miércoles, 1 de junio de 2011

Andreas Vollenweider - DOWN TO THE MOON


1. Down to the Moon (2:26)
2. Moon Dance (4:10)
3. Steam Forest (4:57)
4. Water Moon (2:14)
5. Night Fire Dance (4:58)
6. Quiet Observer (2:44)
7. Silver Wheel (3:58)
8. Drown in Pale Light (2:13)
9. The Secret, the Candle, and Love (3:45)
10. Hush - Patience at Bamboo Forest (0:19)
11. The Three Silver Ladies Dance (2:32)
12. La Lune Et L'Enfant (2:04)

Hace la tira de tiempo que comenté en el blog Book of Roses, que se supone es uno de los grandes trabajos de Andreas Vollenweider y que algunos habían calificado como "el Tubular Bells de los noventa". Pese a que la comparación sigue pareciéndome tan tonta y exagerada como el primer día, es cierto que el tiempo que he pasado acostumbrándome sobre la marcha a la new age pura y dura -un género que a palo seco siempre me ha costado trabajo- me ha demostrado que fui demasiado duro. El tipo es uno de los grandes en Europa dentro del gremio, y es de ley que regresemos a él con otro de sus títulos esenciales (¿tal vez el que más?), que se titula Down to the Moon y es de 1986.

Podría parecer que un instrumentista cuya herramienta es el arpa se iba a limitar a crear paisajes sonoros cristalinos e introspectivos, pero el suizo Vollenweider tiende más bien a componer piezas que podríamos definir como temas de pop instrumental con una producción muy rica y cuidada. A eso contribuye el hecho de que el arpa que maneja sea un instrumento modificado por él mismo para convertirlo en electro-acústico. Ya ha salido por aquí el asunto de cómo era la new age que más triunfó y se expandió en los ochenta, con discos que no necesariamente se alejarían del gusto de un público mayoritario. La idea era, me imagino, acostumbrar al aficionado a degustar sonidos cada vez más delicados, más originales, y prescindir de una voz solista que les diese un excesivo convencionalismo. La tendencia era también la de dulcificar los ritmos para que el conjunto sonase más o menos relajante. Y si además el artista en cuestión era alguien creativo y con talento, podía permitirse el lujo de algún experimento, supeditado, eso sí, a los relativamente rudimentarios medios de los estudios de entonces. Creo que este trabajo de Andreas Vollenweider, además de los otros dos o tres suyos que conozco, van por estos derroteros "aperturistas". Por cierto, hay que decir que el músico de Zürich se acompañaba entonces por una banda más o menos estable que en los créditos del álbum, bastante originales, se hace llamar Andreas Vollenweider & Friends "Moon Orchestra".

Andreas Vollenweider en una foto del interior del álbum.

Down to the Moon, pese a tener una bella portada que nos inclina a pensar en una atmósfera oscurantista o íntima, es un álbum bastante alegre y distendido. Comienza con la homónima Down to the Moon, un tema tranquilo con un toque de encantamiento, funcionando como una perfecta introducción. Enlaza directamente con el mucho más cadencioso Moon Dance, en el que suena una pléyade de instrumentos de todo tipo para dotarlo de un gran abanico de colorido sonoro. Steam Forest ("Bosque de vapor") comienza con efectos de sonido imitando burbujeos, y el arpa protagonista se mueve con lentitud sensual entre aparentes sonidos de goteos. Water Moon es un corte que comienza de un modo muy discreto, mínimo, para luego acoger algunos sonidos pseudo-arábicos que aumentan su aura de misterio no muy bien definido. Night Fire Dance vuelve a contener un ritmo casi pop, con el arpa recuperando su espacio y algunos relajantes sonidos de oleaje al fondo. El canto de un búho -o alguna otra ave nocturna- abre Quiet Observer ("Observador silencioso"), un corte muy bonito e inspirado que se compone de diálogos constantes entre el arpa y otros pocos instrumentos que le hablan de tú a tú. Enlaza con Silver Wheel ("Rueda de plata"), otra composición rítmica muy dinámica y luminosa, hasta llegar a la muy relajante Drown in Pale Light ("Ahogado en luz pálida"), cuyo tratamiento carente de excesivos efectos le han hecho envejecer bastante mejor que otros temas del álbum. The Secret, the Candle, and Love ("El secreto, la vela, y el amor") suena bastante romántico y tierno, un tema delicado que también se deja escuchar con mucho agrado. Hush - Patience at Bamboo Forest ("Calma - Paciencia en el bosque de bambú") es una mera transición levemente percusiva que nos conduce directos a The Three Silver Ladies Dance ("Las tres damas de plata bailan"), que no es especialmente distinta de los demás cortes con ritmo del álbum, salvo tal vez por las cuerdas que suenan aquí y allá; y La Lune Et L'Enfant, una conclusión muy "world music", de la que a Vollenweider se considera pionero.

Portada alternativa. Por su fealdad, deduzco que de la primera edición en CD.

Los temas del 1 al 5 aparecen bajo el título general de The Near Side ("El lado cercano"), y los siguientes bajo el de The Far Side ("El lado lejano"). Es de suponer que se refiere a las caras de la luna, sobre todo si consideramos que la mayor parte de temas del álbum, por sus títulos al menos, contienen abundantes referencias al satélite y a su dominio natural, la noche. No estamos, desde luego, ante una noche oscura u ominosa, sino ante una llena de vida y frescura en la que la naturaleza se despliega y los sueños se vuelven dulces. Se me ocurre que Down to the Moon podría ser un buen acompañante para leer alguno de los exquisitos relatos oníricos de Lord Dunsany (autor que recomiendo). El disco se reeditó en 2005 con algunos temas extra, ya como un auténtico clásico tras ganar el Grammy en su categoría y asentar del todo la carrera de su autor. Otro imprescindible para la colección. En Spotify, mientras dure.

3 comentarios:

  1. Un disco estupendo, lleno de estímulos y melodías placenteras. Aun así, prefiero el anterior, "White winds".
    Sin duda, la mejor época del amigo Andreas.

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  2. Pues ese todavía no lo he escuchado. Gracias por la recomendación, Pepe.

    Saludos!

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  3. Sin ser un fan del suizo, aprecio mucho volver a escucharle después de no hacerlo en 30 años, casi nada. Sobresalientes "Water Moon", "Silver Wheel" y especialmente "The Secret, the Candle and Love", una delicia de tema, interpretada con una sensibilidad tremenda.

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