lunes, 29 de febrero de 2016

Esa musiquilla en mi cabeza, capítulo 4: "THE LONELY SHEPHERD"

Suena la flauta. Tres notas. Levantamos la cabeza y nos enderezamos como lo harían ovejas que paciesen en un prado, alertadas. Después suenan, a lo lejos, unos arreglos de cuerda. Vuelve la flauta y comienza la melodía de The Lonely Shepherd, "El pastor solitario", y para cuando entra la batería con su ritmo de salón de baile lento, ya estamos sumergidos en una colorista -y francamente entrañable- fantasía kitsch.

Tras una breve introducción de James Last, entra Zamfir y comienza el tema.

El año pasado nos dejó el que era considerado rey de la música ligera, el alemán James Last, un hombre que consiguió el equilibrio perfecto entre director de orquesta y showman de la era pop. Aunque en España tuvo su espacio en los setenta y ochenta, por ejemplo en expositores de cintas de gasolinera, hay que decir que en el norte de Europa fue un verdadero fenómeno popular gracias a sus innumerables versiones instrumentales de temas de todo tipo, con un sonido entre la orquesta clásica y la big band, lo mismo atacando valses de Strauss que, últimamente, versionando a Lady Ga Ga.

James Last

En una época en la que la música instrumental era considerada como una simple variante meliflua de la música vocal, orquestas afamadas como la de Last se permitían algunos pequeños experimentos con lo étnico, a veces bordeando algo que podríamos calificar de proto-new age. En el caso de The Lonely Shepherd, gran parte del mérito se lo debemos a Gheorghe Zamfir, un virtuoso de la flauta de pan que en este caso tuvo el papel protagonista. 

Portada de Memories of Russia.

No solamente alcanzó un gran éxito acompañando a James Last en una larga gira, sino que, con el tiempo, ha llegado a ser muchas veces identificado como autor absoluto de The Lonely Shepherd. También escuchamos su música en la película de Sergio Leone Érase una vez en América (Once Upon a Time in America, 1984), como parte de la maravillosa banda sonora de Ennio Morricone. Erroneamente, y volviendo al tema que nos interesa hoy, suele pensarse que el tema del pastor está conectado con el mundo andino (por aquello de la flauta), pese a que Zamfir es nativo de Rumanía.

Gheorghe Zamfir

En cualquier caso, debe quedar claro que el tema que nos ocupa es obra de James Last, que apareció por primera vez en el álbum Memories of Russia (1977), que su título original en alemán es Einsamer Hirte y que, como muchos recordaremos, alcanzó una popularidad inusitada gracias a su utilización muy acertada en la película Kill Bill Volumen 1 (2003) del gran reciclador Quentin Tarantino. ¿Tendría algo que ver la presencia de Zamfir en la música de Karate Kid (1984) para que Tarantino incluyese The Lonely Shepherd en otra película con artes marciales? Dicen que el director escuchó el tema por primera vez mientras comía con amigos en un local de comida rápida, donde sonaba por megafonía.

Aquella escena de Kill Bill.

domingo, 21 de febrero de 2016

Electronica 2 de Jean-Michel Jarre, el 6 de Mayo.

Ya está prácticamente listo para su publicación Electronica 2, la segunda parte del interesante álbum ecuménico de Jarre, mitad tributo a la electrónica de ayer y hoy, mitad autobombo. En este caso lleva el título de The Heart of Noise ("El corazón del ruido"), en referencia al manifiesto de Luigi Russolo de 1913 en el que se oficializaba la idea de utilizar ruidos de máquinas para hacer música. No confundir con el grupo británico The Art of Noise, cuyo nombre se basa en lo mismo. Tenemos portada, que recuerda peligrosamente a una bola de discoteca:


Entre los colaboradores están nada menos que Pet Shop Boys, Gary Numan, Hans Zimmer, Primal Scream, The Orb y Cyndi Lauper (a quien yo creí preservada en salmuera desde que los Goonies empezaron el instituto), amén de unos cuantos otros músicos de renombre en la escena electrónica-dj-discotequera actual. Una colección muy prometedora, aunque mientras no escuche el disco al completo no tendré claro si existe un motivo particular para separar los contenidos de los dos volúmenes del proyecto bajo títulos distintos.

