jueves, 16 de enero de 2014

Vangelis - EL GRECO


1. Movement I (10:04)
2. Movement II (5:18)
3. Movement III (6:48)
4. Movement IV (6:21)
5. Movement V (4:30)
6. Movement VI (7:52)
7. Movement VII (3:18)
8. Movement VIII (9:43)
9. Movement IX (12:00)
10. Movement X (Epilogue) (6:21)

Comenzando el año en que se celebra el cuarto centenario de la muerte de El Greco, no podíamos dejar de comentar el magnífico trabajo musical que le dedicó en su momento su compatriota Vangelis. Sobre el álbum de 1998 podemos encontrar críticas de todo tipo, la mayoría entusiastas, aunque algunas -creo yo- influidas de algún modo por el hecho de que, desde los tiempos de 1492: Conquest of Paradise (1992), el músico heleno ha estancado bastante la evolución de su sonido. Si bien no es que hayan arreciado las críticas contra él en referencia a la calidad de sus álbumes, sí que ha pasado a convertirse para muchos en una especie de respetado dinosaurio del mundo electrónico-new age, aunque tengo claro que álbumes como este merecen una atención especial.

Digamos desde ya que El Greco es hasta hoy la última obra maestra auténtica de Vangelis. Eso no quiere decir que no haya genialidad en álbumes como Mythodea (2001) o la banda sonora Alexander (2004), pero este disco aporta, además, un valor artístico y creativo que, más allá de contentar al fan de toda la vida -que lo hace-,  supone una aportación artística enorme y de inusual profundidad incluso en la ya de por sí bastante seria discografía del músico.

Portada de "Un tributo a El Greco", el álbum de 1995.

El álbum de 1998, y eso hay que tenerlo muy en cuenta, es algo así como la "versión extendida" de Φόρος Τιμής Στον Γκρέκο ("Un tributo a El Greco"), álbum conceptual publicado en 1995, en una edición limitadísima dirigida a recaudar fondos para que la Galería Nacional de Arte de Atenas adquiriese el cuadro del pintor titulado San Pedro. Se vendía en el propio museo, en un estuchazo a todo lujo firmado y numerado personalmente por Vangelis que hoy es uno de los griales para sus coleccionistas. Pese a tratarse de una obra de encargo, la calidad de aquel primer álbum (que circula abundantemente para descargar en Internet) debió mover al músico a publicarlo ampliamente, y para la ocasión le añadió unos cuantos temas más, a fin de completar la experiencia. Los añadidos son los movimientos III, V y VII, que se integran a la perfección con el resto y no se nota en nada que son posteriores.

Contraportada.

Creo que hay dos maneras posibles de aproximarse a El Greco. Una es escucharlo como si nos moviésemos lentamente por una galería de arte -el Museo del Prado, mismamente-, deteniéndonos para contemplar las figuras flamígeras del pintor cretense, su colorido pre-impresionista y sus siluetas levemente desdibujadas, todo ello acentuado por la música lenta y vigorosa de los movimientos del álbum. Clásico pero con un importante elemento vanguardista, tanto el estilo del pintor como la música, que en su estructura y resonancias es plenamente clásica pese a estar realizada mayoritariamente con sintetizadores.

Movement I

La otra manera es entender El Greco como un recorrido por la vida del hombre, Doménikos Theotokópoulos (1541-1614), comenzando por su viaje a través del Mediterráneo (¿es el lento navegar de un barco, una galera tal vez, lo que  representa el primer movimiento del disco?) y continuando con la llegada del artista a la España de la época, centro esplendoroso de un imperio donde no se ponía el sol, pero cargado a la vez de aparente austeridad, conservadurismo rancio en lo político y religiosidad a ultranza (¿es alguna clase de procesión, o marcha real bajo palio y con campanas repicando, lo que Vangelis propone en Movement VII?). Los temas se moverían, si aceptamos este punto de vista, entre la lobreguez de los ambientes eclesiásticos / cortesanos de la época -Movement II, por ejemplo- y lo sublime, extático, de la pintura del Greco, con una magnífica ración condensada de esto último en Movement IV gracias a la portentosa voz soprano de Montserrat Caballé.

Movement IV, con Montserrat Caballé.

Más oscurantista es Movement VI, en la que interviene la otra voz lírica invitada de El Greco, la del tenor Konstantinos Paliatsaras, aunque el tema es otra maravilla. Pero para maravilla absoluta (y sin que ello signifique que haya temas de menor calidad) me iría directamente al último corte, Epilogue, un tema de piano de una belleza arrebatadora, de los mejores que ha dado Vangelis sentado ante este instrumento, y que a su vez aporta un último tramo al álbum algo más terrenal, más humano y menos grandilocuente.

