miércoles, 27 de noviembre de 2013

Tomita - DAPHNIS ET CHLOÉ / BOLERO / THE RAVEL ALBUM


1. Daphnis et Chloé (17:40)
Lever du jour
Pantomime
Danse générale
2. Pavane por une Infante Défunte (7:12)
3. Bolero (9:19)
Ma mere l'oye Suite:
4. Pavane de la Belle au Bois Dormant (1:55)
5. Petit Poucet (3:51)
6. Laideronnette, Impératrice des Pagodes (3:38)
7. Les Entretiens de la Belle et de la Bête (5:59)
8. Le Jardin Féerique (4:15)

¿Alguien necesita una excursión a aquellos tiempos fascinantes de la primera "electronic music" comercial? Acudamos a la discografía del japonés Isao Tomita, destacado pionero de los sintetizadores y versionador de piezas del repertorio clásico. Hemos comentado ya varios trabajos de este músico, como su versión de The Planets (original de Holst) o Snowflakes Are Dancing, que contiene su popular Arabesque (original de Debussy), el de la cabecera de aquel programa ochentero Planeta imaginario. Tomita es autor de álbumes quizá algo más conocidos, aunque este The Ravel Album (1979), conocido como Daphnis et Chloé en Japón y Bolero en Estados Unidos, lleva bastante tiempo entre mis CDs e iba siendo hora de que pasara por el blog.

Isao Tomita, en una imagen de la edición norteamericana del álbum.

Ni el título miente ni el largo subtítulo (véase parte izquierda de la portada) deja lugar a la duda: este es el álbum que Tomita dedica a uno de los músicos trascendentales de principios del siglo XX, Maurice Ravel, filtrado por el peculiar sonido a base de moog, mellotron y demás parafernalia que caracterizaba aquella electrónica primitiva. Parece que el japonés es muy admirador de los compositores franceses de aquella época, y es probable que intentase recuperar con este trabajo sobre Ravel un sonido parecido al que dedicó a Claude Debussy en 1974.

 Portada y contraportada de la edición titulada simplemente Bolero.

The Ravel Album contiene una selección de piezas emblemáticas de Ravel, siendo el Bolero la más conocida, si bien la mayor parte del disco está dedicada a la "sinfonía coreográfica" para ballet Daphnis et Chloé, la obra más larga de Ravel; y a la suite Ma mère l'oye. Tampoco falta la Pavana para una infanta difunta, una obra bellísima pese a su triste título. Tomita les impone su enrarecido toque galáctico marca de la casa, como de orquesta de robots, con numerosos efectos de sonido que convierten casi cualquier obra musical en un fascinante lingotazo de ciencia-ficción retro.

Contraportada de la edición norteamericana del disco, con publicidad del catálogo completo de Tomita. 
Como decíamos, pura ciencia-ficción retro.

Daphnis et Chloé se basa en el romance pastoral del griego Longo, adaptada para ballet por Michel Fokine. La pieza original dura alrededor de una hora, pero Tomita la recorta drásticamente, tal vez como algunos músicos contemporáneos a Ravel, que también realizaron suites resumidas a partir de la partitura íntegra. El resultado de esta versión de la suite nº 2 es excelente. ¿ Y qué más se puede decir sobre el Bolero de Ravel a estas alturas? Pues que el músico se inspiró en la construcción de los grandes rascacielos neoyorquinos para crear esta pieza en constante in-crescendo, con una bella melodía y un ostinato que todo el mundo ha tarareado alguna vez. Tomita despoja parcialmente a la pieza de su grandiosidad original, pero no deja de resultar una versión interesante. 

El Bolero de Tomita.

La suite final, Ma mère l'oye, ocupa casi veinte minutos del álbum. La partitura de la pieza ("Mamá oca") se basa en diferentes cuentos infantiles como Pulgarcito o La bella durmiente, y fue compuesta para su interpretación con dos pianos. No conozco la obra original, pero tengo la sensación de que el tratamiento electrónico de Tomita no termina de hacerle justicia, quizá porque es difícil reconocer el carácter descriptivo y juguetón de los cuentos de hadas en mitad de la parafernalia espacial de sus acuosos fraseados sintéticos.