Mismamente en la Wikipedia podemos ver ya la lista de temas y colaboradores, y en la página oficial del músico se puede ir reservando el paquetazo deluxe para fans. Por cierto, no sé muy bien qué ha pasado con aquella supuesta colaboración con David Lynch, porque de momento no figura en los créditos. ¿Podría estar en alguno de esos temas que aparece en la lista sin especificar su autor? ¿Se lo están reservando para otra cosa? Cualquier información al respecto será bienvenida en los comentarios. Un trailer promocional:


Solo me queda decir, y esto es más fantasía que otra cosa, que de momento nos quedamos sin una posible y soñada colaboración de Jarre con Oldfield o Vangelis. No es hablar por hablar, ya que el francés ha comentado no hace tanto tiempo que algo así entraba dentro de lo posible.

domingo, 14 de febrero de 2016

Vangelis - LA FÊTE SAUVAGE


1. La Fête Sauvage (39:22)

Solo los verdaderos fans de Vangelis llegan a hacerse una idea de lo complicado que es hacerse con toda su discografía. Y no me refiero al asunto aquel de conseguir todos los bootlegs y/o grabaciones no oficiales que circulan por ahí, sino a la discografía oficial. Hay unos cuantos trabajos del griego que sencillamente no existen en CD y alcanzan precios estratosféricos en vinilos lanzados hace cuarenta años (pensemos en Sex Power o su poema sinfónico sobre el 1968 en París), y otros que, existiendo teóricamente en disco compacto, no se reeditan desde hace décadas (Earth, Invisible Connections, Mask) y son objeto de persecución cartera en mano, bien en tiendas de viejo online, bien a cargo de modestas empresas que los "reeditan" más o menos por encargo y de manera ilegal. 

Contraportada

Un caso aparte es el de La Fête Sauvage (1976), que ha conocido una cantidad enloquecedora de ediciones distintas, y que en muchos casos ha ido acumulando fiascos. Lo complicado aquí no es solo encontrar el disco, sino encontrar una edición que sea fiel a la obra tanto en la calidad de su sonido como en el mantenimiento de sus contenidos musicales originales. Luego comentaremos algo más al respecto, pero vayamos a la música.

Una promo del documental restaurado, con su tema central.

La Fête Sauvage ("La fiesta salvaje") es una de las muchas bandas sonoras que compuso Vangelis Papathanassiou para filmes documentales de Frédéric Rossif. La propia película tiene cierto renombre y ha sido objeto de una reciente restauración. En su momento el griego tuvo a bien que su música se publicase en disco, cosa que sucedió en uno de los momentos más ricos de su carrera como compositor, nada menos que entre los lanzamientos de Albedo 0.39 y Spiral, dos de sus clásicos en la línea pionera de la electrónica cósmica. Su grabación, eso sí, fue inmediatamente posterior a la de Heaven and Hell. Puede objetarse que La Fête no es un disco tan bello y perfecto como L'Apocalypse des animaux (1973), otra partitura para Rossif con la que ésta guarda lógicas semejanzas, pero sí que es exactamente la clase de obra que se beneficia de la magia un tanto primitiva del sonido de su época. El ingeniero de sonido fue Keith Spencer Allen y la grabación tuvo lugar en los estudios Nemo londinenses.

Una portada alternativa.

Fascinante es el mejor calificativo que podemos utilizar para describir la escucha de La Fête Sauvage en situación de placidez y tranquilidad. No es un disco nada complicado en su sonido, ya que su primera mitad, quitando un poderoso tema inicial muy propio de un safari, es una sucesión de cánticos tribales y percusiones africanizantes con poco alarde de sintetizador y un interés más bien ambiental o atmosférico; y la segunda mitad (téngase en cuenta que ninguna de sus ediciones separa el álbum en temas propiamente dichos, si acaso en "partes 1 y 2") consiste casi del todo en variaciones sobre una única melodía. ¡Pero qué melodía! Vangelis consigue aquí uno de sus fraseados musicales más hermosos y dulces, gracias en parte a la voz sutil de Vana Veroutis. Suele considerarse como un "tema de amor", aunque no sé muy bien cuál es su significado en el contexto de un documental de animales, más allá de alguna escena de apareamiento en la sabana.

Otras dos portadas.

Lo que decíamos: no hay mucha filigrana compositiva tras La Fête, y esto lo relega a menudo al lugar de un trabajo menor en la discografía de Vangelis. Lo que lo hace tan especial es su sonido muy lavado, no del todo nítido, con esa untuosidad especial que caracteriza la obra del músico, y que en los mágicos setenta daba lugar a paisajes sonoros medio cósmicos, medio melancólicos, que hoy se traduce en pinchazos de puro placer en nuestros vellos corporales. 

Como muestra, un ejemplo.

Trabajo de chinos es intentar hacerse con todas las ediciones disponibles del álbum y sus diversas portadas. Y más complicado es dar con alguna edición que suene bien, ya que hay incluso una que sustituye por error su segunda mitad por la de Entends-tu les chiens aboyer?, también conocida como Ignacio. Otra prueba más, en fin, de lo fácil que es maltratar a la música instrumental, sobre todo con la tranquilidad que da saber que el público mayoritario no está interesado. Ellos se lo pierden.

lunes, 8 de febrero de 2016

Yanni - LIVE AT THE ACROPOLIS


1. Santorini (6:57)
2. Keys to Imagination (7:35)
3. Until the Last Moment (6:37)
4. The Rain Must Fall (7:24)
5. Acroyali / Standing in Motion (Medley) (8:51)
6. One Man's Dream (3:36)
7. Within Attraction (7:46)
8. Nostalgia (5:46)
9. Swept Away (9:22)
10. Reflections of Passion (5:22)

Uno de los mayores éxitos comerciales de la música new age es, sin sombra de duda, Live at the Acropolis (1994), el famoso doble LP en directo del músico griego Yanni. Grabado en el anfiteatro ateniense de Herodes Ático en 1993, Live at the Acropolis es especialmente célebre gracias a su emisión en varias ocasiones en la PBS (la televisión pública estadounidense) y a su edición en vídeo doméstico, todo un best seller musical que batió récords de ventas.

