viernes, 26 de noviembre de 2010

Steve Hillage - RAINBOW DOME MUSICK


1. Garden of Paradise (23:14)
2. Four Ever Rainbow (20:35)

Hace cosa de una semana pude escuchar por primera vez este disco de Steve Hillage, uno de los cabecillas de la llamada Escena de Canterbury y componente del grupo Gong. El de Canterbury fue un movimiento dentro del rock progresivo que se movía entre un tono jazzístico y ciertos matices folk que deslumbró a los aficionados más "cultos" de la música popular entre finales de los sesenta y principios los setenta, y suele citarse como la banda más emblemática a Soft Machine. La influencia de la Escena de Canterbury se deja ver tanto en los grupos que todo el mundo conoce del rock progresivo británico (Genesis, Yes, King Crimson) como en varias individualidades brillantes como Robert Wyatt, Kevin Ayers, Dave Stewart, Andy Summers y Karl Jenkins.

Steve Hillage

Steve Hillage, un músico extremadamente versátil e inquieto especializado en la guitarra, ha participado en obras muy dispares, desde álbumes de rock convencional hasta varias galas acompañando o sustituyendo a Mike Oldfield. Rainbow Dome Musick (1979) es quizá su trabajo más cercano a la clase de música que suelo comentar en este blog. ¿Y por qué? Pues porque se trata de un trabajo claramente new age, cósmico, con un poco del krautrock de los primeros Tangerine Dream, un mucho de Ash Ra Tempel y una importante influencia del ambient que Brian Eno estaba impulsando fuertemente desde pocos años antes. Ojo, no quiero decir que Rainbow Dome Musick sea un disco con demasiadas deudas artísticas, sino todo lo contrario. Es una obra prácticamente perfecta, de una frescura e inspiración máximas, con un Steve Hillage que me ha sorprendido como hacía mucho que ningún músico lo hacía; y las influencias que podemos rastrear en él sirven mucho más para otorgarle madurez y solidez estilística que para restarle méritos.

Imagen de la carpeta interior del álbum.

El álbum, tal y como reza en el interior de la carpeta, fue grabado con motivo de la celebración del festival Mente-Cuerpo-Espíritu en Londres. Creo que el propio título que se dio al festival ya nos pone sobre aviso de las connotaciones new age y relajantes que podemos esperar de la música compuesta para ambientarlo. También ayuda el que Hillage lo dedique "al espíritu universal de la síntesis new age". Colabora tanto en la composición como en la interpretación Miquette Giraudi, compañera de Steve Hillage en Gong y en lo sentimental, por aquel entonces al menos.

Rainbow Dome Musick consiste en dos piezas largas, una a cada lado del LP, ambas muy largas y meditativas. La primera, Garden of Paradise, comienza con unas cuantas notas de sintetizador sobre un fondo acuático y se va internando en un tapiz de texturas cósmicas de secuenciador que van y vienen, bucles electrónicos que producen una sensación de trance. A partir de su tramo central, Steve Hillage toca varios tipos de guitarra (eléctrica sobre todo) de forma muy efectiva, recordando -como dije antes- al estilo tan característico de Manuel Göttsching en los discos de Ash Ra Tempel. Suena también una campana tibetana, muy delicada, que aporta una guinda exótica al tema. La segunda cara del vinilo contiene Four Ever Rainbow (seguramente un juego de palabras, al sonar igual que Forever Rainbow, "arcoiris para siempre"), que se abre con las campanas tibetanas y se desarrolla con largas notas sostenidas sobre un fondo vibrante. Es una pieza, si cabe, más ambiental todavía que la de la primera cara.

Portada alternativa. Muchas ediciones de discos de vinilo en formato CD contienen
estropicios como este a modo de portada. ¿Qué tienen de malo las originales?

Pienso que Rainbow Dome Musick es el perfecto disco ambient y new age, primero por su invitación al bienestar y la ensoñación, y segundo porque está claramente bien trabajado y acabado en todos los sentidos, muy por encima de la mayoría de los discos new age que se publicaron en tromba en los ochenta, y que generalmente contaban con producciones pobres o sencillamente cutres. Admito que suelo ponerme pesado con la producción de los álbumes, y entiendo que no es en absoluto lo más importante, pero pienso que en estos géneros musicales es poco menos que la base, lo que diferencia un buen trabajo de uno mediocre, quizá porque al tratarse de trabajos instrumentales y poco "movidos" es muy fácil encontrarles fallos en cuanto a su sonido. Quizá pondría como única pega al álbum su fecha de publicación. Me parece que en Alemania estaban ya de vuelta de aquella forma de hacer new age cósmica, y que en 1979 no iba Steve Hillage a hallar la cuadratura del círculo, y aun así estamos indiscutiblemente ante una de las obras imprescindibles del ambient de todos los tiempos.

Un trocito de Garden of Paradise.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La importancia de llamarse Jeffes.

La nueva formación de Arthur Jeffes. Él es el tercero por la derecha.

¿Se hereda el talento? ¿Va en los genes y permanece allí durante generaciones, o más bien es algo que se adquiere con la formación y las vivencias? Veo más razonable apostar por lo segundo, aunque merece la pena matizar la cuestión. Me viene todo esto a la cabeza tras los comentarios vertidos al respecto del álbum Signs of Life de Penguin Cafe Orchestra en el blog Solsticio de Invierno, del compañero Pepe (saludos).

Arthur Jeffes (de la página www.ica.org.uk).

Por si no lo sabíais, el hijo del tristemente desaparecido Simon Jeffes, de nombre Arthur, ha reclutado recientemente una troupe de músicos jóvenes e inquietos con gustos musicales afines, con el objetivo bastante loable de resucitar la Orquesta del Café del Pingüino. Por el momento, los nuevos chavales de Jeffes -que se hacen llamar Music from the Penguin Café, título por cierto del primer álbum de la banda del padre- han realizado un concierto en el Royal Albert Hall londinense a beneficio del Teenage Cancer Trust, una asociación de ayuda a jóvenes enfermos de cáncer. El evento, que recibió críticas bastante positivas pese a basarse en composiciones de la "antigua" banda, fue grabado y está siendo distribuido de forma limitada.

