jueves, 27 de febrero de 2014

Paco de Lucía (1947-2014)


El fallecimiento del genial guitarrista y compositor Paco de Lucía nos pilló por sorpresa ayer mismo, y aunque es muy fácil ver en televisión numerosos resúmenes de su vida y obra, desde Otras músicas. Otros mundos no podíamos dejar de mencionar tan triste acontecimiento. Es el momento de manifestar una vez más nuestra admiración por el artista y el enorme legado que deja atrás.

Natural de Algeciras (Cádiz), Francisco Sánchez Gómez ha sido durante toda su carrera un destacado referente mundial de la música española, y uno de los instrumentistas más admirados e influyentes más allá de géneros o manifestaciones folclóricas locales. Paco de Lucía fue, ya en vida, considerado como uno de los más grandes guitarristas de todos los tiempos y uno de los más potentes impulsores internacionales del flamenco como un arte universal plenamente reconocido. No es cualquier cosa, en un país a veces tan poco dado a valorar seriamente el virtuosismo instrumental por encima de las dotes vocales (en la música popular al menos), el que Paco de Lucía haya ostentado con todo merecimiento el estatus de megaestrella. 

No se puede decir en este caso aquello de que, a su muerte, "se ha convertido en leyenda". Ya lo era desde hace mucho tiempo. Descanse en paz.

viernes, 21 de febrero de 2014

Pink Floyd - A SAUCERFUL OF SECRETS

 
1. Let There Be More Light (5:38)
2. Remember a Day (4:33)
3. Se the Control for the Heart of the Sun (5:28)
4. Corporal Clegg (4:13)
5. A Saucerful of Secrets (11:57)
I. Something Else
II. Syncopated Pandemonium
III. Storm Signal
IV. Celestial Voices
6. See Saw (4:36)
7. Jugband Blues (3:00)

Quienes frecuentaban los garitos londinenses de moda a finales de los años sesenta debieron ser testigos del ascenso meteórico de una modesta banda "universitaria" llamada The Pink Floyd, en los tiempos en que la ideología juvenil del rock venía envuelta en ácidos efluvios multicolores. El gran hombre en los carteles, la figura a tener en cuenta, era un tal Syd Barrett, un joven artista polifacético y visionario que incluso hoy en día, más de cuarenta años después, es reconocido como uno de los iconos juveniles de su época.


A Barrett se debe el carácter juguetón, refrescante, del sonido de Pink Floyd en sus primeros tiempos. El culmen de aquella etapa de efervescencia fue la publicación del primer álbum de la banda, The Piper at the Gates of Dawn (1967), un título idolatrado por una inmensa cantidad de melómanos que, sin embargo, tiene poco que ver con lo que terminaría siendo el grupo unos años después. Desde la colorista algarabía psicodélica de aquel álbum a la perfección del elegante art-rock de The Dark Side of the Moon o Wish You Were Here medió todo un radical cambio de estilo que comenzó, por razones más médicas que creativas, con la marcha de Syd Barrett y la contratación de un nuevo miembro que demostraría un mayor sentido de lo comercial, David Gilmour.

A Saucerful of Secrets (1968) es el único disco de Pink Floyd en el que están presentes todos sus miembros futuros y pasados, incluyendo al recién llegado Gilmour y al todavía decisivo Barrett, forzado este último a replantearse su carrera fuera de la banda a causa de una inestabilidad mental que le impedía cumplir con las disciplinas del trabajo en grupo, menos todavía a la hora de actuar en conciertos. ¿Fue la llegada de Gilmour lo que impulsó el cambio? ¿Fue el poderío en la sombra que ya ejercía Roger Waters? ¿Fue el carácter en constante evolución del propio Syd Barrett? No es fácil decirlo, pero A Saucerful of Secrets supuso una potente y fascinante inmersión de Pink Floyd en eso que llamamos space rock o rock cósmico, tan psicodélico como demandaban los tiempos, pero con una deriva muy marcada hacia la experimentación sonora y la profundización en los aspectos instrumentales.

