sábado, 2 de julio de 2011

Una reflexión personal sobre la industria.

Esta entrada es paralela, si no prima hermana, de la que titulé "¿En vinilo o en CD? ¿Y qué tal en mp3?", del 17 de enero de 2010. Con alguna actualización coyuntural.

PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO

Ayer me sorprendió, admito que gratamente, el enterarme de que la justicia iba a saco contra la SGAE. Es de suponer también que en Internet en general, y entre quienes manejamos blogs en particular, debe haber cierta algarabía. Creo que es bueno recordar que esta intervención policial va mucho más encaminada a saber qué se hace con el dinero que recauda la SGAE que a perseguir o castigar las prácticas que hasta ahora nos han puesto los pelos como escarpias a los consumidores de productos de entretenimiento.

Un funcionario de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado
procede al registro de las arcas de la SGAE.

Y digo bien, "consumidores de productos de entretenimiento", porque en el fondo la cosa no va contra esos que se conocen como "piratas" porque cuelgan música en la red para que otros la obtengan gratuitamente, o porque someten mediante coacción a los pobres manteros de los paseos marítimos. La cosa ha ido contra todos, incluso contra quienes han seguido manteniéndose religiosamente del lado de la legalidad y lo políticamente correcto, comprando sus CDs y DVDs en tiendas y grabándolos solamente para uso propio, ya que el famoso cánon les ha hecho pagar por el caso supuesto de que algún día les diese por vender al por mayor copias ilegales de su música o sus películas. Un impuesto preventivo, podríamos llamarlo. La verdad, no sé que fue del cánon después de que un tribunal de justicia europeo lo juzgó abusivo, amén de que cualquier sentido común lo considera inmoral desde el principio. No sé si se sigue aplicando en la actualidad, aunque sospecho que, en tal caso, le quedan dos telediarios. Pero repito: paciencia y menos cohetes, porque lo de ayer, el edificio de Madrid bajo registro y Teddy Bautista bajo disposición judicial no tienen por qué hacer variar las políticas que la SGAE ha desplegado hasta ahora, que es lo que realmente nos interesa a los internautas.

COLEGA, ¿DÓNDE ESTÁ MI ENLACE?

Me he puesto a reflexionar sobre este asunto porque he comprobado que muchas de las personas que se topan con este blog y dejan sus comentarios parecen sentirse algo desorientadas al no encontrar los clásicos enlaces de descarga para bajar la música que comento. Llamémosle cobardía o exceso de prudencia, pero desde que empecé con Otras músicas. Otros mundos estuve decidido a que fuese un blog meramente de referencia, como una obra de consulta modesta y casera (yo de profesional tengo poco o nada), evitando el mal trago de que un día alguien me lo cerrase y diese al traste con todo el trabajo que he ido acumulando. Desde entonces he visto cómo cerraban algunos blogs magníficos de entre mis favoritos, y nunca he querido que me pasara lo mismo. Pero ojo: en ningún caso quiero criticar ni influir a quienes cuelgan enlaces de descarga. Como podéis comprobar a la derecha, entre mis enlaces recomendados hay blogs -algunos sobresalientes- en los que no solamente se puede descargar música, sino en los que yo mismo obtengo algunas de las obras que comento. Soy un usuario más, y muchos de quienes han optado por la opción de los enlaces se cuentan entre los blogueros cuyo trabajo más respeto. No me hace ninguna gracia cuando la SGAE, o quien sea, interviene y corta por lo sano la vida de blogs que son mucho más que un simple enlace a megaupload.

