jueves, 29 de julio de 2010

Wendy Carlos - TRON


1. Creation of Tron (0:49)
2. Only Solutions - Journey (3:41)
3. We've Got Company (2:19)
4. Wormhole (2:29)
5. Ring Game and Escape (2:57)
6. Water, Music and TRONaction (2:25)
7. Tron Scherzo (1:46)
8. Miracle and Magician (2:40)
9. Magic Landings (3:44)
10. Theme from Tron (1:37)
11. 1990's Theme - Journey (2:08)
12. Love Theme (2:07)
13. Tower Music - Let Us Pray (3:47)
14. The Light Sailer (2:37)
15. Sea of Simulation (3:23)
16. A New Tron and the MPC (5:10)
17. Anthem (1:40)
18. Ending Titles (5:16)
19. TRONaction (1:29)
21. Anthem for Keyborad Solo (1:09)

¿A que alguno de vosotros no sabía que la pionera del sintetizador Wendy Carlos realizó la banda sonora de esta película tan rara? Pues sí. Fue en 1982 cuando Carlos recibió el encargo de componer la música para la película Tron, de Steven Lisberger, producida por la compañía Walt Disney. Teniendo en cuenta la imagen "extraña" que rodeaba a la compositora tanto por su trabajo con el incómodo Kubrick, como por aquel cambio de sexo que con tan poco tacto abordó la prensa, la verdad es que podemos decir que los del ratón se mojaron bastante. Quién ha visto y quién ve ahora a la ultraconservadora compañía madrina de Hannah Montana. Habrá que esperar a fin de año para ver la secuela de esta película, Tron Legacy, cuya banda sonora a cargo del dúo francés Daft Punk se anuncia a bombo y platillo.

Wendy Carlos

La película original Tron, como quizá recordemos (yo la vi hace siglos), cuenta la historia de un programador llamado Flynn que se mete en uno de los programas en los que trabaja para vivir una aventura que le enfrentará no solamente a un villano virtual, sino a una serie de peligros que incluyen luchas a muerte en moto y peripecias de todo tipo de las que entonces se vivían echando cinco duros a un armatoste tipo cabina telefónica que había en algunos bares. Aquel mundo de maquinitas matamarcianos iba perfectamente bien con lo que teóricamente Wendy Carlos podía ofrecer musicalmente. La idea era que la parte del filme que se sitúa en la realidad fuese acompañada por música orquestal de toda la vida, y Wendy Carlos se encargaría de realizar unas cuantas piezas para acompañar las secuencias dentro del mundo informático, que son muchas más. Carlos, sin embargo, optó por mezclar su sonido con el de una orquesta sinfónica y un coro, realizando una fusión bastante más artística entre ambos mundos. El sonido orquestal está ahí y se puede apreciar en todo momento (por ejemplo, en The Light Sailer), pero la música electrónica es la que manda en esta obra.


Imágenes de la película.

No nos viene mal recordar que Wendy Carlos había logrado su fama en la década anterior llevando a cabo lo que seguía siendo su especialidad: realizar versiones para sintetizador de temas clásicos. Ahí estaba su mítico Switched On-Bach (1969), aunque la propia banda sonora de La naranja mecánica (1971) también se sostenía en piezas clásicas, esta vez de Beethoven. En Tron la música debía ser original, completamente suya, y no tengo del todo claro si logró un trabajo redondo.

Carátula trasera del CD.

Me explico: está claro que cualquier banda sonora debe estar apuntalada por la música incidental, es decir, las piezas que suenan mientras los personajes se mueven, dialogan o luchan, acompañando tanto sus movimientos como sus emociones. Aquí, la música de Carlos va como la seda, arcaica como tenía que ser en aquel '82, con el sonido del Moog modular analógico y el GDS, que era digital, todo perfectamente acorde con el universo de azul y verde flourescente que se veía en la pantalla. Pero las grandes partituras para el cine siempre necesitan uno o varios temas que funcionen por sí mismos, sin necesidad de asociarlos con las imágenes de la película, y aquí es donde el Tron de Wendy Carlos se queda cojo. No tiene temas de esos que uno recuerda una vez acaba la película. Nada para tararear.

Otra imagen de Tron, con los protas.

También es verdad que la productora dio varios recortes a la música tal cual fue realizada, por ejemplo eliminando la correspondiente a la secuencia de las motos (para realzar los efectos sonoros, parece), y sobre todo la de los títulos finales, que fue reemplazada por un insulso tema pop del grupo Journey, tristes sustitutos de los inicialmente implicados Supertramp. Para estos créditos, Carlos crea la melodía más accesible de la partitura, acompañada por el órgano clásico del Royal Albert Hall. Por suerte, y no sin mucho bucear en archivos y restaurar másteres, la banda sonora completa de Tron, con descartes y todo, fue finalmente editada en 2001 con ocasión del lanzamiento de la película en DVD.

Portada de la edición original.

Creo que esta banda sonora no es precisamente una obra sencilla de digerir, sobre todo porque su sonido está tremendamente desfasado respecto a los cánones actuales -como la película, para bien o para mal-, aunque no debemos albergar duda: la de Tron fue una partitura muy influyente que no deja de ser referencia obligada en la evolución de la música electrónica, y tanto si nos va a servir para echar a volar la imaginación como si la entendemos en su vertiente de documento histórico, merece la pena conocerla.

The Light Sailer

lunes, 26 de julio de 2010

Mike Oldfield - QE2


1. Taurus I (10:17)
2. Sheba (3:32)
3. Conflict (2:48)
4. Arrival (2:45)
5. Wonderful Land (3:37)
6. Mirage (4:39)
7. QE2 (7:39)
8. Celt (3:04)
9. Molly (1:13)

Habrá quien siga diciendo aquello de que el mejor Mike Oldfield terminó con Incantations, y no sabría yo si darle la razón o quitársela. La cosa es que este QE2, un álbum no especialmente ambicioso y no especialmente complicado, tiene siempre un lugar de honor entre los favoritos de los seguidores del británico. Y no, el mejor Mike Oldfield nunca ha terminado de irse, y menos en 1980.

Mike Oldfield vestido de capitán de transatlántico en un póster promocional.

QE2 debe su nombre al famoso transatlántico Queen Elizabeth 2, y los colores del casco del barco están reproducidos en la -en principio- enigmática portada del disco, que viene a ser su proa. Tal vez Mike concebía el álbum como un viaje de placer, y desde luego es innegable que todos y cada uno de los temas que lo componen son pequeñas aventuras musicales, prácticamente postales que uno llevaría en la maleta tras un largo e intenso crucero. Y el viaje es de placer, porque se nota que Mike se relaja bastante respecto a sus obras épicas anteriores para deleitarse incluso con un par de versiones de temas que le gustaban (Arrival de ABBA y Wonderful Land de The Shadows), superando con creces a los originales aunque esté feo decirlo.

Portada del single Arrival. La del álbum de ABBA es muy parecida.

La idea era también lanzar unos cuantos singles llamativos que le abriesen por fin el mercado americano a su música, haciendo caso de las sugerencias de la compañía Virgin, que ya empezaba a meter mano en sus obras más de la cuenta. En teoría, cualquier disco sería más fácil de vender si estaba constituido de una serie de temas no demasiado largos y bien delimitados entre sí, que pudiesen radiarse independientemente y resultasen accesibles a públicos que no querían complicarse la vida con suites de 20 minutos sin cortes. Pero Mike es Mike y termina por colar Taurus I, de diez minutos largos, y el homónimo QE2, de siete y pico.

Vídeo oficial de Wonderful Land.

A partir de QE2, Oldfield va configurando poco a poco una banda más o menos estable que se conocería informalmente como The Mike Oldfield Group, en el que estaban gente como la inconfundible cantante Maggie Reilly, el teclista Tim Cross y el recientemente fallecido batería Morris Pert. Además, en Taurus I y Sheba colabora a la batería Phil Collins, que entonces ya había sustituido a Peter Gabriel como vocalista principal de Genesis. Todo ello viene a significar que Mike Oldfield va quitándose de encima algunos de los instrumentos que hasta entonces manejaba en plan "hombre orquesta", para centrarse solamente en unos cuantos y dejar el trabajo a otros tantos buenos profesionales a sus órdenes.

Portada del single Wondeful Land.

En lo que se refiere al estilo de QE2, se podría decir que Oldfield reduce la complejidad de la producción en favor de un sonido limpio y directo cercano al pop-rock, acentuado ésto por la presencia de una batería más sólida y constante que la que se haya escuchado antes en sus discos, salvo en casos aislados. Algún momento concreto, sobre todo Taurus I (que tendría dos secuelas en los discos Five Miles Out y Crises), es prácticamente un tema de rock progresivo. No obstante, cabe señalar que hay quien ve QE2 como un trabajo de "rock celta", seguramente por el uso que se hace de algunas percusiones, o más bien -pienso yo- porque es tan extremadamente melódico que algunos no asumen una música así fuera del folclore más colorista.

Vistas del interior del álbum en vinilo.

Destacar unos cuantos temas de QE2 viene a ser una simple cuestión de pareceres, ya que en el disco no sobra nada. Otra vez Mike lanzaba un álbum sin una pizca de material de relleno. Yo me quedo con Arrival y QE2 por lo evocadores que me resultan (¿A quién no le despierta la imaginación una música así?), pero también están ahí Taurus I, Wonderful Land, Sheba y Mirage todos imprescindibles. QE2, si bien no refleja la extrema complejidad técnica de la que era capaz entonces Mike Oldfield, sí que puede ser el álbum perfecto para recomendar a quien no haya tenido la suerte de escuchar nada de este señor. Es un buenísimo punto de partida. Podemos escuchar en Spotify su edición "deluxe", publicada en 2012.


El tema QE2.

P. D.: Fue a la salida de QE2 cuando Mike Oldfield fue entrevistado a fondo por el periodista español Ángel Casas, en el mítico programa de TVE Musical Express. Aquí podéis ver el vídeo, que incluye una interpretación de buena parte del álbum del que estamos hablando:

(Agradecimientos a rtve.es y al blog de Neil Parsons).

miércoles, 21 de julio de 2010

Miles Davis - IN A SILENT WAY



Quienes seáis aficionados al jazz (yo no lo soy demasiado) seguramente contéis entre los dos o tres músicos más importantes del género al trompetista Miles Davis. Este señor no solamente creaba ramas del jazz prácticamente con cada disco que publicaba, sino que solía reunirse con troupes completas de músicos cuyos nombres forman también parte de la constelación de estrellas de este estilo musical.

No voy a entretenerme con datos biográficos a los que cualquiera puede acceder tirando de Wikipedia, sino que prefiero centrarme en el disco que nos ocupa, y que para muchos se trata nada más y nada menos que del más decisivo intento de un músico serio y "ortodoxo" por realizar una fusión con otros géneros ajenos al suyo. Fue en 1969 cuando, seguramente preocupado por el decreciente interés del público mayoritario por el jazz, cosa que se veía en los clubes especializados cada vez más vacíos, Davis se decidió a fusionar aquel género que él defendía a capa y espada con el rock tan de moda. Se considera que In a Silent Way fue el primer disco de su período "eléctrico".

En la trasera del CD puede verse qué músico interpreta cada instrumento.

No creo que In a Silent Way pueda realmente considerarse como una obra que fusione jazz y rock, sino que Miles Davis y sus acompañantes -John McLaughlin, Chick Corea, Herbie Hancock y Joe Zawinul, entre otros muchos- realizaron algo completamente nuevo, no sé si por casualidad, del mismo modo en que Colón se topó con América mientras buscaba Japón. In a Silent Way es, visto hoy en día y considerado de forma no histórica, un álbum ambient con reminiscencias jazzísticas. Davis introduce ritmos más propios del pop que del jazz, y hay ya elementos electrónicos de por medio, aunque al final todo resulta un ejercicio atmosférico con una estructura muy sencilla, y casi transmitiendo la sensación de que Miles se pasa el rato llevándose el índice a los labios para que a ninguno de sus músicos se le vaya a ocurrir tocar con demasiado entusiasmo o destacar. No hay florituras ni virtuosismos accesorios en In a Silent Way.

