martes, 26 de marzo de 2013

Hans Zimmer / Lisa Gerrard - GLADIATOR


1. Progeny (2:13)
2. The Wheat (1:03)
3. The Battle (10:02)
4. Earth (3:01)
5. Sorrow (1:26)
6. To Zucchabar (3:16)
7. Patricide (4:08)
8. The Emperor Is Dead (1:21)
9. The Might of Rome (5:18)
10. Strength and Honor (2:09)
11. Reunion (1:14)
12. Slaves to Rome (1:00)
13. Barbarian Horde (10:33)
14. Am I Not Merciful? (6:33)
15. Elysium (2:41)
16. Honor Him (1:19)
17. Now We Are Free (4:14)

Podemos odiar a Hans Zimmer o podemos admirarle, pero difícilmente podemos pasar de él. Entre otras cosas porque ha dado al cine obras como esta, que lo mismo vale para ponerla de ejemplo de las malas artes de algunos músicos de cine actuales, que para motivar a equipos de fútbol justo antes de salir al campo. ¿Por qué hablar de Gladiator? Sobre todo porque está en vías de convertirse en película habitual para emitir en TV en Semana Santa; y también porque, inevitablemente, contiene una de las partituras de cine más importantes e influyentes de los últimos tiempos. A un nivel más populista que popular, me temo.

Gladiator, cuyo título me gusta pronunciar como si estuviese en latín y no en inglés, fue la película-evento del año 2000. Su director, Ridley Scott, volvió a reivindicarse como el gran "recreador histórico-estético" del cine actual tras una larga etapa de estrenos fallidos, y se puede considerar que la elección de Zimmer fue relativamente arriesgada al tratarse de una película de época y ser el alemán muy dado a los sintetizadores. Este músico tenía en su haber un Oscar por la más bien escueta partitura instrumental de El Rey León (1994), y ya había trabajado con Scott, que yo recuerde al menos, en Black Rain (1989) y Thelma & Louise (1991). Gladiator es un peplum, una película de romanos de las de toda la vida, y el músico tuvo que rebajar el uso de electrónica en su banda sonora.

Contraportada.

La historia del vengador general Máximo se articula tanto a nivel de acción espectacular y épica de espada y sandalia como a un nivel más íntimo y humano, ya que la película puede entenderse en buena medida como un amargo drama personal. A Hans Zimmer le tocó poner música a la parte más guerrera de la película a base de fanfarrias colosales y muchísimo tachán-tatatachán melódico (alguien lo bautizó como "vals de batalla"), además de con algún tema que funcionase como melodía dramática principal que tocase la fibra del público. Para ofrecer un buen contrapunto al sonido algo artificial del sujeto anterior se contó con la co-autoría en la banda sonora de Lisa Gerrard, que se encargó sobre todo de las piezas más místicas de la partitura, además de cantar el tema central que se promocionó en los medios, Now We Are Free, que hasta se bailó en discotecas. En cualquier caso, tampoco se puede afirmar a las claras que estemos ante una BSO con dos partituras paralelas, ya que en muchos de los temas -si bien la integración no es del todo completa- hay un poco de cada uno de los autores, sea el chunda-chunda de Zimmer, sea la voz o el murmullo estremecedor de Gerrard. También es notoria la presencia de Klaus Badelt, compositor de la escuela zimmeriana algo verde por aquel entonces, que se limita a reforzar la testosterona musical de su maestro y a tomar buena nota para perpetrar en el futuro engendros como su infame Piratas del Caribe.

Aprovechando el tirón, se lanzó un disco con "más música" bastante oportunista, con diálogos integrados en los temas.