EN TIERRA DE NADIE

¿Cuál es mi posición ética sobre las descargas? Sinceramente, no lo sé. Por un lado soy tan consciente como cualquiera de que el precio de un CD original de cualquier artista tiene un precio excesivo; y por otro, entiendo que cualquier creador tiene derecho a recibir dinero por su trabajo. Siempre me lo he planteado de este modo: si voy y me compro el novísimo CD de Brian Eno, Drums Between the Bells, nadie puede impedirme que se lo preste a mis amigos. Si tengo 20 amigos, cada uno de ellos puede hacerse una copia del mismo para uso personal de modo totalmente legal. ¿Qué me impide entonces, en lugar de prestarles el CD uno a uno, transformarlo a mp3 y colgarlo en Internet para que mis amigos se lo bajen de mi página cuando y como quieran? Lo he pagado yo, y nadie puede impedir que lo preste a quien me dé la gana. ¿Qué ley puede definir quiénes son mis amigos y quiénes no, como para poner trabas a quien quiera tomar prestado ese disco? Hasta aquí nos estamos moviendo por una especie de limbo administrativo del que yo, como usuario de descargas en Internet, no me pienso quejar. Más bien todo lo contrario. Compartir gratuitamente NO es robar, por mucho que se quejen algunos. Sí que podría quejarse con razón Brian Eno si al final ha dejado de ganar una cierta cantidad económica porque esos potenciales compradores de su disco han preferido bajárselo de mi blog...

TENER Y NO TENER

...Y por eso Brian Eno demuestra ser un tío listo. Me explico. El formato LP de los de antes, en vinilo, tenía aquellas maravillosas portadas, aquellos estuches desplegables que eran toda una delicia para el coleccionista. Sin embargo, el estuche clásico de un CD suele contar con un libreto más o menos coqueto, y poco más. Una buena forma de hacer que los fans fieles a un artista sigan pagando por su música es incentivarlos, como ha hecho el bueno de Brian, con un formato libro plagado de fotos y material no necesariamente musical, de modo que quien tenga la música de Drums Between the Bells en mp3 a 128 kbps no pueda ir realmente fardando de "tener" el nuevo álbum. Lo que se suele "tener" es el equivalente a aquellas cintas de cassette regrabadas que usábamos hace siglos, con un sonido nada fiel al original y que, aunque pueda resultar satisfactorio al consumidor de fast-food musical, no soporta ni el primer asalto a oídos de un aficionado auténtico. Sé que hay un colectivo de músicos, entre ellos Peter Gabriel, que desde hace tiempo andan buscando un formato alternativo al mp3 que no implique el descenso en calidad sonora de éste. Pero esa es otra historia.

PAN PARA HOY, HAMBRE PARA MAÑANA

Ahora viene otro asunto que puede parecer de perogrullo, pero creo que uno de los principales motivos por los que la gente ha dejado de comprar CDs, más allá de sus precios o la perversidad de las productoras: la música tan mediocre y cortoplacista que se escucha hoy en día en la radio y la televisión. Mientras las discográficas se gastan millones en hacer que Lady Gaga, Beyoncé, Justin Bieber o Shakira estén cada diez minutos en uno u otro canal de televisión del mundo entero, los compradores potenciales saben perfectamente que los éxitos que estos cantantes son flor de un día, carnaza volátil para pubs y discotecas, y que ese CD que les va a costar de 15 a 18 euracos mañana les va a causar incluso vergüenza cuando, ya pasado de moda, suene en los altavoces de sus coches en presencia de sus amigos. Los artistas más cacareados del panorama actual hacen conscientemente música de usar y tirar, y esto se refleja también en las cifras de ventas. Un ejercicio para ti, amigo/a lector/a: en adelante, cuando hablen en la tele del éxito de estos artistas que menciono, fíjate que lo miden en referencia al número de visitas a su Facebook o al número de veces que sus clips se han visto en YouTube. Ya no se dan cifras de ventas de discos, porque son irrisorias, así que los periodistas-cómplices huyen por la tangente para dejar en buen lugar a quienes les pagan parte del salario.

Me sorprendió bastante una noticia de hace unas semanas según la cual uno de los discos más vendido en España el pasado año, pese a tanta tramoya con la Gaga y la Shakira, fue el de Sergio Dalma. Y encima triplicaba, cuadruplicaba o quintuplicaba las cifras de cualquiera de estos artistas top-Disney que enumeré antes. Sergio Dalma no es santo de mi devoción (veánse los géneros que trato en este blog), pero debo reconocer que este señor, haciendo canciones clásicas que no engañan a nadie y con una promoción discreta, sigue logrando que sus seguidores/as compren sus discos como toda la vida. Porque, nos guste o no, no da el perfil del plasta mediático y cortoplacista que hoy copa las ondas. Puedo asegurar que jamás me compraré un disco de Sergio Dalma, pero admito que me alegro por esta curiosidad estadística.

NADA ES MÁS BARATO QUE LO GRATIS

Una de las soluciones que suele apuntarse para el tema de la piratería es que se eliminen intermediarios y que cada músico venda sus trabajos directamente, a través de Internet. Craso error, al menos en España, donde si admites públicamente haber pagado 50, o 30, o 10 céntimos por algo que podría haberte salido gratis, te conviertes automáticamente en imbécil. Basta con saber que, mientras en Norteamérica y el norte de Europa han tenido una aceptación relativamente buena las páginas de descarga legal (tipo i-tunes) a precios más que razonables, en España no las utiliza ni el tato. Y Spotify se va a ir al carajo en cuanto te obliguen pagar un solo céntimo. Si no, tiempo al tiempo.

LA SOLUCIÓN: ¿RECONVERSIÓN?

Para terminar, quería hacer un apunte bastante preocupante. Hay quienes ya advierten de forma decidida a que el futuro de los músicos de hoy está en sus actuaciones en directo. Los discos están a punto de convertirse en parte del merchandising de los artistas, prácticamente artículos publicitarios como los pósters o las camisetas, y cada cual tendrá que dedicarse a las giras y las galas para llenar el bolsillo. El problema está en que desde finales de los años sesenta el disco ha pasado a ser una obra de arte per se para muchos artistas, e incluso para géneros enteros. Vale que Rihanna pueda interpretar su último disco enterito en un escenario con relativa fidelidad a lo grabado en CD, pero dudo mucho que los artistas de la new age, la electrónica, el ambient o la música clásica contemporánea puedan hacer lo mismo. Algunas de las mejores obras que he comentado por aquí son llanamente imposibles de tocar en vivo al tratarse de sofisticados experimentos de estudio con horas y horas de minucioso trabajo de ingeniería detrás. La verdad, sería una lástima que al final todo se redujese a un grupo de personas tocando guitarra, bajo, batería y algún teclado en un escenario. Es una involución, francamente, así que deberíamos pensar en alguna otra solución. Lo malo es que -por lo menos a mí- sigue sin ocurrírseme ninguna.

Mientras tanto, en la SGAE...

5 comentarios:

Mike Shooter dijo...

Muy de acuerdo con todo el texto. Yo añadiría una cosa más. Las discográficas en su huída hacia adelante están cometiendo un error irreparable. Se centran en el producto de usar y tirar como tú dices y se se olvidan del producto de calidad, que es el que va a seguir dando rendimiento a medio y largo plazo. En mi ciudad, la típica ciudad media de 200.000 habitantes, hace 15 años había no menos de 12 o 14 tiendas de discos. Y hablo sólo del casco urbano sin contar grandes superficies. Había tiendas dedicadas sólo a música clásica, sólo a heavy metal y tiendas especializadas en jazz o en nuevas músicas junto a las generalistas. Alguna tienda llegó a tener hasta 4 locales en la ciudad simultaneamente. Hoy en día, y veremos por cuánto tiempo, quedan dos tiendas: Una ya moribunda y otra de la cadena Tipo. En aquellos años, podías ir a las estanterías de las tiendas y encontrabas discografías casi completas de artistas más o menos minoritarios como Kitaro, Suzanne Ciani o Wim Mertens. No digamos ya de Vangelis, Oldfield o Jarre...

Hoy en día, si voy a una de las dos tiendas, me encontraré 20 copias del último de Lady Gaga y, con suerte, encontraré una copia de un sólo disco de Vangelis (con toda probabilidad, algún recopilatorio).

La industria ha expulsado al melómano que da ingresos regulares y constantes en favor del comprador quinceañero que es el que ahora pasa de gastarse un duro por lo que tiene gratis en internet. Afortunadamente, nos queda internet, y no lo digo como medio de descarga sino para encontrar tus discos favoritos en formato físico.

Yo descargo como el que más, comparto mis discos con todo aquel interesado y tengo una discoteca de cerca de 2000 CDs ORIGINALES en mi casa. No exagero si digo que más de las tres cuartas partes de esos 2000 CDs no los habría comprado jamás de no haber conocido a los artistas a través de copias que me hacían mis amigos o de descargas de internet.

La pena es que, como bien apuntas, toda esta operación no va contra el fondo del asunto (de dónde proceden, cómo y por qué los ingresos de la SGAE) sino contra lo que han hecho con esos ingresos posteriormente. Es un pobre consuelo pero no pude evitar esbozar una sonrisa cuando escuché las noticias ayer.

El conde dijo...

Para eso es para lo que más uso yo también las descargas. Como bien dices, tiendas de discos propiamente dichas quedan cada vez menos, y cierta música no se encuentra prácticamente ni en tiendas online. Pensemos por ejemplo en la infinidad de singles y caras B ha pululan por ahí de artistas que a uno le interesan, que en algunos casos no existen ni en CD. Y para colmo, gástate un dineral en pedir a una tienda de vete a saber dónde algo que ni conoces, ni sabes en qué estado te lo puedes acabar encontrando (igual es que soy un poco maniático)... en fin, que los aficionados a la música estamos de enhorabuena desde que podemos hacer descargas en Internet.

Gracias por comentar!

Daniel dijo...

Estoy totalmente de acuerdo en todo lo que reflexionas. Sobre todo con la parte final acerca de que hay ciertos grupos que tocan géneros musicales difícilmente de llevar a la palestra. Esto mucha gente no lo tiene en cuenta, piensan que la música es la que está formada por bandas de bajo, guitarras, batería y cantante.

Enhorabuena por tu excelente artículo.
Dani

El conde dijo...

Es peor que eso. No es que crean que toda la música la hacen bandas de bajo, guitarra, batería y cantante, es más bien que los demás estilos musicales, sobre todo aquellos trabajos que tengan un sonido "espacial" o simplemente sean instrumentales se han ido echando a un par de carros marginales, de segunda clase, el más famoso ese que llamaron demasiado ampliamente chill-out y que, según algunas obras de referencia oficiales, incluye por ejemplo al mismísimo Vangelis, que jamás ha hecho nada en ese género.

La cosa al final está en que los grupos de guitarra, bajo, etc. son LOS AUTÉNTICOS GRUPOS, y los que hacen música instrumental o electrónica no bailable hacen "música de relax", "de herbolario" como suelo decir yo. La cultura de masas los ha acabado convirtiendo en músicos para un fin específico que es el yoga, los masajes y el antiestrés. Algo así como esa música dulzona que escuchan las embarazadas para que el feto se desarrolle bien, o esa otra que ponen a las vacas para que den más leche. Aterrador, de verdad.

dalbatros dijo...

Tienes razón. Es lo de siempre, parece que en este mundo globalizado se va acortando el espacio de las expresiones no mayoritarias. Por ejemplo la radio: antes era el medio por antonomasia para conocer nueva música, nuevos grupos y ahora toca investigar muy bien qué cadenas ponen música que se salga de la tónica de los 40 Principales. Y a mí esto, la verdad, me da bastante pena. Un saludo.

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