martes, 22 de octubre de 2024

Mychael Danna & Jeff Danna - A CELTIC TALE: THE LEGEND OF DEIRDRE


1. The Prophecy (3:45)
2. The Child Deirdre (4:00)
3. Sons of Uisnach (3:45)
4. Under High Branches (3:09)
5. Loch Etive (3:17)
6. The Vision (5:14)
7. South by Sail (3:03)
8. Defeat of the Red Branch (3:29)
9. The Druid (5:38)
10. The Drowning Plains (4:32)
11. Lament (3:10)
12. Two Trees (3:18)

A Celtic Tale: The Legend of Deirdre (1996) fue compuesto por dos artistas que hoy en día son mucho más conocidos por su labor en las bandas sonoras de cine que por su aportación a la música instrumental contemporánea: los hermanos Mychael Danna y Jeff Danna, el primero de los cuales incluso ganó un Oscar por la BSO de La vida de Pi (2012). No sé si será por los prejuicios que suelen acompañar al género new age (recalco: en sentido amplio), pero es muy difícil encontrar algún apunte biográfico sobre los Danna que mencionen este trabajo. Y no es una simple rareza, ya que se trata de un álbum bastante conocido entre los aficionados a la música instrumental contemporánea.

Jeff Danna (abajo) y Mychael Danna (arriba).

A Celtic Tale es un álbum conceptual, más o menos de corte neoclásico pero con abundante uso de instrumentación celta, sobre la leyenda trágica de Deirdre. Al parecer, esta bellísima mujer era objeto de una profecía según la cual traería la ruina al rey de Irlanda, por lo que éste decidió casarse con ella para tener su destino bajo control. Pero Deirdre se enamoró de un cazador al que vio en el bosque, y huyó con él y con sus hermanos a Escocia para convivir a espaldas del rey. Bajo una falsa promesa de hospitalidad y reconciliación, Deirdre y sus protectores regresan a Irlanda unos años después, con resultados que no revelaré por no destripar el final. La edición española del CD incluía todo el texto de la leyenda estupendamente traducido en el libreto, cosa muy de agradecer. 

The Prophecy

El planteamiento del disco viene a ser como el de una banda sonora para una película, predominando un sonido más o menos sinfónico creado parcialmente con sintetizadores que se adereza aquí y allá con instrumentos tradicionales como el arpa, la flauta irlandesa, la gaita, el violín... Como en una BSO al uso, se desarrollan unas pocas melodías con distintos arreglos a lo largo de todo el álbum. Claro está, no habría tenido sentido que se incluyesen piezas incidentales, sino que los cortes buscan ilustrar musicalmente distintas escenas de la leyenda sin pretender contar la historia de manera pormenorizada mediante recursos musicales. Es un trabajo centrado más en la evocación que en la narrativa pura. 

The Druid 

Llama la atención, como se señaló en el acertado análisis realizado al álbum en el blog Solsticio de invierno, el que Mychael y Jeff Danna no tengan raíces irlandesas, sino que sean canadienses de herencia italiana. Un giro cultural así se explica fácilmente si recordamos que, a mediados de los años noventa, la música celta vivió un momento de esplendor comercial enorme, superando por momentos el tirón de la escena pop-rock más convencional. Y todo el mundo se subió al carro. Se lanzaron decenas de recopilatorios (por ejemplo, los navideños-celtas de Windham Hill o el anunciado en TV Celtic Heartbeat), aparecieron grupos y solistas a montones (recordemos a The Corrs, por ejemplo) y artistas de la "periferia" céltica sacaban a pasear su herencia (Voyager, de Mike Oldfield). Por no hablar de la segunda juventud de bandas como The Chieftains, Clannad, Capercaillie, Nightnoise o los franceses Gwendal, y la gran oportunidad de solistas como nuestro Carlos Núñez. Se supone que el gran tirón celta lo proporcionó el éxito del espectáculo de música y baile Riverdance, de sobra conocido, aunque el propio auge de la new age que llevaba una década en ascenso (pensemos en las discografías de Enya y Loreena McKennitt, que poseen elementos celtas explícitos) y películas como Braveheart debieron hacer su parte del trabajo. Dos italocanadienses contando una leyenda irlandesa con flautas y gaitas no fue demasiado raro. 

Contraportada del CD en su versión narrada.

