1. Once Upon a Time in the West (3:43)
2. As a Judgement (3:05)
3. Farewell to Cheyenne (2:37)
4. The Transgression (4:40)
5. The First Tavern (1:38)
6. The Second Tavern (1:31)
7. Man with a Harmonica (3:28)
8. A Dimly Lit Room (5:06)
9. Bad Orchestra (2:22)
10. The Man (1:00)
11. Jill's America (2:45)
12. Death Rattle (1:42)
13. Finale (4:10)
En España tenemos la mala costumbre de cambiar los títulos de muchas películas, unas pocas veces para sortear juegos de palabras intraducibles, otras veces por razones que no logro entender. ¿Por qué cambiar un titulazo como Érase una vez en el Oeste por Hasta que llegó su hora? No tengo ni idea, pero a estas alturas el título original del filme de Sergio Leone es tan resonante en la cultura popular que me resultará difícil retomar su extraña traducción española.
El trailer original.
C'era una volta il West (1968) podría haberse convertido fácilmente en el western por antonomasia de Leone, el spaghetti western definitivo por extensión, de no ser por el peso icónico de la Trilogía del dólar y aquel Clint Eastwood con el cigarrito. No obstante, su asombrosa perfección técnica y el talento de todos los responsables de su producción la han elevado desde hace mucho a la categoría de clásico. Y también es un título de culto. La banda sonora compuesta por Ennio Morricone está en su podio personal de obras maestras junto a La misión y Cinema Paradiso.
Portada alternativa.
Sergio Leone quería a Eastwood en su película, pero al final no pudo ser. Sin embargo, y aunque muchos elementos del filme parecen apuntar hacia una visión del género algo más clasicista y sosegada que las macarrísimas obras previas del director, se nota que Leone no quería romper los lazos básicos con su trilogía. El componente sonoro de Morricone es quizá el más notable, ya que su música deja a retazos el mismo regusto canalla y anacrónico que tuvieron El bueno, el feo y el malo y sus hermanas menores. Prueba de ello es el tema más potente de la partitura que nos ocupa: Man with a Harmonica. No es solamente una armónica, sino los coros sempiternos del oeste morriconiano, la orquesta y unos punteos apoteósicos de guitarra eléctrica, los que crean la perfecta atmósfera previa al duelo final "más grande que la vida" entre Charles Bronson y Henry Fonda.
Un montaje con diferentes temas del álbum.
Pero tampoco falta el clasicismo y el sosiego del que hablábamos antes, encarnado en la fascinante, apasionada Once Upon a Time in the West. Se trata de un cántico femenino desgarrador (un aria, prácticamente) sobre unos arreglos orquestales impresionantes. En la película hay un momento en que suena mientras el carro de Claudia Cardinale (Jill) recorre el famoso Monument Valley (supongo que en una de las pocas escenas que no se rodaron en Almería), lo que lo reviste de un toque mitológico este feliz encuentro entre el decadente western italiano y el western clásico de John Ford. En fin, placer estético y cinéfilo desatados.
Érase una vez en el Oeste es una película de grandes personajes, y cada uno tiene su parte también en la banda sonora. Si a Charles Bronson le corresponde el tema de la armónica y a Claudia Cardinale el cántico, también tiene su momento el bandido genialmente interpretado por Jason Robards, Cheyenne. Su personal leitmotiv es divertido y algo irónico en su sabor añejo, un contrapunto cálido a la feroz épica de Morricone. Y Frank, el villano encarnado por Henry Fonda, está representado por una versión melancólica, orquestal, del tema de la armónica. Es como si su destino viniese fijado por la persecución a que le somete Armónica, sencillo nombre adoptado por Bronson.
Estos temas conductores aparecen aquí y allá a lo largo de la banda sonora, mezclados con otros pasajes que sirven a tres funciones básicas: dotar de coherencia al argumento de corte mítico urdido por Leone, reconciliar (como decíamos antes) la iconografía del western de Hollywood con el italiano, y sobre todo expandir los grandiosos paisajes fílmicos más allá de los fotogramas, de un modo parecido a como ocurría en la casi contemporánea 2001: una odisea del espacio, pese a -lo sé- que sean películas muy distintas. Nos encontramos definitivamente ante una banda sonora esencial, imprescindible, una de las principales responsables de que "Il Maestro" esté donde está. Tiene esa magia indescriptible que hace que su sonido (con o sin la película a la que acompaña) evoque imágenes tan vívidas que, con el paso del tiempo, se acaban grabando en nuestra mente para siempre.
Los protagonistas.
Otras portadas, de las muchas que hay.
Estos temas conductores aparecen aquí y allá a lo largo de la banda sonora, mezclados con otros pasajes que sirven a tres funciones básicas: dotar de coherencia al argumento de corte mítico urdido por Leone, reconciliar (como decíamos antes) la iconografía del western de Hollywood con el italiano, y sobre todo expandir los grandiosos paisajes fílmicos más allá de los fotogramas, de un modo parecido a como ocurría en la casi contemporánea 2001: una odisea del espacio, pese a -lo sé- que sean películas muy distintas. Nos encontramos definitivamente ante una banda sonora esencial, imprescindible, una de las principales responsables de que "Il Maestro" esté donde está. Tiene esa magia indescriptible que hace que su sonido (con o sin la película a la que acompaña) evoque imágenes tan vívidas que, con el paso del tiempo, se acaban grabando en nuestra mente para siempre.