Hace cosa de un mes tuvo lugar en la Alcazaba de Almería un concierto nada corriente. El músico autóctono Juan Manuel Cidrón, acompañado por su elenco de instrumentos electrónicos, recreó en vivo su álbum Gnostic Laberyntus (2012) con motivo de las XXXIII Jornadas de Teatro del Siglo de Oro. Cidrón dedicó la pieza a la figura de Giordano Bruno, quemado en la hoguera de la Inquisición por su teoría sobre el carácter infinito del universo.
Conocía la obra desde hacía algún tiempo, y es curioso que pocos días antes de que se anunciase el concierto había estado escuchándola en casa. Lo primero que habría que decir de ella es que, paradójicamente, puede resultar un álbum facilísimo o dificilísimo de escuchar, según nuestra actitud en ese momento.
Gnostic Laberyntus es un juego de palabras que mezcla "gnóstico" y "laberinto" para asemejarse a una zona muy agreste de Marte llamada Noctis Labyrinthus. Efectivamente, el álbum tiene un enfoque cósmico, aunque Cidrón explicó en su momento que su disco proponía tanto un viaje por el espacio exterior como uno por el espacio interior, personal, de cada oyente, en busca de los misterios que pueda haber en ellos. Es un álbum fácil de escuchar si lo queremos entender como obra ambient o como música planeadora sin estridencias molestas y un progreso lento; una música que anule el silencio mientras hacemos alguna otra cosa. Y puede ser muy difícil de digerir para quien, como tantas veces sucede, no tiene tiempo de pararse a escuchar con detenimiento una obra musical durante una hora entera, ya no como acompañamiento a una lectura o una plácida conversación, sino con toda la atención puesta en la música: capas y capas de sonido sutil elegantemente superpuestas, combinadas en sucesión y con una gran atención a los efectos de eco. Supone una experiencia de inmersión sensorial impresionante.
Gnostic Laberyntus es un juego de palabras que mezcla "gnóstico" y "laberinto" para asemejarse a una zona muy agreste de Marte llamada Noctis Labyrinthus. Efectivamente, el álbum tiene un enfoque cósmico, aunque Cidrón explicó en su momento que su disco proponía tanto un viaje por el espacio exterior como uno por el espacio interior, personal, de cada oyente, en busca de los misterios que pueda haber en ellos. Es un álbum fácil de escuchar si lo queremos entender como obra ambient o como música planeadora sin estridencias molestas y un progreso lento; una música que anule el silencio mientras hacemos alguna otra cosa. Y puede ser muy difícil de digerir para quien, como tantas veces sucede, no tiene tiempo de pararse a escuchar con detenimiento una obra musical durante una hora entera, ya no como acompañamiento a una lectura o una plácida conversación, sino con toda la atención puesta en la música: capas y capas de sonido sutil elegantemente superpuestas, combinadas en sucesión y con una gran atención a los efectos de eco. Supone una experiencia de inmersión sensorial impresionante.
Juanma Cidrón, en el libreto del CD.
Hace años, durante una de las ferias del disco de ocasión que se celebran periódicamente en mi tierra, me topé con una copia en CD de Zeit (1972), un largo y extraño álbum de Tangerine Dream que comentamos en su día por aquí. Mientras lo sostenía en una mano y continuaba mi búsqueda con la otra, Juan Manuel Cidrón, que andaba por allí, lo señaló y me dijo: "ese es un clásico". Asentí con la cabeza y sonreí. No he podido evitar pensar en Zeit mientras escuchaba Gnostic Laberyntus, ya que ambos trabajos comparten una visión parecida del espacio profundo como un lugar oscuro y frío, bastante estático. Lo que ocurre es que, mientras que Zeit tiene en muchos momentos un carácter siniestro e inquietante, la obra de Cidrón es quizá un poco menos abismal. Hay planetas y nebulosas en la soledad de allí arriba, pero al final son más un fascinante producto de la física y las matemáticas que algo sobrenatural hacia lo que podamos sentir temor. El viaje hacia el interior de uno mismo, la otra posibilidad que nos ofrece el álbum, siempre dependerá de nuestra capacidad para zambullirnos en nuestra psique mientras las largas notas de la música nos dejan el resto de la percepción en blanco. Un gran álbum que bien merece 63 minutos y 15 segundos de nuestro tiempo.
Desafortunadamente, no he podido encontrar vídeos para colgar... Pero si se pincha en el enlace de mi lista a la estupenda página Electronic Orgy, a la derecha, se puede encontrar en ella (no hay que buscar mucho) el álbum al completo para descargar. No soy un defensor de la piratería musical pero, al parecer, el autor de la entrada tuvo permiso del artista para colgar el disco. Así todos contentos.
Desafortunadamente, no he podido encontrar vídeos para colgar... Pero si se pincha en el enlace de mi lista a la estupenda página Electronic Orgy, a la derecha, se puede encontrar en ella (no hay que buscar mucho) el álbum al completo para descargar. No soy un defensor de la piratería musical pero, al parecer, el autor de la entrada tuvo permiso del artista para colgar el disco. Así todos contentos.
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