gritos un arreglo para orquesta, aunque sea una orquesta pequeñita, pero el resultado final se queda muy artificial y empobrece incluso algunas de las simpáticas escenas de acción y aventuras de la película.

Imágenes de la película en el librillo.

Salvan el álbum, menos mal, unos cuantos cortes algo más memorables. Por no culpar de todo a Fletcher, mencionaremos que el tema Guide my Sword, enteramente a los teclados, es bastante decente. Pero sobre todo destacan los temas en los que hay fragmentos de guitarra, como el Storybook Love inicial, cuya melodía es maravillosa, y que en lo estrictamente técnico demuestra por qué Knopfler es un titán de su instrumento. I Will Never Love Again es magnífica, y el tema final A Happy Ending tampoco defrauda. Aunque el típico tema cantado que suena en los créditos de muchas películas no suele ser santo de mi devoción, la verdad es que esa versión de Storybook Love que canta Willy De Ville es muy bonita.

Once Upon a Time... Storybook Love.

Personalmente, no creo que la BSO de La princesa prometida sea un ítem de colección imprescindible salvo que seas un fan de la película o un incondicional de Mark Knopfler, pero me quedo con la crítica que hacen en la web especializada filmtracks, en la que la reconocen como un buen ejemplo de lo que se hacía en este campo a finales de los ochenta.