Portada del CD.

La nueva formación, que incluye tanto miembros de bandas como Suede o Gorillaz como novatos recién salidos del conservatorio, ha realizado también varios espectáculos en vivo a lo largo del Reino Unido en 2009, casi siempre en festivales de verano. Ahora se les supone encerrados en un estudio de grabación, preparando nuevo material para la publicación de un álbum a principios de 2011, lo que está al caer. Tienen un espacio en Facebook donde han colgado algunos clips y fotografías, para ir haciendo afición.

Fotografía promocional de Music from the Penguin Café.

Ahora llega la gran pregunta: lo que ha hecho Arthur Jeffes, ¿puede considerarse como un regreso serio de la Penguin Cafe Orchestra y, por lo tanto, una continuación auténtica de la obra iniciada por Simon Jeffes? ¿o es más bien un proyecto sacacuartos que se aprovecha de un apellido y unos pingüinos pintados en la portada de un álbum? Lo único que puedo hacer es dar mi opinión, ya que es posible que cada lector tenga la suya y me gustaría conocerlas a través de los comentarios. Simon Jeffes murió en 1997 y, si su hijo ha decidido retomar su labor, cuenta con la ventaja, apellido aparte, de conocer seguramente al dedillo tanto la psique musical de su padre como la obra que dejó atrás, tanto grabada en álbumes como escrita en partituras y todavía a la espera de ver la luz. Aun asumiendo que Simon se fue y no va a volver, desde luego no creo que haya nadie mejor para erigirse en su sucesor que su hijo Arthur, porque le conocía como probablemente nadie en el mundo y le admiraba hasta el punto de dedicar su carrera a seguir sus pasos. Y por qué no decirlo, ardo en deseos de volver a escuchar algo que, aunque pueda sonar un poco tributario, se parezca mínimamente a la Penguin Cafe Orchestra.

Music from the Penguin Café en el Royal Albert Hall.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Brian Eno - SMALL CRAFT ON A MILK SEA


1. Emerald and Lime (3:04)
2. Complex Heaven (3:07)
3. Small Craft on a Milk Sea (1:51)
4. Flint March (1:57)
5. Horse (3:03)
6. 2 Forms of Anger (3:17)
7. Bone Jump (2:24)
8. Dust Shuffle (1:56)
9. Paleosonic (4:27)
10. Slow Ice, Old Moon (3:27)
11. Lesser Heaven (3:23)
12. Calcium Needles (3:27)
13. Emerald and Stone (2:14)
14. Written, Forgotten (3:57)
15. Late Anthropocene (8:11)
16. Invisible (5:11)

He aquí el flamante nuevo disco del Rey Midas del ambient, Brian Eno, publicado hace un par de semanas. Es lo primero que saca al mercado con su nombre en la portada tras Everything That Happens Will Happen Today (2008), álbum que grabó junto a David Byrne y que podemos considerar una obra más o menos marginal dentro de su discografía por aquello de no ser un trabajo instrumental sino una mezcla de pop y gospel. Small Craft on a Milk Sea (2010) nos devuelve al Eno de la línea pura, el del ambient prístino.

Eno y sus dos colaboradores, en plena faena ( de http://brian-eno.net/).

El disco se grabó lentamente y a lo largo de varios meses, mediante sesiones de improvisación en casa del propio Eno, junto a Jon Hopkins y Leo Abrahams, siendo el segundo colaborador de la gira de David Byrne para promocionar el disco del 2008. Al parecer, el motivo original de reunión de los tres músicos fue grabar una banda sonora original para la película Desde mi cielo (The Lovely Bones, 2009) de Peter Jackson. Al final, el director de El Señor de los Anillos y King Kong se inclinó por utilizar temas anteriores de la carrera de Eno, con lo que las partituras originales quedaron en el cajón del músico. Finalmente éste se decidió a grabar algunos de los temas. Aquí podemos encontrar unos cuantos de ellos, aunque Small Craft of a Milk Sea no es ni mucho menos la banda sonora de la película de Jackson, sobre todo porque incluye mucho más material ajeno a la banda sonora frustrada. Dice la Wikipedia, a la que no pondré objeciones (¿quién osaría?), que los temas del nuevo álbum se inspiran en el estilo general de las bandas sonoras de cine, pero tengo que disentir bastante al respecto. Yo creo que se trata de un disco que podría perfectamente haber llevado un título como Ambient 5 o algo así, ya que está mucho más cerca de las obras cumbre de Brian Eno que de cualquier otro punto de referencia musical.

Las improvisaciones se basaron en una serie de acordes simplísimos que iban siendo reproducidos mientras se les superponían otras texturas y ritmos, y luego todo ello fue lijado, barnizado e inaugurado con champán en el estudio de grabación, donde Eno le concedió un leve atisbo de coherencia interna, si bien es un trabajo tan "libre" que encontrar nexos de unión entre los temas es muy complicado, al margen de que sean todos suaves, elegantes y relajantes. También es verdad que, a pesar del carácter experimental de casi toda obra improvisada, podemos encontrarnos con el Brian Eno más inconfundible en temas como el maravilloso Emerald and Lime, con el que se inicia el álbum y en el que bien podría haber tomado parte Harold Budd. A partir del cuarto corte, Flint March, se imponen ritmos muy actuales y electrizantes, mucho más ligados a la música electrónica tal y como se concibe ahora que como se la realizaba en los lejanos '70 donde Eno despuntaba en su juventud.

