1. A Rainbow in Curved Air (18:41)
2. Poppy Nogood and the Phantom Band (21:44)
2. Poppy Nogood and the Phantom Band (21:44)
Es difícil definir este disco. Desde luego, no se puede enmarcar ni en los felices desvaríos hippies de finales de los sesenta, ni entre las mastodónticas odiseas progresivas de los setenta. A Rainbow in Curved Air (1967) casi no tiene ni un género musical definido más allá del cajón desastre que es la new age, o tal vez la música clásica contemporánea entendida en su dimensión más progresista e iconoclasta. En cualquier caso, el álbum podría situarse en el marco bastante amplio del minimalismo musical, que por entonces estaba prácticamente en pañales (como género, me refiero) y buscaba unas señas identitarias que hiciese a sus representantes desligarse del sambenito de snobs estirados y culturetas que todavía hoy se les suele colgar. Es precisamente en esta etapa de formación del minimalismo cuando el estilo sacaba a la luz sus propuestas más radicales, verdaderos manifiestos que no dejaban lugar a dudas sobre hacia dónde iba esta gente. A Rainbow in Curved Air encaja justamente aquí.
El primer tema de los dos que componen el disco se inicia con una melodía rápida y burbujeante que va simplificándose pero ganando en vivacidad, para terminar 18 minutos después sin excesivas variaciones, salvo por alguna percusión. Los primeros compases del segundo tema nos recuerdan al sonido de una orquesta totalmente desafinada, la progresión avanza hacia una serie de instrumentos de viento arrojando melodías frustradas a los cuatro vientos, todo ello montado con nerviosismo, con una nota baja dominando el panorama y produciendo sensaciones de urgencia e inquietud. Nótese que ambas piezas, una en cada lado del vinilo, son obras independientes que se han reunido para formar un "todo" discográfico.
Contraportada (de www.styrous.org).
No hallaremos aquí la sobriedad de Steve Reich, ni la accesibilidad de Glass o Nyman, sino más bien un evidente punto de vista optimista y luminoso que está más cerca de la alegría folkie que de los adagios al hormigón de los minimalistas neoyorkinos. No en vano, Terry Riley es un artista cuya imagen emana cierta magia simpática, como si fuese una especie de Tom Bombadil que viese pasar las cosas a su alrededor sin que ninguno de los grandes problemas del mundo perturben la paz de su bosque y el silencio de su casita de troncos.
Portada alternativa.
Esta rara avis, que conste, fue tanto en su momento como en la actualidad una pieza muy apreciada e influyente: desde algún arreglo esporádico de The Who hasta ciertos pasajes en la primera época de Mike Oldfield parecen, en cierta medida, contener referencias a la obra de Riley. Quien estudie a Oldfield en profundidad no tendrá nada que objetar al respecto. Está en Spotify. Terminamos con una grabación amateur de A Rainbow in Curved Air en directo:
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