Contraportada de la edición europea.

Mención aparte merece Pavane pour une Infante Défunte, no solamente por lo excelente de la versión, sino porque despeja cualquier duda posible acerca de la inspiración de William Orbit para su álbum de 1999 Pieces in a Modern Style. Su versión del mismo tema es prácticamente calcada, y esto se hace extensivo al resto de temas en aquel trabajo que ya comentamos en su día.

La Pavana.

En resumen, aunque The Ravel Album posee tanto virtudes como defectos, es un disco muy completo y satisfactorio en su conjunto, tanto que el propio Tomita lo considera su álbum favorito. Por cierto, se lo dedicó a su hija con motivo de su boda. Los nombres de los contrayentes aparecen dibujados en la hierba, en las bellas ilustraciones de la portada y la contraportada. Está en Spotify.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Varios artistas - AND I'LL SCRATCH YOURS


1. I Don't Remember - David Byrne (3:38)
2. Come Talk to Me - Bon Iver (6:20)
3. Blood of Eden - Regina Spektor (4:39)
4. Not One of Us - Stephen Merritt (3:49)
5. Shock the Monkey - Joseph Arhur (5:49)
6. Big Time - Randy Newman (3:29)
7. Games Without Frontiers - Arcade Fire (3:22)
8. Mercy Street - Peter Gabriel / Elbow (5:28)
9. Mother of Violence - Brian Eno (3:00)
10. Don't Give Up - Feist / Timber Timbre (5:28)
11. Solsbury Hill - Lou Reed (5:24)
12. Biko - Paul Simon (4:19)

Cuando no hay pan, buenas son tortas.

Algo así debió decir Peter Gabriel cuando, harto de esperar a que varios artistas de renombre le enviasen versiones de sus temas clásicos, prefirió pasar de ellos y lanzar finalmente al mercado -hace algo más de un mes- su esperado álbum de auto-homenaje And I'll Scratch Yours. El que espera desespera.

Si hacemos memoria, recordaremos que Gabriel publicó en 2010 el álbum Scratch my Back, que contenía una colección de "covers" bastante curiosas (alguna decididamente bastarda) de temas de otros artistas, con la intención de que estos mismos grupos y solistas realizasen a continuación versiones de temas del ex-Genesis. La cosa es que algunos de estos músicos se fueron cayendo del cartel, dándole tiempo a Gabriel incluso a publicar un par de álbumes propios entre tanto, hasta que finalmente ha tenido que echar mano de unos cuantos sustitutos para cubrir las bajas. Es cierto que en And I'll Scratch Yours echaremos de menos a monstruos como David Bowie, Radiohead o Neil Young, pero sí encontraremos a otros monstruos como David Byrne, Paul Simon o el recientemente desaparecido Lou Reed, de modo que podemos llorar por un ojo. En fin, si es un hecho habitual el que los álbumes de versiones estén cerca de lo simplón y previsible, podemos decir que este que nos ocupa es todo lo contrario.

Imágenes del libreto del CD.

Peter Gabriel, pese a poder catalogarse la mayor parte de su producción en solitario, incómodamente, dentro del género pop, nunca ha sido digno de ser tachado de rutinario. Músico experimentador, inquieto y único en su originalidad, es autor de una ya larga colección de canciones en las que su teatral forma de cantar se mezcla con traviesas melodías, letras inconformistas, arreglos imposibles medio electrónicos y medio étnicos, y un sentido de lo trascendente que es único. Tras permanecer apartado de la circulación desde mediados de los años noventa, el británico regresó a los escenarios con menos pelo y más kilos, pero con la misma mirada inteligente. Tras el relativamente fallido Up, un álbum en mitad de ninguna parte (cronológicamente lejos del anterior, lejos del siguiente), se ha dedicado a recoger lo sembrado mucho más que a realizar cosas nuevas. Entre versiones de otros y de sí mismo con instrumentación orquestal, Peter Gabriel bien podría cerrar este capítulo de autobombo con And I'll Scratch Yours, entre otras cosas porque es un muy buen álbum.