Brian Eno junto a los diseñadores de la portada y carpeta del álbum.
Se ve que al tío le gusta tenerlo todo bajo control. De http://brian-eno.net/

Así pintan Horse, 2 Forms of Anger, Bone Jump (algo más calmada, pero rítmica), Dust Shuffle y Paleosonic, en las que debemos suponer que metieron mano a fondo Hopkins y Abrahams. Teniendo en cuenta que a partir de la glacial Slow Ice, Old Moon volvemos al ambient puramente meditativo, podemos entender los temas anteriores como una sección concreta dentro del álbum, algo así como un capítulo de la historia. A partir de aquí hay una serie de piezas bastante oscuras, casi en la línea de Ambient 4: On Land, que concluyen con la conmovedora Emerald and Stone, afín en contenido y título al tema inicial. En Written, Forgotten nos encontramos algunos interesantes punteos de guitarra sobre fondo fluctuante, en la larga Late Anthropocene unas texturas realizadas más a base de ruidos que de música en un sentido estricto; y en Invisible, tan ambiental que pesa menos que el aire mismo, escuchamos un sampleado lejano de cantos de pájaros, entre otros sonidos muy filtrados que prácticamente resultan irreconocibles, aunque probablemente vengan del mundo extra-musical.

Acompañando a la promoción del disco y sus múltiples formatos a la venta, están saliendo a la luz unos vídeos en los que vemos nuevas sesiones de improvisación, siempre en medios de comunicación online, para que nos hagamos una idea de cómo trabajan Eno y sus muchachos. Además, las ediciones de coleccionista contienen más material, si bien he preferido limitarme en esta crítica al álbum tal y como lo encontraremos a palo seco. No cuelgo enlaces en la lista de temas, ya que entrando en http://brian-eno.net/ podemos escuchar varios temas por la vía plenamente legal.

¿Sabéis inglés? Pues hala, hala.

Si no contamos un par de colaboraciones con Robert Fripp en los últimos años, hacía un lustro que el autor de Music for Airports no se dedicaba a expandir su catálogo ambient, y teniendo en cuenta la altísima calidad de este Small Craft on a Milk Sea, está claro que pretende reivindicarse como el gran maestre de lo electrónico que siempre ha sido, por encima de cualquiera a quien hayan bautizado alegremente como "nuevo Brian Eno". O sea, que en este nuevo disco encontraremos a un Eno tan bueno como siempre, con abundantes trazos de su mejor pincel, y además abierto a mucho más. Mirando al futuro y respetando el pasado. Sin fisuras.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Hans-Joachim Roedelius - DURCH DIE WÜSTE


1. Am Rockzipfel (4:44)
2. Durch Die Wüste (13:52)
3. Johanneslust (5:01)
4. Glaubersalz (3:29)
5. Mr. Livingstone (5:41)
6. Regenmacher (6:39)

En el pop-rock más convencional, a veces los grupos son formaciones más o menos móviles cuyos componentes van y vienen, se separan y se juntan o experimentan en solitario. Y en el caso de estas "músicas inusuales" de las que solemos hablar, sucede exactamente lo mismo. Nos encontramos aquí ante un trabajo del componente de Cluster (la mitad del grupo) Hans-Joachim Roedelius, en concreto su debut en solitario llamado Durch Die Wüste (1978) cuyo título no me atrevo a traducir sin ayuda de algún diccionario avanzado.

Durch Die Wüste transmite esencialmente la sensación de que era Roedelius la verdadera alma mater de Cluster, ya que se trata de un disco que, a menos que alguien mucho más experto me quite la razón, suena perfectamente como una de las obras del mítico dúo krautrock. Es casi igual de ingenuo, casi igual de luminoso y casi tan lúdico, con melodías agradables casi en la línea de aquel bonito Sowiesoso que no me quito de la cabeza. La diferencia radica sobre todo en el "casi", porque este álbum contiene una parte más hermética y arriesgada que se centra en varios de los temas, como el inicial Am Rockzipfel desarrollado a base de guitarra, bajo y batería y con muy poco ambientalismo, el homónimo Durch Die Wüste, que salvo por algún tramo aislado pasa por ser una reminiscencia del contacto de Cluster con el ambient puro de Brian Eno (Cluster & Eno se publicó solamente un año antes) y Mr. Livingstone con sus raras percusiones pseudo-tribales y sus arreglos desfasados. Pero ahí están la elegante Johanneslust, la clusterianísima Glaubersalz y la indefinible Regenmacher, muy rítmica y contundente para cerrar la obra.

Hans-Joachim Roedelius

El álbum fue grabado entre el '76 y el '78, con ayuda del productor Conny Plank, un esencial de los estudios de grabación europeos de la época. Cuenta, además, con la colaboración de Dieter Moebius al sintetizador, con lo que la sensación de ser una obra encubierta de Cluster queda poco menos que demostrada. De todos modos, pienso que Durch Die Wüste no es un disco completamente sólido, ya que parece planteado más como una colección de temas independientes que como un álbum nacido para serlo. Es como un muestrario de moquetas cuyas páginas nunca dan de sí como para todo el salón; es tan burbujeante y neumático como los Cluster de sus mejores momentos, pero le falta algo de empaque, algo que te despierte las ganas de perderte en él con los auriculares puestos. Y tampoco llega a funcionar como obra ambient, ya que hay demasiadas estridencias aquí y allá como para lograr una completa armonía que invite a un relax musical.

Pero tampoco quiero sentenciar, ya que entiendo que este disco tiene algo que lo hace verdaderamente único, al menos para mí: es uno de los pocos discos que he escuchado sobre el que soy incapaz de emitir un juicio de valor. No sé si es bueno o regular (malo seguro que no es), precisamente porque posee una cualidad impermeable que lo acerca, a mi entender, a esos raros discos de biblioteca musical que se preservan más por su contribución a esta o aquella tendencia avant-garde que porque gusten al público o los entendidos. No es en absoluto un disco inaccesible, ya que cualquiera puede disfrutarlo sin demasiada preparación previa en el mundo de la música instrumental contemporánea, pero admito que yo todavía no sé muy bien por dónde cogerlo. Puedes escucharlo completo en Spotify, y opinar después.