La música de Gladiator, la de Hans Zimmer, tiene ciertos toques de buen gusto cuando parece recordar en discretos pasajes algunos éxitos clásicos del cine de romanos, su fuente natural, sobre todo la monumental partitura de Miklós Rózsa para Ben-Hur (1959). Fracasa estrepitosamente, en lo creativo al menos, cuando plagia con desvergüenza el tema correspondiente a Marte de Los Planetas de Gustav Holst en los cortes The Battle y Barbarian Horde. Es cierto que muchos músicos de cine han recurrido a los clásicos para su inspiración, y esto es algo que se asume y se comprende. No obstante, tirar de una obra popular como Los Planetas de un modo tan evidente y notorio es una osadía que llevó a los herederos del músico a los tribunales. No sé si esto ocurrió antes o después de los Oscars de aquel año pero, de ser así, habría influido de manera decisiva para que el galardón fuese a parar a Tan Dun por Tigre y Dragón (acusada también de plagio, por cierto), cuando Gladiator era la favorita aplastante. También hay un parecido razonable entre el paisaje sonoro propuesto en temas como The Might of Rome y ciertos fragmentos instrumentales de obras de Richard Wagner, como la marcha fúnebre de Sigfrido en El crepúsculo de los dioses, que a su vez se hizo muy popular gracias al filme Excalibur.

Consideraciones personales y legales aparte, sí que es justo decir que Gladiator contiene muy buenos momentos de música épica (pongamos la solemne Strength and Honor), con excelentes pasajes de sonido exótico que parecen propios del mundo antiguo (Progeny) o que tienen un agradecido sabor a world music algo indefinida (To Zucchabar). Un tema que me gusta especialmente es Earth, acertadísimo pasaje dramático que, pese a que amenaza con parecerse demasiado a algo tipo Braveheart, llega a sonar más bien como el melancólico Morricone del western almeriense, pero con un toque étnico y "de época". Es en temas como este, afortunadamente abundantes en el álbum, donde encuentro motivos para reivindicar el legado de Gladiator una década y pico después, por mucho que la horda bárbara de los seguidores de Zimmer hayan preferido quedarse con sus gongs pregrabados y sus epilépticos toques de trompeta sintética.

Esta edición contiene los dos álbumes lanzados previamente con la banda sonora. Por cierto, ¿alguien ha visto el error?

En definitiva, podemos decir que la de Gladiator es una banda sonora muy interesante aunque lastrada por enormes defectos artísticos, cuyo mayor mérito es quizá el haber logrado una aceptación popular y comercial poco habitual en el género gracias a su apelación constante a las vísceras de la masculinidad, lo que se logra -no sin mérito para Zimmer y compañía- al ser plenamente consciente de cómo hay que elevar hasta lo más alto los sentimientos expresados por el guión y las imágenes de la película. Más placer culpable para la colección.

Versión remix de Now We Are Free. Clip oficial, por cierto.

Earth.

jueves, 21 de marzo de 2013

Vangelis - FAIS QUE TON RÊVE SOIT PLUS LONG QUE LA NUIT


1. Fais Que Ton Rêve Soit Plus Long Que La Nuit (15:32)
C'est une nuit verte / Celle des barricades / Nuit verte ou rouge / 
Ou bleue ou noire / Qu'importe mon ami / Cela importe mon ami
L'espoir de la victoire
2. Fais Que Ton Rêve Soit Plus Long Que La Nuit (15:25)
Le rêve est realité / Jouissez sans entrave / Vivez sans temps morts /
Baisez sans carottes

En mayo de 1968, en París, tuvo lugar la mayor demostración del poder revolucionario juvenil que ha conocido el mundo. Nunca sabremos si, de no haberse suspendido la masiva huelga general y la cadena de protestas un par de meses después de su inicio, toda la sociedad occidental actual habría cambiado radicalmente. Quizá sí que cambió. ¿Fue una revolución utópica que no llegó a término? ¿Fue un grito enorme de libertad que nunca persiguió otros fines que el de hacerse escuchar? Los estudiantes parisinos que construían barricadas y cantaban proclamas contra la sobreorganizada sociedad de consumo, contra los horrores de Vietnam y la Guerra Fría, sintieron durante unas cuantas semanas que en sus manos estaba "hacer que su sueño fuese más largo que la noche".

Portada de la edición en CD.

París era entonces, como ahora, un hervidero de aspirantes a artistas, soñadores y heterodoxos de todo pelaje, y es lógico que aquellas almas libres se sintiesen conmovidas ante los acontecimientos. Por allí se encontraban tres jóvenes músicos psicodélicos griegos: Demis Roussos, Loukas Sideras y Evangelos Papathanassiou, los componentes de Aphrodite's Child, que andaban en fechas de grabar en la ciudad su primer álbum. De Sideras no se supo mucho con los años, Roussos se compró una colección de túnicas para recorrer platós de televisión como cantante melódico, y Evangelos, conocido por el diminutivo Vangelis, se convirtió en el compositor instrumental vanguardista más importante e influyente de las últimas décadas del siglo XX. En 1972 echaría la vista atrás para conformar este extraño álbum que nos ocupa, a base de los recuerdos que tenía de lo sucedido cuatro años antes.