It's About That Time en vivo, con Joe Zawinul (su compositor).

El álbum está construido de forma muy esquemática y simple, con dos largas piezas compuestas cada una por tres movimientos: una exposición que introduce la pieza y nos pone en situación, un desarrollo de la melodía más o menos exhaustivo, y una recapitulación que retoma casi exactamente la introducción, para redondear. Todo ello sigue las formas de las sonatas clásicas, y eso se debe bastante más a la labor de edición -recorte, para entendernos- del productor Teo Macero que a lo que Davis y compañía tocaron en aquellas sesiones en la CBS de Nueva York.

Portada original del álbum.

¿Qué convierte a In a Silent Way en un álbum imprescindible? Sobre todo su influencia posterior, que abarca desde el propio jazz hasta la new age, la clásica contemporánea y diversas tendencias de la electrónica como el chill out. Además, se cuenta entre los trabajos más populares y exitosos de Miles Davis, no muy por detrás de su archiconocido Kind of Blue (si bien las críticas fueron muy diversas) y, en cualquier caso, perteneciente a aquellos prodigiosos años entre finales de los '60 y principios de los '70 en los que, al menos culturalmente hablando, cualquier cosa estaba permitida y todo parecía posible.

domingo, 18 de julio de 2010

Steve Hackett / The Royal Philharmonic Orchestra - A MIDSUMMER NIGHT'S DREAM


1. The Palace of Theseus (2:46)
2. A Form in Wax (4:40)
3. By Paved Fountain (2:00)
4. Titania (2:24)
5. Set Your Heart at Rest (3:31)
6. Oberon (2:32)
7. Within This Wood (2:36)
8. In the Beached Margent of the Sea (2:38)
9. Between the Cold Moon and the Earth (2:44)
10. Puck (1:52)
11. Helena (4:21)
12. Peaseblossom, Cobweb, Moth and Mustardseed (4:28)
13. Mountains Turned into Clouds (4:36)
14. The Lunatic, the Lover and the Poet (4:14)
15. Starlight (4:48)
16. Lysander and Demetrius (2:45)
17. Celebration (6:15)
18. All Is Mended (3:13)

William Shakespeare escribió El sueño de una noche de verano entre 1595 y 1596, tomando como pretexto la celebración de la boda de Sir Thomas Berkeley y Elizabeth Carey para escribir un alegre retrato de la vida en pareja ambientado en la antigua Grecia mitológica; de parejas en distintos momentos de su vida en común, de distintas formas de entender la unión de los cónyuges. De paso, creó una de las grandes comedias de la literatura universal. No es raro que esta obra tan conocida terminase siendo adaptada musicalmente, destacando la ópera de Bejamin Britten, la obertura de Felix Mendelsson y este álbum de Steve Hackett de 1997.

Steve Hackett, en la contraportada.

Hackett, como ya apunté en una entrada anterior sobre él, fue componente de la banda de rock progresivo Genesis durante los mejores años de la formación, realizando después álbumes del mismo género tan interesantes como Voyage of the Acolyte. Sin embargo, hay quienes recuerdan a Hackett por una faceta algo más específica de su carrera como músico: su habilidad como guitarrista clásico. Yo me enamoré de su guitarra en aquel tema instrumental llamado Horizons del disco Foxtrot de Genesis, y me sorprendí todavía más cuando, con el tiempo, supe que Steve Hackett había ido volcándose más y más en su vertiente de guitarrista hasta el día de hoy. Este A Midsummer Night's Dream es la demostración de su tremendo genio y de su madurez como compositor clásico de pleno derecho.

Acompañado por la Royal Philharmonic Orchestra (conjunto muy frecuentemente reclamado para colaboraciones de todo tipo con artistas provenientes del universo pop-rock), Steve Hackett desarrolla una serie de piezas completamente instrumentales sin otro ingrediente que la orquesta completa y su guitarra clásica, contándonos, como si de un largo poema sinfónico se tratase, la historia de todos aquellos personajes shakespearianos: Teseo, Hipólita, Oberón, Titania, Puck, Helena... Para rematar la faena con práctica perfección, no se me ocurre exactamente cómo lo hace Steve Hackett, pero no nos resulta difícil imaginar que esta obra pudiese ser interpretada tal cual en los tiempos del propio Shakespeare sin desentonar con lo que se podía estar tocando entonces en los más delicados auditorios cortesanos.

Portada alternativa.

El tono de la música es siempre suave, casi onírico -recordemos que es un sueño-, acentuando este ambiente relajado con un ligero efecto de eco, logrando que se le ponga a uno la carne de gallina con solo pensar en cómo debe sonar este disco mientras se echa uno la siesta en un "locus amoenus". Y que quede claro que no estamos hablando de música new age ni de ambient, sino de música clásica con todas las letras, un género en el que Hackett se mueve como si se hubiese criado en él desde siempre: las melodías, los ritmos, el equilibrado diálogo guitarra-orquesta, todo funciona de una manera completamente distinta a lo que podríamos esperar en el caso de uno de tantos trabajos pseudo-clásicos de estrellas del rock de antaño, que suelen abundar en esquemas poblados de estribillos encubiertos y vacuas fanfarrias de trompeta por doquier. Steve Hackett es un tipo musicalmente adulto que sabe lo que quiere, y deja de lado cualquier triunfalismo, realizando un álbum que en nada recuerda a sus años en Genesis, salvo en todo caso su aplastante calidad compositiva.

En fin, solamente decir que soy incapaz de pensar en un disco de música basado en una obra literaria que dé en el clavo de una forma tan perfecta como éste. Es una exquisitez de la que el propio bardo se sentiría orgulloso. Y nosotros, a ver si soñamos más en estas tórridas noches de verano.

