1. Dreaming of the Crash (3:55)
2. Cornfield Chase (2:06)
3. Dust (5:41)
4. Day One (3:19)
5. Stay (6:52)
6. Message from Home (1:40)
7. The Wormhole (1:30)
8. Mountains (3:39)
9. Afraid of Time (2:32)
10. A Place Among the Stars (3:27)
11. Running Out (1:57)
12. I'm Going Home (5:48)
13. Coward (8:26)
14. Detach (6:42)
15. S.T.A.Y. (6:23)
16. Where We're Going (7:41)
Una de las películas más esperadas de la temporada es Interestelar, el guión de ciencia-ficción que Steven Spielberg fue aplazando año tras año hasta que se deshizo de él, pasándoselo -creo que acertadamente- a Christopher Nolan. Podemos encontrar críticas de todo tipo sobre la película, desde las que las consideran el trabajo más redondo de su director a los que la ven como un producto algo sensiblero y dependiente de un giro final que no sorprende demasiado. En mi opinión, y conste que no quiero extenderme en críticas de cine que no vienen al caso, Nolan ha hecho otra buena película en la que, al querer abarcar demasiado (siempre pretende realizar la película DEFINITIVA) deja en paños menores algunos aspectos, como quien por taparse la cabeza tira de la sábana y se le quedan los pies al aire.
En línea con lo anterior, debemos plantearnos si la banda sonora compuesta por Hans Zimmer es la cabeza caliente o los pies fríos de Interstellar, y al final es probable que lleguemos a la conclusión de que todo depende del nivel cultural y del nivel de exigencia del espectador. ¿Funciona la música de Zimmer en combinación con las imágenes de la película? Absolutamente sí. ¿Es esta BSO una obra musical tan estupenda y brillante como han proclamado muchos? Puesssss... Para el 99% del público que desconoce la obra de Philip Glass, posiblemente sea un trabajo original y sorprendente, pero el 1% restante se quedará pensando por qué un tío con talento como Zimmer tiene que recurrir -y no por primera vez- a la música de otros.
Hans Zimmer
Nadie ha dicho que un compositor no pueda inspirarse en otros, ya que la misma historia de la música no deja de ser un constante tira y afloja entre lo que cada nueva generación de músicos recuperan o desechan de sus predecesores. Si nos centramos en la música para películas, los más grandes de siempre también tienen sus fuentes más o menos rastreables, por lo general pertenecientes a la franja amplia que va desde Beethoven a Stravinsky, y sobre todo al romanticismo del siglo XIX. Pero es una cuestión de inspiración, de aprendizaje, mientras que lo que ha hecho aquí Hans Zimmer es poco menos que maquillar la partitura del documental Koyaanisqatsi (1984) y adaptarla a la grandilocuencia espacial de Nolan. Casi podríamos afirmar que Zimmer se ha aprovechado de su certeza -sospecho que muy aguda- sobre la paupérrima cultura musical de la inmensa mayoría del público palomitero. Viniendo del impulsor de toda una asociación de músicos que realizar composiciones "genéricas" y sin personalidad para colocárselas al mejor postor, no creo que esté yo pecando de malpensado.
Uno de los carteles de Interstellar.
Y es una pena que el conjunto quede empañado con referencias a Glass por doquier, tanto en texturas como en fraseados melódicos (I'm Going Home), ya que en Interstellar hay temas muy buenos (comenzando por el inicial y atmosférico Dream of the Crash, o el que podríamos considerar segundo tema estrella, el de Stay) que, bien desarrollados, podrían haber dado para realizar una partitura totalmente original, sólida y meritoria. La labor de Zimmer en lo que se refiere a las texturas de su música es impecable, en algún caso recurriendo tanto a la electrónica que parece haber querido volver a sus orígenes, cuando los sintetizadores eran su instrumento predilecto. Toda la banda sonora fue compuesta en unas condiciones muy especiales, con el músico trabajando a ciegas a partir de una idea muy vaga sobre padres e hijos que le sugirió Nolan en una nota mecanografiada. Parece ser que, partiendo de este enfoque inicial, y basándose en su propia experiencia como padre, Zimmer compuso un tema principal en un solo día (imagino que las notas de órgano "glassianas") y lo desarrolló hasta el punto de tener la música acabada antes de que el director rodase muchas de las escenas en las que sería utilizada.
Cornfield Chase
Stay
En general, las piezas que componen el álbum son más ambientales que rítmicas, y de hecho no hay mucho material que suene claramente incidental, ni siquiera en escenas de acción, donde se recurre (como en Cornfield Chase) a diversas variaciones de la tonadilla minimalista para órgano de iglesia que ya hemos comentado. La idea es fusionar del todo música e imágenes, de modo que, aun tratándose de piezas musicales bastante invasivas, responden a las necesidades expresivas de las secuencias. Por ejemplo, en The Wormhole se consigue un estupendo efecto de tensión in crescendo mientras los protagonistas se acercan al agujero de gusano cercano al sonido de maquinaria funcionando, y en Mountains se recurre a un tic-tac de reloj como recordatorio de la relatividad del tiempo, que se acelera al acercarse al agujero negro que en la película llaman Gargantúa, separando cada vez más a Cooper de su hija. Aun así, nunca llega a suceder lo de The Dark Knight Rises, en la que la mayor parte de banda sonora de Zimmer era más una colección de efectos sonoros que música propiamente dicha. Al final, el álbum que nos ocupa es una experiencia bastante agradable en su escucha aislada.
Lo dicho, que es una pena comprobar, en general, aunque quiero pensar que con excepciones, cómo la mayoría de críticos ignoran o han decidido ignorar los truquillos de Zimmer. Para mí al menos, lo peor es que pasará mucho tiempo hasta que pueda volver a escuchar un disco con música de este señor sin estar a la defensiva. Pero quien no se preocupe por los méritos de la autoría de una obra musical, disfrutará bastante con la épica amplitud sonora de Interstellar.