Regenmacher.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

35007 - LIQUID


1. Tsunami (9:59)
2. Crystalline (7:52)
3. Evaporate (5:54)

No sé si este disco es muy conocido o no, pero parece tratarse de una de las obras más difundidas entre los que están al día con eso que llamamos post-rock, por lo menos en el infinito caldo de cultivo de fans que es Internet. Liquid (2002) es un álbum instrumental creado por el grupo holandés 35007, nombre que si se lee al revés se asemeja a "loose" en inglés, que significa "suelto" en el sentido de "no apretado, no constreñido".

35007 tuvo su génesis en Eindhoven a finales de los '80, y aunque por ahí puede encontrarse alguna información vaga sobre sus componentes actuales (que no son los mismos que cuando comenzaron), es una de esas bandas que hacen de la privacidad -y del misterio, por qué no- parte de su esencia. No sé si es cosa de renunciar al star-system por militancias ideológicas... llamémoslas X, o una simple cuestión artística, pero en vista de que ellos mismos no hacen mucho por informar sobre sus personas, yo tampoco me meteré en camisas de once varas. Basta con decir que 35007 son toda una rareza en un panorama actual en el que, aun bajo el emblema supuestamente librepensador de la "música independiente" o "alternativa", se suele tirar siempre de unas fórmulas muy definidas y prácticamente no hay lugar para lo verdaderamente innovador y experimental.

La banda en vivo, en una de las poquísimas fotos que circulan por la Web.
La página oficial del grupo, por cierto es http://www.dse.nl/~drie5007/

Liquid ha sido comparado en algún momento nada menos que con la obra maestra absoluta de Pink Floyd Wish You Were Here, en especial con el tema Shine On You Crazy Diamond, aunque no tanto en lo que a nivel artístico o peso cultural se refiere (¡faltaría más!) como en lo que tienen de parecido estructuralmente hablando. El tema que abre el disco, Tsunami, comienza también con sonidos difusos y cósmicos soltados al viento, todos sintetizados, y la pieza va in crescendo hasta que nos enteramos de que se trata de un tema rock después de muchos minutos de introducción atmosférica. Las percusiones también recuerdan a los Pink Floyd de sus tiempos mozos, todo muy lisérgico y estimulante. En las actuaciones en directo de 35007, por cierto, acompañan los temas con proyecciones psicodélicas. Son sobre todo las guitarras, muy agresivas y distorsionadas, las que nos indican con claridad que estamos ante un trabajo actual. Seguramente alguno de los músicos es seguidor de la música heavy, o del grunge incluso. Crystalline es rockera desde el principio, aunque igualmente envolvente como lo sería, bastante más dulcificada y minimalista, una pieza ambient. Las melodías son sencillas, pero funcionan muy bien, sobre todo considerando lo complicado que es hacer rock instrumental sin que parezca que falta el cantante. El tramo final también es pura electrónica. Evaporate, el tercer corte del CD, está dotado de un ritmo sensual que de nuevo recuerda por algunos de sus arreglos a los mejores tiempos de la psicodelia británica, aunque con tramos muy duros de guitarreo. Destacan la labor del bajo, que aquí queda subrayado como mucho más que un instrumento de acompañamiento, y algunos punteos de guitarra muy suaves, que le dan cierta delicadeza nada corriente a la composición. Voyage Automatique continúa y finaliza la experiencia en una línea parecida, quizá dejándonos con gana de un colofón un poco más sorprendente, teniendo en cuenta el buen arranque. No digo yo que se hayan quedado sin ideas al final, pero quizá el concepto manejado no daba para tanto.

Logo de la banda.

Con lo de "concepto no me refiero a que se trate de un disco conceptual, pero la idea general de lo calmado y ambiental roto aquí y allá por esporádicos arranques de dureza eléctrica -tal vez ilustrando musicalmente el oleaje durante una tormenta o algo así- no queda del todo bien aprovechada en el conjunto. Resumiendo, creo que este Liquid es un buen disco para descubrir cosas nuevas y perderse un rato en un océano de sonidos de vanguardia, aunque tampoco es la clase de disco a la que uno vuelva una y otra vez con el tiempo.

Tsunami. No sé si se trata de un vídeo oficial, pero podría serlo.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Basil Poledouris - CONAN THE BARBARIAN


1. Prologue/Anvil of Crom (3:39)
3. Gift of Fury (3:50)
5. Atlantean Sword (3:51)
6. Theology/Civilization (3:14)
8. The Search (3:09)
9. The Orgy (4:14)
10. Funeral Pyre (4:29)

Cuenta la leyenda que, estando una noche el escritor Robert E. Howard acostado relajadamente en su cama, la puerta de su dormitorio se abrió súbitamente y de ella surgió un hombre enorme, vestido con taparrabos y un hacha. Señaló a Howard con su índice y le dijo, con su hosca forma de hablar: "escribe sobre mí". No sabemos si todo esto lo inventó el propio autor o realmente fue un sueño propio de la inspiración de los genios, pero el caso es que este fue el germen de lo que serían las novelas pulp sobre Conan de Cimmeria que comenzaron a publicarse en los años treinta, iconos de la literatura de magia y brujería en su estado más puro.

Trailer de la película, con su banda sonora original.