El epílogo.

No voy a emplear más caracteres para describir una obra musical tan absolutamente genial, tan magnífica en todos sus posibles aspectos que solamente me queda recomendarla y hacer correr la voz sobre sus virtudes incluso entre quienes nunca haya escuchado música de este tipo. No es un álbum comercial que llame la atención desde el primer minuto, pero al terminar deja ese poso nada habitual que nos dice que acabamos de escuchar algo muy grande. Está en Spotify, aunque dentro de España solo permite escuchar tres temas.

viernes, 10 de enero de 2014

The Moody Blues - DAYS OF FUTURE PASSED


1. The Day Begins (5:45)
2. DAWN: Dawn Is a Feeling (3:50)
3. THE MORNING: Another Morning (3:40)
4. LUNCH BREAK: Peak Hour (5:21)
5. THE AFTERNOON: Forever Afternoon (Tuesday?) (8:25)
6. EVENING: The Sun Set: Twilight Time (6:39)
7. THE NIGHT: Nights in White Satin (7:41)

Si bien sabemos que fue en los años setenta cuando se produjo la edad de oro del rock progresivo y los álbumes conceptuales, la verdad es que había sido a finales de la década anterior cuando se establecieron las bases de todo aquel movimiento. Suele citarse como gran precedente al inevitable Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (1967) de los Beatles, aunque en su día ya hice una emocionada defensa de In the Court of the Crimson King (1969), y ahora -sin olvidarnos de gente que ya estaba dando mucha guerra, tipo Jethro Tull- tenemos que acordarnos de The Moody Blues y su legendario Days of Future Passed ("Días del futuro pasado", como se tradujo al español), de 1967.

Antes de escuchar una sola nota de este álbum es prudente tener en cuenta que, a mi juicio al menos, Days of Future Passed ha envejecido bastante mal. Despide un aura de ingenuidad en las melodías y una gran pomposidad en algunos despliegues orquestales cuya mezcla nos hace darnos cuenta de que el rock de vanguardia todavía no estaba lo suficientemente maduro como para alcanzar el equilibrio atemporal de años posteriores, con los clasicazos que todos conocemos a cargo de Pink Floyd o Genesis. Por otra parte, como testimonio de la creatividad de aquella generación, Days of Future Passed es una joya como hay pocas, por los muchos caminos que allanó.

Posteriores ediciones, como la Deluxe de la imagen, contienen gran cantidad de material extra.

Los arreglos orquestales habían sido amigos íntimos de la canción melódica desde tiempos remotos, e incluso los ya mencionados Beatles solían aplicar algún retoque sinfónico a temas diversos a lo largo de su discografía, pero desde luego es evidente que la música popular de los fructíferos años sesenta se decantó mucho más por las bandas de guitarra-bajo-batería-teclados que por lo orquestal. Como no soy lo bastante entendido como para afirmar rotundamente que The Moody Blues fue el primer grupo de pop-rock en fusionar su sonido con el de una orquesta clásica completa, me contentaré diciendo que fueron los primeros en lograr un enorme éxito comercial y crítico al hacerlo. De hecho, desde siempre han coexistido dos términos bastante  paralelos, rock sinfónico y rock progresivo, el primero de los cuales existe precisamente gracias a trabajos como este que nos ocupa.

The Moody Blues, en la portada del single estrella del álbum.

En plena efervescencia de lo experimental, en aquellos años se puso muy de moda versionar temas del repertorio clásico académico a cargo de gente bastante marciana (recordemos los álbumes de Walter Carlos), y también se estaban poniendo a prueba nuevos avances técnicos en los estudios de grabación que mejoraban la calidad del sonido -se estaba implantando  del todo el sonido estéreo, por ejemplo- y nuevos instrumentos -sintetizadores como el Mellotron, aquí utilizado-, de manera que los Moody Blues recibieron teóricamente el encargo del sello Decca de grabar un álbum experimental versionando la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak. Un sub-sello dentro de Decca, llamado Deram Records, había perfeccionado un nuevo sistema de audio llamado "Sistema de Sonido Derámico", y querían que la banda hiciese una demostración de sus virtudes. La idea era mezclar el sonido elegante de la que entonces era una banda emergente de R&B blanco con la amplitud acústica de toda una orquesta clásica, y aunque el grupo descartó la idea de ir a por Dvorak, el planteamiento musical se mantuvo.

Contraportada de una edición en CD, con una foto de la banda en todo lo suyo, chorreras y cardados inclusive.

