sábado, 27 de febrero de 2021

Mike Oldfield - TUBULAR BELLS III


1. The Source of Secrets (5:35)
2. The Watchful Eye (2:09)
3. Jewel in the Crown (5:45)
4. Outcast (3:49)
5. Serpent Dream (2:53)
6. The Inner Child (4:41)
7. Man in the Rain (4:03)
8. The Top of the Morning (4:26)
9. Moonwatch (4:25)
10. Secrets (3:20)
11. Far Above the Clouds (5:30)

Hay quien menciona su fichaje por la discográfica Warner, quien echa la culpa a sus trabajos chill out de comienzos de este siglo, e incluso quien pone la chincheta en los ya lejanos años ochenta, en el parón que siguió a la publicación de Discovery y The Killing Fields en 1984. Pero si tengo que dar mi opinión, el momento en el que Mike Oldfield hizo algo que convertiría cada nuevo trabajo en un habitual objeto de polémicas y señalamiento popular por parte de algunos, fue cuando tomó la decisión, poco antes de la publicación de su álbum Voyager (1996), de irse a vivir a Ibiza. Esto no tendría por qué haber tenido mayores consecuencias más allá de la curiosidad de que Oldfield fijase su residencia en nuestro país... Pero en 1997 se publicó un inofensivo recopilatorio titulado XXV: The Essential Mike Oldfield y se desató una pequeña tormenta.

Mike Oldfield, en una imagen del libretillo del CD.

Resulta que en XXV, además de una selección poco inspirada de temas de su carrera hasta entonces, había un adelanto del que iba a ser su nuevo álbum, y cuyo título sería nada más y nada menos que Tubular Bells III. No era entonces el mundo como hoy, cuando podemos investigar noticias y datos en la red, y salvo por la existencia de algunos muy buenos fanzines que se basaban en fuentes diversas, no había manera de saber si aquel tema incluido al final del CD era una pieza definitiva, una maqueta, un remix o vete a saber qué. El caso es que el inesperado extracto de Tubular Bells III era un tema tecno de baile prácticamente bakala, muy electrónico y apenas matizado por unas voces feotas, unas notas de guitarra y un riff de teclado que recordaba al del Tubular Bells (1973) original, pero simplificado. La noche ibicenca quizá había convertido a Mike Oldfield en Chimo Bayo. HU-HA. 

El famoso extracto incluido en el recopilatorio XXV: The Essential Mike Oldfield.

Considerando que música como la que hizo famoso a Mike Oldfield era esgrimida por muchos de sus seguidores precisamente como el proverbial opuesto a la morralla discotequera que se estilaba a mediados de los años noventa, muchos no supimos si celebrar que con el nuevo trabajo volvería el gran icono de su discografía o si echarnos las manos a la cabeza. Relajó un poco la tensión la publicación en algunos medios de que Oldfield había contado con "música gallega" en el álbum, lo que indicaba que quizá sí habría espacio para algo más orgánico, más propio de los sonidos que cultivaba el músico. Después resultó que aquella noticia solo era verdad a medias, ya que los contactos con Luar Na Lubre iniciados en los tiempos de Voyager solo consistirían esta vez en un préstamo de su vocalista.


La extraña secuencia de imágenes del interior del libretillo: una fotonovela porno en potencia.

Cuando Tubular Bells III salió finalmente a la venta al final del verano de 1998, se despejaron las dudas. No fue fácil ignorar este lanzamiento, ya que tanto en televisión como en la prensa hubo publicidad masiva, y la radio española que más apoyaba a Oldfield, Cadena 100, ponía piezas del disco cada 15-20 minutos. Radiaron también un especial con una entrevista al músico mientras se analizaba el álbum al completo. Incluso ocurrió algo nada habitual: el concierto de presentación del disco en el Horse Guards Parade de Londres se emitió en directo por La 2 de TVE. Aunque en el Reino Unido no llegó a lo más alto, Tubular Bells III se convirtió en un aplastante número 1 en ventas en España y, en general, funcionó muy bien en lo económico. 