Solsbury Hill.

Y también es un "te lo mereces", ya que el tratamiento de algunos temas es tan cafre (o más) como los que realizase en Scratch my Back. Si el "Heroes" de Bowie era irreconocible en el trabajo de 2010, aquí podemos decir lo mismo del Solsbury Hill de Lou Reed, o del inenarrable Big Time de Randy Newman. Sencillamente maravillosos son I Don't Remember de David Byrne, que se lleva completamente la canción a su personal universo musical; Games Without Frontiers de Arcade Fire, que no ha podido hallar mejores versionadores; o Come Talk to Me de Bon Iver, sencilla pero perfecta. Lo de Paul Simon merece un capítulo aparte, ya que escucharle cantar un tema tan enorme como Biko con su guitarra y poco más... es de un épico que pone la piel de gallina.

Biko.

Games Without Frontiers.

No diría yo que hay resbalones importantes entre los temas del álbum, ya que incluso las versiones menos arriesgadas (pongamos Blood of Eden o Don't Give Up, baladas más o menos parecidas entre sí) funcionan a la perfección. Quizá suena un poquillo triste ese Mother of Violence en el que Brian Eno lucha infructuosamente por recrear el ambiente de un tema de Bowie, al que -al parecer- viene a sustituir. La variedad musical del álbum es muy grande, aunque en general desprende un aura experimental y futurista que es digna de los mejores tiempos de su compositor.

Portada de la edición especial que recoge ambos álbumes.

Muchos de los temas de And I'll Scratch Yours fueron publicados en 2010 como descargas de pago en iTunes, aunque el presente álbum es la mejor manera de conservarlos todos juntos tras una de estas portadas que se gasta Gabriel con fotografías del mundo microscópico. Además, una edición especial del álbum incluye Scratch my Back ("Ráscame la espalda") y And I'll Scratch Yours ("Y yo rascaré la tuya") en un solo estuche. Es más un capricho para fans que una obra esencial, pero si a algún joven melómano amante del indie le sirve para conocer la obra de Peter Gabriel, bienvenido sea.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Penguin Cafe vuelve el 17 de febrero con un nuevo álbum.

Llevaban tiempo anunciando la publicación de su nuevo trabajo, el segundo si solamente tenemos en cuenta el anterior A Matter of Life... (2010) y dejamos a un lado la obra de la banda precedente. Recordemos que Penguin Cafe nació para continuar la labor de la mítica Penguin Cafe Orchestra por iniciativa de Arthur Jeffes, hijo del desaparecido Simon Jeffes. Esta nueva formación, que no ha parado ni un momento de ofrecer conciertos en festivales desde que comenzaron su andadura, presenta en su página oficial el título y la portada del que será su segundo álbum: The Red Book ("El libro rojo").


En su día me ilusioné bastante con el "regreso" de la banda, y aunque A Matter of Life... fue un disco sin grandes alardes, sí que se tuvo la sensación (no solo yo) de que los jóvenes integrantes de Penguin Cafe entendían perfectamente el concepto musical que manejaban. Supongo que ahora podemos pedirles un poco más, un paso al frente. ¿Con qué ojos veis A Matter of Life..., ahora que han pasado tres años? ¿Qué le pediríais al nuevo álbum?

miércoles, 13 de noviembre de 2013

John Williams - SCHINDLER'S LIST


1. Theme From Schindler's List (4:14)
2. Jewish Town (Krakow Ghetto - Winter '41) (4:38)
3. Immolation (With Our Lives, We Give Life) (4:43)
4. Remembrances (4:19)
5. Schindler's Workforce (10:36)
6. OYF'N Pripetshok and Nacht Aktion (3:51)
7. I Could Have Done More (5:52)
8. Auschwitz-Birkenau (3:41)
9. Stolen Memories (4:17)
10. Making the List (5:06)
11. Give Me Your Names (4:56)
12. Yeroushalaim Chel Zahav (Jerusalem of Gold) (2:14)
13. Remembrances (with Itzhak Perlman) (5:16)
14. Theme From Schindler's List (Reprise) (3:57)

Sabía que este año me quedaba alguna banda sonora clásica por comentar, alguna que estuviese de aniversario, y han las noticias de la televisión las que me han refrescado la memoria. El pasado lunes se conmemoró (decir "celebrar" sería equivocarse) el 75 aniversario de la conocida como Noche de los cristales rotos, primer incidente notorio de la escalada de violencia antisemita por parte del gobierno nazi, que desembocaría, como todos deberíamos saber, en las monstruosidades cometidas en los campos de exterminio.

