jueves, 29 de octubre de 2009

Lo que no se publica en álbum, 1ª parte: Mike Oldfield


Si bien las carreras de muchos de los artistas dedicados a esto de las "músicas inclasificables" son bastante prolíficas, los apetitos de creatividad de muchos de ellos parecen insaciables, por lo que aquí y allá, salpicando su andadura entre LP y LP, han salido a la luz singles independientes con temas muy interesantes que casi nadie conoce, salvo los aficionados que saben exactamente lo que están buscando. Algunos de estos temas, eso sí, han formado parte de recopilatorios.


El gamberrísimo tema Don Alfonso.

En muchos casos, hallar estas rarezas es labor de coleccionista. Pero... pero existe eso que se llama Internet, y esas cosas que se llaman Emule, Ares y compañía, con lo que, si lo que nos interesa no es necesariamente adquirir los ítemes originales, podemos ponernos al día con rapidez. Para comenzar con esta sección, voy a ir a por las pequeñas obras de Mike Oldfield, músico especialmente dado al lanzamiento de singles inéditos y muchas veces inencontrables. En algún momento a principios de su carrera en solitario, Oldfield tuvo la idea (o recibió el encargo) de realizar un tema de corte folklórico de cara a su venta en fechas navideñas. Esto se convirtió en una costumbre tan habitual en los años posteriores como lo sería escuchar a Georgie Dann en los chiringuitos estivales.


Muy divertida versión del tema de Rossini.

Temas como The William Tell Overture, Portsmouth e In Dulci Jubilo en los '70, y algún otro ejemplo tardío como Silent Night ("Noche de paz") dan muestra del tino de Oldfield a la hora de ofrecer pequeñas perlas con que decorar los árboles de navidad en los hogares británicos. Parecidas en su instrumentación, aunque no necesariamente de tema navideño, salieron a la luz otras joyas como Argiers, Wrekorder Wrondo, Pipe Tune (que precedía en su ambientación al álbum Incantations de 1978) o Cuckoo Song.


In Dulci Jubilo

En otros casos, como los de Don Alfonso, Speak o Blue Peter (sintonía de un mítico programa televisivo infantil, cuya grabación puede verse en este rarísimo documental), los temas respondieron bastante bien al "gamberrismo musical" de Oldfield, e incluso hubo lugar para explorar estilos completamente alejados de los habituales en temas como el discotequero Guilty.


Guilty

En fin, que sobre todo durante los '70, Mike Oldfield tuvo tiempo de dar un buen repaso al cancionero tradicional británico y del norte de Europa en general, con resultados -como poco- curiosos. Y en los '80, Oldfield se volcó en los temas vocales (Mistake, Rite of Man, Crime of Passion, Pictures in the Dark, Shine) y en esconder alguna rareza instrumental (In the Pool, The Trap) en sus caras B, sin dar de lado a su vertiente más setentera (Polka, Waldberg (The Peak), Jungle Gardenia, The Path, Afghan, Legend, etc.).


Cabecera del programa Blue Peter.

En los '90 y el nuevo siglo (sigo sin saber cómo llamar a la presente década), Oldfield se centra sobre todo en publicar temas que descarta de los álbumes, tales como The Spectral Army, The Song of the Boat Men e Indian Lake de The Songs of Distant Earth (1994); Mike's Reel, seguramente descartado de Voyager (1996); o Cook's Tune, de Light + Shade (2006).

miércoles, 28 de octubre de 2009

Enigma - MCMXC a.D.



Seré sincero: a este disco le tengo manía. Tal vez sea porque le encuentro mucho material de relleno, o quizá porque Enigma (que no es un grupo ni un solista, sino un proyecto musical) ha realizado posteriormente obras infinitamente mejores. Pero el caso es que este disco, el primero de una lista de siete hasta hoy, es seguramente la obra más popular e influyente que se editó en todo el campo de las nuevas músicas en los '90. Ha sonado en la radio, en la televisión, en campañas publicitarias, en varias películas, en desfiles de moda y no sé si hasta en bandas de fiestas patronales.

Portadas de dos de los singles.

El productor alemán Michael Cretu (quien hasta que le pillaron dos álbumes después, se ocultó tras el seudónimo Curly MC) se encuentra detrás de este exitosísimo intento de unir dos ideas bastante enfrentadas: la religión y el erotismo. La forma de hacerlo es la clave del éxito de MCMXC a.D. (1990), además de una fórmula que se ha explotado hasta el vómito: mezclar ritmos electrónicos sensuales con cantos gregorianos. No voy a pronunciarme sobre qué me parece el teórico sacrilegio del alemán, sobre todo a sabiendas de que ambos mundos, el de lo sacro y el de lo extremadamente profano, no poseen siempre unos límites lo bastante definidos como para verlo todo blanco o negro. Y este no es un blog sobre teología.

Vídeo oficial de Sadeness.

Cretu se había labrado un nombre como productor musical de éxito, trabajando con y para grupos como Boney M, Mike Oldfield (en el álbum Islands produce el tema Time Has Come) y sobre todo Sandra, que se convertiría en su esposa y junto a la que grabó el exitazo internacional (I'll Never Be) Maria Magdalena, un pequeño clásico de los ochenta europeos. Sandra encontraría su propio espacio en toda la saga de álbumes que Cretu lanzaría al mercado bajo el título de Enigma, con una amplia variedad de artistas.