Yanni subrayó en varias ocasiones el personal placer que supuso para él regresar a su Grecia natal (su carrera estaba ligada sobre todo a norteamérica) para este evento tan notable, y desde entonces se ha dado el gusto de celebrar otros conciertos multitudinarios en lugares emblemáticos. Se hizo acompañar el teclista por la Royal Philharmonic Concert Orchestra y por otros instrumentos como el bajo y la batería, lo que proporciona una interesante amplitud de sonido a composiciones que en algunos casos bien podrían haber surgido directamente de un sintetizador. El mayor mérito logrado por Yanni en este sentido es acercar la new age a lo que se conoce como música neo-clásica, gracias a los matices románticos que aporta la orquesta. No obstante, y pese a que el público yanqui es bastante receptivo hacia la música instrumental suave (ellos la llaman "easy listening"), parece que en el caso de Yanni se ha hecho necesario en muchas ocasiones una justificación, o más bien una excusa, para vencer cualquier posible recelo ante este estilo musical que tanta gente sigue considerando de segunda categoría. Hablamos de eso que llaman el "efecto Mozart", y que, por mucho que tenga ciertos fundamentos psicológicos que no pienso negar, al final es un modo de dar una seriedad impostada a piezas musicales que de otro modo corren el riesgo de quedar relegadas a ascensores de centros comerciales y salas de espera de dentistas.

Y sería una pena, porque la música que interpretaron Yanni y su ensemble en aquel septiembre ateniense se sostiene por sí misma, sin que tenga que venir un experto extramusical a recomendarla como si fuese un remedio homeopático o una forma de hacer que tu bebé te salga ingeniero. Vale que es música no agresiva, dulze -dulzona a veces- y más o menos sentimental, pero hay en toda la obra un excelente trabajo compositivo que abarca un gran abanico de sonidos y colores musicales. Los temas desprenden energía y cierta grandiosidad no del todo vacua, y el ambiente general que se desprende del visionado del concierto en vídeo hace comprender el porqué de su éxito popular. 

Santorini

El álbum comienza briosamente con la ágil Santorini, que combina con equilibrio fragmentos de teclado con arreglos sinfónicos. Keys to Imagination aporta algo de pausa en su comienzo, así como un levísimo toque a lo big band y sutiles matices orientalistas a base de flautas, cuerdas y percusiones, aunque recupera a ratos el nervio del primer tema. Until the Last Moment y su piano son puro romanticismo new age muy bien entendido, un tema digno de la mejor música para el cine. The Rain Must Fall posee unos ritmos y una atmósfera mucho más contemporáneos, con fragmentos al bajo que parecen -o son- completamente improvisados, casi propios de un jazz sencillo. El espectacular Acroyali / Standing in Motion es uno de los temas más conocidos del disco, ya que ha sido utilizado en varias campañas de publicidad. Es el tema del álbum del que se dijo que poseía el famoso efecto Mozart, aquello de que el cerebro es capaz de predecir qué notas van a sonar a continuación y se nos enriquecen con ello las neuronas. One Man's Dream incide en el romanticismo neo-clásico, otra vez con una inspirada melodía muy evocadora. 

Llegados a este punto, parece que se busca una alternancia de lo íntimo y lo rítmico, porque el siguiente Within Attraction incide en lo segundo, otra vez con el violín desbocado de Shardad Rohani y sabor mediterráneo. Más grandilocuente que íntima resulta ser Nostalgia, pese al protagonismo del piano solista. Swept Away es puro easy listening por su ritmo de batería muy acusado y su ambiente urbano. Seguramente sea el único tema del álbum en el que la orquesta sinfónica no termina de estar bien integrada en el conjunto. Más romanticismo sentimental nos espera para cerrar el disco con Reflections of Passion. Lo cierto es que, una vez superada la grata sorpresa inicial, la segunda mitad de este largo trabajo suena un poco rutinaria, y esto es injusto, porque no hay una verdadera merma de la calidad musical de los últimos temas. Quizá sea uno de esos discos que funcionan mejor si se escuchan por tramos y no de un tirón.

Resumiendo, Live at the Acropolis no solamente es una estupenda obra en la mejor línea de la new age comercial en sus años de esplendor, sino que es bastante recomendable para iniciarse -o iniciar a otros con nuestra recomendación- en el mundillo de la música instrumental contemporánea más accesible. No soy un seguidor acérrimo de Yanni ni de la new age, pero es un título cuya escucha siempre me resulta muy agradecida.