Portada alternativa.

Fais Que Ton Rêve Soit Plus Que La Nuit es el resultado del experimento, uno de los LPs más difíciles de encontrar para el actual coleccionista de Vangelis, editado originalmente solo en Francia y Grecia, y publicado en CD hace solamente dos o tres años (bajo el título de Paris May 1968) como suplemento a una revista griega, para más dificultades. Se trata de un poema sinfónico (así lo proclama la cubierta del álbum) consistente en dos suites que mezclan con una técnica de "collage", recreando el sonido ambiente de las calles parisinas durante las revuelas, con intervenciones a los teclados y las percusiones del propio Vangelis, y con la participación de músicos y cantantes poco conocidos o simplemente no profesionales. Por suerte, algo tan interesante es muy fácil de encontrar en la Red. O en YouTube mismamente:

La primera cara del LP.

No es fácil encontrar información que detalle si es verdaderamente Vangelis el autor de toda la música del álbum, inspirado por lo que leyó en las pintadas de los muros de París, o si algunos fragmentos -sobre todo las canciones-protesta, diría yo- son auténticos himnos de Mayo del '68, pero el disco posee un aura de autenticidad documental que lo hace fascinante, si bien no es precisamente una obra musical accesible para todo el público. 

Contraportada (con la anterior, ambas de www.vangelismovements.com).

No esperemos encontrar aquí al Vangelis cósmico y electrónico de los setenta, ni al elegante compositor clasicista y new age posterior, sino en todo caso a aquel compositor de sonido nostálgico, neblinoso y algo primitivo cuya obra más representativa fue, a gran distancia de esta, L'Apocalypse Des Animaux (1973). Todavía abierto a la experimentación, creativamente muy joven y felizmente inexperto, aquel Vangelis Papathanassiou nos fascina cuando pensamos que, a los músicos como él, hoy se les considera gurús de la meditación zen y soñadores en plácidas torres de marfil, sin saber que muchos de ellos han vivido la vida (e incluso la Historia) a pie de calle, con todos los compromisos generacionales que ello conlleva.

Un extracto.

domingo, 17 de marzo de 2013

"The Dark Side of the Moon" ha cumplido 40 años.

Psicodelia, rock progresivo, rock sinfónico, rock cósmico... Todos los calificativos erran el tiro en mayor o menor medida cuando se trata de definir qué es The Dark Side of the Moon, el álbum clásico de Pink Floyd que se lanzó en un lejano mes de mayo de 1973. Sigue tan vigente como el primer día, sobre todo porque parece haberse adelantado tanto a su tiempo que quizá su futuro prometido nunca se convierta en nuestro presente. Escucharlo ahora es disfrutarlo tal como es hoy, sin añoranzas en sepia ni necesidad de contextualizar su sonido. 

Si fuese un ser humano, sería ese hombre que sujeta el banderín ajedrezado al final de las carreras. Lleva allí sentado cuarenta años, justo al lado de la línea de meta, esperando a que los bólidos lleguen adonde él se encuentra. Quizá nunca nadie doble la última curva, o quizá lo hayan hecho hace tiempo y no nos hemos enterado, lo que al final es lo mismo. O quizá sencillamente han cerrado el viejo circuito para celebrar las carreras en otra parte y a él no le han avisado. 

jueves, 14 de marzo de 2013

Pink Floyd - MORE


1. Cirrus Minor (5:18)
2. The Nile Song (3:27)
3. Crying Song (3:34)
4. Up the Khyber (2:13)
5. Green Is the Colour (2:58)
6. Cymbaline (4:49)
7. Party Sequence (1:07)
8. Main Theme (5:31)
9. Ibiza Bar (3:16)
10. More Blues (2:12)
11. Quicksilver (7:10)
12. A Spanish Piece (1:05)
13. Dramatic Theme (2:16)

El álbum Music from the Film More (1969), también conocido simplemente como More, es una obra clave  para entender cómo se produjo la evolución desde la psicodelia al rock progresivo, con la banda Pink Floyd como conejillo de indias al quedar descabezada tras la marcha de su fundador Syd Barrett. Se trata de la banda sonora -grabada a todo trapo en Abbey Road- de la película del mismo título que dirigiese Barbet Schroeder como debut en su carrera cinematográfica.