Contraportada. Nótese que han escrito incorrectamente el apellido de Gilmour (el novato).

Casi podríamos decir que este "plato de secretos" contiene una de las más sólidas semillas de lo que iba a ser la gran música popular de los setenta, sobre todo el rock progresivo y las obras épicas electrónicas instrumentales que a menudo comentamos por aquí. Temas como Set the Controls for the Heart of the Sun o la homónima al álbum son -esta vez sí- verdaderos ejemplos del poderío musical de Pink Floyd en su inconfundible estilo del cambio de década, que seguiría vigente hasta momentos tan emblemáticos como aquel concierto sin público que grabaron en vídeo en las ruinas de Pompeya. Se nota que sigue presente Syd Barrett, tanto en persona como en espíritu, aunque cada miembro de la banda encuentra su lugar, ya sea componiendo, cantando o aportado solos instrumentales. Pink Floyd (Barrett, Gilmour, Mason, Waters y Wright) es una banda en plural, como muy pocas veces volvería a serlo en el futuro, y el juego de poderes se desequilibra hasta que la presencia del gran hombre se convierte más en una colaboración de lujo que en una verdadera membresía con solución de continuidad.

En la portada podemos ver solamente a los cuatro miembros definitivos de Pink Floyd.

Estamos ante un álbum más bien oscuro, con pasajes que suenan a invocación esotérica y con multitud de efectos sonoros que completan una experiencia medio galáctica, medio psicotrópica, expresión pura de virtuosismo creativo. A Saucerful of Secrets es un trabajo variado en sus pasajes, muy elaborado, que debe escucharse cuidadosamente más de una vez para llegar a tener de él una impresión plena. Su sonido es muy propio de su época y puede resultar algo árido a algunos aficionados actuales, aunque el esfuerzo se verá recompensado con una de esas excelentes experiencias musicales que pueden revivirse cada cierto tiempo, ganando más y más interés en cada escucha.

"Ponte a los mandos del corazón del Sol", en el vídeo oficial de Pompeya.

lunes, 10 de febrero de 2014

Klaus Schulze / Lisa Gerrard - RHEINGOLD. LIVE AT THE LORELEY


CD 1

1. Alberich (24:54)
2. Loreley (39:35)

CD 2

1. Wotan (10:03)
2. Wellgunde (14:56)
3. Nothung (11:20)
4. Nibelungen (31:27)

Que Klaus Schulze siempre ha sido un admirador de Richard Wagner es algo bien conocido. Era raro que, a lo largo de una carrera tan larga como la suya, no hubiese realizado antes -y a las claras- un homenaje al gran compositor operístico alemán. Es cierto que uno de sus álbumes más conocidos, Timewind (1975) estuvo inspirado en el personaje de Wagner, si bien las referencias no eran demasiado explícitas. En fin, con un título como Rheingold (2008) no cabe la menor duda de que estamos ante una interesante visión de la que fue la primera entrega del ciclo de los Nibelungos, la titulada originalmente Das Rheingold (El oro del Rin, en castellano), estrenada en 1869 y considerada por muchos como la ópera más interesante de la tetralogía. 

No soy un conocedor profundo del ciclo épico wagneriano, pero he escuchado buena parte de las cuatro óperas, y es cierto que El oro del Rin posee una cualidad fantástica e imaginativa muy especial, gracias al hecho de estar algo menos imbuida del dramatismo aplastante de las otras tres obras que componen el Anillo. Cuenta una historia mitológica inspirada en el mundo de los dioses nórdicos, con protagonismo de un enano llamado Alberich que se hace con el susodicho oro y se fabrica un anillo que el mismo Wotan (Odín) intentará arrebatarle, para utilizarlo pago para los gigantes que le han construido el Walhalla. Explicado esto, digamos desde ya que el argumento de la ópera de Wagner nos va a importar poco para disfrutar del álbum de Klaus Schulze. Aunque ese último tema, el bonustrack Nibelungen, tiene un retintín melódico que podría contradecirme...