Hace veinte años, en 1993, Steven Spielberg estrenó la que iba a convertirse en una de sus obras cinematográficas más recordadas: La lista de Schindler. Hasta entonces maltratado por las entregas de premios de la industria, Spielberg necesitaba rodar una película que, sin dejar de contener algunas de sus genuinas marcas de fábrica, supusiese claramente una diferencia respecto a sus ya entonces míticas incursiones en los géneros de ciencia-ficción y aventuras. Su visión del Holocausto no solamente supuso la más célebre aproximación realizada hasta entonces a la barbarie genocida del nazismo desde el cine, sino que ha terminado por convertirse en algo así como la "película oficial" sobre aquel episodio histórico de cara al inconsciente colectivo, primero por la enorme calidad de la película y su capacidad de empatizar con el espectador en referencia a lo que se vivió entonces; y segundo, porque el propio director asumió esta responsabilidad como propia (como judío y como hijo de una superviviente de Auschwitz-Birkenau), embarcándose desde aquel momento en una cruzada personal por mantener viva la memoria de los supervivientes mediante el apoyo y creación de diferentes fundaciones e iniciativas.

Fotograma de la película con la emblemática niña del abrigo rojo.

Puede que alguien se plantease en 1993 si la durísima La lista de Schindler podía entroncarse con la trayectoria fílmica del bastante benigno y familiar Spielberg, o si se trataba de una especie de genial salida de tono, una rareza. Una de las respuestas la encontramos en la presencia de su músico de cabecera John Williams, que logró llevarse a casa otro Oscar (ya iban cinco) gracias a una partitura que, si bien hacía gala de su habitual talento para lo sinfónico, renunciaba por completo a esa supuesta tendencia a la fanfarria de la que algún despistado suele acusarle. Recordemos que solo unos meses antes había publicado su banda sonora para Jurassic Park, y el contraste entre ambas es notorio. Tuvo miedo el compositor, según he podido leer, de no estar a la altura de una película así, hasta que Spielberg le convenció de que ya no quedaban compositores vivos a su altura. En fin, es como si su Schindler's List hubiese sido construida con la misma materia que empleó para los momentos más delicados e íntimos de sus grandes obras anteriores, que siempre los hubo en abundancia, utilizando además una sensibilidad a flor de piel que nunca se acerca a lo sensiblero. Habría sido muy obvio componer una partitura que moviese al llanto, pero Williams supo dotarla de una limpia belleza que transmite más bien una mezcla de piedad y sencillez.

También habría sido sencillo crear una banda sonora para Schindler's List a base de recrear a palo seco el sonido tradicional asociado al pueblo judío. Es cierto que hay varios fragmentos de la composición original que poseen fraseados identificables con esta tradición, pero en general es una partitura con sonido más "williamsiano" que puramente "hebraico". A este respecto, comentaba Williams que había tenido cierta facilidad para imitar el sonido tradicional de la música judía gracias a su adaptación al cine del musical El violinista en el tejado en 1971, que le procuró -por cierto- su primer Oscar.

Itzhak Perlman y John Williams.

La participación del prestigioso violinista Itzhak Perlman es decisiva a la hora de dotar al tema principal Theme from Schindler's List de su particular calidez sonora, y el artista aporta su instrumento a unos cuantos momentos del álbum aparte de éste. No obstante, Williams recurre a otras sonoridades, incluyendo por ejemplo un estremecedor coro en el corte Immolation (recordar aquella escena todavía me produce escalofríos), o un fabuloso piano en la versión reprise del tema central correspondiente a los créditos finales de la película. Dentro del álbum publicado también hay un par de temas tradicionales cantados a coro, OYF'N Pripetshok y Yeroushalaim Chel Zahav, que completan la experiencia de inmersión tanto dentro como fuera de la película.

