Portada del estuche con la colección completa, en 5 CDs.
No creo que haya comentado nunca una obra musical que se ajuste de forma tan perfecta al título del blog. Y lo de "obra musical" es aquí más discutible que nunca, considerando que se trata de una grabación de campo realizada por las sondas espaciales Voyager, con arreglos (llamémoslos así) de la NASA.
¿Y qué rayos es esto? Pues se trata literalmente de la música de las esferas que Platón, Cicerón, Kepler o Newton intuyeron desde el punto de vista de la ciencia. La vida imita al arte, y resulta que los planetas emiten ondas que pueden ser registradas como sonidos audibles por el ser humano. Los campos electromagnéticos de las atmósferas, el viento solar, el plasma del vacío interplanetario, las gigantescas mareas de la gravedad en los gigantes gaseosos y sus lunas heladas más allá del cinturón de asteroides... todo ello fue dejando una impronta sonora en los sensores de las sondas Voyager durante las décadas de los setenta y ochenta mientras se aproximaban poco a poco hacia el vacío interestelar, fuera de nuestro Sistema Solar, en el que se encuentran ahora. No perderemos del todo el contacto con ambas sondas hasta alrededor de 2025, y de momento ya han llegado mucho más allá de lo que cualquier ser humano puede siquiera imaginar. Alguien tuvo la feliz idea de editar estos sonidos para crear estas extrañas sinfonías que son el summum total de la música concreta.
Portada del primer CD, en la edición individual. ¿Se vendieron por separado los 5 CDs?
Escuchar las largas grabaciones contenidas en esta colección pone los vellos como escarpias, ya que los sonidos reales del espacio parecen surgir de ese mundo eternamente solitario y abismal con la misma capacidad "relajante" que poseen esos sonidos de ballenas y oleajes que todos conocemos de la new age de toda la vida. Pero aquí los zumbidos, los chasquidos de estática, los vientos que llegan y se van, están producidos por esferas tan enormes que nuestro planeta cabe en su interior varias decenas de veces, por el sutil y perfecto roce que los astros producen al vagar por sus invisibles raíles en el vacío. Sé que me estoy poniendo dramático, pero aseguro que la cosa es para tanto, y para mucho más.
Escuché estas sorprendentes grabaciones gracias al desaparecido blog Zamboni Soundtracks, hace un par de años, y desde entonces he estado preguntándome si debía reseñar en mi página unos álbumes que ni siquiera sabía si los lectores podrían conseguir. He confirmado que Symphonies of the Planets (1992) está descatalogado, pero veo que es muy fácil de descargar en multitud de sitios web, así que os invito a descubrir la colección en su totalidad. Es impagable, e incluso produce vértigo.
El disco de oro de las sondas Voyager.
Como curiosidad, recordar que las sondas Voyager 1 y 2 llevan acopladas en sus carcasas dos placas de oro en forma de disco, con grabados que "envían un saludo" a otras civilizaciones que puedan interceptarlas durante su viaje, idea de un comité científico presidido por Carl Sagan. La curiosidad a la que me refiero es que las sondas contienen también un muestrario de sonidos de nuestro planeta en la otra cara del disco, tanto naturales como musicales (música clásica y étnica, sobre todo, para que esas otras civilizaciones nos conozcan mejor) que se reproducen como un LP convencional, y no deja de ser interesante que el universo, al menos su parte no habitada, ya nos ha enviado a cambio su propia música. En Spotify tienen un buen trozo, y en YouTube puede escucharse buena parte (tal vez la totalidad) de las grabaciones, como por ejemplo esta muestra: