miércoles, 22 de enero de 2020

Esa musiquilla en mi cabeza, capítulo 8: "ADAGIO FOR STRINGS"


Los aficionados a la música culta se van a enfadar con lo de "musiquilla", pero la obra más conocida del neoclasicismo norteamericano del siglo XX (con permiso de algunas piezas también esenciales de Copland y Bernstein), el Adagio para cuerdas compuesto por Samuel Barber en 1937 es una de esas piezas tan utilizadas en multitud de medios que forma parte del acervo popular desde hace muchas décadas. 

Samuel Barber (1910-1981)

Tiene una melodía sencilla y un tempo muy lento que normalmente se asocia con melancolía y tristeza. A menudo se ha escuchado en homenajes póstumos y réquiems de todo tipo, por ejemplo cuando se radió la noticia de la muerte de F. D. Roosevelt o en más de un reportaje sobre el 11-S. En el cine, se hizo muy popular gracias a su protagonismo en excelentes películas como El hombre elefante o Platoon.

En Platoon

En realidad, el Adagio es un arreglo para orquesta de cuerdas de un extracto del Cuarteto de cuerda n°1 de Samuel Barber y originalmente tenía la intención de describir musicalmente el fluir de un pequeño arroyo hasta convertirse en río e ir a parar al mar. Barber, que llegaba pisando fuerte tras ser niño prodigio (tocaba el piano con 6 años) y ganar el premio Pulitzer como estudiante, había conocido a Arturo Toscanini en un viaje a Italia poco antes, y a sugerencia suya, le envió la partitura para saber su opinión. Sería Toscanini el primero en dirigir y grabar el Adagio, y lo haría al frente de la orquesta de la NBC en 1938.

Esta es la grabación.

Leo en la Wiki que fue un éxito de ventas en iTunes, y a las versiones a cargo de William Orbit que ya tuvimos por aquí hay que sumar otros remixes a cargo de DJs como Tiësto y de los mismísimos Il Divo, con letra en italiano.

La versión de William Orbit.

lunes, 20 de enero de 2020

David Bedford - STAR'S END


1. Star's End - Part One (23:18)
2. Star's End - Part Two (22:26)

A medio camino entre el álbum progresivo conceptual y la obra clásica académica contemporánea se encuentra el trabajo de David Bedford publicado por Virgin en 1974. No es especialmente accesible, aunque a estas alturas ya hemos tenido en el blog numerosos trabajos bastante opacos -comparados con lo que podríamos llamar "música de consumo habitual", perdón por este término horrible- que al final fascinan por su capacidad de absorción, por la manera en la que podemos sumergirnos en ellos aunque no los entendamos del todo. Con Star's End me encuentro en la extraña situación de haberlo elegido como protagonista de una entrada... sin saber muy bien cómo enfocar su análisis. Voy a intentar rodearlo un poco y atacar cuando esté desprevenido.
 
Contraportada del vinilo.
 
Lo de que fue publicado por Virgin lo decía porque en aquellos años se especializaron en dar un espacio discográfico a visionarios e iluminados que realizaban largas suites experimentales con sonidos innovadores. No creo que todo pueda explicarse con el éxito de Tubular Bells, ya que por ahí andaban también otros como los Tangerine Dream que ya eran conocidos antes de entrar en nómina y cuyos Phaedra, Rubycon, etc. se parecían muy poco al célebre título de 1973. También fuera de Virgin se atrevían con las suites largas (Heaven and Hell de Vangelis, por ejemplo), y lo que definitivamente sostenía el fenómeno era el favor del público, mucho más abierto a nuevas experiencias de lo que seguramente es hoy en día. Este Star's End fue, según he leído, el álbum de música clásica más vendido de 1974.

Portada de la edición original para EEUU.

Star's End, cuyo título proviene de la saga Fundación de Isaac Asimov, parece planteado como la plasmación musical de alguna clase de cataclismo cósmico, una gigantesca supernova o tal vez el mismísimo Big bang. Algo, en fin, que sólo puede retratarse como un suceso de enorme poder. Bedford juega con un importante componente de tensión contenida, una textura densa que pasa desde una serie de pasajes nebulosos (en la línea de las piezas de Gyorgy Ligeti empleadas en la película 2001) a explotar y expandirse ilimitadamente al final de la cara A con la presencia de una guitarra eléctrica desbocada.

Part One

La segunda mitad se recrea en estos desarrollos tensos de los que hablábamos, y en este caso se perciben con claridad matices cercanos a La consagración de la primavera de Stravinsky. Bedford se recrea en nerviosos vaivenes de violines salpicando notas sobre fondos estáticos, y salvo por un equilibrado y original tramo final, la guitarra resulta invasiva de más en algún momento. Se entiende que el compositor quisiera dar peso en el álbum al guitarrista invitado Mike Oldfield, pero en pocos momentos del álbum, en mi modesta opinión al menos, se reconoce del todo su estilo más allá de un cierto toque de guitarra. El genio de la melodía no estaba en su salsa en medio de una obra tan atonal, pero esa es la prueba de que sólo Bedford tomaba las decisiones.