En 1982, el director John Milius -uno de los menos conocidos auteurs de la New Hollywood Generation donde militaban Scorsese, Coppola y Spielberg, entre otros- se decidió a llevar al cine con abundancia de medios las aventuras de Conan. El productor, el recientemente fallecido Dino De Laurentiis, recomendó una banda sonora rockera (quizá pensaba en lo de Queen con Flash Gordon, otra producción suya) y también se barajó a Ennio Morricone, pero Milius se inclinó por algo más clásico y sobrio. Desde luego, el argumento ideado para Conan el Bárbaro -obra del guionista Oliver Stone- era mucho más oscuro y adulto que la fantasía con colorines de Flash Gordon, incluyendo matanzas, ríos de sangre y escenas de sexo más o menos intensas. John Milius llamó a Basil Poledouris (antiguo compañero suyo de clase, por cierto) para que se encargase de esta partitura, y pese a que el músico tenía a sus espaldas una carrera más bien corta hasta entonces (la película más conocida en la que había trabajado era El lago azul, que además tenía poco que ver), realizó una de las mejores bandas sonoras de todos los tiempos. Y que conste que eso no lo digo solamente yo, que admito ser tan categórico.

Basil Poledouris

Poledouris, adscrito de forma más o menos sólida al grupo de amigos cineastas que revolucionó el cine comercial en los setenta -los antes mencionados, me refiero-, viajó con su imaginación mucho más allá de la música clásica de inspiración romántica que siempre se había utilizado en el cine épico previo, desde el peplum hasta la ciencia-ficción. Viajó a la imaginaria Era Hiboria, aquel tiempo de barbarie y anarquía que tuvo lugar tras la caída de Atlantis y en el que hechiceros y caudillos guerreros hacían su agosto, siempre según las novelas de Robert E. Howard. Conan nace como hijo de su tiempo, huérfano por un acto de crueldad, esclavo y guerrero a la fuerza hasta convertirse en una máquina de combate brutal que termina por ganarse el derecho de descubrir en libertad el mundo que le rodea, y un porvenir que le reserva tanto la violencia para la que lleva preparándose toda su vida como la belleza y la pureza de un tiempo en el que el bien y el mal eran como el blanco y el negro. Allí no había ningún Beethoven, ni ningún Mozart, sino coros de guerreros que lanzaban al viento sus cánticos, bardos que hacían sonar sus primitivos instrumentos de viento y cuerda, heraldos con trompetas y tambores. Podía haber inspiraciones clásicas en la obra, y de hecho las hubo, pero todas barnizadas de barbarie. Basil Poledouris, músico norteamericano de origen griego, realizó una proeza en lo que a recreación musical de mundos se refiere.

Arnold Schwarzenegger en el papel de Conan.

Conan the Barbarian es una banda sonora especialmente célebre por su mezcla de sinfonismo telúrico y coros de dimensiones desmesuradas, pero también por sus delicadas melodías, todo ello hilado en un único tapiz que supone, tema por tema según vamos pasándolos con el mando a distancia de nuestro hi-fi, una sucesión de maravillas musicales que cualquier músico de cine fulano de tal se habría tirado media vida para componer. El álbum se abre con Prologue/Anvil of Crom, correspondiente a los títulos de la película, y cuyas percusiones -nada menos que el "yunque de Crom"- han sido imitadas un millón de veces. En el álbum original, el tema comenzaba con una narración que nos pone en situación.


Riddle of Steel/Riders of Doom encaja como un guante en la escena en que Conan escucha de su padre el codiciado "secreto del acero", y una banda de guerreros a caballo arrasan su poblado. Basil Poledouris se inspiró en un tema compuesto por Prokofiev para la película Alexander Nevsky (1938). Gift of Fury y Column of Sadness /Wheel of Pain son temas muy dramáticos que subrayan la desolación dejada tras el ataque y la soledad de Conan, convertido en esclavo ya en la niñez. Atlantean Sword es uno de mis temas favoritos del álbum, alucinante en su modo de lograr que descubramos con la misma emoción que Conan un antiguo templo atlante, la civilización esplendorosa cuyo fin ha sumido el mundo en tinieblas. Casi podemos escuchar un himno de tiempos remotos cargado de nostalgia y grandilocuencia, aunque sumido en la oscuridad de las telarañas. Pudo haberse inspirado lejanamente en la Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis de Vaughan Williams. Theology/Civilization pertenece al encuentro entre Conan y Subotai, un ladrón viajero con el que hace buenas migas y con el que charla sobre dioses y viaja hacia el horizonte. Es el tema más bonito del disco, una melodía como de juglares.


Wifeing (Love Theme) es un inevitable corte amoroso, bastante intenso y "clásico". The Search es todo un adagio de espíritu viajero con más reminiscencias de Vaughan Williams, y a continuación se nos ofrece una pieza prácticamente de baile, The Orgy, un vals barroco correspondiente a la escena en que Conan y sus acompañantes atacan la Montaña de Poder de Thulsa Doom, en cuyas cavernas se celebra una orgía caníbal. Poledouris contó con ayuda de su hija de nueve años, Zöe Poledouris, para su composición, y tomaron cierta inspiración de Los Planetas de Holst, aunque a mí me recuerda un poco más al Bolero de Maurice Ravel.

Escena de la batalla final.

En Funeral Pyre, Conan se despide tristemente de su compañera Valeria, y en Battle of the Mounds derrota al ejército del villano mientras suenan fanfarrias que recuerdan a los primeros cortes del álbum, inspiradas en el Carmina Burana de Orff. Concluye la banda sonora con Orphans of Doom/The Awakening, una composición bastante espiritual y sosegada que corresponde al final de la película.

Portada de la edición de 1992, de Varèse Sarabande.

Ya sé que he contado casi todo el argumento, pero hay un motivo, y es que suele mencionarse Conan the Barbarian como uno de los más perfectos ejemplos de banda sonora que se han creado, primero por fundirse perfectamente con el primitivo escenario de la película, segundo por su inteligente uso de leitmotivs, tanto para personajes como para emociones. Un ejemplo es el tema de Thulsa Doom, que al parecer se inspira en un corte de la banda sonora de Ben-Hur, de Miklos Rozsa; los temas subrayan tanto la presencia de un determinado personaje en pantalla como el sentimiento general que se desprende de una secuencia concreta. Aunque Conan the Barbarian funciona perfectamente como álbum independiente, es junto al argumento de la película donde adquiere pleno significado.