Hay varios motivos para recomendar la escucha de esta banda sonora. El más importante es su calidad aplastante, propia del talento de un compositor excepcional en un muy buen momento de su carrera, con ganas de hacer algo grande pero a la vez sin nada que demostrar, lo bastante humilde para compartir nombre en portada con el violinista invitado, y lo bastante valiente para hacer una música que, a diferencia de lo que ocurría en sus títulos más famosos de décadas anteriores, apenas sobresale por encima de las escenas en blanco y negro a las que acompaña, sino que las acentúa con sutileza sin llegar a la manipulación emocional, las dota de clasicismo sin restarles un ápice de su propia fuerza narrativa. Emocionalmente hablando, el valor cultural de esta banda sonora no es menor que el de la obra maestra del cine para la que fue compuesta, y si eso supone una pequeña o pequeñísima contribución a que aquellos sucesos históricos sean recordados y no se repitan, su importancia es difícil de medir. Imprescindible. En Spotify.

Theme from Schindler's List

viernes, 8 de noviembre de 2013

Más hobbits para este diciembre.

¡No! No es ansia friki. Es que Howard Shore ha convertido todos y cada uno de sus acercamientos musicales a la Tierra Media en una maravilla absoluta, incluyendo su maravillosa banda sonora para El hobbit: un viaje inesperado, que el año pasado -por lo menos a mi-, me devolvió un poco más la fe en los compositores cinematográficos actuales.

 Edición normal.

El hobbit: la desolación de Smaug se estrena el 13 de diciembre, y tres días antes saldrá a la venta su banda sonora. Por supuesto, estará circulando por Internet mucho antes, incluso mientras escribo estas líneas. Shore no parece dispuesto a andarse con pequeñeces, y nos vuelve a ofreces un doble CD en dos ediciones, la "especial" con un tema extra y otros muchos expandidos. Ya hay un vídeo oficial de la imprescindible canción para los créditos finales, a cargo del británico Ed Sheeran y titulada I See Fire ("Veo fuego"). Cosas de tratar con dragones, supongo. 

 Edición especial.

Se ha dicho desde hace tiempo que la banda sonora se publicaría también en vinilo, pero alguna fuente parece haberlo desmentido. Ya veremos, y en todo caso, atentos los coleccionistas de la vieja escuela.

La canción de Ed Sheeran.

martes, 5 de noviembre de 2013

Miles Davis - SKETCHES OF SPAIN


1. Concierto de Aranjuez (Adagio) (16:19)
2. Will o' the Wisp (3:47)
3. The Pan Piper (3:52)
4. Saeta (5:06)
5. Solea (12:15)

6. Song of Our Country (3:23)*
7. Concierto de Aranjuez (Alternate Take, Part 1) (12:04)*
8. Concierto de Aranjuez (Alternate Take, Part 2 Ending) (3:33)*

(*Temas añadidos en la edición de 1997)

Soy demasiado joven para poder hablar en primera persona sobre los años sesenta, y mi familia seguramente es más capaz de recordar las pequeñas cosas de cada día que alguna clase de "sentimiento" o "conciencia nacional" del que fuesen conscientes durante aquella época. Acudiendo a los hechos meramente históricos que pueden consultarse aquí y allá, llegaríamos a hacernos una idea, eso sí, de qué imagen proyectaba España en el resto del mundo. Ejemplo de barbarie fratricida y de ideales rotos a tiros, nuestra Guerra Civil se vivió en todas partes con amargura, y el encumbramiento de un régimen dictatorial fascista seguía dando la impresión, transcurridos muchos años desde el fin del conflicto, de que España seguía siendo un lugar triste y relativamente mísero. Aunque Franco y su gente se esforzaron en los sesenta por exportar una imagen positiva de nuestro país como destino turístico de sol y playa, la España de los toros y la paella, de las damas en mantilla y los tablaos flamencos, eran vistos como un pintoresco atavismo que nos mantenía pegados al cliché. Muchos extranjeros hacían como Hemingway o Ava Gardner, y venían a hincharse de fino, a jalear a los toreros en la playa, o a correr en los Sanfermines, en una reivindicación de lo primitivo.