Part Two

Escuchamos a la Royal Philharmonic Orchestra, y también figura Chris Cutler a la batería. La portada, por cierto, es de Monique Froese, esposa del fundador de Tangerine Dream, Edgar Froese, y autora de sus míticas portadas setenteras. Todo queda en casa.

domingo, 5 de enero de 2020

Jean-Michel Jarre / Jarrelab - SNAPSHOTS FROM EŌN


CD 1

1. Snapshot 1 from EōN (39:28)
2. Snapshot 2 from EōN (38:46)

CD 2

1. Snapshot 3 from EōN (51:54)

Lanzada el pasado mes de diciembre de 2019, Snapshots from EōN ("Instantáneas de EōN") es la cuarta o quinta caja de coleccionista que lanza Jarre en pocos años. Firmada, limitada, etc. Se ve que este hombre tiene muchos gastos y repone las arcas por la vía rápida, sobre todo considerando que, salvo el valor intrínseco que tienen los ítems per se, contienen poco más que unos vinilos, unos libracos con mucho artwork... Y ninguna música más allá de la que puede adquirirse en sus ediciones sencillas. Este último paquete es la excepción, ya que su contenido musical es exclusivo.

Jarre te hace el unboxing (o sea, que te enseña lo que guarda en su paquete).

EōN es una aplicación para móviles creada por Jarrelab (Jarre y los ingenieros de Sony Alexis Zbik y Vianney Apreleff) para generar música ilimitada y bonitos gráficos para acompañarla, siguiendo una serie de algoritmos y a partir de una biblioteca de samples y efectos sonoros. Está disponible para dispositivos de Apple y pronto lo estará para Android por unos 9 euros. Creo que no es el primer proyecto de este tipo que se lanza al mercado, pero está claro que la presencia del autor de Oxygène en él le da un carácter especial. Por suerte, la música que "fabrica" EōN no es demasiado genérica -aunque sí un poco-, tiene algunos matices del Jarre clásico -aunque no muchos-, y no se queda en un sonido de electrónica/DJ trillado. Es más bien una especie de ambient a lo Brian Eno al que se añaden ritmos, sonidos tipo beatbox y algún pasaje melódico suelto, todo esto si juzgamos a partir de lo contenido en los dos CDs de Snapshots.

Por 300 euros, podría llevarlo Jarre en persona a tu casa con unas pizzas y unas cervezas.

Se supone que Snapshots en concreto está creado por Jarre con algo más de intervención directa que su dedo sobre la pantallita de su iPhone. Habría salido de alguna fase del diseño de EōN previa a su lanzamiento, en la que el francés pudo decidir cómo evolucionaba la música, qué sonido iba a continuación, qué fondo se superpone al anterior, etc. Y aun así, siento admitir que buena parte de lo grabado en los CDs, aun conteniendo unos cuantos pasajes sorprendentes e inspirados, suena a monserga impersonal. Jarre afirma que su intención era dejar una impronta palpable en el devenir del proyecto, congelar unos minutos de EōN y fijarlos para que permanezcan inalterados, pero no es fácil apreciar hasta qué punto ha metido mano el músico en los tres extractos seleccionados.

Un trozo irrepetible de EōN generado en la app de un particular y colgado en YouTube.

Por mucho que sea fascinante todo el mundillo de las inteligencias artificiales y la ciencia ficción hecha realidad, EōN es una máquina que siempre carecerá de la capacidad humana de introducir un calculado elemento de sorpresa, de épica o lirismo, de construir una narrativa musical coherente más allá de unos cuantos parámetros sobre armonía y ritmo, de considerar en qué momento el oyente se va a aburrir de un largo pasaje, de decidir cómo comienza, evoluciona y concluye una obra musical. Por no hablar de que cualquier creación mínimamente artística siempre posee un elemento de expresión de la propia personalidad y los sentimientos de su creador. Como experimento, este generador de sonidos es más que atractivo, pero a efectos prácticos no es más musical que el claxon del coche o la campanita del microondas.

Lo que contiene el estuche.

Peor todavía, si nos ponemos pesimistas podemos afirmar que EōN es la solución final del panorama musical actual. Cuando salgas a correr ya no tienes que bajarte un puñado de canciones en mp3 que borrarás al día siguiente, ni abonarte a Spotify o similares, porque la maquinita te fabricará cada vez algo nuevo que tal vez sirva como fondo a lo que estés haciendo. Lo consumes y lo olvidas. Pero mejor no te pares a escucharlo con atención exclusiva, porque entrará en escena otra costumbre inevitable de nuestros tiempos: darle al botoncito para escuchar lo siguiente, cosa que ni siquiera sé si puede hacerse en un continuum eterno como EōN.

El álbum completo.

Jarre no está en un mal momento creativo. Sus últimos Oxygène 3 (2016) y Equinoxe Infinity (2018), con todo lo que pueden tener de nostálgicos u oportunistas, contienen mucha buena música y casi ninguna hojarasca. No está "en cuarentena" por querer colárnosla, y lo que se escucha en Snapshots from EōN no es ni de lejos lo peor que ha hecho en su vida, pero sí que adolece de una mala costumbre que ha adoptado Jarre con los años: grabar minutos y minutos de desarrollos planos, muy poco interesantes y menos evocadores. No se justifican por tener el carácter ambiental del citado Eno cuando ha compuesto piezas para espacios públicos o exposiciones; no tienen el gancho cósmico, esotérico, de los mejores Tangerine Dream o Klaus Schulze y sus fantasías oscurantistas de antaño; y tampoco son siempre el producto de sesiones de improvisación propiamente dichas que justifiquen un componente de divagación. Es más bien esa manía que acaban adquiriendo algunos músicos asentados de creer que todo lo que se les ocurre merece ser grabado y publicado aunque aporte más bien poco. Como decíamos, Snapshots from EōN no es lo peor que ha creado Jarre, pero puedo asegurar que me ha costado Dios y ayuda terminar de escuchar los dos CDs.