Contraportada de la edición del '92.

Es una banda sonora para enseñar en la escuela, casi. Una edición más reciente publicada por Varèse Sarabande incluye más cortes originales que aumentan la riqueza de la obra un poco más, si cabe. Como curiosidad, y para terminar, decir que Basil Poledouris afirmó en su momento que no estaba del todo satisfecho de cómo la orquesta había interpretado su partitura en la película, y algunas otras formaciones la han regrabado con mayor "fidelidad" a la opinión del compositor. Aunque supongo que es difícil mejorar la perfección.

Una versión regrabada de los primeros temas del álbum, más acorde con la visión del compositor.
En Anvil of Crom, el sonido del yunque es una pasada.

martes, 9 de noviembre de 2010

Mike Oldfield - FIVE MILES OUT


1. Taurus II (24:43)
2. Family Man (3:45)
3. Orabidoo (13:03)
4. Mount Teide (4:10)
5. Five Miles Out (4:16)

Mike Oldfield, quizá el artista instrumental más imaginativo y audaz que ha dado la música popular hasta el día de hoy, se encontraba en una disyuntiva importante al comenzar la década de los ochenta. En los setenta se había hecho enorme en lo que a popularidad se refería con sus cuatro grandes "opus" y había tanteado otros terrenos con Platinum (1979) y QE2 (1980), más cercanos estructuralmente al pop-rock que al sinfonismo de sus anteriores obras, y ahora se encontró con que su situación de artista idolatrado podía peligrar.

Mike Oldfield en una foto interior del vinilo de Five Miles Out.

Eran otros tiempos, ya pasada la avalancha punk y metida la música británica en la new wave, el pop facilito y meloso de comienzos de la década. El rock progresivo y similares eran rechazados abiertamente por los medios de comunicación que estaban más "en la onda", a causa de su obsesión por la grandiosidad y la perfección formal, y la tendencia popular era hacia los álbumes de canciones sueltas, no tanto hacia los trabajos conceptuales. Algunos de los grupos progresivos de más renombre, como Yes o Genesis, tuvieron que evolucionar hacia un sonido más sencillo y comercial, casi siempre para decepción de sus seguidores de toda la vida. Supongo que Mike Oldfield se dio cuenta de que tenía que decidir sabiamente: seguir en su línea instrumental, la de las largas suites, independientemente de que en ellas fuese introduciendo ritmos y arreglos más pop, o tirarse a la piscina y dedicarse a las canciones electro-pop que tanto gustaban. Entonces era un hombre bastante más cabal que hoy, y creo que tomó la mejor decisión posible, la de no renunciar a ninguna de las dos vías.

El interior de la carpeta del LP demuestra que Mike Oldfield había constituido
una formación más o menos permanente llamada "Mike Oldfield Group".

Una muestra perfecta de esta toma de decisiones se llama Five Miles Out y se publicó en 1982. La cara A es una suite tan larga como las de Tubular Bells (que seguía siendo un disco muy valorado y vendido, uno de los pocos supervivientes auténticos de los '70), y el resto del álbum contiene un poco de todo, desde un par de instrumentales de longitud dispar a un par de canciones bastante al alcance de cualquier chavalete que escuchase la radio entonces. Recordemos que el propio Mike Oldfield todavía tenía veintitantos.

Ilustración surrealista de la contraportada del álbum.

Five Miles Out ("A cinco millas") recibe su título a raíz de un incidente en el que Mike, que tenía licencia de piloto y una avioneta, se vio metido en una tormenta y se desorientó por completo, volando un rato a ciegas, hasta el punto de que consideró su supervivencia como un hecho casi milagroso. El tema homónimo del álbum contiene varias voces, la de la vocalista Maggie Reilly cantando y la del propio Mike gritando, en el segundo caso haciendo uso del vocoder. Me atrevería a señalar la gran influencia que debió tener el famosísimo tema de The Buggles Video Killed the Radio Star en la forma en que Oldfield compuso Five Miles Out.

La portada fue encargada a un pintor especializado en cuadros de aviones.

El álbum, no obstante, se abre con Taurus II, la secuela del Taurus I que se encontraba al inicio de QE2. No es habitual que un músico realice secuelas de temas dentro de álbumes distintos (se me ocurre únicamente el Larks Tongues in Aspic de King Crimson), pero Oldfield realizó tres partes de Taurus -su signo del zodiaco, por cierto- en tres álbumes consecutivos. Taurus II es sin duda la mejor parte, tanto por su duración como por su riqueza compositiva. Comienza como una pieza rock bastante agresiva y encontramos en ella de todo según va evolucionando, desde alguna tonadilla casi infantil hasta pasajes celtas y aventureros en la mejor tradición oldfiliana, inclusive una colaboración del gaitero Paddy Moloney de The Chieftains. Lo más destacable de la pieza es que Mike la concibe desde una óptica claramente rockera, con una batería muy sonora y arreglos típicos de su época. Puede imaginarse uno perfectamente a Mike y su banda tocando trocitos de Taurus II en alguno de los garitos de referencia de la movida madrileña.


El segundo tema del disco es Family Man, la primera canción totalmente pop que ha realizado Mike Oldfield en su carrera, tanto en estructura como en instrumentación. Luego hablaremos de ella en mayor detalle. Tras Family Man llega Orabidoo, eterno favorito de los fans del músico por su atmósfera mágica y llena de fantasía, constituyendo prácticamente un "opus" en miniatura. Adosada a Orabidoo está la canción Ireland's Eye, cantada por Reilly y con acompañamiento únicamente de la guitarra acústica, absolutamente exquisita. El álbum se cierra con Five Miles Out, aunque todavía queda la sorpresa de Mount Teide.


