domingo, 27 de mayo de 2018

Robert Reed - SANCTUARY III


CD 1

1. Sanctuary III Part 1 (21:12)
2. Sanctuary III Part 2 (20:44)

CD 2

1. The Moonsinger Suite (Chimpan A Remix) (22:24)
2. Troy's Lament (3:17)
3. Perpetual Motion (3:44)
4. El Paso (3:04)
5. Moonsinger Rising  (2:18)
6. Sanctuary III Part 1 (Tom Newman Mix) (21:28)
7. Sanctuary III Part 2 (Tom Newman Mix) (20:39)

Sanctuary III (2018) está marcado por una diferencia fundamental que existe entre su autor Robert Reed y el alma mater de la ya trilogía, Mike Oldfield: que Oldfield sólo sigue publicando álbumes, a su ritmo, en parte para matar el gusanillo de su creatividad, en parte para mantener un nivel de vida de yates, chalets y champán en la piscina, mientras que Reed come de lo que vende. Llena la nevera y pone gasolina en su coche con su música, y no creo que alguien que sigue publicando en Bandcamp pueda permitirse el lujo de esperar demasiado antes de volver a lanzar un álbum. Pienso que casi todos los defectos de Sanctuary III se deben más a las prisas por publicar que a su naturaleza plenamente asumida de pastiche.

Robert Reed en una imagen promocional.

Empecemos por lo positivo. Con franqueza, creo que este nuevo trabajo funciona bien en la línea de lo que venimos pidiendo a Reed desde el anterior Sanctuary II (2016), esto es, que su sonido vaya desligándose del patrón Oldfield. Aquí tenemos otra vez dos suites de estilo rock progresivo instrumental, pero cada vez cuesta más identificar los fragmentos-homenaje (que los hay), mientras que encontramos cada vez más piezas totalmente originales, cuando no ajenas del todo a lo que en su día fueron Tubular Bells, Hergest Ridge, Ommadawn... Por ejemplo, hay una creciente vocación coral en Sanctuary III que nunca hemos encontrado en Oldfield y que a ratos hace pensar en algo parecido a Adiemus. La presencia vocal del trío Synergy va creciendo en cada entrega. También hay fragmentos de gaita muy celtas, muy puristas, un texto recitado por Les Penning (que por supuesto toca la flauta también), la bella pero breve voz solista de Angharad Brinn y un curioso pasaje de voz lírica que funciona de maravilla. Domina buena parte del álbum un agradecido tono lúdico muy rítmico (Simon Phillips repite a la batería), deliberadamente intrascendente, que busca más el disfrute que la fidelidad a un estilo. 

Portada (simbólica) del segundo CD, que puede adquirirse por separado en su edición digital.

Lo malo de Sanctuary III es que se percibe la falta de cuidado en la composición, en este caso muy entrecortada, lejos del perfecto y trepidante fluir del primer Sanctuary. En muchos casos, ambas suites del álbum están construidas a base de momentos de clímax demasiado apretujados, poco emocionantes por su abundancia y por no haber ido construyéndose al ritmo adecuado. Cuando Robert Reed toca la guitarra eléctrica, además, sí que percibimos el sonido Oldfield, aunque casi todos estos momentos responden a esto que llaman "fanservice". No están del todo bien integrados y resultan un pelín invasivos. Apostaría a que Reed, que es un estudioso de lo suyo, ha intentado que de algún modo Sanctuary III recuerde a las colaboraciones que en su día grabaron Oldfield y David Bedford. La segunda versión de Moonsinger Rising, en el segundo CD, atestigua la influencia. La impresión general es que quizá Reed debería haber dejado pasar más tiempo para madurar sus ideas.

Contraportada

Guitarra aparte, quizá donde más se percibe el canon Oldfield es en el segundo CD, el de los extras. Además del acostumbrado remix de Tom Newman, aquí se recoge algún tema (Moonsinger Suite) que recuerda al Oldfield tardío, el de Ibiza y el chill out, pese a que quiere parecerse a The Songs of Distant Earth. Debe ser amor incondicional el de Reed hacia su ídolo, considerando que esta época no es la más valorada por los fans. Brilla por su originalidad algún temilla western al estilo de The Shadows (¿o será Return to Ommadawn?), pero, en general, el segundo CD es una colección de retales y experimentos más que otra cosa, desde un temilla que recuerda a la intervención de Paddy Moloney en Ommadawn (Troy's Lament) a otro en la línea bastante obvia de Incantations (Perpetual Motion). Demasiado evidente todo.

Un extracto de la primera parte.

Un mini-clip promocional.

No será raro encontrar un Sanctuary IV para la primavera de 2020, pero yo rogaría a Robert Reed que se tome su tiempo, que pueda demostrar del todo su brillante y ya indiscutible talento para la melodía. Si se sosiega el ritmo de publicación de estos álbumes quizá lleguemos a disfrutar de algo verdaderamente grande, y puede que incluso logremos escribir un análisis que no consista en un 75% en compararlo con un artista más veterano y del todo consagrado.

viernes, 11 de mayo de 2018

Klaus Schulze - TRANCEFER


1. A Few Minutes After Trancefer (18:20)
2. Silent Running (18:57)

Klaus Schulze no posee precisamente una discografía accesible para el principiante. Sus álbumes suelen ser bastante áridos, en el sentido de que constan en general de pocos temas, largos y muy escasamente melódicos. Su principal cualidad es el efecto hipnótico que se llega a lograr mediante la inmersión en sus complejas texturas y sus ritmos que cambian lenta y sutilmente. Su estatus entre los grandes de la "electronic music" es indiscutible, aunque es justo decir que muchos aficionados (incluso algunos bien curtidos) encuentran su obra un tanto repetitiva y su leyenda personal un poco exagerada. Yo suelo disfrutar de sus álbumes, aunque es verdad que no suelo escucharlos con mucha frecuencia.

Contraportada

Trancefer (1981) es uno de los discos de Schulze que escucho más a menudo. Que yo sepa, no está entre sus obras más esenciales, y en más de un sentido transmite la habitual sensación de que que surge de una de tantas sesiones de improvisación espontáneas a las que Schulze pone nombre y publica como álbum. Pero tiene un sentido del ritmo muy acusado (se encarga de las percusiones Michael Shrieve) y su dinamismo es contagioso. También ayuda el que sea uno de los trabajos más breves del músico berlinés. Breve pero intenso, podríamos decir.

A Few Minutes After Trancefer

Trancefer es el segundo trabajo de Schulze interpretado con sintetizadores digitales tras Dig It (1980), y pese a que tanto por las fechas como por el tono muy modernizado del conjunto podría enmarcarse en una era musical posterior, permanece fiel al estilo de la Escuela de Berlín. Como en otros muchos de sus álbumes, el violonchelo (en este caso de Wolfgang Tiepold) aporta el necesario componente cálido frente a la atmósfera cósmica del teclado Yamaha CS-80.

Silent Running sobre imágenes de la película.

Y poco más hay que decir. En todo caso, vale la pena mencionar que el segundo tema está inspirado por la película Naves misteriosas (Douglas Trumbull, 1972), lo que vuelve a demostrar que Klaus Schulze es un gran aficionado a la ciencia ficción. También es interesante saber que, previo al lanzamiento del álbum, se publicó una versión del mismo grabada a menos revoluciones (33 por minuto), que además estaba mezclada de un modo ligeramente distinto. La edición expandida en CD disponible actualmente incluye ambas versiones del álbum.