Celebration.

jueves, 15 de julio de 2010

Klaus Schulze - MOONDAWN


1. Floating (27:14)
2. Mindphaser (25:37)

Tras el delirio futbolístico de los últimos días, volvemos con uno de los favoritos de esta página: Klaus Schulze. Y con uno de sus clásicos más conocidos, el estupendo Moondawn (1976). Puede parecer que, en el caso de estos álbumes clave de las "otras músicas", voy comentándolos a discreción, simplemente porque ya toca. No obstante, con este Moondawn aprovecharé para hablar más en profundidad de lo que lo he hecho hasta ahora sobre el krautrock y la Escuela de Berlín, que no son estrictamente una misma cosa.

Moondawn es considerado no solamente como el primer disco de Schulze en enmarcarse plenamente en el estilo de la Escuela berlinesa, sino también como uno de los iniciadores y mejores ejemplos de esta corriente. Antes de este álbum podríamos destacar, prácticamente en solitario, a los tres primeros lanzamientos de los "años Virgin" de Tangerine Dream, o sea, Phaedra, Rubycon y Ricochet.

Klaus Schulze

Por supuesto, ahora es imprescindible delimitar qué entendemos por el estilo de la Escuela de Berlín y, sobre todo, qué supuso respecto al krautrock entendido como generalidad. Pues bien, si escuchamos los primeros discos -bastante herméticos- del propio Schulze, como Cyborg o Irrlicht, veremos que se trata de obras que crean ambientes, texturas entendidas como capas sonoras que se superponen para diseñar atmósferas inquietantes. Sin embargo, escuchando este Moondawn comprobamos que las piezas se sustentan en potentes bases de secuenciadores que van repitiéndose mientras el músico, usándolas un poco como el pintor utilizaría el lienzo en blanco, va improvisando pinceladas de sintetizador o de otros instrumentos como guitarras eléctricas. En Moondawn sí que hay unos ritmos claros, y sí que hay melodías claras, aunque éstas sean tan efímeras como las que surgen espontáneamente en una sesión de jazz. Esto es la Escuela de Berlín, a la que no pertenecerían -por definición, me refiero- gente como Kraftwerk o Popol Vuh, que aun siendo tan opuestos en su forma de entender la música, sí que compartían la etiqueta krautrock.

Vista interior de una edición en digipack.

Centrándonos en Moondawn y dejando al margen el didactismo de lo anterior, decir que este disco es visto por muchos entendidos como uno de los más imprescindibles jamás realizados en el campo de la música electrónica. A ello debió contribuir su primer corte, Floating ("Flotando"), que posee una capacidad de hipnotismo y embeleso difícilmente explicable con palabras. Va creciendo, va saturando nuestros oídos, y con cada pequeñísimo cambio de tonalidad nos sacude la espina dorsal. Mindphaser, que, como en el caso de Floating, ocupa toda una cara del vinilo, supone una interesante desviación del patrón antes establecido: comienza con una larguísima introducción atmosférica (eso sí estaba permitido en la Escuela de Berlín) y después progresa casi en una línea rockera, sustituyendo el secuenciador protagonista del tema anterior por la batería de toda la vida, sobre la que, esta vez muy ortodoxamente, Klaus Schulze lanza sus extravagantes efectos especiales electrónicos y se deleita a los teclados del Moog.

Rarísima portada alternativa que he encontrado por casualidad.

Moondawn es bastante accesible y relativamente sencillo de digerir para los no iniciados en la electrónica de entonces, todo un "must have". Por cierto, ediciones recientes incluyen el bonustrack Floating Sequence, que abunda en la idea del primer tema.

Floating Sequence.

domingo, 11 de julio de 2010

Jarre en Santiago de Compostela, el 31

La plaza del Obradoiro, con la Catedral de Santiago presidiendo.

El músico francés Jean Michel Jarre, autor de obras como Oxygene, Equinoxe, Zoolook y otras tantas, actuará gratuitamente en la Plaza del Obradoiro, en Santiago de Compostela, el próximo 31 de julio. El concierto será el único ofrecido por Jarre en España a lo largo de la actual gira en la que se encuentra embarcado, y se realizará con motivo del final oficial del Año Xacobeo 2010.

Jean Michel Jarre, en una imagen de su actual gira.

No se sabe si Jarre planea ofrecer uno de sus megaconciertos como los relativamente recientes Aero: A Tribute to the Wind (en Dinamarca) o Water for Life (en Marruecos), o se decantará por algo más en la línea de su actual gira, llamada In-Doors. Personalmente, y teniendo en cuenta que la gira -como su nombre indica- se está llevando a cabo en recintos cerrados, su actuación en Santiago debe ser por fuerza algo distinto. El músico ha explicado que tiene intención de rendir tributo con su música a la arquitectura, lo que no le va a resultar nada difícil encontrándose en un entorno tan evocador como la mítica plaza donde se encuentra la Catedral de Santiago. Como sé que algunos de los lectores de Otras Músicas. Otros Mundos no son de España, explicaré brevemente que este es lugar hasta donde los peregrinos de toda Europa acuden recorriendo el Camino de Santiago, en un acto de penitencia y descubrimiento personal, desde que las reliquias del apostol fueron halladas en un bosque de la zona y veneradas como objeto de culto por primera vez alrededor del año 1000.

Cartel promocional de In-Doors.