Imagen del libreto del CD.

La película es un desfase psicotrópico sobre un universitario alemán que viaja a Ibiza al finalizar sus estudios para meterse en un follón con drogas de todo tipo y acabar bastante mal. Es el tipo de cine generacional que hacían los directores auteurs de entonces, y este carácter coyuntural viene marcado por la utilización de potentes piezas musicales de uno de los grupos de moda. Es cierto que, si bien Pink Floyd era una formación ya bastante celebrada, todavía no poseía ese aura semidivina que alcanzó en los setenta, y todavía nos encontramos aquí con un grupo cargado de talento que no termina de saber cómo focalizarlo. De ahí que los temas de la película de Schroeder resulten tan dispares que el álbum More resulte una obra complicada de valorar como conjunto. 

Una imagen del libreto del CD, con un fotograma de la película.

Contiene tanto algunas piezas de rock bastante duras (The Nile Song, por ejemplo) como piezas instrumentales algo extravagantes (Party Sequence y sus percusiones, A Spanish Piece y su toque aflamencado, el Main Theme y sus notas de sintetizador, la marciana Quicksilver...) y algunos temas en los que entrevemos la elegante y pausada brillantez de los Floyd por venir (Cirrus Minor y sus pajarillos, y sobre todo la imprescindible Cymbaline).

Secuencia original de la película en la que se escucha Cymbaline.

David Gilmour funciona como vocalista en los temas más rockeros e inconfundible guitarrista principal, y aunque en estos momentos -en teoría- no existen fracturas de importancia entre los miembros de la banda, es cierto que podemos destacar la influencia creciente de Roger Waters, principal responsable de la deriva de Pink Floyd hacia la languidez cósmica de la "canción progresiva", aun manteniendo algunos atisbos del fuerte tirón inicial que supuso la mente calenturienta de Barrett con su personal mezcla de blues y psicodelia. Waters aporta a More varios temas vocales muy melódicos que rebosan placidez e inspiración (Green Is the Colour y su flauta son impagables). De todos modos, los demás miembros encuentran también su sitio: Rick Wright se luce con sus fondos de teclado galácticos y sus experimentos sonoros; y Nick Mason con unas percusiones que van más allá de una simple batería bien utilizada (escúchese esa especie de diálogo que mantienen Mason y Wright en la rarísima Up the Khyber). 

Contraportada del vinilo.

Se trata, por tanto, de una obra tan variada como irregular a la que el paso de los años ha beneficiado brutalmente. Es muy difícil escuchar una obra musical de tan alta calidad que, al mismo tiempo, resulte tan fascinante como testimonio de aquella época de jóvenes socialmente liberados, hippies revolucionarios y aventuras lisérgicas convertidas en productos mainstream. Personalmente, y aun queriendo hacer de este análisis una recomendación, pienso que merece más atención como obra de culto que como clásico imprescindible. Cerramos con Green Is the Colour y Quicksilver.


miércoles, 13 de marzo de 2013

Paraísos musicales en la web: Solsticio de invierno, de Pepe (Cantos).

Páginas con reviews de discos hay muchas, y blogs todavía más. A patadas. Pero si se buscan sitios verdaderamente especializados que destaquen por el carácter prácticamente profesional de los análisis, nos quedamos con bastantes menos direcciones que barajar.

Dentro del campo un tanto difuso de las llamadas "nuevas músicas", uno de los lugares de referencia obligada es el blog Solsticio de invierno, administrado por el zaragozano Pepe Cantos. Blogs como el mío deben mucho en su origen a la página de Pepe, entre otras cosas porque es un sitio bien conocido incluso desde los años en que cualquier blog musical era en esencia un lugar donde descargar música gratis. Frente a las cuatro perogrulladas (corta-pegas de la Wikipedia en muchos caso) y el enorme enlace a Megaupload que ofrecían otros muchos, Pepe aportaba y aporta análisis exhaustivos, tema por tema en la mayoría de los casos, y abundantes en información sobre cada álbum presentado. Ahora somos más quienes enfocamos nuestros blogs a la información divulgativa, y Pepe fue en esto un evidente pionero.


