1. Computer World / Computerwelt (5:05)
2. Pocket Calculator / Taschenrechner (4:55)
3. Numbers / Nummern (3:19)
4. Computer World 2 / Computerwelt 2 (3:21)
5. Computer Love / Computerliebe (7:15)
6. Home Computer / Heimcomputer (6:17)
7. It's More Fun to Compute (4:13)
Érase una vez un país llamado Alemania. Bueno, dos países, puesto que su territorio quedó dividido a la fuerza por una guerra devastadora que por poco termina con la destrucción del propio país y de medio mundo. Un muro de hormigón y alambradas separaba los sectores occidental (capitalista) y oriental (comunista) de la capital, Berlín, sirviendo a su vez como triste recordatorio de la culpabilidad del estado y el pueblo alemán ante los desastres de aquella guerra y las atrocidades orquestadas y/o consentidas contra la humanidad que se cometieron entonces. Cuando las generaciones se fueron relevando, los jóvenes alemanes sintieron que no podrían continuar para siempre cargando con los estigmas de sus padres y, con una determinación propia de las mejores virtudes germánicas, hicieron de su país una renovada potencia europea y mundial a la luz del progreso tecnológico e industrial, la democracia y la cultura.
Solamente en caldos de cultivo tan ricos como el de Alemania, no tantas décadas después de la 2ª Guerra Mundial, pueden darse revoluciones artísticas tan potentes como la que dio lugar a la música electrónica de corte pop. No podemos asegurar que la aplicación de la electrónica a la música popular fuese un mérito totalmente alemán, pero sí que es aquí donde tiene lugar la gran eclosión del género electrónico en sus múltiples y más creativas facetas. Hace poco hablábamos del Krautrock que tanto influyó varias obras maestras de David Bowie, y cuyos grupos más emblemáticos han pasado por el blog en mayor o menor medida. Como parte del Krautrock al principio y como evolución independiente del mismo después, surgió aquí la rama más inspirada de la música cósmica y planeadora (Escuela de Berlín la llaman los técnicos). Y también salieron de todo este movimiento algunos nombres que trascendieron los límites genéricos y alcanzaron una popularidad internacional absoluta. Seguramente Kraftwerk se encuentra a la cabeza de estos últimos.
Dos portadas distintas de Pocket Calculator.
Es sorprendente que álbumes como este Computer World (1981) sean capaces de mezclar con éxito un apartado técnico tan exquisito y elegante con unos conceptos tan sencillos, tan ingenuos incluso. Por una parte nos encontramos con sofisticados ritmos de sintetizador y arreglos sorprendentes, voces modificadas electrónicamente y melodías memorables; y por otro, no deja de tratarse esencialmente de un juego de niños, asombrados infantes que cantan alegremente a los divertidos y funcionales ordenadores de la época con textos extremadamente simples y esquemáticos. Todo ello queda envuelto, además, en una estética moderna y divertida, un tanto retro pero fascinante, casi como si hubiese surgido en tiempos lejanos, en un brillante retrofuturo. En otras palabras, los conceptos artísticos de Kraftwerk parecen moverse con acierto desde los tiempos del cine de Fritz Lang (Metrópolis, por ejemplo) hasta la feliz época del PC y los juegos electrónicos de tenis con palitos, saltándose adrede las ignominias del nazismo y la cruda posguerra para hacer feliz con ello a una generación de alemanes y alemanas que necesitaba sentirse parte de la cultura juvenil que triunfaba en todo el mundo desde los años sesenta.
El single Computer Love.
¿Y qué más juvenil entonces que tener uno de aquellos armatostes con pantalla abombada en nuestro escritorio de casa, o llevar en el bolsillo una práctica calculadora? La informática estaba entrando en nuestras vidas ya por aquellos años en que todavía Super Mario seguía sin probar las setas, y en el que la fornida atleta de Apple todavía no había lanzado su martillo contra la jeta del Gran Hermano. Quienes descubrimos la informática en aquella década de los ochenta seguíamos hechos un lío con los comandos del MS-DOS, hartos de esperar a que los lentísimos juegos monocromos se cargaran en pantalla... aunque nos olíamos que el futuro de la informática no se iba a limitar a la contabilidad empresarial o al cálculo matemático. Los de Kraftwerk ya presintieron, como muchos otros visionarios de la época en diversos campos, que los ordenadores iban a acabar acomodándose en un cálido rincón de nuestras vidas cotidianas.