La gira In-Doors de Jean Michel Jarre ha sido planteada desde el principio como un reencuentro del compositor e intérprete electrónico con aquellos temas que le convirtieron en una estrella internacional hace un par de décadas, dejando relativamente de lado el estilo bastante más pos-moderno del que ha hecho gala desde... digamos el año 2000, cuando lanzó el álbum Metamorphoses. No obstante, el diseño visual de la gira es plenamente actual, así como los arreglos realizados para los temas clásicos de su repertorio. Se plantea también que el concierto vaya acompañado (previamente, según la prensa) por un espectáculo de fuegos artificiales digno de la ocasión. Jarre, por su parte, se recreará en las proyecciones y sobre todo en una nueva técnica de rayos láser que es capaz de formar figuras en tres dimensiones (sin gafitas). Tocará seguramente su famosa arpa láser, y no faltarán Oxygene 4, Fourth Rendez-Vous y tantos otros éxitos. Un par de vídeos grabados por el público en la gira, como muestra de lo que podrán encontrar los asistentes:




Y nada, que yo no podré estar allí, pero es bastante probable que el concierto se emita en la televisión pública española, por lo que tendremos tiempo de ver y comentar. Si alguno de vosotros tiene la suerte de acercarse a Santiago, no perderse ni el concierto ni la ciudad, que es maravillosa. Y que venga por aquí y nos lo cuente.

viernes, 9 de julio de 2010

Popol Vuh - HOSIANNA MANTRA

1. Ah! (4:46)
2. Kyrie (5:23)
3. Hosianna-mantra (10:12)
4. Abschied (3:14)
5. Segnung (6:07)
6. Andacht (0:47)
8. Andacht (0:48)

Hay que regresar de vez en cuando a los viejos discos de Popol Vuh para que nos recuerden lo hermosa que era la música de aquellos años '70, cuando la música era un territorio nuevo y misterioso al que prácticamente acabábamos de llegar, y en el que unos cuantos artistas en estado de gracia convertían cada uno de sus álbumes en una vivencia inigualable que se vivía (y se sigue viviendo) como quien se asoma por la rendija de un tupperware y ve que dentro hay un universo entero.

Interior del LP.

Hosianna Mantra (1972) mantiene la línea experimental de aquel Florian Fricke que, primero, introdujo el sintetizador en el rock junto a otros como Klaus Schulze o Edgar Froese, y después, renunció a él en favor de propuestas musicales completamente artesanales en las que, a lo sumo, podíamos encontrarnos con el sonido de la guitarra eléctrica, un instrumento que a esas alturas era tan de andar por casa como la pandereta.

Kyrie.

El título del álbum nos da una idea de lo que nos podemos encontrar en él: la conciliación de la oración cristiana con el cántico espiritual oriental, en una experiencia religiosa que Fricke describió como "una misa para el corazón" (Julian Cope, All Music Guide). Hosianna Mantra es un tapiz de música occidental y oriental amalgamadas perfectamente, creando armonías delicadas y fascinantes por su profunda capacidad para embelesarnos y empujarnos a un estado de bienestar total. Contribuyen sobremanera en esta borrachera de preciosismo la intervención en varios temas de la soprano coreana Djong Yun, que añade la voz humana a este viaje mayoritariamente instrumental; y la guitarra de Conny Veit, que parece improvisar una serie de punteos etéreos y virtuosos que no hacen sino poblar de luminarias este apacible paisaje nuboso de Popol Vuh, con la ayuda de otros instrumentos como el piano, el oboe y el violín.

Portada alternativa.

Y sin embargo no estamos hablando de una música meramente ambiental, sino que las tonalidades de los fondos y los desarrollos de sus melodías alcanzan cierto nivel épico en temas como el homónimo Hosianna-mantra, que es inmenso. No se puede decir que los temas sean especialmente distintos entre sí, ya que la fórmula general viene a ser la misma en todo el álbum. No obstante, sí que podemos apreciar la existencia de temas algo más melancólicos que la mayoría, como Segnung o Nicht Hoch Im Himmel. No sabría decir objetivamente por qué, pero estos viejos álbumes de Popol Vuh crecen exponencialmente con cada nueva escucha, sobre todo si se han dejado en barbecho durante un tiempo. Este Hosianna Mantra, desde luego, se iba convirtiendo en mi favorito del grupo según redactaba esta reseña.

miércoles, 7 de julio de 2010

The Future Sound of London - LIFEFORMS


CD 1

1. Cascade (5:59)
2. Ill Flower (3:24)
3. Flak (4:53)
4. Bird Wings (1:30)
5. Dead Skin Cells (6:50)
6. Lifeforms (5:18)
7. Eggshell (6:45)
8. Among Myselves (5:52)

CD 2

1. Domain (2:48)
2. Spineless Jelly (4:41)
3. Interstat (0:55)
4. Vertical Pig (6:44)
5. Cerebral (3:30)
6. Life Form Ends (5:03)
7. VIT (6:48)
8. Omnipresence (6:39)
9. Room 208 (6:12)
10. Elaborate Burn (3:15)
11. Little Brother (5:13)

De entre los distintos músicos electrónicos que en las últimas décadas han tomado el relevo experimental de los grandes de los '70, por su popularidad y aceptación cabe destacar -entre otros- a Garry Cobain and Brian Dougans, más conocidos como The Future Sound of London, o simplemente FSOL. Desde luego, cuando hablo de popularidad no me estoy refiriendo a que sean archiconocidos, sino sobre todo a que algunos de sus álbumes como este Lifeforms y algún otro (pongamos Dead Cities) son obras de culto y puntales de lo que hoy conocemos como chill out.

The Future Sound of London

Aunque a los FSOL no les van las etiquetas, no han tardado los siempre ávidos mercadotécnicos en apuntarlos al gremio del trip hop, el dub e incluso del ambient. Para definir un poco su estilo, bastaría (¿bastaría?) con decir que realizan música electrónica no especialmente apta para el baile, cargada de sampleados, efectos sonoros de todo tipo y claramente experimental, cercana en cualquier caso al mundo de la electrónica de disc-jockey, tal como se entiende hoy en día. No sabría yo exactamente dónde colocarlos, y ya es un mérito por su parte el hacer algo bastante inclasificable y con una calidad fuera de dudas.

Imagen expandida del arte conceptual de la portada.

Lifeforms (1994) es un álbum doble bastante bien cargado de variaciones sonoras, con todos los temas enlazados y sin cortes. No hay un ritmo constante que se mantenga durante toda la grabación, sino más bien fragmentos con sus propias cadencias, enlazados por piezas atmosféricas que le confieren un carácter unitario. A mí Lifeforms me suena muy urbano, tecnológico a ras de suelo, aunque sazonado con pasajes cósmicos e incluso acuáticos o tribales ( con cánticos de ballenas, por ejemplo). No hay melodías que permanezcan en la cabeza tras pulsar la tecla "stop", ya que la composición se recrea en la construcción de ambientes y, como resulta inevitable hablando de chill out, en lograr un estado de bienestar por parte del oyente.