No solo se mantuvo respecto al uso de la orquesta, sino la idea de hacer algo conceptual, y The Moody Blues optaron por una obra que abordase distintos momentos de un día normal, de la mañana a la noche. En algunos momentos del álbum, entre los temas, se introdujeron fragmentos de narración para ayudar a sostener la unidad del conjunto, al estilo de lo que después harían Rick Wakeman en Journey to the Centre of the Earth o Jeff Wayne en su versión de La guerra de los mundos. El resultado, como ya comentábamos antes, es una mezcla bastante interesante de rock suave con sinfonismo de alta ralea, pero es inevitable que hoy en día, muy pulido ya el experimento de fusionar rock y orquesta (hasta Metallica lo hizo a la perfección), Days of Future Passed suena un poco rancio... o simplemente "oldie", según te pille el día.

El vídeo original de Nights in White Satin. Por fortuna, han vuelto a montar el audio.

También es verdad que el tema más emblemático del álbum, Nights in White Satin ("Noches de blanco satén") ha sido desviado por la cultura popular más hacia el repertorio de los bailes de salón que hacia el de las grandes baladas rock, un poco como sucedió con A Whiter Shade of Pale de Procol Harum. El trabajo realizado por los músicos, de todos modos, es más que meritorio con independencia de la perspectiva que dan los años. A la cabeza de The Moody Blues se situó claramente Justin Hayward (voz principal, guitarras y teclados), acompañado de Graeme Edge (voz y percusiones), John Lodge (voz y guitarras), Mike Pinder (voz y teclados) y Ray Thomas (que hace un poco de todo), a los que añadimos a la London Festival Orchestra dirigida por Peter Knight.

Versión alternativa de la psicodélica portada.

Days of Future Passed no es seguramente la clase de disco que uno recomienda a sus amigos cuando se muestran dispuestos a descubrir cosas nuevas (habría que empezar por algo más actual, creo yo) pero sí que es una herramienta de primera categoría para comprender la evolución del rock en uno de sus momentos de mayor creatividad. Un disco realmente importante que merece la pena conocer y valorar en su contexto. En Spotify puede escucharse con abundante material extra.

domingo, 5 de enero de 2014

Jeremy Soule - THE ELDER SCROLLS V: SKYRIM


(para consultar la extensa lista de temas, pinchar aquí)

Fiel a las ideas que impulsaron en su momento la apertura de este blog, he creído interesante ampliar sus miras un poco, y comentar por primera vez en él la banda sonora original de un videojuego (espectacular trailer aquí). Ya hace tiempo recibí una interesante recomendación por parte de un comentarista habitual, aunque me resultó demasiado complicado hacer una reseña musical centrada en un juego del que no sabía nada, y cuya banda sonora incluía muchas piezas ambientales que no habría sabido valorar fuera de contexto. Por suerte (o por desgracia para mis retinas), me topé hace un par de meses con un fascinante título para varios formatos, tanto PC como consolas, cuya partitura original me ha mantenido fascinado desde entonces. 

Portada del juego para PC, XBox 360 y PlayStation 3.

Se trata de la quinta entrega de The Elder Scrolls, una prestigiosa saga de juegos de acción y aventuras con fuertes elementos de rol. Todos los juegos de la serie se han centrado hasta ahora en el fantástico territorio de Tamriel, un mundo de espada y brujería en la línea Dragones y mazmorras de toda la vida. Skyrim es una región norteña de Tamriel, la que recorremos en esta entrega, y debo decir que, sin haber sido nunca aficionado al mundillo del rol (arrojar dados multifacéticos, machacar trolls de nivel 7, soportar los caprichos del "máster"... y otros tecnicismos) encuentro incomparable la experiencia de pasear a mi rollo por este vasto entorno lleno de montañas nevadas con nieblas perpetuas y pequeñas aldeas de aspecto vikingo. La ambientación musical alcanza tal grado de excelencia que es una parte imprescindible de la experiencia.

Jeremy Soule

El compositor musical de Skyrim (2011) es Jeremy Soule, que ha trabajado en varios ámbitos mediáticos pero que es conocido en el gremio como el "John Williams de los videojuegos". Él reconoce a clásicos como Wagner o Debussy entre sus fuentes habituales de inspiración, aunque está claro que Soule conoce bien el trabajo de los grandes del cine. Exageraciones aparte, es cierto que Soule -como hiciera el propio Williams en los años setenta en la gran pantalla- está ayudando como pocos a implantar un estilo musical casi escrupulosamente orquestal dentro de un ámbito que por su naturaleza siempre ha invitado mucho más a lo electrónico y sintético. Tampoco es nada raro que nos encontremos a músicos de cine trabajando en juegos de éxito, como Tyler Bates en God of War: Ascension o Hans Zimmer en Call of Duty: Modern Warfare 2. No deja de ser curioso que cuanto mayor es el grado de desarrollo técnico de la industria del videojuego (y Skyrim es hoy en día la cumbre indiscutible de su género) más abiertos se muestran los programadores a tirar de soluciones muy clásicas para cosas como esta. ¿Dónde ha quedado la entrañable y bailona melodía a 8 bits de Super Mario Bros.?

