Como siempre es un placer volver a los felices años setenta, en los que la música popular dejaba espacio para propuestas de lo más originales, retomamos uno de los álbumes cósmicos esenciales del añorado Edgar Froese, fundador de Tangerine Dream.
Epsilon in Malaysian Pale (1975) se grabó justo después de la gira de Tangerine Dream en la que presentaron el álbum Rubycon, y durante la que Froese tuvo ocasión de visitar, entiendo que como tantos otros turistas, la jungla de Malasia. Si la mayoría de álbumes de música cósmica en la línea de la Escuela de Berlín se inclinaban hacia el mundo de las nuevas tecnologías y de los viajes espaciales y la ciencia ficción como fuente de inspiración, aquí Froese viaja a otro tipo de cosmos. No menos envolvente, no menos capaz de originar música horizontal que sugiere ingravidez.
Froese nos sumerge en la sofocante selva malaya en la primera mitad del álbum, comenzando con un prólogo a base de goteos y aves exóticas, también con algún pasaje extrañamente industrial, y nos lleva desde esa clase de paisajes untuosos y nebulares que siguen haciendo las delicias del oyente en álbumes como el clásico Phaedra hacia otras estancias más nerviosas, más cercanas quizá al mencionado Rubycon.
En su segunda cara, Edgar Froese viaja hacia una playa a las afueras de Sidney, Australia. El tema se llama como el lugar, Maroubra Bay, y de nuevo se centra en una serie de rápidas secuencias hipnóticas de sintetizador, esta vez con un tono un poco menos tamizado, menos orgánico y un tanto oscurantista.
Por lo general, los discos en solitario de Froese se conciben como lanzamientos relativamente menores con una finalidad más comercial que artística, quizá porque no siempre arriesgan musicalmente más allá de lo que el entonces trío Tangerine Dream realizaba en sus álbumes "gordos", pero hay que decir que este Epsilon in Malaysian Pale alcanzó una notoriedad extra al ser mencionado por David Bowie como influencia directa para su célebre trilogía de Berlín, ya que escuchaba repetidamente el disco que nos ocupa durante su estancia en la capital alemana. No lo considero un imprescindible, pero si (como yo) llevas tiempo sin escuchar música de este estilo, te va a encantar.
Un album exquisito, de una belleza atemporal.
ResponderEliminarMuy interesante también el trabajo en solitario del primer Froese. Quizás me interese más el anterior, Aqua
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