Imagen del libreto del CD.

No perderse algunos detalles de tantos como abundan por ahí escondidos en Lifeforms, como por ejemplo el Cánon de Pachelbel que podemos escuchar tras efectos sonoros de oleaje y voces orientales a principios del segundo CD, en el tema Domain. Tuvieron especial relevancia en su momento los temas Cascade y Lifeforms, y sus respectivas remezclas, cuyos vídeos originales adjunto mediante enlace.

Portada del single Cascade.

Predomina, como no podía ser de otra manera, el uso de sintetizadores y aplicaciones informáticas de índole variada, aunque también hay algún ocasional punteo de guitarra eléctrica muy poco distorsionada que lo humaniza y amplía sus miras artísticas. Lo más destacable, en todo caso, es el muy acertado uso que los FSOL hacen de las posibilidades tecnológicas aplicables a la música en aquellos años noventa, realizando un trabajo que no suena recargado ni excesivo, sino perfectamente elegante y digno de disfrutar de principio a fin, de una sentada si hace falta.

domingo, 4 de julio de 2010

John Barry - DANCES WITH WOLVES


12. Fire Dance (1:49)
14. Falling in Love (1:41)
15. The Love Theme (2:00)
18. Victory (1:03)

Volvemos a las banda sonoras de cine con esta maravilla absoluta que nos regaló el gran John Barry para una de las mejores películas que soy capaz de recordar, Bailando con Lobos (1990). Como en muchas de las partituras que comento últimamente, ésta logró el Oscar correspondiente al año de su estreno. Y madre mía si se lo mereció.

John Barry

Como todos sabemos, Bailando con Lobos es una película dirigida y protagonizada por Kevin Costner, y ambientada en en el lejano Oeste americano. Pero no es del todo un western, ya que su planteamiento va más enfocado hacia contenidos de tipo intercultural que hacia los viejos cánones del género: en la película, el soldado John Dunbar es enviado a vigilar la frontera que dividía, en 1864, el territorio de los Estados Unidos de América con la todavía indómita nación amerindia. Lejos de toparse con una horda de salvajes sanguinarios, Dunbar se encuentra con un pueblo noble y orgulloso que, de manera progresiva, le va haciendo replantearse su propia concepción del mundo y su identidad como soldado americano. En fin, que Bailando con Lobos es un drama épico camuflado de western, y John Barry es en parte responsable.

Imagen de la película: a punto de ir a cazar búfalos.

John Barry, compositor británico que había ganado otros premios de la Academia de Hollywood por Nacida libre (1966), El león en invierno (1968) y Memorias de África (1985, éste todavía bastante reciente) y había sido durante muchos años el músico habitual de la saga de James Bond, sacó aquí a relucir su vena más épica, convirtiendo lo que era ya de por sí una magnífica película de tres horas en un espectáculo de magnificencia arrolladora. Pero antes de seguir, se hace necesario matizar cómo entiende John Barry la épica en la música de cine. Barry tiene un estilo inconfundible a la hora de componer, basado en melodías sencillas interpretadas a plena orquesta, con notas muy lentas casi siempre de instrumentos de cuerda que se van superponiendo de forma majestuosa, sin fanfarrias innecesarias ni grandes estridencias. Sus vientos son profundos y telúricos, y el efecto final es de una madurez tremenda. En Filmtracks.com definen el estilo de esta obra como cercano a lo wagneriano, pero yo la concibo como un trabajo más honesto y sobrio que aquellas grandilocuencias de las que hacía gala el alemán.

Kevin Costner en la piel de John Dunbar.

La escala que confiere John Barry a Dances with Wolves es, por lo tanto, muy grande. Utilizando ciertos patrones melódicos que nos recuerdan a temas de westerns clásicos de antaño (no falta alguna armónica), expande sus notas y les aplica la elegancia de una interpretación calmada y profunda. Barry consigue transmitir musicalmente la amplitud de los horizontes en las grandes praderas donde se desarrolla el filme de Costner, horizontes que también se ven agrandados en lo que se refiere al espíritu aventurero de su protagonista John Dunbar, cuyo tema propio es de una belleza incomparable. Hubo en su momento quien se quejó de que Barry no reprodujese piezas musicales en la línea de la música de los nativos americanos, pero, más allá de que el músico fuera capaz o no de realizarlas, no nos cabe duda de que en Bailando con Lobos toda la historia, y por extensión la banda sonora, transcurren a través del yanqui Dunbar y su evolución personal. Suyos son los ojos por los que, como público, vemos la película. Aun así, se pueden saborear ciertos juegos de notas al estilo de lo que hizo Antonin Dvorak con su Sinfonía del Nuevo Mundo.

No todos los indios de la película son hermanitas de la caridad.

Además de The John Dunbar Theme, John Barry hace algo para lo que pocos músicos de cine han sido elegidos: compone otros dos o tres fragmentos que podrían haber sido perfectamente dignos temas centrales de la obra, tales como Journey to Fort Sedgewick (que escuchamos durante muchos años en un anuncio de Repsol y que para mucha gente es más emblemático que el tema de Dunbar) o Two Socks/The Wolf Theme (el hermoso y sutil tema del lobo "Calcetines"). No faltan otras melodías sublimes, como la que escuchamos durante la cacería de los búfalos y en la que incluso desembocamos en una versión aventurera de The John Dunbar Theme, y otras tantas a las que prefiero remitirme a los enlaces con YouTube que he puesto arriba. John Barry, más o menos a partir de aquellos años, comenzaría a caer en una serie de dolencias que terminarían con su retiro definitivo del séptimo arte. Ahora estará tranquilito y descansando en casa, seguramente con la conciencia bien tranquila.

Rarísimo single promocional para la radio, con remezclas a sintetizador.