Orabidoo

Mount Teide (su título impreso originalmente, Mount Teidi, debe ser un error de imprenta que nunca se ha corregido en firme) se grabó tras una visita de Oldfield al Teide, en Tenerife, junto al batería Carl Palmer (de Emerson, Lake & Palmer), que después colaboraría en el tema. El ritmo de esta miniatura instrumental parece estar inspirado por las suaves vibraciones que el caminante experimenta al ascender hacia la cumbre del volcán.

Bellas imágenes del volcán canario con una versión en directo de Mount Teide
incluida en el recopilatorio The Complete Mike Oldfield (1985).

Me he dejado Family Man para el final, precisamente por su importancia posterior. No sé si fue a raíz de este tema o de algún otro experimentillo anterior (¿I Got Rhythm?), pero la compañía Virgin se dio cuenta de lo bien que se le daba a Mike componer canciones, y durante el resto de la década estarían continuamente mangoneándole para que compusiera más éxitos poperos, en un tira y afloja bastante desagradable que daría lugar en última instancia a los dispares Earth Moving (1989), completamente vocal y pop, y Amarok (1990), un alucinante desparrame experimental.

Portada del single Family Man. La cosa iba de un señor casado al que abordaba
una dama un tanto buscona. Él ponía excusas ("soy un hombre de familia...").

Para empezar, este Family Man tuvo incluso una versión a cargo de otro grupo, mucho más malucha, que supuso un pelotazo en listas de éxitos inglesas y americanas. Five Miles Out tampoco funcionó nada mal como álbum, y al final Mike Oldfield se salió con la suya y le vendió la moto a todo el mundo. Y no creo que nadie pueda haberse arrepentido de aceptar la propuesta, ya que este disco es uno de los mejor valorados por los críticos y los admiradores de cuantos ha parido el instrumentista de Reading.


Videos tu.tv
Vídeo oficial de Five Miles Out.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Trent Reznor / Atticus Ross - THE SOCIAL NETWORK


1. Hand Covers Bruise (4:18)
2. In Motion (4:56)
3. A Familiar Taste (3:35)
4. It Catches Up with You (1:39)
5. Intriguing Possibilities (4:24)
6. Painted Sun in Abstract (3:29)
7. 3:14 Every Night (4:03)
8. Pieces Form the Whole (4:16)
9. Carbon Prevails (3:53)
11. Penetration (1:14)
12. In the Hall of the Mountain King (2:21)
13. On We March (4:14)
14. Magnetic (2:10)
15. Almost Home (3:33)
16. Hand Covers Bruise, Reprise (1:52)
17. Complication with Optimistic Outcome (3:19)

El cacareado líder absoluto de Nine Inch Nails, Trent Reznor, se ha reunido con el músico británico Atticus Ross para crear la banda sonora de la nueva película de David Fincher (Seven, El club de la lucha), titulada en España La red social, y que es un retrato de los primeros momentos de andanza del omnipresente y cansino Facebook y sus creadores, niñatos millonarios-al-instante cuya relación se resquebraja al mismo ritmo que crecen en poder tecnocrático. No entraré a valorar la película, porque no la he visto; lo que sé es por las reseñas (muy positivas) que hay en todas partes a día de hoy.

Atticus Ross y Trent Reznor (de la página www.hipersonica.com).

Sí sé que David Fincher es un director muy exigente que seguramente se lo piensa mucho antes de dar a cualquiera el encargo de elaborar una banda sonora para sus películas. Trent Reznor tenía cierto enchufe, ya que se conocía desde hacía tiempo una afinidad personal entre ambos, además de algún otro proyecto que sigue en el aire. Debemos considerar, además, que el argumento y ambientación de la película pedía un soundtrack acorde con el mundillo tecnológico que retrata, no una banda sonora orquestal que quizá no habría cuajado del todo en el contexto. The Social Network (2010), el álbum de Reznor y Ross, supone seguramente una elección estética adecuada a lo que cabía esperar.

Michael Trent Reznor, personaje musical para mi gusto muy sobrevalorado, sí que demuestra con este trabajo tener muy buena mano para realizar eso que llaman "dark ambient". Es una figura poco menos que idolatrada por toda una generación de nerds modernillos que ahora andan cumpliendo los treinta, y pese a personificar todo el tontorrón oscurantismo antisistema de los grupos de rock depresivos que emergieron a principios de los noventa, ha sabido reciclarse bastante bien en una especie de gurú de lo electrónico-alternativo, recibiendo incluso el apodo de "el nuevo Brian Eno", que para mi gusto le queda un poco grande todavía. En cuanto a Atticus Ross, decir brevemente que se le conoce precisamente por su relación con Reznor, primero como productor de un par de discos de los NIN, después por su participación en el proyecto de Trent y su mujer How to Destroy Angels. También ha realizado recientemente la banda sonora de El libro de Eli. La verdad es que estamos hablando de un álbum realizado mano a mano por dos productores, y eso define perfectamente el trabajo.

Póster de la película.