¿Qué encontramos en Solsticio de invierno que no tenga la "competencia"? Pues lo dicho: descripciones detalladas a la par que dinámicas, sin un exceso de texto que aburra, y enlaces para escuchar temas representativos. Además, y salvo que yo no haya prestado especial atención a alguna entrada, creo que Pepe solamente recoge álbumes que -en su opinión- cree oportuno recomendar. Por eso, siempre que nos pasemos por Solsticio de invierno nos encontraremos con trabajos de calidad, muchos de ellos clásicos de la new age, el minimalismo, la música celta o la instrumental contemporánea en general; trabajos, digo, cuyo interés viene avalado por el simple hecho de que Pepe -que se toma su tiempo en cada publicación- lo haya seleccionado para su blog. 

En fin, un muy buen sitio para quien quiera enterarse seriamente de a qué nos referimos cuando hablamos de "otras músicas".

sábado, 9 de marzo de 2013

Max Corbacho - THE OCEAN INSIDE


CD 1

1. Nest of Tempests (10:39)
2. Surface Thought (4:37)
3. Web of Eyes (6:45)
4. Offshore Currents (7:28)
5. A Place of Discovery (2:33)
6. The Endless Flame (8:16)
7. Tidal Memory (4:03)

CD 2

1. Dive In (2:14)
2. Shoreless Ocean (12:46)
3. Awaken Inside (15:50)
4. Deep Blue Home (8:54)
5. Islandess Expanse (10:01)
6. Deeper Into the Ocean (24:08)

Te descalzas y caminas por la arena bajo el sol. Te deshaces de la camiseta y avanzas hacia la orilla del mar. Murmuran las olas. Alguna gaviota lejana grazna al fondo. Entonces empiezas a entrar en el agua, y cuando acabas metiendo la cabeza se produce el viaje: estás en otro mundo. Un universo distinto al que habitamos, que ocupa la mayor parte de la superficie de nuestro planeta. Con sus propias criaturas, su propia geografía, sus normas, su sonido.

Max Corbacho, autor emergente -pero con amplia trayectoria- del ambient español (de Badajoz) ha realizado un estimulante ejercicio de inmersión acuática en su último trabajo, The Ocean Inside (2012). Lo primero que se me ocurre al manejar el título es que tanto habría valido "El océano interior" -este es el bueno- como "El interior del océano", porque este ambicioso trabajo vanguardista funciona en ambas direcciones. Quienes practicamos de vez el cuando el buceo sabemos reconocer perfectamente esa especie de nota musical constante que se percibe bajo el mar, mezcla del movimiento de las corrientes, el oleaje en superficie y el roce del agua con nuestro propio cuerpo. Lógicamente, la lectura principal que debemos hacer sobre la temática del álbum es más bien introspectiva, tratándose de una colección de largas piezas estáticas que se mueven lentamente -como las mareas- por nuestros océanos mentales. Corbacho plantea el trabajo desde ambos puntos de vista.

Max Corbacho en una imagen del interior del estuche del álbum.

Con trabajos como este siempre sería fácil objetar que el autor no se ha partido la espalda programando sus cacharritos electrónicos en el estudio, y es cierto que no encontraremos aquí virtuosismos instrumentales ni melodías que se nos peguen a la lengua, pero no es nada fácil hacer un buen álbum basado en sonidos estáticos superpuestos y en lenta evolución que pueda escucharse durante largos ratos sin sensación de aburrimiento. Hay que saber hacerlo, y hay que tener un profundo conocimiento del mejor ambient actual (y clásico) para que una obra musical posea cierto pedigrí. Si nos ponemos a pensar a qué nos suena The Ocean Inside, quizá podamos emparentarlo con trabajos de Steve Roach o Michael Stearns, aunque en algún punto escuchamos sutilísimos efectos que pueden recordarnos al Vangelis más meditativo, quizá el de los temas ambientales de obras como Blade Runner. También hay fragmentos con reminiscencias del excelente Prophecy Theme de Brian Eno para la banda sonora de Dune.

