Phaedra, de 1974, fue el primer álbum de la prolífica banda Tangerine Dream editado por la compañía Virgin, iniciando la etapa conocida en su discografía como "los años Virgin". Aunque el disco era, en primera instancia, tan invendible como los de "los años rosas", consiguió ser un éxito de ventas, llegando al top ten británico. El camino, claro está, había quedado bien abonado por Mike Oldfield el año anterior.
El álbum Phaedra (cuyo título debe referirse al nombre de una dama de la mitología griega) supone una verdadera revelación en el lento devenir de la banda alemana, que hace un gran trabajo en el uso de los secuenciadores -sobre todo el Moog y el Mellotron- utilizados respectivamente por Chris Franke y Edgar Froese. Como yo no soy muy amigo de andarme con tecnicismos, no me voy a poner a describir al detalle el sofisticado equipo electrónico con el que se creó el disco. Es más, pienso que en aquellos sitios especializados en los que se habla de esta clase de música se da demasiada importancia a los instrumentos utilizados, como si explicarnos qué modelo de sintetizador utilizaba fulano o mengano fuese lo más importante. Lo más importante es la música, el efecto expresivo que se consigue a través de unos instrumentos que no son más que los medios para llegar a un fin.
Despliegue de la carpeta del vinilo.
No se me ocurren muchas ideas a la hora de describir Phaedra, pero siempre lo he sentido como un disco "importante", aun antes de informarme sobre la repercusión que verdaderamente tuvo en su momento. Es tan oscuro y misterioso como cabría esperar de los Tangerine Dream de los '70, pero al mismo tiempo posee una cualidad humana que no estaba tan presente en álbumes anteriores. Además, el grupo aborda una nueva clase de "comercialidad" que no había alcanzado antes: al grabar Phaedra, Edgar Froese, Peter Baumann y Christopher Franke debían ser plenamente conscientes de que los aficionados a la música de entonces estaban muy abiertos a nuevos sonidos, de modo que el álbum parte de este punto y ofrece una experiencia musical que, sin dejar de ser muy experimental, se concibe más como una obra madura y acabada (el resultado de un proceso) que como otro paso en un camino que lleva interminablemente hacia alguna parte. Tangerine Dream empezaba ya a recoger lo sembrado, quizá por primera vez en su carrera. Y quedaría grano para una década impresionante, incluso para ser considerados ya unánimemente como antecedentes directos del ambient que Brian Eno pondría de moda poco después.
Fotografía autografiada de la época.
En lo referente a los temas, Phaedra nos presenta el clásico tema meditabundo y atmosférico de los primeros Tangerine, Mysterious Semblance at the Strand of Nightmares resulta inusualmente elegante y hasta luminosa, Movements of a Visionary es acuática y épica, y Sequent C', que cierra el disco, es una pieza tremenda pese a su corta duración, con una utilización estremecedora de la flauta en uno de los temas más "acústicos" realizados por la banda hasta entonces. En general, nos encontramos de nuevo ante un disco lleno de resonancias cósmicas, mayormente frío y distante, lleno de sutiles sampleados lejanos y livianas melodías atonales improvisadas sobre la marcha; en fin, como surgido en otra civilización que desconociese por completo lo que aquí entendemos por música. Un álbum imprescindible y fascinante que una de mis páginas favoritas recoge aquí, con suculentos enlaces. En Spotify.
Sequent C'
A mí este album no me llegó a capturar. Demasiado oscuro, demasiado rudimentario, no sé, parece que pertenece más a los pink years, que tendrá su legión de seguidores. Tampoco dudo que en su época rompiera moldes, pero, lo dicho, a mí no me cautivó como lo harían otros inmediatamente posteriores: Ricochet o Stratosfear (Rubycon también me dejó un poco frío).
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