The Social Network es una colección de temas más bien cortos y enlazados entre sí que proponen paisajes sonoros muy tecnologizados, utilizando en casi cada corte unos cuantos sonidos que cualquiera identificaría con la clase de ruiditos que hace nuestro ordenador personal, desde el zumbido del módem a los pequeños clics que se escuchan aquí y allá mientras estamos conectados. Unas notas de piano y algunas guitarras eléctricas muy distorsionadas son prácticamente lo único que vamos a encontrar más allá de lo puramente electrónico, de las cajas de sorpresas que manejan los productores de alto standing actuales. Y algunos temas suenan realmente bien, con melodías minimalistas bastante inspiradas y rarísimas texturas electrónicas que ambientan la mar de bien la clásica atmósfera tenebrosa que -supongo- David Fincher utiliza en La red social como siempre ha hecho en su cine hasta hoy. Para mi gusto destacan los temas en los que la música no necesita sostenerse sobre bases rítmicas, ya que el verdadero efecto del buen ambient no requiere del apuntalamiento un poco cobardica del ritmo, por mucho que éste sea añadido con cierta imaginación. Ahí están las estupendas Hand Covers Bruise, It Catches Up with You, Penetration (vaya titulito) y The Gentle Hum of Anxiety, entre otras. Tampoco debemos ignorar cosillas más potentes y rítmicas como Intriguing Possibilities, Painted Sun in Abstract, Complication with Optimistic Outcome o la versión de En la gruta del rey de la montaña de la suite Peer Gynt, compuesta por Edvard Grieg, que en lo imaginativo se queda a medio gas, pero cuya aparición imprevista en el tracklist de The Social Network es bastante sorprendente. Trent Reznor afirma que se trata de una obra musical centrada en realzar el componente emocional de cada escena, aunque eso lo podré juzgar cuando vea la película.

Portada del sampler oficial gratuito.

Reznor, defensor de la distribución de música a través de Internet, ha colgado en la página web http://www.nullco.com/TSN/ un sampler gratuito con cinco temas del disco para que la gente deguste antes de comprar. Buena idea, y por eso no colgaré los típicos enlaces a YouTube de mis entradas habituales, sino solamente los correspondientes a los cinco temas del sampler, los "regalados". Este Trent Reznor en el que tan poco confío debe ser, al final, un tipo listo.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Ladysmith Black Mambazo - SHAKA ZULU


1. Unomathemba (3:47)
2. Hello my Baby (3:09)
3. Golgotha (3:57)
4. King of Kings (4:07)
5. Lomhlaba Kawunoni (2:55)
6. How Long? (3:05)
7. Ikhaya Lamaqhawe (3:13)
8. Yibo Labo (4:39)
9. Rain, Rain Beautiful Rain (2:18)
10. Wawusho Kubani? (5:31)

Imaginemos que nunca hemos escuchado un disco de música étnica africana, y alguien nos pide que describamos qué clase de música se hace en este maltratado y riquísimo continente. Es muy probable que, entre las varias posibilidades que se nos vendrán a la cabeza tras rastrear nuestra experiencia como televidentes y espectadores de cine, que en ambos lados se ve bastante mundo, nos decantemos por algo como lo que realiza el grupo vocal masculino Ladysmith Black Mambazo.

Ladysmith Black Mambazo (de la página www.abcmusicos.com).

Esta agrupación ya había logrado el primer disco de oro en la República de Sudáfrica (en pleno apartheid) para un álbum grabado por músicos negros mucho antes de que los "descubriera" Paul Simon, artífice de su explosión internacional y causante de que Ladysmith Black Mambazo sea un nombre infaltable cuando se habla de eso que desde las dos pasadas décadas se conoce como World Music. El mítico álbum Graceland de Paul Simon incluía cánticos de esta impresionante formación vocal encabezada por Joseph Shabalata.

Unomathemba, en vivo.

Y lo de "formación vocal" debe entenderse en sentido estricto, ya que los álbumes grabados por ellos son íntegramente a capella, es decir, sin acompañamiento de instrumentos. Las voces masculinas de los Black Mambazo crean sus propios ritmos, sus propios fondos y bases sobre los que desarrollar las hermosas melodías que los caracterizan, y que hablan de la tradición africana de las tribus, de los lazos con el mundo cristiano que se establecieron con la conversión de Shabalata, y sobre todo de cómo una zona del mundo tan terriblemente castigada por toda clase de males -guerras, racismo, enfermedades, pobreza, analfabetismo- va poco a poco emergiendo con pleno esplendor de donde seguramente muchos no pensaron que lograría salir jamás. Su estilo, entre lo exótico de aquellos remotos parajes del mundo y lo familiar del cántico ritual que en todas partes se practica y se conoce como gospel, posee un poder de evocación casi inexplicable.

Hello my Baby, en vivo.

Shaka Zulu (1987) fue grabado poco después del espaldarazo de Paul Simon, y es quizá uno de los discos más conocidos de Ladysmith Black Mambazo. Su título hace referencia al legendario Shaka, el líder de que consiguió transformar una tribu cualquiera, la de los zulúes, en una de las mayores potencias autóctonas africanas en lo que a resistencia frente a los británicos se refería. Shaka preparó a su gente para defender sus territorios ante el avance colonial europeo, y fuera como fuese logró que aun hoy en día exista un amplio territorio que, más allá de las fronteras oficiales, sigue conociéndose como Nación Zulú. No estamos habituados, desde luego, a pensar que una vez esos africanos que hoy vemos generalmente en televisión desprovistos de todo lo que consideramos comodidades, pudiesen erigirse en un ejército esplendoroso capar de hacer morder el polvo a los ingleses más de una vez, ataviados orgullosamente con pieles de tigre y portando escudos y lanzas. Shaka Zulú es en la actualidad, merecidamente, un personaje de referencia para los nativos ancestrales africanos.

King of Kings, en vivo.

El álbum fue producido por el propio Paul Simon, y recoge en esencia una colección de temas en inglés y zulú que el grupo ya había publicado con anterioridad, aunque nuevamente grabadas y enfocadas al vasto mercado norteamericano, donde hicieron su agosto hasta lograr incluso un Grammy. Hay incluso quienes consideran el tema Hello my Baby como el tema vocal más hermoso jamás publicado en disco, y solamente por eso ya merece la pena escuchar todo el álbum. No voy a pararme a recomendar unos temas u otros, porque todos son absolutamente perfectos a la hora de transportarnos hacia los inmensos horizontes que hay tanto en África como en el alma de los africanos.

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