Michael Cretu

Para que la cosa funcione de verdad en lo erótico-festivo, Cretu añade voces femeninas hablando en francés. Oh, la la. Y que no falten las referencias bíblicas para recordarnos el componente religioso, que lo hay. El caso es que el single Sadeness, titulado así en una mezcla de "sadness"-tristeza y un guiño al Marqués de Sade, suena realmente bien. Lo demás no es que esté mal, es que es un conjunto de temas más o menos cool que funcionan muy bien a la hora de empaquetar a Sadeness y ofrecer al oyente una experiencia más extensa. Y que no se me enfaden los fans de Enigma, pero por mucho que este sea el disco favorito de muchos de ellos, a mi me parece que está bastante sobrevalorado. Siempre podemos aplaudir, eso sí, el día en que a Cretu (que se hizo un megachalet en Mallorca de forma totalmente ilegal y por eso se lo han demolido) se le encendió la bombillita de sacar el gregoriano a la palestra. Se trataba de una forma musical muy interesante que llevaba siglos confinada entre los muros de cientos de monasterios, y merecía una oportunidad. No estuvo mal, pero esa mina no dará más oro.

martes, 27 de octubre de 2009

William Orbit - PIECES IN A MODERN STYLE


1. Barber's Adagio for Strings (9:34)
2. In a Landscape (2:57)
3. Ogive No. 1 (6:45)
5. Pavane pour une infante defunte (6:11)
6. L'Inverno (3:58)
7. Triple Concerto (5:33)
8. Xerxes (4:43)
10. Piece in the Old Style 2 (5:50)
11. Op. 132 (6:15)

Bastante incomprendido en su momento, Pieces in a Modern Style (2000) supone un perfecto homenaje a aquellos discos que, a finales de los '60 y principios de los '70, llevaban en su portada la frase "virtuoso performances", por parte de gurús del sintetizador como Wendy Carlos o Isao Tomita, músicos que buscaban la integración de lo electrónico dentro del amplio abanico de posibilidades expresivas de su tiempo. Es al segundo a quien más recuerda Orbit en este álbum, con sus etéreos arreglos ultradigitales de temas muy populares de la música clásica, tal como hiciese el japonés en sus conocidos acercamientos a Ravel o Debussy. Este álbum es exactamente como los que se habrían grabado en aquella época para demostrar que los sintetizadores podían generar dignas versiones de clásicos de todos los tiempos.

William Orbit, seguramente más conocido como productor musical de gente como Blur y Madonna que como músico independiente, posee una breve pero intensa discografía iniciada por los tres volúmenes de Strange Cargo, previos a esta grabación que, teniendo en cuenta el momento en que se encontraba su carrera, él concebía como la que le daría un despegue como músico en solitario a tener en cuenta más allá de sus labores como técnico. Si bien las cosas no fueron como él habría deseado en cuanto a críticas y ventas, sí que logró acrecentar relativamente su popularidad, dando lugar a proyectos posteriores, aunque en líneas bien distintas.

Portada del libreto del CD.

El disco no comienza del todo bien, ya que la versión que hace Orbit del Adagio para cuerdas de Samuel Barber (muy conocido por aparecer en la banda sonora de Platoon) es bastante sosa y demasiado minimalista, además de muy larga. No obstante, lo bueno no tarda en aparecer: In a Landscape, de John Cage, es muy interesante e inspirada, y lo son también su Cavalleria Rusticana, Pavane pour une infante defunte y Xerxes. Pero el mejor tema, para mi gusto, es la luminosa y sencilla versión que se marca de El invierno, de Vivaldi, digna del mejor Tomita. El resto de temas, sin desmerecer, sirve para completar el álbum de una manera muy correcta y completa, si bien no destacan tanto. El sonido de las adaptaciones de Orbit, por cierto, es muy original: parece una amalgama densa y pastosa de sintetizadores tan barnizada por el proceso de producción que todo suena irreal, a la vez -aunque sea paradójico- muy tecnologizado y sorprendentemente cálido y acogedor. Un gustazo, un verdadero "tabique de sonido" en el sentido más Phil Spector de la expresión.

También se editó el disco con un segundo CD conteniendo remezclas algo más animadas del Adagio.

Vídeo promocional del álbum, con una de las remezclas mencionadas.

Esta interesante colección de "piezas en un estilo moderno" es muy recomendable para los aficionados a la música clásica que quieran desmelenarse un poco, además de para quienes quieran mejorar sus momentos de relajo en casa con música ambiental de exquisito gusto.

Loreena McKennitt - THE MASK AND MIRROR


2. The Bonny Swans (7:18)
5. Full Circle (5:57)
6. Santiago (5:58)

"Para algunas mentes medievales, el espejo era la puerta a través de la cual el alma quedaba liberada al morir... para otros, la búsqueda del refinamiento personal era lo mismo que limpiar el espejo del alma. Desde el familiar césped de la costa occidental de Irlanda, a través de los trovadores de Francia, atravesando los Pirineos y hacia el oeste hasta Galicia, abajo, a Andalucía y pasando de Gibraltar a Marruecos... las Cruzadas, la peregrinación a Santiago, los Cátaros, los Caballeros del Temple, los Sufís de Egipto, Las mil y una noches de Arabia, la imaginería celta sobre árboles, los himnos religiosos gnósticos... ¿Quién era Dios? ¿Y qué era la religión, la espiritualidad? ¿Qué era revelado y qué estaba oculto? ¿Y cuál era la máscara y cuál el espejo?"

Loreena McKennit, en la introducción del álbum (traducción)

Si no fuese por la inevitable presencia de Enya, la canadiense Loreena McKennitt bien podría ser considerada como la gran dama de las nuevas músicas. Desde luego, los campos por los que se mueven ambas son bastante distintos, ya que Enya es más onírica y McKennitt tiene un lado folklórico más acusado, más adulto, por lo que no tendrían ni siquiera que someterse a las comparaciones que pueda yo hacer, tonto de mí, en este blog. Este disco, en particular, supone un ejercicio de madurez compositiva e interpretativa. No tiende Loreena a recargar los temas ni a emborracharnos con polifonías alucinógenas, sino que es la calidad de su voz la que se lleva el gato al agua, mucho más por su capacidad de seducción al desnudo que por artificios de otro tipo.

