domingo, 21 de febrero de 2010

SACRED SPIRIT: CANTOS Y DANZAS DE LOS INDIOS AMERICANOS



Solamente se me ocurren dos maneras de hacer una crítica sobre este disco: la buena y la mala, y ambas posiciones son extremas. Pero lo primero es lo primero, y debemos comenzar diciendo que este Sacred Spirit: Chants and Dances of the Native Americans fue lanzado en 1994, siguiendo la estela de otros discos de entonces que fundían cantos ancestrales con música de sintetizador. Pensemos en el gregoriano de Enigma o en las voces selváticas de Deep Forest, y en el dineral que obtuvieron con estos ingredientes. Los autores del invento fueron unos desconocidos Claus Zundel (que aprece bajo el seudónimo de "The Fearsome Brave", algó así como "El Temible Valiente"), Ralf Hamm y Markus Staab, que vendieron unos 15 millones de copias y editaron un montón de secuelas dispersas de esta popular obra musical, algunas sobre el mundo del jazz y el blues.

Carátula trasera.

Sacred Spirit contiene sampleados de cánticos rituales amerindios, de los Navajo, los Pueblo, los Sioux y los Sami, arropados por la electrónica de los tipos antes mencionados, aunque sin excluir de la mezcla las percusiones originales de los nativos. El single más conocido es Yeha-Noha, que se escuchó con fuerza en la radio y seguramente en algún anuncio de TV.

Portada alternativa.

Y ahora viene la polémica. ¿De qué se trata realmente Sacred Spirit? ¿Es un homenaje maduro y artístico a los indios americanos y sus tradiciones ya casi olvidadas, con el fin de darles nueva vida en la modernidad? ¿O es un sacacuartos que utiliza el exotismo de los indios para que los mismos que hace siglo y medio los metieron en minúsculas reservas sigan llenándose los bolsillos a su costa? No me atrevería a elegir entre ambas opciones, sobre todo porque no terminan de excluirse mutuamente. Por un lado, pienso que Sacred Spirit contiene buena música y que hay en él una verdadera conciencia del sufrimiento del pueblo indio y la forma en que, de ser una raza orgullosa que dominaba Norteamérica de costa a costa, fueron prácticamente exterminados y convertidos tardíamente sus descendientes en atracción turística. Debemos recordar que una parte de lo recaudado con la venta de cada disco iba a parar a la más importante fundación en favor de los derechos de los nativos americanos.

Portada norteamericana.

Por otro lado, la música no es especialmente representativa de la que realizaban las tribus originales (¿Para qué el ritmillo de sintetizador?), y como testimonio cultural de los nativos está, como poco, adulterada. Quiero pensar que quienes hicieron este disco pensaron que realizar una grabación auténtica de un cántico ritual indio serviría para su archivo y su preservación, pero no para su difusión a gran escala, cosa mucho más enriquecedora en lo que se refiere a la concienciación del público masivo. Pero concienciar es una cosa, y forrarse es otra. No lo se, llegado a este punto prefiero centrarme en disfrutar de la música y dejar a un lado las connotaciones culturales. Haced vosotros lo mismo.

Yeha-Noha

1 comentario:

laura lorente dijo...

Felicidades por este blog, la estética, preciosa: este verde tan transparente y luminoso...
y por el contenido, bueno, gracias, así me das a conocer música que no conocía o que sí.. y a disfrutarla, también de tus comentarios...


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