Lisa Gerrard y Klaus Schulze saludan al público (imagen de last.fm).

Schulze, que fue uno de los grandes nombres de los años dorados de la electronic music -del krautrock alemán y la Escuela de Berlín- es uno de los músicos de aquella generación que han llegado más en forma a la actualidad. En algún momento, este señor eligió ser un corredor de fondo y mantener un estilo tal vez no tan aperturista como el de Jarre o Vangelis, pero más fácil de mantener en el tiempo y con un nivel de calidad bastante estable. Una de sus señas de identidad es el uso de algún instrumento acústico -digamos un violonchelo, por ejemplo- como contrapunto "orgánico" a las interminables secuencias electrónicas y lentas notas de sintetizador. Este mismo efecto dramático es el que logra infundir a Rheingold gracias a la profunda voz de la cantante Lisa Gerrard, un instrumento acústico de lujo que, en lugar de un añadido, supone por su importancia... casi casi un mano a mano en el conjunto del álbum, realizando un extraño dueto entre sintetizador y exóticos cantos. No importa que la vocalista de Dead Can Dance intervenga solo en algunos (largos) tramos, porque todo Rheingold queda en los sentidos como un trabajo en pareja. Ese mismo año 2008, habían grabado juntos el doble álbum de estudio Farscape, también muy recomendable, y volverían a los escenarios para una gira europea que dejaría más álbumes firmados por el dúo.

Una edición especial recogía el concierto en DVD y el CD de audio en un solo pack.

¿Qué clase de música nos vamos a encontrar aquí? Desde luego, debemos olvidarnos de cualquier parecido con la música clásica, al menos con la tradicional, porque -como ya hemos dicho siempre que hemos tenido por aquí a Klaus Schulze- la música de este señor está construida en horizontal más que en vertical, haciendo primar las texturas sobre las melodías (que o no existen o son casi imposibles de seguir), y suscitando en el oyente el efecto de estar contemplando alguna especie de paisaje imaginario medio telúrico, medio cósmico. Y Schulze exprime todo el zumo a cada idea, con temas laaaaaargos que nos dejan tiempo de sobra para sumergirnos en su lánguida liquidez musical. Lleva empleando esta misma fórmula desde comienzos de los años setenta, y aun así logra seguir sonando tan interesante como siempre gracias a una constante apuesta por la modernización tecnológica que jamás ha supuesto una renuncia a sus principios. Rheingold es una feliz constatación de que hacer música electrónica de vanguardia hoy en día no es necesariamente cosa de DJs.

Alberich.

Rheingold fue grabado en directo en el anfiteatro Loreley de St. Goarhausen (Alemania) durante el festival Night of the Prog (nombre que parodia el Night of the Proms), en la línea clásica clásica del género cósmico teutón tendente a ofrecer obras espontáneas, poco menos que improvisadas y con la cercanía que da su grabación inmediata, sin trucajes de estudio de por medio. Mucho más interesante que el álbum en CD es, evidentemente, su versión en DVD, de la que he incluido un extracto como ejemplo. Cerramos con la instrumental Nibelungen, grabada en estudio como complemento al álbum en vivo. Insisto en que yo detecto en su melodía un cierto colorido lejanamente wagneriano. ¿Opiniones?

sábado, 1 de febrero de 2014

Milladoiro - A GALICIA DE MAELOC


1. Danza de San Roque de Hío (4:03)
2. Tecendo Liño (1:47)
3. Danza de Cariño (2:33)
4. A Bruxa (3:12)
5. Muñeira do Areal (2:45)
6. Si Bheag Si Mhor / John Ryan's Polka (3:32)
7. Rosalía (3:54)
8. Alalá / Muñeira / Jiga (4:03)
9. Danza de Astureses (2:46)
10. Lla Vai ó Mar (4:10)
11. Pasodoble do Berbés (3:03)
12. Axéitame a Polainiña (4:16)
13. Polcas (de Arousa e do Tapal) (2:29)