Vídeo oficial de The Bonny Swans.

Los temas de The Mask and Mirror (1994) giran alrededor de un tema común: la convivencia de culturas y religiones en la sociedades medievales europeas, tomando a España como ejemplo por la mezcla de cristianos, musulmanes y judíos que cohabitaban lugares como Toledo en aquellos tiempos. El ambiente es, por lo tanto, acusadamente medieval y muy sobrio, como en una pintura de El Greco o en novelas históricas de calidad como, pongamos, El puente de Alcántara, de Frank Baer. Resulta curioso que alguien de un país tan alejado como es Canadá, y encima alguien que siempre se ha movido en el folk anglosajón más arraigado, haya comprendido tan perfectamente aspectos bastante localistas de nuestra historia. Enhorabuena, porque no todo el mundo se escapa de los tópicos cuando pretende ahondar en algún aspecto de la cultura española. Se nota que Loreena McKennitt es una viajera de las buenas, que llega a los lugares para inspirarse y no solamente saca unas fotos, sino que llega a comprenderlos, a interiorizarlos en cierta medida, y tanto la riqueza que desborda esta música como el testimonio que incluye la artista junto a cada tema en el libreto del álbum dan buena cuenta de su labor.

La voz de Loreena McKennitt se ve durante buena parte de la duración del álbum desprovista incluso de instrumentación, y suena especialmente profunda y cargada de matices al recitar textos de Shakespeare (El discurso final de Próspero en La tempestad), San Juan de la Cruz (La noche oscura del alma) y de W. B. Yeats (Los dos árboles). El contrapunto más oriental y festivo lo encontramos en otras piezas como Marrakesh Night Market, el tema más rítmico del álbum, que es una auténtica algarabía aventurera con exquisitos tintes árabes.

Contraportada del CD.

En conclusión, se puede decir que The Mask and Mirror es un disco excelente, precisamente por su profunda raigambre en la tradición y la perfecta comprensión que muestra la autora de los ambientes y estilos musicales propios del medievo. Es una experiencia densa y conmovedora que quizá exija, eso sí, que el oyente lleve previamente algo dentro que pueda conmoverse.

domingo, 25 de octubre de 2009

Jean Michel Jarre - EQUINOXE


1. Equinoxe Part 1 (2:24)
2. Equinoxe Part 2 (5:02)
3. Equinoxe Part 3 (5:15)
4. Equinoxe Part 4 (6:47)
5. Equinoxe Part 5 (3:48)
6. Equinoxe Part 6 (3:23)
7. Equinoxe Part 7 (7:07)
8. Equinoxe Part 8 (5:21)

Equinoxe (1978) es el álbum perfecto de cualquier músico de vanguardia que acabe de consagrarse. Me refiero a que, después de la aclamación planetaria de Oxygene (1976), en la que Jarre se la jugó con una composición llamada al éxito total o al más absoluto fracaso, ya no existía el temor de no convencer o de errar el tiro, aunque sí el enorme riesgo que supone el convertirse en flor de un día. El mundo de la música está lleno de artistas de un solo éxito, y el peligro estaba ahí. Pero no. En este segundo opus, el francés cuenta con un respaldo total, tiene la mente llena de las ideas que se le agolpan durante años, y no se ahorra esfuerzos a la hora de hacer que cada uno de los ocho movimientos sea en sí mismo un tema redondo. Nada de temas de transición como los que aparecen en otras obras de Jarre y, a mi juicio, en el previo y ligeramente inferior Oxygene.

Videoclip oficial de Equinoxe V.


Y el de Equinoxe IV.

Equinoxe es un álbum de resonancias espaciales, cósmicas, seguramente influido en mayor o menor medida por la fiebre OVNI que por aquel entonces saturaba la cultura popular. También tendrían mucho que ver la habitual grandilocuencia de Jarre y su gusto por la ciencia-ficción a raíz, como en el caso de muchos músicos de su generación, del fenómeno estético que supusieron los estrenos de películas como Star Wars y Encuentros en la tercera fase (1977), y sobre todo 2001: una odisea del espacio (1968). Si la literatura y el cine ya habían visitado otros planetas, la música también podría hacerlo. Y Jarre suele viajar en primera clase, con su maravilloso sonido de sintetizador analógico en la maleta. Hoy Equinoxe suena como uno de los máximos exponentes de la música cósmica junto con Albedo 0.39 de Vangelis y la "etapa rosa" de Tangerine Dream, ilustrando a las mil maravillas aquellos mundos espaciales de ciencia-ficción. Hay quien argumenta que Equinoxe ha pasado a sonar como la música de algunos videojuegos, y sería interesante hacer una comparativa entre la música que entonces hacía gente como Jean Michel Jarre y la que sonaba en los primeros juegos domésticos que entonces se iban haciendo populares.

Fotografía de la contraportada original.

Equinoxe 1 funciona como una emocionante introducción misteriosa, seguido de un segundo y un tercer tema ambientales y muy inspirados. El tercero es especialmente interesante por su atmósfera flotante y minimalista, muy evocadora. Como es costumbre en los discos de Jarre, Equinoxe 4 es un single seguro, con un ritmo muy potente y una interpretación virtuosa. Y quedan Equinoxe 5 y Equinoxe 7, todavía más espectaculares y rítmicos si cabe, y perfectamente hilados por el hipnótico Equinoxe 6. Equinoxe 8, también conocido como Band in the Rain, termina la sinfonía con el sonido de una banda de música (sintética, por supuesto) que continúa tocando bajo una fuerte tormenta, hasta concluir del todo con un reprise minimalista de Equinoxe 5. La satisfacción del oyente es máxima, y no sobra ni un segundo de todo el disco.