Otra cuestión a tratar es la accesibilidad de una obra así. Evidentemente, no todos los públicos van a ser capaces de valorarla sin conocer el contexto estilístico en que surge, antes mencionado, aunque quienes tenemos cierta experiencia en el ambient podemos reconocerla como bastante "aperturista". El secreto para lograrlo es simple: combinar un tono armónico grandilocuente y cósmico-atmosférico con una aparente ausencia de estructuras cerradas (insisto: aparente), haciendo además que cada segmento del trabajo tenga una inclinación propia hacia la luminosidad (sobre todo en el primer CD) o hacia atmósferas más sombrías (el segundo), para de este modo acentuar su evolución como obra musical viva y variada. Por supuesto, cada oyente debe aportar elementos de su propia imaginación para dar entidad a los paisajes sonoros propuestos por Corbacho, ya que el ambient, por definición, suele ser una música... digamos que incompleta. Personalmente, la paleta que se maneja en The Ocean Inside es muy rica en este sentido, y como álbum, es una obra excelentemente concebida y realizada, digna de los grandes del género incluso en sus altísimos valores de producción.

Una grandísima sorpresa, incluso partiendo del hecho de que suelo ser benévolo en mis críticas con los músicos que luchan por darse a conocer. Aquí enlazo con la ficha de The Ocean Inside en la página oficial de Max Corbacho. Cerramos con un medley:

lunes, 4 de marzo de 2013

Orquestas que versionan bandas sonoras: un breve apunte.

Hace unos días me llevé una desagradable sorpresa: compré en Internet un CD con música selecta de John Williams para Star Wars, un disco que ya tenía desde hacía años, aunque hecho polvo; aunque me llegó un álbum cuya existencia ni siquiera conocía. No viendo la foto en la tienda online, craso error, pensé que se trataba de John Williams Conducts John Williams: The Star Wars Trilogy, pero me encontré con un CD grabado en el cuaternario por la Sinfónica de Utah (?) dirigida por Varujan Kojian (?), de título The Star Wars Trilogy. En fin, 18 euracos por un disco de versiones. Menos mal que el  CD es más  o menos valioso para el coleccionista y contiene buenas interpretaciones, porque he estado tentado de devolverlo. ¿Algún experto tasador entre los lectores?

 El diseño de portada asusta bastante, eso que conste.

El caso es que existe una cantidad gigantesca, monstruosa, de versiones de bandas sonoras de cine realizadas por orquestas de todo pelaje, con las que uno puede toparse queriendo o sin querer. De hecho, hay muchísima gente atesorando CDs o mp3 (y no digamos casetes) con música supuestamente original que ni siquiera suena medianamente parecida a la de la película o la serie de turno. Como ejemplo, esa peripatética versión orquestal de Blade Runner que se publicó paralelamente al estreno de la película, y que sigue llevándose compradores al huerto. Vale que hay versiones orquestales que pueden superar a los originales, pero está claro que no siempre sucede así. El tema de Indiana Jones puede tocarse con dos trompetas y un sintetizador, pero el resultado es más bien triste.

La Orquesta Filarmónica Ciudad de Praga (en starwars.wikia.com).

Hay un nombre propio que, a pesar de todo, crece y crece para bien dentro de esta línea versionadora: la City of Prague Philharmonic Orchestra, que está realizando un interesante viaje desde la versión a palo seco -directa al contenedor metálico del Carrefour- de la banda sonora de moda, pasando por la grabación de piezas originales para películas por encargo de las productoras, hasta la mejora sustancial de ciertas obras clásicas cuya grabación original está actualmente incompleta o deteriorada. En su día mencioné un buen ejemplo: la banda sonora de Basil Poledouris para Conan el Bárbaro, cuya grabación original no se ajustaba al tono pensado por el músico, y cuya interpretación por la City of Prague es toda una revelación. 

Las interesantes versiones completas de dos clásicos, grabadas en primicia por la City of Prague.

