1. Part One (19:08)
2. Part Two (19:36)
3. Part Three (16:58)
4. Part Four (17:01)
En 1975, tras la publicación de Ommadawn, Mike Oldfield pareció desvanecerse de la escena musical. Pese a no ser un personaje que se prodigase en los medios, se tomó unos años de descanso en su relativamente reciente carrera. Los motivos no fueron frívolos: sus enormes problemas psicológicos, originados por una timidez extrema que llegaba a causarle graves crisis de pánico. Mike estuvo a punto de convertirse en uno de tantos juguetes rotos como ha dado la música popular, ya que intentó, iluso él, solucionar sus problemas con ayuda de drogas y alcohol. No siendo éstos buenos consejeros, se decidió por una serie de terapias de grupo exegéticas, en las que escenificó su propio renacer y su personalidad, para bien o para mal, cambió para siempre. Muchos temieron que Oldfield no volviese a dar a luz obras tan imponentes como las tres que había publicado en solitario, y que el cambio de carácter influiría para mal en su estilo musical.
Pues la cosa no fue tan mal. Mike Oldfield regresó por la puerta grande en 1978 con el doble álbum Incantations, una epopeya musical de larga duración en la que, si bien resultó cierto que Oldfield salía de aquella musgosa y apartada cabaña mental de la que nacieron Hergest Ridge u Ommadawn, el genial instrumentista daba un paso adelante en su carrera, experimentando con nuevas instrumentaciones (incluía por primera vez en un álbum secciones de cuerda clásica) y nuevos ritmos, tan tradicionales como los que acuñó años antes, y al mismo tiempo más contemporáneos y vanguardistas. Incluyó además entre los temas varios poemas largos que eran recitados por voces corales o solistas, mucho más solemnes que las tonadas juguetonas de antes y, en definitiva, preparó una obra de fabulosas dimensiones temáticas: Incantations es un álbum sobre la magia, sobre los mitos de todas las épocas, sobre la fascinación del pasado legendario que existe en todas las culturas, desde la europea nórdica a la de los nativos americanos.
Etiqueta del vinilo (de mike-oldfield.es).
Incantations Part One se inicia con las cuatro notas que, según comentaría el compositor, son la clave de toda la obra y, a partir de aquí, se suceden mil y una fanfarrias con una instrumentación grandilocuente e imaginativa (flautas traveseras, palmadas, violines a todo trapo, trompetas) hasta llegar a un largo cántico realizado por un coro de niños -Hymn to Diana de Ben Jonson- y un "reprise" alargado del primer movimiento de la pieza. Incantations Part Two comienza con una melodía sinuosa y acuática que conduce a la recitación coral, de nuevo, del Himno a Diana; llegamos inmediatamente a la sección en la que la folklorista Maddy Prior desarrolla sobre unas simples percusiones una parte de Hyawatha's Song (Hyawatha's Departure y The Son of the Evening Star), poema épico sobre tema amerindio de Henry Wadsworth Longfellow. Incantations Part Three, ya en el segundo LP (o en el tercer corte del CD), comienza con una alegre fanfarria que podría pasar por medieval si no fuese por la presencia de una guitarra eléctrica. Después de unos minutos, nos vemos arrastrados hacia una de las mejores partes del álbum: una frenética secuencia de percusión sobre la que se desarrolla una melodía aventurera que, personalmente, me hace pensar en caballos al galope. Esta tercera parte incluye la pieza que mejor define cómo serán los siguientes álbumes de Oldfield, ya que adopta un sentimiento claramente rock, aunque muy elaborado y perfectamente coherente con el disco en su conjunto.
Finalmente, abordamos Incantantions Part Four. Creo que merece la pena hacer una pausa en este punto, ya que se trata de la pieza, a mi juicio, más definitiva del álbum. Mike Oldfield ha confesado que cuando llegó a esta parte se había quedado en blanco, sin saber cómo iba a terminar su nuevo "opus". Pienso que lo resolvió como solamente lo hace un genio: comienza la última cara de vinilo con una sencilla y profunda melodía con varias capas de cuerdas superpuestas sobre bases cósmicas, que van a parar en seguida a una repetición de las cuatro notas clave sobre xilófonos de metal y madera, una repetición que se extiende más y más, con leves variaciones progresivas, hipnotizando al oyente a más no poder durante 8 o 10 minutos. Y entonces el tema explota sin previo aviso, con una tremenda melodía al bajo (supongo que es un bajo, porque suena demoledor) sobre la que suena un solo de guitarra eléctrica cuya mera presencia ya justifica la compra del disco, consiguiendo todo ello un efecto -tras la prolongada hipnosis de los xilófonos- que estremece hasta la médula. Para cerrar el álbum, Maddy Prior y Sally Oldfield cantan maravillosamente un extracto del poema Ode to Cynthia, de nuevo de Ben Jonson.
Vídeos extraídos del filme The Space Movie, con el fragmento final de Incantations.
El álbum es muy hipnótico, dado que Oldfield desarrolla cada pasaje de manera exhaustiva y logra múltiples ramificaciones de cada melodía. Esa fue una de las principales críticas que recibió. Pese a que no superó las ventas de Tubular Bells (intentar algo así habría sido absurdo), el disco fue medianamente bien recibido y ha ido creciendo en popularidad con los años. Lo más destacado, en términos absolutos, son las extraordinarias percusiones -a cargo del desaparecido Pierre Moerlen- que abundan en todos los temas, y que integran buena parte de la personalidad de esta obra maestra de la imaginación musical. Su versión remasterizada está en Spotify.
Una delicia de principio a fin y eso que son muchos minutos los que nos regala el bueno de Oldfield. Pocos álbumes dobles me han cautivado tanto como este. En mi caso lo descubrí en versión cassette (ay, qué tiempos aquellos!!) y curiosamente la primera cinta llegó a mis manos mucho tiempo después de descubrir la segunda. Aquí estaba muy inspirado nuestro amigo Mike. Recomiendo esta obra sin reservas. Un clásico sin paliativos.
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