lunes, 27 de agosto de 2012

Oneohtrix Point Never - REPLICA

  

1. Andro (3:55)
2. Power of Persuasion (3:29)
3. Sleep Dealer (3:10)
4. Remember (3:19)
5. Replica (4:36)
6. Nassau (4:42)
7. Submersible (3:49)
8. Up (3:57)
9. Child Soldier (3:12)
10. Explain (6:45)

¿Te has preguntado alguna vez por qué gran parte de la música instrumental contemporánea depende del uso de sintetizadores y material electrónico? Supongo que también habrás notado que en este blog abundan las entradas sobre álbumes realizados con esta clase de instrumentos. Yo creo que la explicación es esta: las músicas de vanguardia que nos gustan son a menudo el trabajo de personas que poseen una imaginación desbordante, y que, tanto por una cierta falta de medios para recurrir a otros instrumentos como por las posibilidades virtualmente ilimitadas de los sintes, acuden a ellos para realizar trabajos muy variopintos.

Hace poco me he topado, a base de navegar y pinchar en enlaces, con este sorprendente trabajo del neoyorkino Daniel Lopatin, que firma bajo su nombre artístico Oneohtrix Point Never. Replica (2011) es su último trabajo hasta ahora, y tengo clarísimo que no será el único que escucharé ni el último que comentaré en el blog, porque es estupendo. Y lo es tanto por su calidad intrínseca como por el hecho de que -una vez más- me abre los ojos a la existencia, todavía, de músicos jóvenes que realizan trabajos en la antigua tradición electrónica que enamoró a los melómanos en los setenta.

Daniel Lopatin / Oneohtrix Point Never (de last.fm).

Lopatin describe el álbum como una ensalada de sampleados extraídos a palo seco de anuncios de la tele, deconstruidos como la tortilla de patatas de Ferran Adrià. Replica, de no ser por ciertos matices que lo acercan a la tecnología de edición musical actual, podría haber encajado a la perfección entre los míticos trabajos cósmicos de la Escuela de Berlín. Quizá por facilitar las cosas al oyente de hoy, la música de Oneohtrix PN suele clasificarse dentro del ambient, aunque está mucho más cerca de los universos de Tangerine Dream en sus años rosas o de los primeros tres o cuatro títulos de Klaus Schulze. El álbum contiene una breve colección de temas que reúnen sencillez formal con un sentido abismal de lo esotérico y galáctico. O sea, una exquisitez para los amantes de la "electronic music" clásica. 

Replica comienza con Andro, que en un principio podría pasar por música concreta (algo así como sonidos de aves sintéticos) con aderezos, si bien su desarrollo de una prístina melodía lo pone a medio camino entre el folklorismo imposible de Popol Vuh y alguno de aquellos trabajos primitivos de Brian Eno con Robert Fripp. Después llega Power of Persuasion, que casi parece un tema incidental sacado de una película de terror de John Carpenter. Sleep Dealer es otra marcianada, una pieza prácticamente robótica con sampleados de gemidos. 

No es broma. Es el vídeo oficial de Sleep Dealer.

Remember es muy poderosa gracias a su uso de pedales ("drones", en inglés), que producen un acusado efecto ambiental y épico muy apropiado para alguna escena nocturna de Blade Runner. La homónima Replica cuenta con un teclado algo más orgánico, analógico, desarrollando un ambiente melancólico -que no deprimente- muy logrado. Nassau es bastante difícil de describir, ya que parece emerger de un tema previo que ha sido roto en pedazos y reconstruido a base de sampleados. La ambiental Submersible, más por su título que por otra cosa, hace pensar en un largo viaje subacuático. Up es de lo más movido del álbum, otro collage de sonidos sampleados y percusiones sobre fondos exultantes. 

Vídeo oficial de Replica.

Child Soldier parece una colección de efectos sonoros de videojuegos entretejida con voces computerizadas. Podría haber una lejana influencia de The Art of Noise o del Zoolook de Jarre. El álbum concluye con Explain, que recuerda vagamente a alguna de las piezas anteriores sin que esté uno seguro de cuál, con coros computerizados muy a lo Schulze y una atmósfera ambient logradísima.

Otras variantes de la misma portada.

El disco completo no pasa de los 40 minutos, pero precisamente por eso puede disfrutarse enterito de una sentada. Los temas son lo suficientemente distintos entre sí como para hacer de su escucha una experiencia bastante variada, aunque hay una sensación de continuidad muy clara a lo largo de todo el trabajo. Por supuesto, siempre podemos quejarnos de que, en lugar de largas suites cambiantes de aquellas que ocupaban 25 minutos en los LPs de los setenta, aquí tenemos temas cortos perfectamente divisibles; una pequeña concesión, pienso yo, que incide en la juventud del autor y facilita el acercamiento a su música de un público también joven que comienza, dentro de círculos de música alternativa y alimentado por el boca-a-boca, a difundirla. Prestémosle atención, que son 40 minutejos. Y está en Spotify.

Por cierto, a los curiosos les interesará saber que la inquietante portada corresponde a la revista de terror pulp Weird Tales. Es un vampiro mirándose al espejo, obra de Virgil Finlay.

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