Contraportada del CD. Michael Jackson debió cogerla chaqueta, teñirla de rojo y sacarla en Thriller.

Por delante quedaba la transición al mundo de los sintes digitales de Magnetic Fields (1980) y otras obras maestras por parte de Jean Michel, pero para entonces habría terminado aquella década, la verdadera edad de oro de la imaginación musical que fueron los años '70. Lo bueno de estos discos es precisamente el que no tardasen en sonar un poco "desfasados", un poco "retro". Eso nos recuerda que en cada época de nuestro pasado miramos al futuro con distintos ojos.

sábado, 24 de octubre de 2009

Mike Oldfield - OMMADAWN


1. Ommadawn Part One (19:23)
2. Ommadawn Part Two (13:54)
3. On Horseback (3:23)

Como era previsible, no me he podido resistir a comentar este Ommadawn (1975), seguramente el mejor disco de Mike Oldfield pese a no ser el más famoso. Junto con Tubular Bells y Hergest Ridge, forma una especie de trilogía que se corresponde con los años previos a que el autor se sometiese a terapias de choque para vencer la timidez. Después de aquello todavía llegarían unas cuantas obras geniales, pero desde luego con Ommadawn se cierra el que seguramente es el ciclo musical más importante de la década de los '70, y todavía tendría que llegar el periférico Incantations (1978).

Publicidad en la prensa de la época, a toda página (de mikeoldfieldblog).

Oldfield, al que durante unos años más conocerían como "el último hippie", ya se había encargado con su primer álbum de procurar un buen pedazo del pastel comercial a la música popular instrumental que, si bien evidentemente existía antes de Tubular Bells encarnada en orquestas y bandas de todo tipo, no es hasta el fenómeno Oldfield cuando esta música adquiere la capacidad de tener un peso independiente de las voces, una capacidad expresiva plena que impide comprenderla como un mero acompañamiento ambiental o para el baile. Hergest Ridge puede entenderse, a posteriori, como un acercamiento a esquemas clásicos más ortodoxos, por más que la instrumentación sea plenamente moderna. Y Ommadawn, conteniendo todo lo que hizo grandes a los anteriores, introduce en la tríada el componente étnico: la música celta y el folklore británico en general, perfectamente fusionados ambos con percusiones africanas y tonadas poco menos que de la oscura Edad Media, consiguiendo un álbum que precede muy tempranamente a las insistentes oleadas de la world music de los '80.

La troupe de Ommadawn, justo antes de irse de acampada (supongo).


Ommadawn Part One comienza con una melodía contemplativa y algo tenebrista sobre coros profundos, que paulatinamente va adquiriendo un ritmo más marcado hasta dejar paso a movimientos muy luminosos, tremendamente optimistas, yendo éstos a parar a una larga composición de corte progresivo con una recitación vocal sobre tambores. Ommadawn Part Two se inicia con un movimiento lento que satura los oídos y los altavoces del equipo de música, tan cargado de capas de sonido que solamente unos segundos después somos capaces de entrever una melodía bajo todo el conjunto. Después, como la calma tras la tormenta, hay una larga y suave sección de guitarra, a la que se suma la gaita, para ir a parar de nuevo a la melodía del comienzo del tema, interpretada con un estilo muy medieval. El álbum se cierra con una canción infantil que, generalmente, no aparece en la lista de temas de la contraportada, aunque sí que tiene un corte independiente en el CD: On Horseback, en la que el propio Mike canta acompañado de un coro de niños y unos efectos sonoros muy galácticos.

Fotografía de la funda interior del LP.


Y esta es de alguna otra edición, en color y ligeramente distinta.

Amalgamar tantos elementos debió llevar su tiempo, y de hecho existen grabaciones que muestran el "making of" de Ommadawn. Se sabe también que Mike y los compañeros de estudio de grabación Les Penning y William Murray se las vieron negras para grabar las múltiples capas de sonido que requería la obra, teniendo en cuenta las condiciones bastante artesanales en que se movían los músicos de entonces. Y no tenemos que engañarnos, porque pese a su clara atmósfera campestre, Ommadawn fue toda una proeza tecnológica para el momento de su lanzamiento. Oldfield vuelve a contar con sus hermanos Sally y Terry, presentes en sus obras previas, así como con la banda africana Jabula, la folclorista Clodagh Simonds y el gaitero Paddy Moloney de The Chieftains. Este último llegó, según parece, en el último momento, yéndose de cervezas con Mike y grabando su parte quién sabe si en estado de embriaguez. Todo lo demás es marca de la casa: compuesto e interpretado por el artista nacido en Reading, en plan hombre orquesta.


Capítulo del documental All You Need Is Love, de Tony Palmer, sobre Mike Oldfield.

En definitiva, Ommadawn (que significa algo así como "loco" o "iluminado") es uno de los discos más perfectos de Mike Oldfield, tanto por la calidad irrefutable de cada uno de los minutos que dura, como por lo evocador de las piezas y (esta vez hablo por mí) por los pequeños detalles, los "rincones" que el músico suele esconder en sus discos, y que aquí abundan. En este sentido, me quedo con un pasaje muy sencillo que hay hacia la mitad de la primera parte, en el que unas flautas suenan tras la melodía como si fuesen pajarillos cantando en un día de verano. Parece mentira que alguien haya sido capaz de plasmar tanta belleza mediante la estimulación de ese sentido que a veces tanto menospreciamos, el del oído. Este disco se compra, no se piratea, señores/as.


