1. The Song of the Sun (4:33)
2. Celtic Rain (4:41)
3. The Hero (5:04)
4. Women of Ireland (6:30)
5. The Voyager (4:26)
6. She Moves Through the Fair (4:06)
7. Dark Island (5:43)
8. Wild Goose Flaps Its Wings (5:04)
9. Flowers of the Forest (6:03)
10. Mont St. Michel (12:18)
Al final de las vacaciones de verano de 1996 se publicó el tercer álbum de Mike Oldfield para la Warner, titulado Voyager. Podemos especular sobre los diversos motivos que movieron al inglés a la hora de elegir su temática, pero me resulta difícil de creer que en ello influyese la relativa decepción comercial de The Songs of Distant Earth (1994), sobre todo pensando que habría sido ridículo intentar igualar un éxito inevitable como el del previo Tubular Bells II (1992). También me sorprende que se tienda a describir la relación de Oldfield con sus discográficas como si el primero fuese un pobre asalariado echando horas extras para impresionar a las segundas y ganarse sus simpatías, pero hay quien dice que el nuevo CD fue un producto puramente económico más o menos exigido por WEA para llenar las arcas. Yo me niego a pensar así de un disco como Voyager, un disco con grandes defectos pero también con un sentido de la belleza arrebatador.
El diseño del álbum muestra imágenes del islote ibicenco Es Vedrá.
Hablábamos de la temática de Voyager, que es bien conocida: la música celta. Oldfield había trasteado con esta tradición varias veces, sobre todo en sus grandes instrumentales (incluyendo el tardío Amarok), aunque quizá nunca de forma explícita. Digamos que la manera de componer del joven Mike ya estaba impregnada inconscientemente de ciertos patrones rítmicos y melódicos celtas desde el principio. También es cierto que la música celta estaba muy de moda a mediados de los noventa, por lo que el lanzamiento de un álbum como Voyager no podía ser más oportuno. Queda al gusto del consumidor distinguir entre oportunidad y oportunismo.
Contraportada.
Voyager no contiene una musica celta "pura", sino que sus temas están revestidos del clásico toque Oldfield, vistosos en lo melódico y exquisitos en la producción, si bien es posible que en algún punto se le vaya la mano con esto último. Se suponía que el CD iba a ser muy ortodoxo (de hecho, en él participan popes de lo celta como Sean Keane, Matt Molloy, Máire Breatnach, Liam O'Flynn o Davy Spillane), pero cuentan que alguien en Warner lo tachó de soso y Mike tiró de ordenadores para sazonarlo un poco. Creo que Voyager puede verse más como el homenaje de Mike Oldfield a la música celta que como "el álbum celta de Mike Oldfield".
Portadas de los singles The Voyager y Women of Ireland. El segundo contiene los típicos remixes de baile.
Voyager contiene 10 temas, de los cuales 4 son propios y 6 son versiones. La primera versión, más espectacular y aventurera que el original, es la contenida en The Song of the Sun ("La canción del sol"). Fue compuesta en su día por el gallego Bieito Romero para su banda Luar na Lubre bajo el título de O son do ar ("El sonido del aire"). También está The Hero, basada en el tema escocés Hector The Hero, que Oldfield arregla con estruendosas gaitas y un espíritu muy de banda sonora de cine. Por su parte, Women of Ireland, pese a que no es un tema estrictamente tradicional, ha pasado al repertorio general celta gracias a su interpretación por The Chieftains para la película Barry Lyndon (1975). Siendo Oldfield fan de Stanley Kubrick, llega a incluir en su versión un trocito del tema principal de la película, la Sarabanda de Händel. El trabajo de Mike a la guitarra, pese a no ser un tema especialmente arriesgado, es brillante.
The Song of the Sun
Women of Ireland
La siguiente versión es She Moves Through the Fair ("Ella se mueve por la feria"), un tema tranquilo pero elegante que Oldfield construye a partir de una canción irlandesa muy conocida, y que antes habían versionado Sinéad O'Connor, Loreena McKennitt, Art Garfunkel, Van Morrison y hasta Led Zeppelin, entre muchos otros. Ahora, para mi gusto, el tema versionado más apabullante de Voyager es Dark Island. Esta es la clase de música que ha hecho de Mike Oldfield un mito de la música instrumental contemporánea, una explosión sensorial que inunda los sentidos y nos eriza los vellos. Es difícil no escucharlo una segunda vez justo después de la primera.
Suena Dark Island sobre imágenes de las costa cántabra.
Queda una última versión, Flowers of the Forest, que pese a la luminosa grandiosidad (excesiva quizá) que le aporta Oldfield, es en su origen una pieza escocesa que conmemora una triste derrota militar, y además hoy en día se utiliza con frecuencia en funerales. Creo recordar que la voz femenina es la de Sally Oldfield, pero puedo equivocarme.
Flores del bosque
Muchas de las críticas negativas de Voyager se centraron en que los temas propios de Oldfield son más irregulares, y esto es estrictamente cierto. Celtic Rain es resultón y muy bonito, aunque deja poco poso. Quizá sea porque Oldfield lo compuso y lo grabó en un rato, cosa que tiene su mérito pese a no ser un corte memorable. The Voyager me gusta menos todavía, no porque sea realmente malo, sino porque a mi juicio tiene más producción que composición (la melodía, de hecho, parece no estar redondeada del todo) y se hace largo. No obstante, fue publicado como single.
The Voyager
Muy distinta es la impresión que deja Wild Goose Flaps Its Wings ("El ganso salvaje aletea"), un tema muy ambiental, muy chill out si se quiere, y que está inspirado en un movimiento del Tai Chi, al que Oldfield se había aficionado por aquel entonces. Superficialmente podría parecer que es muy largo y monótono, y que divaga, pero una escucha más atenta nos revela un tema con un poder evocador apabullante, compositivamente casi milagroso, y con una de las guitarras más profundas y expresivas que ha grabado Mike en toda su carrera. Es el tema de Voyager al que regreso más a menudo.
Wild Goose Flaps Its Wings
Pero Oldfield se guarda lo mejor para el final, el largo Mont St. Michel, que se inspira en la famosa fortaleza de cuento de hadas en la costa francesa. Es una pequeña suite de doce minutos en la que el músico lleva a cabo su más brillante ejercicio de fusión con el medio orquestal-sinfónico, tan armoniosa como cambiante, francamente espectacular. Se sabe que Oldfield tuvo ayuda de un experto orquestador, y el protagonismo recae más en la London Symphony Orchestra (la que dirigió John Williams en seis episodios de Star Wars) que en la guitarra de Mike, pero esto no resta valor a una pieza que supera -pese a su menor extensión- a posteriores incursiones clásicas suyas como Music of the Spheres (2008).
Clip oficial con una versión editada de Mont St. Michel.
Con más problemas de planteamiento que de ejecución, al menos en términos generales, Voyager no fue del todo bien recibido por la crítica y hay quien lo señala como el principio del bache creativo en el que se sumió su autor durante varios años, y que se confirmó con su mudanza a Ibiza en aquel mismo 1996 y la desafortunada publicación de Tubular Bells III en 1998. Para gustos, colores, pero en mi opinión Voyager, aun siendo artísticamente menos ambicioso de lo esperado, es uno de los discos "buenos" de la última etapa "buena" de Mike Oldfield, a la espera de saber si el reciente y fabuloso Return to Ommadawn (2017) conlleva un renacimiento prolongado para su autor. Del indudable legado popular de Voyager dan testimonio los muchos nuevos aficionados, e incluso grupos, que se acercaron a la música celta gracias a aquel álbum bisagra. Pese a quien pese, y con sus defectos a la espalda, es un clásico.
Buenas, Conde. Encantado de comentar de nuevo en tu blog, que sigo revisando y redescubriendo a día de hoy,... y no me canso.