No se puede decir que A Celtic Tale tenga el nervio de esas piezas de baile celta con taconeo que tanto se pusieron de moda en los escenarios, ya que se trata de una obra bastante introspectiva. La primera mitad del álbum sí que tiene un espíritu folk más o menos lúdico, pero la segunda mitad (cuando la leyenda de Deirdre se pone trágica) se vuelve más solemne. Llama especialmente la atención el tema The Druid, bastante atmosférico. No hay que olvidar que esta obra fue publicada por el sello de música ambiental y contemplativa Hearts of Space, cuya ramificación celta adoptó el simpático nombre de Hearts O'Space. Es un álbum para el que, además, se eligió una muy acertada pintura de Dante Gabriel Rosetti como portada, con ese toque lánguido y un tanto decadentista.

A pesar del bombardeo de música celta de entonces y el poco espacio que quedaba para que cada buen trabajo sacara la cabeza por encima del montón, A Celtic Tale tuvo el éxito suficiente como para dar lugar a una secuela, A Celtic Romance: The Legend of Liadain and Curithir (1998), de la que también hablaremos más adelante. Y también existe una versión narrada en inglés de A Celtic Tale con el fuerte acento escocés de la locutora de radio Fiona Ritchie, del que he intregrado el anterior enlace a The Druid.

viernes, 4 de octubre de 2024

Pink Floyd - PULSE


CD 1

1. Shine On You Crazy Diamond (13:35)
2. Astronomy Domine (4:20)
3. What Do You Want from Me (4:10)
4. Learning to Fly (5:16)
5. Keep Talking (6:52)
6. Coming Back to Life (6:56)
7. Hey You (4:40)
8. A Great Day for Freedom (4:30)
9. Sorrow (10:49)
10. High Hopes (7:52)
11. Another Brick in the Wall (Part Two) (7:07)

CD 2

1. Speak to Me (2:30)
2. Breathe (2:33)
3. On the Run (3:47)
4. Time (6:46)
5. The Great Gig in the Sky (5:52)
6. Money (8:54)
7. Us and Them (6:57)
8. Any Colour You Like (3:21)
9. Brain Damage (3:45)
10. Eclipse (2:37)
11. Wish You Were Here (6:35)
12. Comfortably Numb (9:29)
13. Run Like Hell (8:36)

La controversia sobre si Pink Floyd debió seguir adelante tras la marcha de Roger Waters no acabará nunca. La formación como trío, con David Gilmour, Nick Mason y Richard Wright, nos dejó dos álbumes de estudio (tres si contamos el experimento a base de descartes que fue The Endless River), a mi juicio bastante buenos, pero que no todo el mundo aprecia por igual. Por fortuna, creo que sí hay prácticamente unanimidad a la hora de valorar los dos álbumes en directo que publicaron: Delicate Sound of Thunder (1988) y este Pulse (1995), que se encuentran en lo más alto de la selecta lista de los mejores trabajos en directo de la historia del rock. ¿Cómo pueden ser tan apreciados dos álbumes que, en teoría al menos, corresponden a las giras mundiales que se realizaron para promocionar estos dos discos de estudio que no gustan a todo el mundo?
 
Gilmour (arriba), Mason (derecha) y Wright (abajo). De Hipgnosis.

Recuerdo que compré Pulse bastantes años después de su publicación, entrados los 2000, en una época en que mi única fuente de ingresos eran unas horillas semanales de clases particulares de inglés. Tenía que ahorrar varias semanas para cada compra de este tipo en la recordada revista de venta por correo Discoplay, y Pulse no era precisamente barato. Indocumentado de mí y sin acceso a Internet en casa (como casi todo el mundo), pensé que era un recopilatorio y me tiré a la piscina, intentando escuchar por fin los grandes éxitos de aquellos Pink Floyd de los que apenas conocía un par de canciones.
 
 ¿Alguien más recuerda el anuncio del búho?
 
Me alucinó ver brillar la bombillita roja del lomo del estuche (cuyo "pulso" hace referencia al título del álbum) y la calidad de las fotos del libro del interior, pero me dejó chafado la pegatina que incluía la palabra "live". Con la hucha vacía y pocos ánimos de quejarme, puse el disco y aluciné. La respuesta a la pregunta que planteé antes queda aquí respondida: el sonido. Me explotó la cabeza, y eso que escuché Pulse en una sencilla minicadena con dos altavoces.
 
 Astronomy Domine

Es difícil de explicar cómo se consigue un equilibrio perfecto entre el sonido ambiente monumental de una sala de conciertos gigantesca con la nitidez cristalina, de cada instrumento. Al parecer, el disco se grabó con un sistema llamado QSound que lograba un efecto de audio tridimensional pese a tratarse de un registro sonoro en estéreo. No es una de estas grabaciones de conciertos que suenan regular pero que gustan a los fans porque transmiten fuerza o carisma, o que se valoran más por su carácter histórico que porque la experiencia auditiva sea la mínima deseable. No. En este caso, vamos un paso más allá de lo logrado en el también tremendo Delicate Sound of Thunder, ya que este Pulse, en términos de puro disfrute sensorial, está -y aquí me tiro a la piscina- en el top 3 de los mejores discos en directo de la historia de la música popular. 
 