La primera parte completa.

jueves, 22 de octubre de 2009

Enya - WATERMARK


1. Watermark (2:23)
2. Cursum Perficio (4:06)
3. On Your Shore (3:57)
4. Storms in Africa (4:02)
5. Exile (4:19)
7. Orinoco Flow (4:24)
8. Evening Falls... (3:45)
9. River (3:09)
10. The Longships (3:36)

Es obvio para cualquiera que siga este blog que para el año en que se publicó Watermark, 1988, ya no era necesario un álbum revelación que llamase la atención sobre el género new age, pero es que Enya, con este tercer disco de su carrera, logró dejar atrás en el momento de su salida incluso al pop más corriente de las radiofórmulas. Megahits como Orinoco Flow, si bien no fueron excesivamente experimentales (el aura pop es notable), sí que libraron a muchos otros artistas de calidad de un oscuro porvenir en los polvorientos estantes de los homeópatas. Watermark es uno de los álbumes new age más importantes, tanto en ventas como en influencia, de toda la Historia.

Portadas de los singles Orinoco Flow y Evening Falls.

La musa invernal, teclista y cantante Enya Brennan, que vive recluída en el castillo Manderley con sus colaboradores Nicky y Roma Ryan, alejada de manera casi enfermiza de toda clase de contacto público no deseado, dio un paso al frente con este disco, más sólido que su anterior Enya (1987) y no supeditado a una película o un documental como en aquel caso. Enya, perteneciente por vía sanguínea al núcleo duro de la banda folclórica Clannad, se desligó casi totalmente de los contenidos célticos del repertorio de su familia con un trabajo de visión completamente universal, inaugurando de paso toda una forma de realizar música new age basada en polifonías creadas en el estudio de grabación.

El estilo de Watermark, que como todos sabemos continúa impertérrito hasta el día de hoy en los siguientes lanzamientos de la irlandesa, se basa en la superposición de voces, de "Enyas" que cantan unas sobre otras, creando texturas basadas en la propia voz de la artista y, de paso, impidiendo que sus canciones puedan interpretarse fielmente en directo. Las consecuencias de utilizar este estilo son bastante curiosas, por un lado emergiendo fieros detractores de la artista que no terminan de aceptar obras musicales sin posibilidad de interpretación fiel en vivo, y por otro convirtiendo a Enya en una de las divas más divas habidas y por haber, tanto por las curiosas condiciones de su vida privada mencionadas arriba como por el simple hecho de que alguien pueda alcanzar tanta popularidad moviéndose en un estilo musical tan peculiar.

Videoclip oficial de Orinoco Flow.

Éste es el de Storms in Africa.

Aquí Exile, de la película L.A. Story.

Y finalmente On your Shore, con cierto aspecto de vídeo amateur.

La mayor parte de los temas del álbum son intimistas e incluso algo oscuros (Cursum Perficio), con un piano que aparece lánguidamente aquí y allá para dar unas cuantas pinceladas de sobriedad entre tantos colores, aunque el citado Orinoco Flow y otros como Storms in Africa ofrecen un contrapunto luminoso y espectacular a esta obra. Confieso que mi tema favorito es Evening Falls..., un tema lento y muy melancólico. Curiosamente, en casi todos los álbumes de Enya hay un tema equivalente a éste, uno lento y nostálgico que destaca por encima de todos los demás y llega a rivalizar con los cortes más animados y pegadizos. Lo veremos cuando toque hablar de álbumes posteriores. Destacan también, siguiendo con Watermark, el estupendo Exile, que se utilizó en la película L. A. Story; el homónimo e introductorio Watermark, tremendamente honesto y delicado; y On your Shore, muy ambiental y de sonido profundo.

La Enya de Watermark se debate entre el respeto a la tradición celta a la que pertenece como ex-componente de Clannad, y una necesidad obvia por satisfacer sus ansias de experimentar con la electrónica muy a su manera y, de paso, viajar a otras culturas y filtrarlas a través de su música. Los mismos títulos de los temas nos hacen pensar en las llanuras doradas de África, en el colorido río Orinoco, en barcos de vela y playas de arena blanca impoluta. Todo ello se une en un mosaico complejo y de gran brillantez, desgarradoramente íntimo y primitivo en algunos momentos, vanguardista y accesible en la mayor parte de su duración. No es de extrañar que medio mundo quedase sorprendido ante tal demostración de talento y creatividad, y tampoco que Enya fuese asentando su fórmula hasta un par de décadas después, podemos decir que, en general, más para bien que para mal.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Kraftwerk - AUTOBAHN


1. Autobahn (22:42)
2. Kometenmelodie 1 (6:26)
3. Kometenmelodie 2 (5:48)
4. Mitternacht (3:43)

Los Beatles del laboratorio de física, los Beach Boys empollones... esos son Kraftwerk, máximos representantes absolutos del Krautrock desde su formación en Düsseldorf en los '60, deudores de todos y acreedores también de todos. Mediante el juego y la fantasía convirtieron los sintetizadores, y de paso la música electrónica, en una posibilidad artística tan válida como lo fuese el movimiento de caderas de Elvis o los desvaríos pirómanos de Hendrix. Sería una pesadez recordar todas y cada una de las innovaciones tecnológicas que aportaron a la música electrónica y al pop-rock en general, así que una de las mejores formas de entrar de lleno en lo suyo es este Autobahn ("Autopista"), de 1974.



Una rareza absoluta: un vídeo de animación basado en Autobahn.