Es bien sabido que el norte de Europa fue en la Alta Edad Media objeto de constantes movimientos demográficos causados por numerosas oleadas de conquistas. Existiendo distintos pueblos nórdicos en pugna por sus territorios, algunos de ellos se movieron hacia lugares relativamente lejanos durante estos períodos de expansión, llegando por ejemplo hasta España, y contribuyendo a la enorme variedad cultural que, incluso hoy, existe entre distintas zonas de nuestro país. Por ejemplo, los bretones del este de la actual Gran Bretaña se vieron arrastrados hasta costas remotas en su huida de la invasión de los anglos y sajones (y gente con casco cornudo y rostro pintado de todo tipo), asentándose en lo que se conoce hoy en día como la Bretaña francesa, o una amplia zona de la actual provincia española de Lugo que llamaron Britonia. Maeloc, de quienes se acordaron los miembros de Milladoiro a la hora de titular este álbum de 1980, es el primer obispo que figura en los anales de Britonia, un importante patriarca histórico que puede considerarse como un eslabón fundamental entre nuestro país y el resto del mundo celta. La Galicia de Maeloc es, de algún modo, la Galicia arraigadamente celta.

Milladoiro en una imagen reciente.

"¿Y qué es Milladoiro?", se preguntará el incauto poco conocedor de la fabulosa música tradicional gallega. No está del todo claro si un milladoiro es una estación del ritual del peregrino del Camino de Santiago o un simple hito que marca las millas en los caminos. Escrito con mayúscula, Milladoiro es el grupo que se formó con la unión de los miembros de la efímera banda Faíscas do Xiabre y los músicos Rodrigo Romaní y Antón Seoane, a los que se sumaron algunos nombres más para la creación de este primer álbum. Milladorio es, por así decirlo, la formación de referencia de la música celta Gallega. Por ahí dicen que son el equivalente patrio de The Chieftains, y si bien no hay por qué establecer comparaciones de ese tipo, seguramente se trate de una opinión acertada. 

A Galicia de Maeloc (1980) fue el álbum que los puso en el mapa, en unos años -los de la todavía candente transición democrática en España- en los que múltiples talentos artísticos se abrían paso en un contexto de euforia y frenesí creativo en todos los campos. No es que la dictadura pusiese demasiadas trabas a gaiteros y flautistas, pero se puede decir que el régimen había convertido cualquier manifestación del folclore tradicional en una mera anécdota de cara al turismo, sofocando todo aquello que oliese a "regionalismo" o, en definitiva, a futuro intento secesionista. Tampoco debía ser fácil algo tan sencillo como ponerle un nombre en gallego a un disco. Milladoiro contribuyó como pocos a la creación de toda una primera división de nombres propios del folclore tradicional peninsular, ayudando a que la música gallega se conociese mucho mejor dentro y fuera de nuestras fronteras.

Danza de San Roque de Hío.

Durante las últimas décadas ha habido en todo el mundo un gran auge popular de la música celta, y en nuestro país alcanzaron en su momento mucha popularidad nombres como los de Carlos Núñez, Luar Na Lubre, Cristina Pato, Hevia, Susana Seivane o Berrogüetto entre otros muchos (Kepa Junkera ha hecho lo propio por el folclore musical vasco), casi siempre apostando por un estilo bastante moderno que ha dejado lugar de sobra para la fusión y la experimentación tecnológica. Pese a que A Galicia de Maeloc pertenece a una generación anterior, lo cierto es que suena perfectamente moderno, entre otras cosas porque -sin apaños digitales ni sobradas épicas- no se pusieron reparos a la hora de hacer una música agradable y accesible para cualquier oyente, empleando de paso instrumentos propios de otros países del universo celta para buscar un sonido internacional muy aperturista. También es importante aquí ese cierto toque medieval, como de aldea antigua, con el que cuentan muchos trabajos clásicos del género celta, y que ayudan al oyente a sumergirse en ese "viaje" casi novelesco que debe ser toda obra de este estilo.

Alalá / Muñeira / Jiga.

Un imprescindible, y a la vez un trabajo para (re)descubrir.