Esta orquesta tiene como principal ventaja su gran especialización en el mundo de la música de cine y su dedicación plena a la grabación discográfica (no tanto a conciertos y demás), lo que hace que tengan un especial cuidado con el nivel de calidad de sus interpretaciones. El cinéfilo siempre preferirá la grabación original, pero en todo caso puede merecer la pena explorar otras posibilidades. Toda esta parrafada viene al caso por aquello de los errores al comprar productos discográficos a la ligera, tanto online como en persona. Si no leemos con cuidado la letra pequeña de una portada nos podemos llevar un gran chasco. Por mi parte, tengo claro que no volveré a comprar nada online sin ver una foto del producto. Cachis...

sábado, 2 de marzo de 2013

Vanessa Mae - THE VIOLIN PLAYER


1. Toccata and Fugue in D Minor BWV 565 (7:50)
2. Contradanza (3:52)
3. Classical Gas (3:24)
4. Theme from "Caravans" (5:09)
5. Warm Air (3:38)
6. Jazz Will Eat Itself (3:30)
7. Widescreen (3:58)
8. Tequila Mockingbird (3:26)
9. City Theme (4:32)
10. Red Hot (3:16)

Continuando en una de las líneas clásicas del blog ("viejos superventas que pocos recuerdan", podría llamarse) nos dedicaremos hoy a echar un vistazo a aquel trabajo de la británica Vanessa Mae de 1995 titulado The Violin Player. Podríamos decir que se encuentra en medio de un montón de "crossovers" entre música clásica y pop llano, de tantos como ha dado la música de masas en las últimas décadas, y de la que han surgido figuras tan curiosas como el pianista rubiales Richard Clayderman o los tenores gañanes de Il Divo. Por lo general, los trabajos que se realizan dentro de este pseudo-género recaudan enormes cifras de ventas en poco tiempo, y unos años más tarde suenan viejísimos.

Portada alternativa.

Ese es exactamente el caso de The Violin Player, primer disco de Vanessa Mae con ambiciones internacionales (que no el primero de su carrera) y un vehículo diseñado al dedillo para su lucimiento como virtuosa del violín. Y digo virtuosa porque lo es. Esta chica de origen tailandés, una adolescente entonces, tiene ese peculiar manejo de su instrumento que hace parecer fácil su dominio incluso a quienes nos vemos incapaces de sujetarlo bajo la barbilla siquiera. Lo malo, y aquí entramos de lleno en el terreno de las opiniones personales, es que todos los acompañamientos del violín a nivel de arreglos, producción e instrumentaciones varias, si bien son de calidad, suenan a muy de los noventa, en una línea tecno-pop más bien recauchutada. Da la impresión de que, tal vez por la gran belleza racial de la muchacha, se persiguiese el éxito sobre todo en el mercado asiático, que probablemente no tenga tantos miramientos como nosotros a la hora de distinguir lo sofisticado de lo hortera. En música, al menos, y que nadie se me enfade.

Contraportada.

Tampoco es que The Violin Player sea un álbum intrínsecamente hortera. Contiene unos cuantos temas originales compuestos para la ocasión por un tal Mike Batt, así como un par de versiones de temas clásicos (J. S. Bach y Mason Williams), colaboración de la Royal Philharmonic Orchestra inclusive; y cualquiera de los cortes del CD tiene su encanto si hacemos un ejercicio de distanciamiento como oyentes. Es bonito. Lo que ocurre es que, en mi humilde opinión, un instrumento con una capacidad expresiva tan delicada como la del violín quizá habría necesitado un acompañamiento algo menos estruendoso a base de sintetizadores y efectos de eco, que en algún caso nos hace pensar que el violín de Vanessa es el equivalente a una guitarra eléctrica.

Portada del primer single.

Hay rinconcitos musicales bastante agradables en la versión de la Toccata y fuga de Bach (primer single), o en Contradanza y Theme from "Caravans", pero también nos topamos con pifias de la talla de Jazz Will Eat Itself que nos quitan las ganas de tomarnos el asunto demasiado en serio. La cosa es que Vanessa Mae ha mantenido una carrera discográfica más o menos estable, y hoy en día goza de un merecido reconocimiento, pero creo que el fenómeno The Violin Player fue flor de un día, y seguramente sea mejor acercársele con mucha precaución si queremos disfrutarlo hoy. En Spotify.

La Toccata y fuga.