Se trata de un álbum conceptual que consiste en reproducir musicalmente las sensaciones que se tienen al conducir por una enorme carretera de reluciente asfalto. No suena especialmente ecológica la propuesta, pero tal y como sucedió a principios del Siglo XX con el movimiento futurista, los Kraftwerk se han especializado en crear bellas odas a las máquinas, a la tecnología, a los robots y las calculadoras, en definitiva, a un futuro de ciencia-ficción que, a finales de los '60, ya estaba prácticamente al llegar. Mucho se ha polemizado, poniéndonos ahora bastante serios, con la posibilidad de una secreta filiación neonazi de los Kraftwerk, precisamente porque en álbumes como este parecen estar fascinados por algunas de las titánicas infraestructuras que el Reich utilizó para su propaganda internacional. En efecto, Hitler y sus secuaces fueron los responsables de la primera red de autopistas mundial, todo un prodigio arquitectónico -con sus viaductos y túneles correspondientes, claro está- con el que efectivamente deslumbraron tanto a los ciudadanos alemanes como a tantas potencias que, abiertamente o en secreto, admiraban a los nazis. Personalmente, pienso que Kraftwerk ven la autopista desde una óptica no necesariamente nostálgica, y tampoco necesariamente como un logro nacional a reivindicar, sino como lo que son para cualquiera de los que cogemos el coche todos los días en cualquier parte del mundo. Además, el krautrock que practicaba la banda había surgido precisamente como reacción contra la sombra de aquel triste pasado de Alemania, y no tendría el menor sentido que realizaran apologías del régimen de Hitler.

 
Contraportada del vinilo.

Vayamos a la música. El tema que ocupa toda la primera cara del vinilo es el más específico respecto al leitmotiv del disco, con un ritmo y armonía perfectos, con una sencilla y muy pegadiza melodía que nos lleva en el asiento de atrás del Volkswagen de los de Düsseldorf mientras, mediante multitud de efectos sonoros nos cruzamos con otros coches y escuchamos nuestro propio claxon. Las letras son bastante simples, casi pueriles ("Diversión, diversión, en la autopista..."), quizá un mero recordatorio de que no quieren los Kraftwerk pasarse de lleno al mundillo krautrock espacial y se aferran al tecno-pop mediante la inclusión de letras. Las que sean, aunque resulten un poco tontas.

Portada de la más reciente reedición.

La segunda cara, más variada e irregular contiene tanto piezas muy experimentales y estridentes como otras claramente comerciales, bastante radiables algunas de ellas. Kometenmelodie 2, sin ir más lejos, debe ser una de las piezas de cabecera de Jean Michel Jarre. Aunque resulte una obviedad, es un disco perfecto para llevar en el CD del coche, y lo he comprobado personalmente en algún viaje largo. Los kilómetros pasan volando.

Ash Ra Tempel - NEW AGE OF EARTH


1. Sunrain (7:32)
2. Ocean of Tenderness (12:42)
3. Deep Distance (5:49)
4. Night Dust (21:50)

Decir Ash Ra Tempel es como decir Manuel Göttsching, que a su ver es mencionar a una de las bandas más influyentes y famosas del llamado Krautrock, rock alemán extremadamente vanguardista y de corte electrónico que se desarrolló sobre todo durante la década de los '70. No es sencillo establecer unas diferencias muy marcadas entre el sonido de estas bandas, aunque las que se han convertido en míticas dentro del género cósmico sí que poseen características bien diferenciadas. Tangerine Dream tenían sus secuencias hipnóticas, los de Popol Vuh su sonido acústico ceremonial, Klaus Schulze (solista) tenía sus largas notas flotantes, y estos Ash Ra Tempel tenían la guitarra de Göttsching y un carácter mucho más abiertamente new age que las demás.

Manuel Göttsching, en una fotografía actual (de factmag.com).

Los Tempel, también conocidos simplemente como Ashra, llevaron a cabo una serie de trabajos seminales en la música cósmica, de los cuales New Age of Earth (1976) es considerado como uno de los últimos de la mejor etapa del grupo. Amante de las anécdotas como soy, no puedo dejar de mencionar que es precisamente el título de este álbum el que dio lugar, parece ser, al nombre del género musical "new age", bastante polémico porque en muchos casos contiene una connotación negativa. Más negativa la tendría quízás si todo el mundo fuera consciente de la clase de sustancias que probablemente consumían los miembros de formaciones como Ash Ra Tempel para encontrar inspiración (o qué sé yo) en aquellos tiempos tan rebeldes. No en vano, este grupo en concreto llegaría a trabar amistad con algún que otro gran maestre de los alucinógenos.

Portada alternativa (la original es indescifrable).

El álbum en sí mismo es muy llevadero, bonito y trabajado, y en él destacan los cristalinos punteos de guitarra de Göttsching sobre fondos ondulantes y muy espaciales. No se parece el resultado final a lo que hacían los Tangerine Dream en su paradigmática "época rosa" entre los últimos '60 y los primeros '70, sino que recuerda más bien a otros conjuntos como Cluster, en una línea más luminosa que oscurantista y, sin la menor objeción, optimista. Dentro de lo difícil que es a veces adentrarse en estos estilos musicales, se puede calificar al álbum como relativamente comercial, al menos desde una óptica actual, cuando la música new age ha quedado plenamente definida como género y vemos que los de Ash Ra no iban demasiado lejos en su rupturismo. Yo añado que es un trabajo bastante recomendable, aunque no seas un gran experto en el new age y la vanguardia electrónica.

Sunrain

Paul Horn - INSIDE THE GREAT PYRAMID


CD 1

1. Invocation
2-8. Initiation - Psalm 1-7
9-14. Meditation - Psalm 1-6
15-20. Enlightenment - Psalm 1-6

CD 2

1-8. Fulfillment - Psalm 1-8
9-14. Resurrection -Psalm 1-6
15-20. Eternity - Psalm 1-6

Tras el gran éxito obtenido con Inside the Taj Mahal (1968), el afamado flautista de jazz y pionero de la new age Paul Horn tuvo la afortunada idea de realizar una de sus monumentales grabaciones en la meseta de Giza, en el corazón de la Pirámide de Keops, nada menos que en la cámara real. Inside the Great Pyramid (1976) consiste en una extensa serie de movimientos absolutamente mínimos, en muchos casos más dirigidos a despertar los ecos impresionantes del interior del monumento que a realizar un ejercicio musical completo propiamente dicho.

La verdad es que el autor se ha especializado en una forma de turismo musical que abarca todo un campo inexplorado en el mundo de los viajes: con sus álbumes podemos escuchar el monumento, recreando de forma vívida -y estremecedora- la estancia en su interior, algo que nunca podríamos hacer mirando una postal o consultando un atlas, y que por su carácter artístico tampoco puede compararse a un programa documental que incluya los simples ecos de las pisadas del Howard Carter de turno. Luego, también podemos considerar lo que tienen estas obras de sacrílego, en el sentido de que no sabe uno si ese aura misteriosa que impregna los monumentos va a tener a bien el que su silencio proverbial se vea sacudido por una interpretación musical que de algún modo obliga al propio edificio a ejercer de "partner" en el dueto. En el caso de la Gran Pirámide, este proceso místico se ve acompañado, según los títulos dados por Paul Horn a los temas, por una sutilísima recreación musical de los rituales egipcios del paso al más allá, o mejor dicho, de la iniciación del neófito de cara a comprender el increíble mecanismo que convierte la pirámide en un mecanismo de resurrección e iluminación trascendental.

Fotos del interior del CD.

La música creada por Horn fluye de forma perfecta en este ambiente, como si fuese la misma que pudo escuchar Keops en vida, tan simple y cartente de matices temporales o cargas propias de las modas que bien podría haber sido obra de los antiguos egipcios. Es como si la gran pirámide de Giza funcionase como caja de resonancia, y Horn no hace sino establecer un diálogo con la mole de piedra que le sepulta, y con los ecos que su propia flauta va convirtiendo en notas adicionales que constituyen la urdimbre de las melodías. Llega un punto en el que el oyente, si cierra los ojos y se deja llevar, termina por sentir prácticamente claustrofobia. Una deliciosa claustrofobia, claro.

Portada de una edición de lujo.

Pese a la larga duración del doble álbum, la fascinación creada desde el primer segundo de escucha hace al oyente disfrutarlo de un tirón, pasando el tiempo de forma inconsciente en un estado de embeleso total. Muy muy recomendable, tanto en lo musical como en lo que tiene de experiencia mística.

Vangelis - L'APOCALYPSE DES ANIMAUX


1. L'Apocalypse Des Animaux Generique (1:28)
2. La Petite Fille De La Mer (6:01)
3. Le Singe Bleu (7:42)
4. La Mort Du Loup (3:07)
5. L'Ours Musicien (1:05)
6. Creation Du Monde (10:08)
7. La Mer Recomencée (5:56)

No fue esta la primera vez que Vangelis Papathanassiou creaba una serie de piezas musicales para ambientar una obra cinematográfica. Precisamente fueron esta clase de encargos los que marcaron el comienzo de su carrera como solista (5000 Psemmata, Sex Power, etc.). También quedaban ya atrás sus años con los Aphrodite's Child y aquel intento en solitario loable -aunque algo infructuoso- llamado Earth. En efecto, Vangelis es muy a menudo conocido a raíz de sus bandas sonoras para películas y programas de televisión antes que por sus trabajos "sin fines específicos", a lo que contribuyeron -evidentemente- maravillas como su Chariots of Fire o 1492, aunque trabajos como el que nos ocupa sean tan inmensamente populares que el nombre del griego quede obviado cuando la melodía de La Petite Fille De La Mer suena en mil y una ocasiones.

En fin, que con su carrera en solitario en pañales, Vangelis necesitaba una obra que le afianzara de una vez por todas en el mapa de los grandes músicos de vanguardia, a ser posible mediante la que entonces era prueba de fuego para cualquier músico internacional: entrar en las listas de ventas del Reino Unido. Esta obra musical llegó exactamente cuando tenía que llegar, en 1971. Estamos hablando de L'Apocalypse des Animaux (1971), una de las muchas obras que el teclista y percusionista griego compuso para los documentales de Frederic Rossif sobre la vida salvaje. Tendremos tiempo de ocuparnos de alguna otra en el futuro, pero esta es seguramente la más popular.

Contraportada del libreto del CD.

Los temas de L'Apocalypse des Animaux no son demasiado rítmicos ni tienen el carácter cósmico de obras posteriores, aunque sí son muy melódicos y emotivos, sobre todo La petite fille de la mer y La mort du loup, aunque hay piezas bastante más atmosféricas como Creation du Monde, que dibuja un amplio paisaje sonoro de ricos matices y escaso movimiento. No se sabe muy bien si es por la tecnología electrónica primitiva con la que contaba Vangelis entonces, o es un efecto sonoro buscado a propósito, pero muchos de los temas suenan distorsionados, desdibujados desde un punto de vista auditivo, como si hubiesen sido limados para hacer desaparecer cualquier arista puntiaguda. El efecto añade una cortina brumosa sobre el álbum -curiosamente, las imágenes de su carpeta van en la misma línea- que puede recordar a las primeras producciones del género ambient, al que le quedaban unos cuantos años para saltar a escena como tal. El disco se afianza en este concepto de lo brumoso para resultar tremendamente evocador. Creation du Monde, en particular, es uno de los espacios musicales en los que más fácilmente desea uno perderse.