Elegir un álbum como "el más representativo" o "el mejor" de la carrera de Kraftwerk es algo bastante complicado, ya que su no demasiado extensa discografía se compone de trabajos conceptuales bastante seminales todos ellos, bastante inspirados también, y cada uno con su propio encanto. Yo me quedaría quizá con The Man-Machine (1978), Autobahn (1974) o Trans-Europe Express (1977), pero no veo por qué no habría de optar por Computer World. Su estructura es tan interesante como la de cualquiera de los anteriores, conteniendo varios temas enlazados como el los álbumes prog-rock, variaciones sobre la misma melodía y dos o tres piezas de esas que a uno le suenan de antemano y después tampoco se le olvidan. Quizá la mayor aportación musical al ideario colectivo de Ralf Hütter, Florian Schneider y Karl Bartos en este álbum sea la estupenda Computer Love, muy conocida entre otras cosas por una exitosa versión rockera de su melodía a cargo de Coldplay. Pocket Calculator, no obstante, fue el primer single de Computer World, que tuvo una gran repercusión gracias a su publicación en diferentes idiomas, cosa que ya era costumbre en los lanzamientos de la banda.
En ediciones más recientes ha variado la posición del título en portada, pero viene a ser lo mismo.
La influencia posterior de la discografía de Kraftwerk es enorme y bastante evidente, desde el mutuo intercambio de ideas que, consciente o inconscientemente une su estilo con el del paradigmático Jean Michel Jarre, algo más "cósmico" quizá; hasta la explosión del synth-pop británico en los ochenta con Depeche Mode a la cabeza. Computer World es el último disco en la etapa de mayor prodigalidad creativa de Kraftwerk, y su particular importancia en la música de los ochenta es igualmente considerable. Tanto si lo hacemos por su valor coyuntural como por el puro disfrute de su divertida atmósfera de videojuego mata-marcianos, es de escucha obligada. En Spotify.
El tema Pocket Calculator, en italiano, en vivo en la RAI.
El vídeo oficial en inglés.
A mí, sinceramente, Kraftwerk me fascina, pese a que hasta el día de hoy no he escuchado toda su discografía, ni siquiera un álbum íntegro, Kraftwerk me educó musicalmente con sus melodías, es más, los alemanes son de los primeros grupos a los que escuché con pasión en mis inicios melomaniacos, marcando así, mi perenne gusto por el krautrock, y mi posterior encanto por el prog-rock.
ResponderEliminarExcelente post Conde!
(PD: mi hermano menor si es fan a morir de Kraftwerk)
Gracias, Santiago. Por suerte, la discografía de Kraftwerk no es muy larga y podrás escucharla completa a poco que te lo propongas. Merece la pena.
ResponderEliminarUn saludo!
Hace poco tiempo que escuche todo su repertorio oficial remasterizado y la verdad se queda uno con ganas de escuchar mas de este grupo. Cada album es unico y completamente diferente a los demas gracias a que eran verdaderos trabajos conceptuales, de ahi que sigan ejerciendo una poderosa influencia.
ResponderEliminarSaludos Conde.
Hoy voy a empezar alabando tu reseña. Que resumen más bueno has hecho de lo que ha aportado Alemania a la música electrónica y de cómo su juventud buscaba su lugar dentro de la música moderna. Chapeau!
ResponderEliminarEste disco es una maravilla. Es el que más me gusta tras el icónico "The Man Machine", al que le tengo un cariño especial y del que es indiscutible su gran calidad. La verdad es que ambos, aunque separados por sólo cuatro años, parecen (y son) de décadas diferentes. Este suena brutalmente más moderno que el anterior, de hecho, llegué incluso a confundir en su día la fantástica "It's more Fun to Compute",como producto de bandas electrónicas de la época: Soft Cell, Tubeway Army, Patrick Cowley, etc.
Otro disco que compré en vinilo y que guardo como un tesoro.