Carl Sagan es generalmente señalado como el divulgador científico más importante del siglo XX. Puede parecer exagerado, pero si atendemos a las ya varias generaciones que han encontrado inspiración en su obra, no creo que estemos faltando a la verdad. Su enconada defensa del método científico y el pensamiento crítico por encima de cualquier clase de superstición, así como su visión cuasi-mística (aunque a él quiza le horrorizaría tal calificativo, con razón) del universo -desde el nivel subatómico hasta los cúmulos de galaxias- debieron empujar a una buena cantidad de niños y niñas de los setenta y ochenta a dedicarse a la ciencia.
Carl Sagan (1934-1996)
Algo tiene su archifamosa serie Cosmos. Un viaje personal (PBS, 1980) que, a pesar de contar con un planteamiento audiovisual ya muy superado por el actual modelo de documental televisivo (véase la espectacularidad del Discovery Channel y similares), sigue embelesando como el primer día, o más. ¿Cuál es su secreto? La sana ambición de Carl Sagan de enseñar como un maestro de los de antes, cautivando con el don de la palabra y ofreciendo un programa interesante para cualquier público. Uno de los elementos más recordados de aquella serie de 13 episodios es su música, cuyas ediciones discográficas pueden considerarse todo un best-seller dentro del amplio abanico de recopilatorios con música instrumental contemporánea, y seguramente una de las bandas sonoras televisivas de más éxito.
Como muchos ya sabéis, la contribución más popular a Cosmos la realizó Vangelis, cuyo sonido setentero electrónico y "cósmico" iba de lujo con los viajes de aquella nave de la imaginación que pilotaba Sagan hacia los más insospechados rincones del universo. El tema que sonaba en la cabecera de Cosmos es un fragmento de la parte final de la cara A del álbum Heaven and Hell (1975), aquella que inspiraría unos años más tarde la melodía de Carros de fuego. No faltan otras piezas indispensables del repertorio más espacial del griego, como Pulstar y Alpha, e incluso suenan pedacitos de Beaubourg y Entends-tu les chiens aboyer?. Además, Vangelis contribuyó con el tema inédito Comet 16 a una edición actualizada de la serie, y la inclusión de este tema en el doble álbum correspondiente convierte a éste en un ítem obligatorio para coleccionistas.
La edición para coleccionistas de Cosmos.
Pero no solo de Vangelis va la cosa, ya que en el álbum de Cosmos también están presentes otros importantes nombres de la "electronic music", como Isao Tomita y su tema The Sea Named Solaris; o el proyecto Synergy de Larry Fast, con el corte Legacy. Hay algunos más.
No obstante, la mayor parte de la música de Cosmos es clásica, con piezas bastante populares -y muy bien escogidas- de gente como Vivaldi, Bach o Rachmaninov. La combinación de este material con obras de pioneros de la electrónica funciona sorprendentemente bien, incluso si tenemos en cuenta que entre unos y otros se cuelan cosas tan diversas como el Aquarius del musical Hair, un tema de Louis Armstrong o piezas étnicas tradicionales de diversos lugares del mundo; y el álbum fluye como un todo gracias a los sampleados de sonidos naturales que sirven como interludios aquí y allá. Cosmos está planteado prácticamente como si de una obra conceptual se tratase, no tanto como una simple antología.
¿Y a qué viene hablar de Cosmos aquí y ahora? A que solo hace tres semanas que se ha estrenado en Estados Unidos una segunda serie documental inspirada en el legado de Carl Sagan y el Cosmos original, titulada Cosmos. A Spacetime Odyssey. Aunque habría estado muy bien si hubiesen vuelto a plantear una paleta musical tan rica como la de la primera serie, este nuevo programa cuenta con una interesante banda sonora del compositor Alan Silvestri, elegido muy probablemente por su magnífico trabajo para la banda sonora de la película Contact (1997), que se basaba en la novela homónima de Sagan. El sonido de ambas obras, Contact y Cosmos, es por supuesto bastante parecido.
Cartel promocional de la nueva serie.
Con esta entrada pretendo recomendar la estupenda música de la serie de 1980, aunque no quiero quedarme corto, y hago extensiva mi recomendación tanto a ambas series de televisión (la segunda recién comenzada y muy prometedora) como a cualquier otra obra relacionada con esa figura emblemática, indispensable, que sigue siendo Carl Sagan.
Así empezaba Cosmos.
¿No es una maravilla?