1. El bosque - Parte I (El despertar) (3:12)
2. El bosque - Parte II (Riachuelos) (3:18)
3. El bosque - Parte III (Niebla invernal) (4:55)
4. El bosque - Parte IV (Raíces) (3:37)
5. El bosque - Parte V (Árboles centenarios) (3:11)
6. El bosque - Parte VI (El baile de las luciérnagas) (2:35)
Siempre se ha dicho que Beethoven compuso su 6ª Sinfonía, la Pastoral, cuando supo que se estaba quedando sordo sin remedio. Le encantaba dar paseos por el campo, y al saber que no podría volver a escuchar el canto de los pájaros o el murmullo de los arroyos, se dedicó a componer una partitura cuya sola lectura le sirviese para recrear en su cabeza ese paisaje sonoro que tanto le gustaba. No creo que Francisco José Villaescusa vaya a enfadarse si afirmo que él no es Beethoven, entre otras cosas porque con la comparación no vengo a referirme a una diferencia cualitativa de perogrullo, pero cuando escuchas esta obra suya titulada El bosque (2012) te queda el pensamiento de que es un locus amoenus portátil, un agradable paseo por la naturaleza que cabe en un pendrive.
Francisco José Villaescusa.
El músico albaceteño (de Caudete, para ser exactos), lanzó su primer álbum en 2010, y se ha ido depurando como compositor de música instrumental desde entonces. El bosque es un disco muy sencillo, sin alardes en la instrumentación y los arreglos, pero efectivo cuando intenta aportar una música descriptiva delicada y con un sonido envolvente y cuidado. Como suele suceder en mi caso, me llegan mucho más los temas más sutiles y/o sombríos, como por ejemplo Niebla invernal o Raíces, mientras que los más alegres (Árboles centenarios, El baile de las luciérnagas) seguramente puedan identificarse más con danzas campesinas o fantasías mitológicas con duendes y gnomos que con sonidos verdaderamente "naturales".
Raíces.
Si no fuera porque se nota que los temas han sido bastante lijados en estudio (¿habrá ayudado el que el autor sea informático profesional?) y porque hay en ellos un claro componente de sintetizador, casi podríamos decir que Villaescusa se sale de algo que podríamos llamar new age para moverse de lleno en una especie de música neo-clásica hiperaccesible. El mismo título que lleva cada tema, como si fuesen movimientos de una sinfonía, deja claro que todo el trabajo es una unidad musical que evoluciona sobre sus conceptos básicos, con diferentes tratamientos tonales y rítmicos.
El baile de las luciérnagas.
En fin, se puede decir que El bosque es un trabajo muy agradable que satisface -sin complicarse demasiado la vida, cosa buena o mala según se mire- sus propias aspiraciones musicales y, además, deja un poso en el oyente. Un buen sabor de boca ante lo sencillo, directo e inspirado. Me pregunto qué tal sonará El bosque sentado a la sombra de alguna arboleda este verano...
Puede escucharse al completo aquí.
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