Miles Davis

¿En qué pensaba alguien tan inquieto e innovador como el norteamericano Miles Davis cuando se lanzó a grabar Sketches of Spain? ¿Le movía la misma fascinación guiri propia de la llamada Generación Perdida? ¿Fue una operación de rescate de una cultura musical riquísima pero anquilosada? Yo apuesto por lo segundo, hasta el punto de que podemos proclamar a Sketches of Spain ("Bocetos de España", 1960) como un álbum decisivo en la historia de la música fusión, de la world music a un nivel absolutamente pretérito pero brillante, e incluso como un paso de gigante hacia la música entendida como aventura, como creatividad sonora pura, que con el tiempo desembocaría en una liberación total de los esquemas tradicionales del pop (¡que todavía no había nacido!), hacia muchos de los géneros de los que hablamos en este blog.

No se quedó el trompetista en la pura floritura jazzística a base de ponerse la peineta y el traje de luces, sino que logró recrear a su manera piezas tan emblemáticas de la música española como el mismísimo Concierto de Aranjuez, dotándolas de un contrapunto canalla, como de oscuro club de jazz. Codo con codo con Davis trabajó, en la dirección de la orquesta y los arreglos, el músico Gil Evans, quien aseguraba que Sketches of Spain iba a consistir únicamente en una versión jazz de la obra de Joaquín Rodrigo, que evolucionó hacia un álbum sobre la música española en cuanto ambos artistas decidieron documentarse para iniciar la grabación. Lo cierto es que, a efectos prácticos, el adagio del Concierto de Aranjuez siguió siendo el núcleo principal del álbum, ocupando casi por completo la cara A, y llevándose unos minutos más cuando el disco se reeditó en 1997 en forma de bonustracks. El Aranjuez de este álbum puede entenderse como todo un reto para un músico de jazz, ya que es precisamente la fuerza arrebatadora de su melodía lo que la hace una pieza tan popular, y Davis se las ingenia para que su tendencia lógica a la improvisación se quede en el mínimo necesario. Un éxito que funciona tanto para crédito del músico como para ampliar los horizontes de la genial obra del maestro Rodrigo.

Contraportada de la edición en CD.

Miles Davis y su amplio abanico de colaboradores crean atmósferas muy densas y envolventes, cercanas a veces a lo que hoy conocemos como ambient, logrando aquí y allá maravillas tan curiosas como esa Saeta que el trompetista se marca, desde un balcón imaginario, mientras un inconfundible paso de Semana Santa -con tambores y todo- pasa justo delante de nuestros oídos. Otras melodías bien reconocibles son un fragmento de El amor brujo, de Manuel de Falla, que suena en el tema Will o' the Wisp; y un tema gallego tradicional, Alborada de Vigo, en el corte titulado The Pan Piper.

The Pan Piper.

Con la llegada a la democracia a nuestro país, muchos de los rancios emblemas patrios de la dictadura quedaron más o menos proscritos, relegados a momentos muy señalados de exaltación folclórica (fiestas patronales y similares), y mucho de lo que en aquel lejano 1960 era indiscutible, hoy despierta recelos entre los jóvenes y los que, indudablemente con razón, quieren que España sea identificada con ideas más modernas y aperturistas que todo aquel mundo de lutos y tarantos. Sketches of Spain sobrevivirá a cualquier donoso escrutinio que se realice a este respecto, precisamente porque Davis, Evans y su fabulosa orquesta no se agarraron a lo cañí, sino a músicas muy nuestras de las que podemos sentirnos orgullosos, carentes de carga ideológica y, sobre todo, impermeables a aquella pátina de minoría de edad mental que el régimen quiso extender sobre nuestra identidad colectiva. En Spotify.

Concierto de Aranjuez (Adagio).