El primer tema que sonó en la radio: Secrets.

No puedo decir que no me guste, pero creo que es el álbum de Mike Oldfield que más rápidamente se "desinfló" para mí entre toda su discografía tras la agradable sorpresa inicial. Lo primero que sentí al ponerlo la primera vez fue alivio, ya que, si bien se mantienen importantes elementos de música discotequera en un par de temas (The Source of Secrets, Secrets), el producto final es mucho menos zafio de lo que prometía aquel dichoso adelanto de un año antes. Después me fui dando cuenta de que, salvo que te pusieras a hilar muy fino, el nuevo álbum de Oldfield tenía de Tubular Bells poco más que el título. 

Contraportada de la edición en vinilo.

Suena el riff en los temas ya citados, y hay por ahí un tema tosco con una voz ruda (Outcast) y otro en el que una voz anuncia el sonido de las campanas (Far Above the Clouds) pero esta secuela tubular no tiene nada que ver con las suites sinfónicas progresivas, complejas y llenas de piezas recurrentes de los anteriores Tubular Bells y Tubular Bells II (1992). Cada corte del álbum desarrolla linealmente un concepto propio, y aunque en todos los casos lo hace con un indudable afán de crear belleza, la única manera de percibir un atisbo de cohesión interna es subrayar el hecho de que los mencionados The Source of Secrets y Secrets están al comienzo y al final del álbum como para darle cierta "circularidad", con permiso del conclusivo Far Above the Clouds, que por cierto debe más al clímax final de Ommadawn Part One que a Tubular Bells.

Far Above the Clouds ("Muy por encima de las nubes").

Como una extraña bisagra disonante en mitad de un conjunto ya de por sí errático, Oldfield coloca la canción pop Man in the Rain, que por muy bonita que sea, es un reciclaje confeso de Moonlight Shadow con una letra que Mike tenía en el cajón. Y por el camino tenemos un temilla ambient interesante pero sin suficiente desarrollo (The Watchful Eye); un corte chill out con tintes hindúes (Jewel in the Crown); el mencionado Outcast, tema guitarrero con un curioso efecto sonoro de hielos cayendo en un cubata; un poco memorable intento de flamenco con ritmo enlatado (Serpent Dream); un bonito tema cantado -sin letra-, este sí bastante logrado, sobre todo en su tramo final (The Inner Child); un tema bailable con piano in crescendo que podría haber sido el más feo engendro tecno del álbum y al final resulta cautivador (The Top of the Morning); y otra meritoria pieza ambient soñadora (Moonwatch), justo antes del intenso último tramo. 

Man in the Rain.

En realidad, y aunque el título Tubular Bells III pudo ser una imposición de la discográfica o quizá una simple ocurrencia comercial de Oldfield, este álbum es un trabajo muy conceptual que, en líneas generales, describe el periplo personal del artista durante su estancia en Ibiza. Digamos que Mike Oldfield no se dedicó precisamente a cultivar su cuerpo y su mente durante su estancia en la isla, porque aquella época de su vida consistió en realidad en una mezcla de tai chi y juergas con estupefacientes a partes iguales. Veamos: los primeros temas del disco suponen el descubrimiento de la isla una vez el músico se instaló allí, con especial atención a su ambiente místico-hippy y al esoterismo de rincones como el islote Es Vedrá (favorito de los ufólogos y portada de Voyager), para continuar después con el relato musicado de una noche de fiesta y conducción temeraria (Oldfield estrelló su coche contra un árbol), una posterior reflexión autocompasiva típica de la embriaguez, variadas visiones febriles y una redención final en la que el músico, en fin, decide volver a ser una persona de bien e irse a vivir otra vez a Inglaterra. Termina la tormenta y cantan los pajarillos tras Far Above the Clouds. Es como si Tubular Bells III consistiera en una explicación de por qué Mike Oldfield grabó Tubular Bells III. La película tiene como argumento su propio making of. 

The Inner Child ("El niño interior"), interpretado en vivo por Rosa Cedrón.

Ramón Trecet hizo trizas el álbum en su programa Diálogos 3, y aunque creo que se excedió un poco, en realidad coincido con algunas de sus apreciaciones. Sobre todo, estoy de acuerdo en que el álbum es un prodigio con mayúsculas en lo que respecta a su producción, que es una de las más cuidadas y espectaculares de la carrera de Oldfield. Un esfuerzo así haría que un concurso de eructos sonara como el arabesco de Debussy. También coincido en lo innecesario, postizo, de ese Man in the Rain. Pero por lo demás, creo que lo más reprochable del disco es en realidad su título desafortunado. Era innecesario un nuevo Tubular Bells solo seis años después del anterior, y está claro que cualquier otro nombre podría haber convertido el trabajo en una obra autobiográfica más sincera e interesante, pero hay cosas realmente muy bien hechas en este disco que hacen imposible una descalificación del mismo. Después de desinflarse con rapidez, los años le han dado algo de brío en mis recuerdos, también en parte porque soy consciente de que muchísimos fans actuales de Oldfield descubrieron su música gracias a aquella etapa de gran popularidad en los noventa. Hasta el director de cine Danny Boyle contó con el músico para la ceremonia de apertura de los JJOO de Londres gracias a que había visto el famoso concierto de Londres en DVD.

El medley interpretado por Mike Oldfield y su "jazz band" en los Juegos de Londres, tal como se grabó para el álbum oficial.

Colaboran en el álbum la vocalista anglo-india Amar (The Source of Secrets, Jewel in the Crown, Secrets), la entonces cantante y violonchelista de Luar Na Lubre Rosa Cedrón (The Inner Child), Cara Dillon y Heather Burnett (Man in the Rain, en la que no quiso participar la añorada Maggie Reilly) y Clodagh Simonds y Francesca Robertson (Far Above the Clouds). Creo que la voz infantil que introduce el tema final es de una hija de Mike llamada Greta. Oldfield subrayó en varias ocasiones el carácter "femenino" de este álbum, del cual se extrajeron como singles, al menos más allá de ediciones exclusivas para la radio, Man in the Rain y Far Above the Clouds, cargadísimos de remixes de baile.


Algunas de las portadas de los singles, en los que no hubo material nuevo, remixes aparte.

Oldfield publicaría otros dos álbumes en un espacio de tiempo desacostumbradamente breve, justo después de este, y saldría de gira por última vez hasta el día de hoy. Tuve el enorme placer de verle por primera y única vez en directo al paso por San Javier (Murcia) de su espectáculo Live Then & Now '99, en el que este Tubular Bells III estuvo muy bien representado. Es una lástima que el mencionado DVD, que reunía los conciertos del Castillo de Edimburgo de 1992 y el del Horse Guards Parade, consista en gran medida en una versión editada con música sacada directamente del álbum y montada sobre las imágenes originales. Lo cierto es que tanto el sonido del concierto londinense como el de los eventos de la gira fue fabuloso, impecable. Eso que nos perdemos, salvo que tiremos de grabaciones piratas. 

"Terrible, wonderful, crazy, perfect", como escribió Mike Oldfield en el libreto del CD.

7 comentarios:

Esteban dijo...

Excelente crítica, como siempre. La verdad es que nunca he podido con el Mike Oldfield posterior a "Island", y menos todavía con su época chill-out y de reciclajes tubulares. No obstante, puede ser el momento de reintentar una escucha de aquellas obras.

Juan Pini dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
José Ramón dijo...

Me quedo con el Odfield hasta Tubular bells II, apurando mucho. Lo que vino después fue de mal en peor. No recuerdo la última vez que pude poner para escucharlo T Bs III. No se si lo aguantaría...y aun no había llegado lo peor

David dijo...

Mi hermano tenía el VHS con el concierto de Londres. Me encanta ese concierto. Tenía 14, siempre me atrajeron las músicas "diferentes" y yo era muy impresionable. El cocktel perfecto. El disco me lo pedí por Reyes unos cuantos años después. Me gusta mucho. Cuando tuve acceso a internet me sorprendió la mala prensa que tenía el disco. Claro, no es el Tubular Bells original, pero es que en el año 98 el rock sinfónico hacía muchos años (décadas) que era historia. Y sí, es un poco apresurado una tercera parte tan sólo 6 años de la anterior, otro nombre tal vez hubiera sido más "adecuado" (aunque The Source Of Secrets delate claramente las notas de TB)... pero luego pienso, total, hubiera sido denostado igualmente por el "hueso duro" de sus fans, y si llamarse Tubular Bells 3 ayudó a que el disco se convirtiera en el último rebuzno mediático de Oldfield hasta la fecha, bienvenido sea.

DANI dijo...

Excelente reseña, como siempre, Conde.
Cierto es que, para mi gusto, este TB III es demasiado cañero y tiene poco que ver con el primero ni con los discos instrumentales que a todos nos gustan de su primera época.
Pero también leí por ahí que Mike prefería hacer él mismo estas versiones "tecno bakalaeras" e incluirlas en su disco, antes de que cualquier otro, ajeno a su obra, la estropeara con remezclas discotequeras que él no podría controlar ni supervisar. Al menos, es lo que leí en la época en que salió el disco.
En fin, que yo, personalmente, le sigo echando mucho de menos, pues desde aquel 2017 (que parece ahora tan lejano) que no sabemos nada de él, con su "Return to Ommadawn", y me sigo preguntando qué ideas le rondarán por la cabeza, si seguirá dándole vueltas al anunciado TB4, o si ya tendrá algo listo para lanzar... ¿Sabes algo, Conde, tú que sueles estar bien informado, de los movimientos de Oldfield de cara al futuro?

Un gran saludo, amigo, y gracias por compartir con nosotros toda esta música!

El conde dijo...

Un disco polémico, está claro.

Sin venir a contrariar la opinión de nadie, creo que en realidad, incluso teniendo en cuenta que después de esto vino la época menos valorada de su carrera, tampoco son tantos los álbumes realmente discutibles (Tres Lunas, Light + Shade, parte de The Millennium Bell y poco más) que publicó. Es más bien, no sé si estaréis de acuerdo, la sensación generalizada de que algo había cambiado a peor, no tanta la cantidad de material discutible en sí misma. Recordemos que también llegarían después Music of the Spheres, Man on the Rocks (que no es perfecto pero tiene su encanto) y Return to Ommadawn. Incluso Guitars es un álbum a reivindicar.

Sobre qué está haciendo Mike Oldfield ahora mismo... la información es nula. Ni él dice nada en redes sociales (se intuye que su Facebook lo lleva otra persona), ni sus familiares habla de él aunque se les pregunte. Crece la sensación de que, más que sacar por sorpresa un nuevo álbum en cualquier momento, estamos más cerca de encontrarnos una noticia sobre su retirada total. O algo peor, que por supuesto nadie desea. Algún detalle por ahí indica que Mike podría estar enfermo, ya sea una dolencia física prolongada o algún proceso de depresión, si no directamente alguna enfermedad degenerativa de esas que conducen a que su entorno sea muy discreto al respecto. Pura especulación, en todo caso.

Ojalá me equivoque, pero es posible que su carrera ya haya terminado y solo falte que alguien lo haga oficial.

Asrock77 dijo...

Pues en lo personal me compré el disco compacto en cuanto salió a la venta allá por el lejano 1998 y al principio me voló la cabeza !!!!! Lo que no me gustó fue el nombre de este proyecto (lo encontré innecesario) sin embargo, tras innumerables escuchas a través de los años, fue perdiendo algo de magia, considerando esa sorpresa inicial... hoy hace mucho tiempo que no lo escucho, le daré una nueva oportunidad. Ojalá que la información indicada en el comentario anterior no sea verdadera (que Mike podría estar enfermo...) Saludos desde Chile !!!!!

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