Y poco más, decir que esta es una de mis bandas sonoras favoritas, evocadora como pocas y difícilmente igualable en su nivel de calidad. Ha sido reeditada muchísimas veces con algunas ampliaciones de material, aunque creo que la edición original es suficientemente satisfactoria para no necesitar devanarse los sesos buscando otra. Aun así, y para hacer encajar lo que he encontrado en YouTube, he optado por incluir al principio la lista de temas de la edición expandida de 2004.

También aprovecho para agradeceros a todos/as vuestra participación en la página, que ya supera las 20.000 visitas.

Ray Lynch - DEEP BREAKFAST


1. Celestial Soda Pop (4:37)
6. Kathleen's Song (4:05)
7. Pastorale (5:26)
8. Tiny Geometries (6:08)

Todo un descubrimiento ha sido para mí, muy recientemente, la escucha de esta obra que yo echaba al amplísimo saco de la new age, un género que en mi caso suele tener que hacer méritos enormes para entusiasmarme. Este disco lo ha logrado, y explicaré mis motivos.

Ray Lynch

Deep Breakfast (1984) tiene, para empezar, esa necesaria capa de leyenda que te predispone a su favor desde el principio. Parece que Ray Lynch y su mujer grabaron éste y el anterior álbum en plan bastante casero, y en su propia casa los vendían en plan mercadillo antes de que pudiesen lograr la distribución de una compañía discográfica "oficial". A todos nos gusta lo artesanal, lo que sabemos que a su autor le ha costado trabajo sacar adelante. Efectivamente, muchos de los temas de Deep Breakfast suenan tan caseros que, por momentos, a uno le parece que bien podría reproducirlos tal cual con un órgano Casio a pilas. Entiéndase ello en el mejor sentido posible, y teniendo en cuenta en todo momento que una cosa es disponer de medios modestos y otra no saber rentabilizarlos al máximo. Ray Lynch consigue, mediante ciertos efectos sonoros y una producción tan sencillita como cabía esperar de un álbum originalmente autoeditado, separar sus magníficas composiciones del sonido de los feriantes con cabras equilibristas para acercarse por momentos al sonido de los grandes.

Despliegue de la carpeta, con una portada ligeramente distinta (la original, creo).

Aquí enlazo con el segundo de mis argumentos a favor, ya que el disco del que estamos hablando es una colección sólida como una roca de temas completamente independientes que funciona como un microcosmos musical en el que uno puede encontrarse de todo, desde piezas para un cristalino sintetizador con secuenciadores de fondo, a temas con violín y flauta perfectamente encuadrables en el minimalismo ortodoxo (en Kathleen's Song, mi tema favorito del álbum). Y, fuera o no Lynch consciente de ello, Deep Breakfast parece muy acertadamente empapado de reminiscencias de artistas clásicos de la música electrónica e instrumental en general, desde pinceladas del primitivo Vangelis y el gurú Tomita hasta atmósferas en plan Jarre, tanto del que compuso Oxygene como del que lanzaría después obras como Revolutions. Incluso hay momentos, por ejemplo en el segundo tema The Oh of Pleasure, que me recuerdan a las atmósferas mágicas de Giorgio Moroder en The Neverending Story. Desde luego -e impresiones personales aparte- creo que Ray Lynch, nacido en Salt Lake City y con formación musical clásica, sabe dónde tiene que agarrarse en lo que a música contemporánea se refiere.

Portada alternativa, un poco menos amateur en su diseño.

No quitaría yo importancia a los aspectos más trascendentales, orientalistas y homeopáticos de esta obra de Ray Lynch, pero creo que todo ello queda supeditado al despliegue de imaginación y creatividad de un disco que no termino de concebir como destinado a una sesión de yoga. Por ejemplo, no concibo la escucha de la fresca y divertida Celestial Soda Pop sin seguirle el ritmo con la punta del pie. Pienso que Deep Breakfast es sobre todo un divertimento musical que surge de lo que no todos los artistas new age tienen: inspiración y ambición por hacer algo grande.

viernes, 2 de julio de 2010

Pink Floyd - UMMAGUMMA


Álbum en vivo:


Álbum de estudio:

2. Sysyphus Part 2 (3:28)
3. Sysyphus Part 3 (1:48)
4. Sysyphus Part 4 (6:59)
8. The Narrow Way, Part 2 (2:50)
11. The Grand Vizier's Garden Party, Part 2: Entertainment (7:06)
12. The Grand Vizier's Garden Party, Part 3: Exit (0:40)

Los miembros originales de Pink Floyd que seguían adelante cuando se publicó este Ummagumma (1969) tenían en común, además de todo lo obvio, un pasado reciente como estudiantes universitarios de arquitectura en la Universidad de Cambridge. Como en toda institución de este tipo, por allí debía circular la típica jerga estudiantil que dejaría fuera de las conversaciones a los "mayores" o al "establishment" -que para el caso siempre han sido lo mismo a los ojos de un chaval-, y en la que la palabra ummagumma se refería a tener relaciones sexuales.

De izquierda a derecha: Gilmour, Wright, Mason y Waters.

El título de este cuarto trabajo de Pink Floyd no es nada desacertado, por lo tanto, si tenemos en cuenta que se trata seguramente de la obra en la que más volcaron las que hasta aquel momento eran sus intimidades artísticas y sus ambiciones como creadores de un género, el del rock sinfónico-progresivo, que desde sus primeras incursiones plenamente psicodélicas iban inaugurando a cada paso que daban. Hacían camino al andar, como dice el poema. Con amor.

Ummagumma, eso sí, requiere una explicación previa para evitar malentendidos. La idea original era la de crear un álbum en el que Nick Mason, Richard Wright, Roger Waters y David Gilmour pudiesen actuar, al menos en la parcelita que les tocara en lo que a minutos se refería, como músicos en solitario plenamente libres para desarrollar sus ideas. Escuchando lo que resultó de aquello no nos cabrá duda de que hicieron lo que les dio la real gana. En cuanto al otro disco (recordemos que Ummagumma es un álbum doble), fue un añadido posterior que incluiría unos cuantos temas largos en directo pertenecientes a sus discos anteriores, interpretados muy a su manera y con la frescura e imaginación que despertaba en estos genios de lo extraño el actuar sobre un escenario. La normalidad no iba con ellos.