ResponderEliminarEste disco aprovechó una corriente muy de moda en la época, como fue la renovación y/o democratización de la música celta, que se revistió de arreglos electrónicos y más asequibles para el gran público, algo muy habitual en los 90. Pero claro, Oldfield le dio su sello magistral, y su característico sonido de guitarra, y al final suena, como dices, menos purista de lo que en un principio podría llegar a haber sido.
Me encanta DARK ISLAND, pero también THE SONG OF THE SUN y FLOWERS OF THE FOREST. Esas gaitas del final sonando a todo trapo le dan un aire épico y grandilocuente que siempre me ha encantado.
Posiblemente no es de lo mejor de Oldfield, pero tiene momentos sublimes, especialmente en los temas tradicionales. Los más flojos, como siempre en este señor, también tienen su punto, especialmente en la producción y arreglos. Esperemos que continúe con la senda de RETURN TO OMMADAWN, y por qué no, yo no le haría ascos a un retorno a esos discos de los 80, con partes instrumentales y otras cantadas que tan buenos réditos le dio en su momento. Calidad compositiva, desde luego, no le va a faltar a este hombre.
Enhorabuena por la entrada, Conde, y a seguir así, que seguimos siendo muchos los que te seguimos por aquí. Saludos!
Voyager me decepcionó bastante como casí todo el Mike Oldfield de los 90. Raramente lo escucho ya y si que vuelvo al Oldfield de los 70 y 80.
ResponderEliminar¿De verdad que os ha gustado tanto Return to Ommadawn?
Ay, hombre de poca fe!
ResponderEliminarYa en serio, José Ramón, creo que lo que nos ocurre a muchos seguidores de Oldfield es que, siendo un músico con una trayectoria tan larga y tantas "etapas" dentro de la misma, cada cual juzga sus obras desde la óptica del momento en que lo descubrimos. Mi primer álbum suyo fue The Songs of Distant Earth (1994), y me resulta inevitable dividir mentalmente su obra entre los discos anteriores y los posteriores a ese. Como resulta que sus años noventa me descubrieron un mundo alucinante musicalmente hablando, incluso si objetivamente sé que tuvo épocas mejores antes, eso no hace que vea con malos ojos los trabajos que quizá debería admitir que son peores. Sólo pasados unos años, cuando llegaron Tres Lunas y el chillout a palo seco, empecé a ser más crítico con su música.
Respecto a Return to Ommadawn, tengo dos opiniones complementarias. Una es que lo considero, con toda la objetividad de que soy capaz, un álbum muy rico artísticamente hablando que gana profundidad si no nos lo tomamos demasiado a la ligera. La otra opinión que me sitúa a su favor es parecida a la que tengo, por seguir con el monotema, sobre las nuevas películas de Star Wars: no son para nada las mejores de la saga pero son las necesarias aquí y ahora, después de mucho tiempo de estar la franquicia en horas bajas. Star Wars necesitaba recuperar al menos una parte de sus esencias, y Oldfield también. Se me ocurre que Return to Ommadawn viene a ser el "despertar de la Fuerza" de Mike. He aquí el comentario más friki del blog en casi una década.
Saludos!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarYo espero que realmente salga de la poltrona y arriesgue una poco masantes.Me parecio mas interesante su disco anterior siendo mu pop, fijate
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Le daré a MO siempre una oportunidad, ya que me hizo pasar muy buenos momentos en el pasado, pero he de reconocer que ha perdido mucha, mucha chispa desde hace ya bastante tiempo. Este trabajo del británico lo compré cuando salió en formato cassette, lo recuerdo perfectamente (de hecho hubo una época primigenia que el top manta vendía en este formato). Ni me gustó entonces ni tampoco ahora. Aunque disfruté mucho de la música celta que rezumaban sus primeros discos, aquí como que todo es muy "polite", sin gancho y sin riesgo. Para mí el último album "bueno" fue aquél memorable "Discovery" (y ha llovido mucho desde entonces). A rescatar de "Voyager" (y sin que sirva de referencia en contra de tu opinión) el título homónimo y "Celtic Rain".
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