jueves, 24 de junio de 2010

Ennio Morricone y la "Trilogía del dólar".

Ennio Morricone y Sergio Leone, tal para cual.

El western es uno de esos géneros que, a lo largo de su devenir por la gran pantalla, han sido considerados como especies en extinción. Hoy mismo nadie da un duro porque vaya a volver a estar de moda el cine del oeste, al igual que nadie lo daba hace unos años, cuando se estrenaron Bailando con lobos o Sin Perdón. Nunca se sabe cuándo va a volver, pero sin duda lo hará, porque ya ha sucedido en el pasado.

Clint Eastwood, Eli Wallach y Lee Van Cleef, o sea, el bueno, el feo y el malo.

El western se encontraba en decadencia cuando, a mediados de los años '60, el joven director italiano Sergio Leone (1929-1989) se propuso, utilizando un lenguaje fílmico mucho más propio de las vanguardias europeas que del Hollywood dorado, dar un nuevo enfoque a aquel viejo modo de rodar duelos al sol, persecuciones de cuatreros y asaltos al ferrocarril. Fue el penúltimo revival del cine de cowboys, y tal vez el más intenso. Despectivamente se conoció como "Spaghetti Western" por tratarse de producciones mayoritariamente italianas, y hoy en día son idolatradas por su talante inequívocamente cínico y decadente.



Aquí no estaba John Wayne con sus camisas color salmón delicadamente planchadas, sino que nos encontrábamos con una cuadrilla de macarras con la piel ennegrecida por el sol, la ropa hecha un asco, los dientes amarillos y ninguna clase de escrúpulo moral. El oeste que creó Sergio Leone en sus archifamosas Por un puñado de dólares (A Fistful of Dollars, 1964), La muerte tenía un precio (For a Few Dollars More, 1965) y sobre todo El bueno, el feo y el malo (The Good, the Bad and the Ugly, 1966), se caracteriza porque, pese a que los personajes hacen referencias vagas a lugares reales de Estados Unidos, nos hace pensar en todo momento que eso no es el lejano oeste americano, sino uno cinematográfico que no es más real que cualquier mundo de ficción. Es un universo propio en el que solamente existe el desierto, los blancos poblados mexicanos y alguna cantina donde despachan whisky, todo ello recreado en la reseca Almería. Y nada de marchas triunfales para acompañar; nada de Elmer Bernstein y Los siete magníficos; nada de Dimitri Tiomkin o Max Steiner: no hay aquí una orquesta que fluya con las imágenes, sino una música primitiva, tosca y cortante que no deja de autoalimentarse, ensuciando todavía más de polvo y sangre seca las caras de Eastwood, Van Cleef y compañía. La música del amigo de la infancia de Leone, Ennio Morricone.



Las tres películas de Leone protagonizadas por ese hombre sin nombre que encarnaba un joven Clint Eastwood no son realmente secuelas las unas de las otras, si bien mantienen una gran cohesión temática, sostenida en buena medida por sus inconfundibles bandas sonoras. Morricone da una lección de frescura y originalidad con sus bandas sonoras para la "Trilogía del dólar", que se sustentan en campanazos, punteos de guitarra española y eléctrica, flautas lejanas y toda clase de sonidos procedentes de las cuerdas vocales humanas, prácticamente en ningún momento haciendo algo que podamos llamar "cantar". Tampoco olvidemos los antológicos silbidos del jienense Curro Savoy (conocido como Kurt Savoy), que nadie podría disociar de Por un puñado de dólares y El bueno, el feo y el malo. Las melodías son bastante sencillas, fluctuando entre lo épico y lo aterradoramente nostálgico de algunas piezas que incluyen coros. Añadiría como una impresión personal que hay escenas enteras de estas películas rodadas únicamente como excusa para que Morricone diese uno de sus recitales.



Hoy en día, el western es indisociable como género de lo que llevó a cabo el tándem Leone-Morricone hace cuatro décadas a fuerza de crear arquetipos eternos, influyendo enormemente en la cultura popular (la melodía principal de El bueno, el feo y el malo es ya seguramente el tema más famoso en la historia del cine del oeste) y en películas como, por ejemplo, Kill Bill o Malditos bastardos, para las que el director Quentin Tarantino no dudó en reciclar temas antiguos de Morricone en la línea de sus westerns clásicos. La de Ennio y Sergio es una revolución que todavía no ha terminado.

Esta escena de El bueno, el feo y el malo incluye el famoso tema The Ecstasy of Gold.

Morricone realizando un arreglo orquestal de uno de sus temas estelares.

1 comentario:

  1. Magnífica entrada y magnífico blog. Grande Leone y su trilogía. Yo considero que el fenómeno western está acabado en todas sus formas. En los 90 Costner puso su acento de ecologismo y reivindicación, y "Sin perdón" dió un carpetazo contundente a toda la épica del spaghetti western. Desde entonces nada ha conseguido sobresalir (salvo cosas decepcionantes como "Open Range", por ejemplo).
    Supongo que si las atmosferas del western renacen en algún momento sera cosa eventual y relacionada o bien con el cine en 3d o bien con un derroche de efectismo típico de Hollywood, pero lo que es crear una nueva corriente no creo, socio.

    Un saludo :P

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