 
Una de las muchas fotografías del librillo del interior del estuche.

La gira en la que se grabó Pulse fue la que siguió al lanzamiento de The Division Bell. En ella se interpretaron casi todos los temas de susodicho álbum, además de una selección de grandes éxitos de la banda. Se centró sobre todo en sus discos míticos de los setenta, aunque se coló una muy afortunada versión de Astronomy Domine, así como un par de temas del relativamente reciente A Momentary Lapse of Reason. Suenan impresionantes algunos temas como Learning to Fly o High Hopes, que ya habían sido concebidos desde el principio para impresionar al público en los estadios, pero del primer CD se llevan la palma el inicial Shine On You Crazy Diamond, verdadera apoteosis de lo cósmico, y las grandilocuentes Coming Back to Life y A Great Day for Freedom. Las grabaciones provienen de los conciertos en el Earls Court de Londres, en Cinecittà (Roma), en Festa de l'Unita (Módena), en el Niedersachsenstadion (Hanover) y en el Stadio Delle Alpi (Turín).
 
 Un ensayo de A Great Day for Freedom.

El segundo CD tiene mucha miga, ya que comienza con una interpretación íntegra y muy dinámica de The Dark Side of the Moon. El disco de 1973 suena moderno, fresco, atemporal. Sólo por este tramo ya merece la pena hacerse con una copia de Pulse, y todavía queda la traca final: Wish You Were Here, Comfortably Numb y una atronadora Run Like Hell a modo de fin de fiesta, para acabar de quemar la pólvora. Las ediciones en casete y vinilo incluían One of These Days, y sólo en casete se encontraba también Soundscape, un tema atmosférico que servía de antesala a los conciertos de la gira, mientras el público se iba acomodando.
 
El arte conceptual del librillo que contiene los CDs es espectacular.
 
Además de en doble CD, doble casete y un vinilo cuádruple carísimo, Pulse también se publicó en una edición en vídeo VHS y laserdisc en el mismo 1995. La filmación corresponde al concierto en el Earls Court, un espacio enorme en el que se desplegó el show de rayos láser a todo tren. El escenario emula vagamente un ojo humano cuya pupila corresponde a una pantalla circular parecida a la que se usó en la gira anterior, en la que se proyectan muchos de los vídeos con diseños del estudio Hipgnosis (Storm Thorgerson) y con dibujos animados de Gerald Scarfe para temas clásicos de la banda. 
 
Las ediciones en DVD y BluRay.

La lista de temas no es idéntica, ya que en el vídeo no están Astronomy Domine, What Do You Want from Me, A Great Day for Freedom ni Hey You, pero sí que se interpretan Take It Back y One of These Days. En esta última se recurrió al icónico cerdo hinchable convertido aquí en jabalí, supongamos que para que Roger Waters no montara un pollo. La posterior versión en DVD del concierto, publicada en 2006, es mucho más nítida y contiene extras. Pero la palma se la lleva la versión en bluray de 2022, que repetía el diseño del estuche con bombillita en el lomo que la edición en audio ya había dejado de incluir hacía tiempo. Existe también una versión abreviada del concierto, de hora y media, para su emisión en TV y en streaming.
 
Un montaje de fotos de los músicos del concierto.
 
Además de Pink Floyd (David Gilmour, Nick Mason y Richard Wright) intervienen el percusionista incansable Gary Wallis, el saxofonista Dick Parry, el bajista Guy Pratt, el teclista y vocalista ocasional John Carin, el guitarrista Tim Renwick y las cantantes Sam Brown, Durga McBroom y Claudia Fontaine, que brillan especialmente en The Great Gig in the Sky. Ejercen de productores David Gilmour y James Guthrie, que pulió un poquillo la afinación de alguna nota suelta de la grabación. Al parecer, en el anterior Delicate Sound of Thunder se tuvo que regrabar algún que otro tema en estudio a modo de falso directo, pero en Pulse no fue necesario. Un álbum magnífico, imprescindible para seguidores de Pink Floyd y más que recomendable para cualquier aficionado al rock progresivo/psicodélico. Pongo el concierto completo en su versión para YouTube, liberada durante la pandemia para hacer más llevadero el confinamiento.