Bonita edición actual en estuche de cartón. Incluye un póster con la portada.

Pero centrémonos en el disco de estudio, que es el que más nos atañe según los principios del blog. Cada uno de los integrantes de la banda tenía sus preferencias para rellenar los doce o trece minutos asignados por barba, y el primero en aparecer ofreciendo su parte es el siempre recordado Rick Wright. Como teclista que era, realizó la suite instrumental llamada Sysyphus, sostenida en desarrollos para piano y otros teclados. Nos devuelve provisionalmente al suelo Grantchester Meadows, bucólico ejercicio folk-rock con pajarillos y todo de la mano de Roger Waters, aunque nos pega la gran bofetada conceptual con Several Species of Small Furry Animals Gathered Together in a Cave and Grooving with a Pict, que podría traducirse como "Varias especies de pequeños animales peludos reunidos en una cueva y (introdúzcase resto de la traducción si alguien la consigue)", y que consiste en voces grabadas y reproducidas a alta velocidad para que suenen como vocecitas de ardillas riendo y haciendo gracietas durante casi cinco minutos. David Gilmour parece algo más centrado con su suite The Narrow Way, en la que encontramos un tema en clave de blues, uno en plan psicodélico y un tercero prácticamente de rock sinfónico, de algún modo resumiendo sin querer lo que sería la trayectoria de toda la banda. Cierra el disco Nick Mason con The Grand Vizier's Garden Party, otra suite en tres partes con una producción bastante cuidada y la batería inconfundible del músico.

Portada del álbum en vivo.

Hay que decir que no todo el mundo comprendió ni comprende hoy en día lo que Pink Floyd dejó plasmado en este trabajo, ya que se trata del delirio psicodélico más extravagante imaginable, todo un criptograma musical imposible de digerir a la primera y que seguramente sirvió para que el grupo se liberara de lo que les quedaba de sus años más salvajes en lo que a consumos se refiere, de cara a la composición de obras algo más maduras como el siguiente Atom Heart Mother. Inevitablemente, Ummagumma -y su exquisita portada- es un icono del rock tan perdurable como casi cualquier otro, y como tal es venerado por sus fans. Yo no voy a dejar de recomendarlo, pero desde luego no culparé a quien pulse la tecla "stop" a los pocos minutos de empezar. Quizá haya tenido uno que ser estudiante en Cambridge para entender esta jerga.

jueves, 1 de julio de 2010

Clannad - MAGICAL RING


1. Theme from Harry's Game (2:30)
2. Tower Hill (3:53)
4. Passing Time (3:44)
6. I See Red (4:23)
8. Newgrange (4:03)
9. The Fairy Queen (2:41)
10. Thíos Fá'n Chósta (3:16)

Siempre que intentemos hacernos con una recopilación al uso de música celta nos encontraremos, como si fuera casi por obligación, con un corte titulado Theme from Harry's Game. Interpretado o no por los famosos Clannad, este tema está literalmente hasta en la sopa en el mundo de la música celta. Fue compuesto en 1982 por Ciarán Brennan y Pól Brennan para una miniserie de Yorkshire Television sobre la llamada "cuestión irlandesa", es decir, sobre incidentes relacionados con las actividades del IRA, de título Harry's Game ("El juego de Harry"). También aparecería con posterioridad en películas como Juego de patriotas, con Harrison Ford haciendo de Jack Ryan también contra el IRA, y en anuncios y demás. Desde luego, se puede achacar al dichoso temita y por extensión a Clannad una buena parte del éxito que la música tradicional irlandesa iba a tener en todas partes a partir de mediados de los '80.

Los miembros de Clannad, en una foto de la carpeta del álbum.

Theme from Harry's Game forma parte también del álbum que Clannad lanzó en 1983 llamado Magical Ring ("Anillo mágico"), que es el que nos interesa ahora. Magical Ring, que por la portada se refiere mucho más a los monumentos druídicos tipo Stonehenge que al anillo de Frodo y compañía, es uno de los álbumes de música celta más populares jamás editados.

Newgrange.

El grupo Clannad, de Gaoth Dobhair, en la República de Irlanda, es una banda integrada básicamente por la familia Brennan (Bhraonáin en gaélico) y un par de miembros de apellido Duggan. Siempre se han caracterizado por ir fusionando paulatinamente, a lo largo de su carrera, la música celta con la música pop, logrando resultados bastante interesantes en la mayoría de los casos, e indudablemente ayudando a que este estilo musical folklórico siga vivo en la actualidad sin recurrir a metamorfosis bochornosas. Por ejemplo, en este Magical Ring encontramos un buen equilibrio entre los temas propios del grupo y aquellos que son arreglos de melodías tradicionales.

Desde luego, Magical Ring no es tan pop como otras grabaciones posteriores de Clannad, y de hecho encontramos en él algunos temas bastante puristas como Tá' Mé Mo Shuí o The Fairy Queen (dominado este último por el sonido del arpa celta), el único tema instrumental del disco. En los demás sobresale la voz solista de Máire Brennan, que para bien o para mal recordará al oyente de a pie el estilo de Enya. Es inevitable recordar que el apellido de la autora de Orinoco Flow también es Brennan, y que perteneció a Clannad durante unos años, aunque lo importante aquí no es buscar parecidos, sino tener en cuenta que existe un estilo de cántico irlandés que, provenga de la garganta de Enya o de Máire o de cualquier otra musa de la verde Irlanda, en principio es normal que siga un patrón muy determinado y reconocible.

Theme from Harry's Game, en vivo en 2007.

Magical Ring es el álbum más importante de uno de los grupos más importantes del mundo celta, que a su vez es uno de los géneros folk más difundidos del planeta. Theme from Harry's Game es la joya de su corona, y aunque entre los demás temas no encontremos nada como para babear de placer, en general hablamos de un disco sólido y muy bien realizado que merece la pena escuchar con atención.

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