Las dos anteriores bandas sonoras de Jeremy Soule para The Elder Scrolls.

No es Skyrim la primera entrega de la saga The Elder Scrolls en la que interviene Jeremy Soule, ya que consiguió muy buenos resultados -y premios- por sus partituras para las anteriores Morrowind (2002) y Oblivion (2006). Todas ellas cuentan con una gran cantidad de temas distintos que sirven para ambientar las diversas situaciones de juego, desde los paseos campestres hasta las luchas con monstruos de toda índole, y las tres obras tienen en común, por encima de cualquier otra cosa, una melodía principal que podemos escuchar durante los créditos iniciales de cada juego. No es el mismo tema en los tres casos, sino que ha ido evolucionando desde la melíflua y fantasiosa melodía algo sintetizada de Morrowind, primero hacia la formidable -pero algo breve- fanfarria orquestal que abre Oblivion, y finalmente hacia la barbaridad sinfónica y coral que es el tema central de Skyrim, titulado Dragonborn. Puro placer culpable.

Junto con el estuche de 4 CDs se editó este sampler con unos cuantos temas destacados, incluyendo Dragonborn.

Al parecer, fueron los del estudio Bethesda (responsable de la saga) quienes sugirieron a Soule una especie de reciclaje de su fanfarria acostumbrada para hacerla sonar mucho más "bárbara", cosa que el músico logra a la perfección empleando un coro masculino de 30 voces, multiplicadas en el estudio para que suenen como 90. El idioma que emplean, por cierto, es uno de los que se diseñaron especialmente para el juego, llamado "dracónico" o "draconiano", ya que la trama principal de la aventura tiene que ver con el regreso a Skyrim de los dragones tras siglos de ausencia. El héroe en cuya piel se mete el jugador es el llamado "Sangre de dragón", o "Dovahkiin", sobre el cual versa el tema Dragonborn. Esta enorme pieza coral no solamente nos mete en faena al pulsar el botoncito start, sino que cuenta con una segunda versión algo más acelerada que comienza a sonar cada vez que nuestro Dovahkiin se enfrenta cuerpo a cuerpo con un dragón. 

Dragonborn

Un vídeo oficial sobre cómo se grabó Dragonborn.

En una propuesta discográfica muy ambiciosa, la banda sonora de Skyrim fue publicada en un estuche de 4 CDs, los tres primeros con temas específicos para todas las situaciones posibles que se plantean en el juego, incluyendo piezas para viajar de día, piezas para viajar de noche, peleas con animales salvajes, paseos por el campo, paseos por ruinas subterráneas y un larguísimo etcétera. En fin, que componer música a gran escala para un juego de desarrollo libre como este ha debido suponer un esfuerzo creativo bastante considerable, sobre todo si tenemos en cuenta que no estamos hablando de simples musiquillas de ambiente, sino de bellísimas melodías que nos ayudan a sumergirnos plenamente en la aventura, tanto en la parte más épica como en los momentos de tranquilidad. 

From Past to Present.

Me estoy acordando, por ejemplo, de From Past to Present, que es una maravilla gracias a su poder de evocación dentro de este universo fantástico. Hay incluso algunos temas compuestos para momentos en los que un bardo toca una canción en una taberna, una de las muchas que hay en Skyrim, algunas de las cuales irradian autenticidad por su fuerte toque medieval. El cuarto CD, por cierto, contiene un solo corte de más de 40 minutos en el que quedan recogidas -esta vez sí- diversas piezas atmosféricas, bastante minimalistas pero igualmente disfrutables para cualquier aficionado al ambient.

Contraportada.

En resumen, lo que podemos encontrar aquí es un magnífico ejemplo de buen hacer musical aplicado al mundo del videojuego, una banda sonora que no tiene nada que envidiar a las de cine -las buenas, me refiero- y que logra lo mismo que las grandes melodías de las películas: que sigamos tarareando un buen rato después de apagada la consola o el ordenador, y que el simple "juego" se convierta en toda una experiencia también en lo artístico. Y lo que es más importante, la mayor parte de los 4 CDs del álbum publicado oficialmente son perfectamente disfrutables aun si nunca vamos a coger el caballo y el hacha para patearnos los caminos Skyrim. Como no he encontrado el álbum en Spotify (os recomiendo buscarlo vía torrent, por ejemplo), cerramos con un par de consecuencias interesantes de Dragonborn en YouTube: