miércoles, 29 de junio de 2011

Pink Floyd - MEDDLE


1. One of These Days (5:57)
3. Fearless (6:08)
4. San Tropez (3:43)
5. Seamus (2:16)
6. Echoes (23:29)

Pensemos en esas bandas británicas que se hicieron fuertes a finales de los noventa, como reacción -casi seguro- frente al famoso britpop, y entre las que destacaron Radiohead. Tiremos del hilo y llegaremos al año 1971, en concreto al álbum Meddle de Pink Floyd, como origen casi seguro de todo un estilo de hacer música que hoy sigue vigente en círculos relativamente "alternativos". Y eso que en su día, según comenta algún cronista bien documentado, Meddle fue el disco favorito de los niños pijos de todo el mundo que se iban a Ibiza a experimentar la vida hippy y disfrutar de sus puestas de sol; nada que ver, o al menos eso parece a simple vista, con el carácter transgresor que la cultura resistente al mainstream concede a aquellos años de la vieja banda de Waters, Gilmour, Wright y Mason. Si rastreásemos también la influencia que han tenido algunos pasajes de Meddle en géneros como el ambient o movimientos como el krautrock, nos daríamos cuenta de su singular importancia.

Fotografía del interior del álbum en vinilo. De izquierda a derecha:
Roger Waters, Nick Mason, David Gilmour y Richard Wright.

Meddle, siendo un disco perfectamente conocido por cualquier amante del buen rock clásico, nunca ha logrado igualar en popularidad a los monumentos colosales de Pink Floyd en los setenta, The Dark Side of the Moon (1973) y The Wall (1979). Las razones son variadas, desde el hecho de no tratarse de un álbum claramente conceptual a la deriva estilística que el grupo experimentó tras decidir, en algún momento de los últimos años (o meses) que iban a moverse hacia algo externo a la psicodelia de sus inicios. Se conocen algunos detalles sobre cómo comenzó a gestarse Meddle, primero como un experimento en el que cada miembro del grupo trabajaba en un tema individual sin tener ni idea de lo que hacían los otros, estando además todos de gira y sin tiempo para reflexionar sosegadamente; después, como fruto poco probable de la improvisación a partir de ideas muy primarias; y finalmente, como experimento tanto musical como tecnológico, necesitando acudir a estudios que les permitiesen grabar en 16 pistas y utilizando tanto sampleados de sonidos no musicales como cosas bastante absurdas que iban surgiendo sobre la marcha. Ya puede comprobarse aquí la obsesividad casi digna de las películas de Kubrick con la que Pink Floyd concibió sus clásicos posteriores. También es marca de la casa todo el apartado gráfico del álbum, con su portada de Storm Thorgerson que viene muy al pelo teniendo en cuenta el tema estrella del trabajo, Echoes.

Diseño para la portada y la contraportada, de Storm Thorgerson

El resultado de toda aquella diarrea mental es un disco muy singular, con un sonido propio que le da un carácter propio pese a que, por las razones que se han dado antes, todo indicaba que se lograría más bien lo contrario. Meddle se abre con el poderoso tema instrumental One of These Days, una feliz ocurrencia de Roger Waters en la que escuchamos una voz modificada en estudio que grita "¡Un día de estos te voy a cortar en trocitos!". El tema se ha utilizado para muchas cosas, por ejemplo como banda sonora de alguna película de Bruce Lee.

Extraña animación, creada (según reza YouTube) como oficial, sobre One of These Days.

Después viene A Pillow of Winds, un corte más o menos convencional (dentro de lo que en este contexto puede llamarse así) que utiliza por primera vez un efecto de viento como enlace entre temas distintos. Fearless, tercera composición de Meddle, tiene connotaciones futbolísticas, con el himno del Liverpool F. C. (You'll Never Walk Alone) sonando claramente entre cánticos de hinchas en la grada. San Tropez es un tema que suena un poco en broma, inspirado en un viaje de la banda a esta turística localidad francesa, y que tiene un regusto como de música de casino. Seamus sí que es una broma, con aullidos de perro que parecen responder al sonido de la armónica de David Gilmour:


El gran momento de Meddle llega con su cara B y el tema que la ocupa en su totalidad,Echoes. Aunque tiene fragmentos cantados, prácticamente se le puede considerar una composición de naturaleza instrumental, oscura, surrealista y cósmica, plagada de efectos de sonido desde ese "sónar" con el que comienza hasta el montón de ruidos inquietantes que la pueblan por todas partes. En la famosa película-concierto Live at Pompeii (Adrian Maben, 1972), el álbum Meddle en general y Echoes en particular contaron con un lugar de honor entre los temas interpretados, convirtiéndose este largo tema en la canción estrella del grupo durante el espacio de tiempo que medió hasta la llegada de The Dark Side of the Moon y sus clásicos Money, Time o Us and Them. El mundo de lo extraño asocia Echoes con el último tramo de la película 2001: una odisea del espacio, ya que la música parece encajar misteriosamente bien con las imágenes del viaje espacial y la extraña habitación de hotel donde tiene lugar toda esa secuencia tan rara. Con el ya mencionado The Dark Side of the Moon sucedería algo parecido, ya que cuentan que hay un efecto similar al superponer el álbum sobre la película El mago de Oz.

La primera parte de Echoes, en Pompeya.

En fin, que Meddle es un testimonio de los tiempos en que el rock era capaz de todo; de cuando no hacía falta poner etiquetas a la música por géneros, ya que al final siempre acababas sorprendiéndote de lo que se ocultaba en aquellas superficies rayadas y negras enfundadas en cartón.

5 comentarios:

Víctor Hugo dijo...

En mi opinión este es un disco con un sonido en general muy desigual, deslabazado, poco sólido, con grandes altibajos... Tal vez es por eso que apuntas, pero yo sólo salvaría el inicio del álbum con "One Of These Days" y la colosal "Echoes".

Fue el primer disco que me pillé de Pink Floyd y el chasco que me llevé fue importante. Luego vinieron otros y la situación cambió:)

El conde dijo...

Si tenemos en cuenta el contexto, está claro que el disco no podía ser demasiado sólido, pero vamos, esas dos canciones que mencionas hacen por él lo suficiente como para echarlo al saco de los clásicos. También es verdad que hay clásicos mayores que otros.

Un saludo, y gracias por comentar!

Ramon dijo...

Sin duda las grandes piezas de este disco son "Echoes" y "One of these days". Las demas son, como bien decís, un par de bromas. Quiza salvaria a "A pillow of winds" por lo "suavecito" y lo bien que se deja oir. Pero "Echoes" debe estar entre las 3 mejores de Pink Floyd. Solo por esta pieza merece la pena tener el disco.
Saludos Conde...Hace tiempo que no comento mucho, pero sigo leyendo todas y cada una de tus entradas e intento escucharlas de una manera u otra. No son necesarios enlaces de descarga cuando hay esta calidad. Sigue así.

El conde dijo...

Gracias, Ramón. Se hace lo que se puede.Y me alegro de que sigas atento al blog.

Saludos!

parsick dijo...

Clasicazo. Otro de los discos que tenía mi primo "el progresivo" y del que tuve a bien grabar; por aquella época no tenía tocadiscos y me hacía fuerte con aquellas maravillosas cintas que desvirgaba a placer con clásicos como este. La verdad es que estos tíos eran unos genios y aprovecharon muy bien aquella prodigiosa década de los 70. Lástima que el fuerte carácter de Waters le llevase a quedarse sólo y con él se fue la magia del grupo; hubiera estado bien trasladar esa magia a los 80, pero, en fin, nada es eterno, los Beatles duraron bastante menos. Respecto al disco, poco más puedo decir, soberbio en todos los sentidos. Añadir que, según leí por ahí, la portada es un pabellón auditivo humano (una oreja, vamos), circunstancia que parece evidente una vez que lo sabes, pero que yo no adiviné hasta que fui consciente de ello.

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