1. I. Lento - Sostenuto Tranquillo Ma Catabile
2. II. Lento e Largo - Tranquillissimo
3. III. Lento - Cantabile-Semplice
Descubrí esta obra de Henryk Górecki en una de aquellas antologías que hace años vendían saldada en una tienda de discos por correo. Se llamaba Adagios del siglo XX1, y contenía una pequeña introducción de Ramón Trecet que no era sino toda una declaración de intenciones. Allí estaban el Powaqqatsi de Philip Glass y el Adagio para cuerdas de Samuel Barber, entre otras piezas del catálogo imprescindible de la música clásica contemporánea. Si mal no recuerdo, la pieza de esta Sinfonía nº3 de Górecki que se incluía en el CD era el segundo movimiento, el más conocido, y que describiré más adelante. Admito que en su momento no era mi corte favorito del CD, aunque hace unos días pude escuchar la sinfonía completa, y las cosas para mí han cambiado.
Henryk Górecki
La conocida como Sinfonía de las lamentaciones, o de las canciones tristes fue compuesta en 1976, siendo el opus 36 de la obra de Górecki, y supone una importantísima vuelta de tuerca en lo que se refiere a la evolución de la música académica vanguardista. Si en años precedentes los grandes músicos se habían decantado por la abstracción absoluta o por la búsqueda de un lenguaje musical que imitase los sonidos -ruidos las más veces- del mundo real, tirando por tierra conceptos como el ritmo o la melodía, Górecki encauzó su obra hacia algo más tangible que la mera experimentación cuasi-nihilista, realizando una partitura que algunos han definido como "minimalismo sacro".
Otra edición.
En efecto, las barreras entre lo que hacían Boulez y Stockhausen (influencias del polaco Górecki junto al músico-ornitólogo Messiaen) y la corriente minimalista propiamente dicha de Reich o Glass, que no todo el mundo consideraba como clásica en sentido estricto, quedan fundidas en la Sinfonía nº3. En ella encontramos la complejidad tonal de los primeros y el gusto por el bucle y el impresionismo austero y nada virtuosista de los segundos, consiguiendo como hiciese Picasso en pintura con su Guernica un acercamiento poderosísimo entre los sentimientos humanos más universales y una forma de arte que parecía estar alejándose cada vez más de los gustos de la gente de a pie.
Y otra más.
La Sinfonía nº3 nos propone tres movimientos unidos por un sentimiento común: el dolor y la pérdida. En el primer movimiento, se trata del dolor de la Virgen María ante la muerte de Cristo plasmado en un escrito del siglo XV; en el segundo, el de una muchacha arrestada por la Gestapo durante la 2ª Guerra Mundial que invoca a la Virgen en una carta a su madre escrita en la pared de su celda; y en el tercero, el de una madre que busca a su hijo fallecido durante la insurrección de Silesia en 1919. Todas son madres que lloran por sus hijos, y la inclusión tanto de la mismísima Virgen como del horror nazi contribuyen a otorgar a la obra de Górecki dimensiones colosales. Tenemos que considerar también que algunos críticos se han empeñado en relacionar esta obra directamente con el Holocausto. Como sabemos, la barbarie racista se cebó con la población polaca, y muchos de los familiares de Górecki fueron ejecutados en Auschwitz. El compositor, sin embargo, reconoce que nunca pudo realizar una obra específica sobre el Holocausto, y aunque esta Sinfonía de las lamentaciones puede incluir referencias directas al mismo, no se trata en absoluto de su tributo personal a las víctimas. Ser polaco le valió también a Górecki el que los mandamases de la ocupación soviética de Polonia desestimasen este trabajo al considerarlo conformista y poco constructivo de cara a su revolución comunista.
Segundo movimiento.
Tercer movimiento.
Musicalmente hablando, destaca la presencia de una soprano que reproduce los textos aludidos arriba, acompañada por flautas, fagots, piano, clarinetes y una potente sección de cuerda. El efecto logrado tiene reminiscencias -según apunta la Wikipedia, de la que suelo fiarme para estas cosas- de la música medieval. No sé si tengo mucho más que decir de esta fabulosa composición, sobre todo teniendo en cuenta que en la Wikipedia, donde he encontrado la mayor parte de la información para los detalles históricos de esta crítica, puede encontrarse un detallado y exhaustivo análisis de la obra. Iré directamente a lo que me toca como oyente, a mis impresiones. Pienso que esta Sinfonía nº3 es una pieza magistral, tal conmovedora que no querrá uno disfrutarla demasiado a menudo, porque su amargura es muy intensa y llama a las lágrimas. Es un título imprescindible que todos deberíamos escuchar por lo menos una vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario