miércoles, 29 de junio de 2016

Cosmic Machine: la edad de oro de la electrónica francesa.

Portada del primer volumen.

Hace unos días, mientras echaba un vistazo en una oscura tienda de discos en Greenwich, de viaje de estudios con mis alumnos, me llamó la atención la portada del segundo volumen de la antología que nos ocupa, cuyo título secundario es "Un viaje a través de la vanguardia cósmica y electrónica francesa (1970-1980)". Publica la compañía Because y el recopilador es un tal Uncle O. Ni idea. No sabiendo muy bien si gastar mis libras en algo que desconocía en su mayor parte, preferí investigar un poco al volver a España.

Portada del álbum lanzado el pasado abril.

En los álbumes Cosmic Machine (2013) y Cosmic Machine: The Sequel (2016) nos encontramos ante una exquisita recopilación de temas electrónicos de los años setenta, con la particularidad de ser todos de artistas franceses. Es cierto que suele mirarse hacia Alemania cuando se trata de fijar el canon de la música cósmica de los setenta, con los revolucionarios del Krautrock y la Escuela de Berlín como cabezas de cartel, pero es de justicia reconocer que el país galo también contribuyó en gran medida al establecimiento de la electronic music -en sentido amplio- como un género de gran alcance popular.

Contraportadas respectivas.

Las dos antologías publicadas hasta ahora tienen la misma filosofía: recoger piezas representativas de la época, todas instrumentales y con los sintetizadores como elemento crucial. Debemos estar al tanto también de que muchos de los temas tienen unas características rítmicas propias de la música de baile (música disco, en realidad), e incluso en estos casos hay tal dosis de colorido galáctico que suenan de maravilla. Aun así, hay material de sobra para encandilar a los que preferimos una aproximación algo más clasicista, más "new age" si se quiere.

EPs con remezclas de los temas.

Entre los numerosos artistas representados encontramos a gente tan popular como Serge Gainsbourg, Francis Lai, Joël Fajerman, Pierre Schaeffer y, por supuesto, Jean Michel Jarre, que en vez del inevitable Oxygene aporta la relativamente desconocida Blackbird. En realidad, aunque en las antologías se recogen temas bien conocidos como Magic Fly de Space o una versión de Popcorn, se prefiere en general tirar de rarezas antes que de temazos muy manidos, por lo menos cuando se trata de músicos de renombre. Es de suponer que se busca impresionar tanto a los novatos como a los ya iniciados.

Diseños publicitarios de la "secuela".

Aunque no se debe juzgar un disco por su portada, aquí debe decirse que se ha acertado de lleno al contar con esas fabulosas ilustraciones al estilo de Moebius para cómics como El Incal y la revista Metal Hurlant. Tanto el diseño conceptual como -por supuesto- el contenido musical son todo un viaje mental contracultural hacia aquellos tiempos en los que convivían los desvaríos psicodélicos de los últimos años sesenta con el establecimiento de la fantasía y la ciencia-ficción como eje de la cultura mainstream juvenil en los ochenta. Dos maravillosos álbumes que se disfrutan mucho más en formato físico, sea en CDs o en vinilos dobles.

Por supuesto, aquí pongo unos ejemplillos:



viernes, 24 de junio de 2016

Robert Reed - SANCTUARY II


1. Sanctuary II Part One (19:16)
2. Sanctuary II Part Two (20:02)

El galés Rob Reed hizo en 2014 un regalo impagable a los nostálgicos del rock progresivo instrumental del que Mike Oldfield fue abanderado en los años setenta. Su acertadísimo Sanctuary, además de homenajear de la mejor manera posible al espíritu de Tubular Bells, demostró que Reed es un tipo con una creatividad desbordante y un virtuoso de la larga lista de instrumentos que interpreta. Con todo, no es injusta aquella valoración del primer Sanctuary que lo califique de pastiche, ya que a lo largo de sus dos suites es bastante fácil señalar a qué melodía del Oldfield clásico se hace referencia. Este defecto puede haber sido el punto de partida a la hora de afrontar la composición de Sanctuary II.

Portadas "virtuales" del disco de extras y el EP de remixes Marimba.

Sanctuary II (2016) tiene la rara peculiaridad de sonar como un álbum de Oldfield sin que sea demasiado fácil encontrar las referencias exactas. La técnica de progreso melódico sorprendente está ahí, la aventurada combinación de instrumentos de todo tipo también sigue vigente, y sobre todo sigue llevando la voz cantante esa limpia y expresiva guitarra eléctrica... pero las referencias a las primeras obras del inglés se amplían a trabajos no tan clásicos (las partes instrumentales de Platinum, Five Miles Out, o Discovery, por ejemplo), aumentando la cantidad de sabores en la coctelera. Este enriquecimiento de influencias puede ser una gran virtud para quienes queremos ver a Reed alejarse un poco del canon y juguetear por su cuenta, ya que vamos detectando poco a poco partes totalmente originales. O también, haciendo un complicado ejercicio de imaginación, podríamos ver Sanctuary II como un álbum que Oldfield habría podido componer si su etapa de los instrumentales épicos no hubiese concluido con Incantations (1977), tal vez en los ochenta, en una realidad alternativa. Incluso hay fragmentos que pueden recordar al Mike de los noventa, con soluciones musicales que llegan hasta el tardío Guitars (1999).

Un extracto del álbum.

Reed otorga a Sanctuary II un aire a veces más rockero, a veces más folk que el del primer álbum. O lo que es lo mismo, se acentúan los extremos. A su vertiente de rock progresivo contribuye la presencia notable de Simon Phillips, batería imprescindible del Oldfield ochentero. Si bien no es el suyo un instrumento con el que pueda dejarse una impronta demasiado personal, sus intervenciones son muy oportunas y refrescantes. Por otra parte, Robert Reed ha contado con otro colaborador de Oldfield, Les Penning, flautista de categoría que aquí contribuye a crear varios pasajes juguetones, en la línea del villancico que publicó junto a Reed las pasadas navidades. Ya que hablamos de presencias oldfilianas, recordaremos que vuelven a participar -aunque en menor medida- los técnicos Tom Newman y Simon Heyworth.

Un vídeo promocional con Les Penning.

En cualquier caso, si bien Sanctuary II reafirma las virtudes del álbum original, también acentúa algunos de sus defectos. En Sanctuary hacían falta varias escuchas para llegar a apreciar el fluir de la música entendida como un todo, como una narración sonora coherente. Costaba trabajo, pero se lograba. En el caso de Sanctuary II, y aunque todavía tengo que hacerlo girar unas cuantas veces antes de llegar a un veredicto, da la sensación de que va a ser mucho más difícil percibir la conexión interna entre las partes. Hasta hay varios puntos en los que se podría haber situado un cambio de pista en el CD sin que el flujo musical se resienta. Parte de la culpa de este carácter caótico del disco la tiene el entusiasmo descontrolado de Reed, que acumula momentos de clímax sin el suficiente criterio para lograr el efecto deseado, esto es, construyendo poco a poco y preparando al oyente para esos momentos de grandeza. Por detalles como este, el propio Mike Oldfield sigue estando a años luz de este leal seguidor, por mucho que haya quien desea que uno pudiese cambiarse por el otro.

Un extracto titulado Salzburg, incluido en el CD de extras.

Con lo que nos quedamos es con el empeño de Robert Reed por cumplir el deseo del viejo Mike: que alguien tomase el relevo y continuase componiendo instrumentales largos en los que el oyente pueda sumergirse. Ha costado años que alguien llevase a término esta idea de manera tan explícita, y solo nos queda esperar a que en un futuro y más que probable Sanctuary III, Robert Reed sea capaz de seguir deleitándonos sin necesidad de estar a la sombra del gigante. Poco a poco lo va logrando.

El nuevo álbum puede adquirirse en un pack que incluye otro CD con material extra y un tercer disco con la mezcla 5.1 de Sanctuary II. El material extra contiene piezas como las hermosísimas Salzburg y Pen y Fan, que mantienen el sonido general del álbum aunque son piezas independientes; las versiones tipo single de Marimba y el fragmento con Les Penning; un remix de Marimba a cargo de Chimpan A; dos versiones descartadas (pero muy interesantes) del comienzo y el final de la segunda suite del álbum; y lo mejor de todo, una versión de la totalidad del álbum con un fabuloso trabajo de producción de Tom Newman. Realmente, hay tantas diferencias respecto al disco "definitivo" (creo que aquí no está Simon Phillips, por ejemplo) que en gran parte parece un trabajo distinto, más delicado gracias al cuidado puesto en el volumen y el tratamiento de cada instrumento, de cada capa de sonido, en realidad. Quizá suene menos fresco, menos directo, pero el toque artesanal en la línea del Oldfield clásico es mucho más notorio. Que Reed incluya esta versión en un segundo CD no solo es una gran idea, sino todo un regalo para el oyente. Con franqueza, existiendo esta edición con material extra, ni me plantearía hacerme con Sanctuary II en una versión básica.

sábado, 11 de junio de 2016

Tangerine Dream - WHITE EAGLE


1. Mojave Plan (20:06)
2. Midnight in Tula (3:52)
3. Convention of the 24 (9:24)
4. White Eagle (4:30)

Continuando con la discográfica de Tangerine Dream en un orden más o menos cronológico -y sé que me he saltado algunas cosas-, toca hablar de White Eagle ("Águila blanca", 1982), un álbum relativamente menospreciado por los fans, pero que merece una reivindicación.

Contraportada.

El gran "problema" de White Eagle es el afán innovador de los álbumes anteriores, que aquí parece quedar a un lado en favor de un trabajo conservador, un poco más comercial y menos sorprendente de lo que habría cabido esperar. No obstante, White Eagle sí que aporta una estupenda experiencia musical en lo que se refiere al uso de los ritmos y las melodías, siempre muy sutiles, como ocurre con los trabajos clásicos de Tangerine Dream. 

Con una formación todavía considerada clásica (Edgar Froese, Christopher Franke y Johannes Schmoelling), y viniendo de trabajos tan bien valorados como Tangram y Exit, no tuvo mucho peso el que los de TD colaborasen con la Orquesta Filarmónica de Múnich en el tema Mojave Plan. Más que un maridaje entre sintetizadores y orquesta, ésta última se queda en unas simples pinceladas. Lo bueno de la larga Mojave Plan es su planificación, desde un inicio inquietante, a través de varios hábiles cambios de ritmo, hasta el largo desarrollo de una interesante melodía que no cansa en ningún momento. Es de suponer que Froese y los suyos necesitaban seguir vigentes en una época de relativa simplificación musical, también entre los grandes de la electrónica.

Mojave Plan

Midnight in Tula es otro gran ejercicio rítmico, un pelín aséptico pero efectivo. Y Convention of the 24 no deja de ser un ejemplo del sonido simplificado propio de los TD de sus primeras bandas sonoras para filmes de Hollywood, de las que reuniríamos un buen ramillete en pocos años.

White Eagle

Este momento un poco frío queda compensado por la exquisita White Eagle, que contiene una de las más hermosas melodías de la poco melódica banda electrónica alemana, amén de unos fondos muy delicados. Con este altísimo nivel se cierra el álbum, que si bien no fue un paso adelante en el sonido de la formación, tampoco fue un paso atrás. Lo dicho: un título a reivindicar.
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