Aunque no todas las piezas del trabajo son igualmente accesibles para el novato, sí que son todas igualmente meritorias, muy inspiradas y ricas artísticamente, por lo que el disco es enormemente recomendable e imprescindible si se pretende conocer a fondo la obra del griego más allá de sus greatest hits más populistas.

Despliegue de una edición antigua en vinilo.

 

Peter Gabriel - PASSION


2. Gethsemane (1:25)
3. Of These, Hope (3:52)
4. Lazarus Raised (1.37)
6. In Doubt (1:33)
7. A Different Drum (4:40)
8. Zaar (4:52)
9. Troubled (2:53)
10. Open (3:25)
11. Before Night Falls (2.19)
12. With This Love (3:35)
13. Sandstorm (3:00)
14. Stigmata (2:30)
15. Passion (7:36)
17. Wall of Breath (2:29)
18. The Promise of Shadows (2:11)
19. Disturbed (3:43)
20. It Is Accomplished (2:51)
21. Bread and Wine (2:22)

Evidentemente, Peter Gabriel no es un artista adscrito al mundo de las nuevas músicas propiamente dichas, si bien es cierto que nunca ha sido precisamente un talibán del pop-rock convencional. Desde los tiempos en que militaba en Genesis, Gabriel tonteó en numerosas ocasiones con lo exótico, lo que se acentuó marcadamente con sus primeros álbumes en solitario. No tengo del todo claro si sus influencias venían de algún lugar geográfico en concreto o de una especie de etnicismo musical que se había amalgamado en su cabeza.

Cartel de la película.

Este Passion, que no es otra cosa que la banda sonora original de La última tentación de Cristo (Martin Scorsese, 1989), supone para muchos entendidos la verdadera eclosión de lo que entonces se dio en llamar "world music" o "música del mundo", un estilo que, sin erosionar identidades culturales, se afianza en la fusión interétnica como germen de una nueva sensibilidad musical. El propio Peter Gabriel es en muchos aspectos padre de la world music como género, ya que su sello Real World (cuyas publicaciones pueden distinguirse por el arcoiris que aparece en el borde izquierdo de las portadas) dio el espaldarazo internacional a muchos de los artistas que hoy están más que consagrados en estos lares: Nusrat Fateh Ali Khan, Youssou N'Dour, Sheila Chandra...

Trasera del CD.

Y para remate, Peter Gabriel es el principal impulsor del WOMAD, organizacion internacional de músicas del mundo. Contó con músicos especialmente traídos de Oriente Medio, África y la parte sur de Asia para dar cuerpo a este álbum en concreto. La mezcla es sólida como el cemento, y además está muy cuidada en todo lo relativo a la producción. De hecho, se sabe que Gabriel continuó trabajando en el disco después incluso de que la película se estrenase, concibiendo el trabajo como una obra musical independiente que iba mucho más allá de su tarea de acompañamiento a las perturbadoras imágenes bíblicas de Scorsese.

Peter Gabriel (de last.fm).

El propio Nusrat Fateh Ali Khan, pieza esencial del consorcio étnico de Gabriel, es una de las voces que escuchamos en este Passion, un álbum sublime, musicalmente tan provocador como el filme de Scorsese, aunque su aceptación, a diferencia de la película, sí que fue unánimemente positiva en su momento. Sus muchas piezas combinan momentos de luz con trazas de oscuridad (más acústicos los primeros, más tecnológicos los segundos), ilustrando los pasajes bíblicos de las imágenes, y siempre manteniendo un clima de exotismo medio-oriental. Incluso hoy en día seguimos escuchando multitud de piezas musicales influidas en mayor o menor medida por este álbum, sobre todo bandas sonoras como Gladiator o La Pasión de Cristo. Al margen de consideraciones históricas, es un disco magnífico que merece la pena escuchar de principio a fin.

 

Penguin Cafe Orchestra - PENGUIN CAFE ORCHESTRA


1. Air A Danser (4:27)
2. Yodel 1 (4:00)
6. Numbers 1-4 (6:46)
7. Yodel 2 (4:25)
8. Salty Bean Fumble (2:07)
9. Paul's Dance (1:37)
11. Walk Don't Run (2:56)
12. Flux (1:39)
13. Simon's Dream (1:41)
14. Harmonic Necklace (1:12)
15. Steady State (3:28)

La Orquesta del Café del Pingüino, una de las formaciones más peculiares e inimitables del panorama, siempre fluctuó entre la música clásica contemporánea y las nuevas músicas propiamente dichas, si bien es cierto que los límites entre ambas están muy poco definidos.

La Orquesta, con Simon Jeffes en el centro (de last.fm).

Desde luego, la banda que fundó el desaparecido Simon Jeffes en 1972 no necesitó etiquetas para publicar con éxito unos cuantos álbumes (este es el segundo) en los que, como si de un mero juego se tratase, toda una orquesta de cámara integró las ideas más heterodoxas en pos de una obra divertidísima, llena de magia y aventura, en la que la sencillez minimalista no se corresponde en absoluto con las megalomanías de músicos más teóricamente academicistas. Su música es lúdica, completamente accesible e incluso recomendable para los niños y los soñadores en general. No quiero adelantarme hablando demasiado, sobre todo porque hablaremos de otros discos de la banda y no es cuestión de decirlo todo ahora, pero Simon Jeffes decía que su música era como el folk de un país imaginario.

Una versión retocada de la portada.

No se cortan un pelo a la hora de incorporar los instrumentos más inusitados, como la goma elástica y el teléfono de Telephone and Rubber Band, ni cuando hay que cantar sin decir nada (Air a Danser) o andar a saltos entre guiños étnicos hacia oriente y occidente (Walk Don't Run). Y en el álbum no sobra nada, ni uno solo de los temas, porque todos ellos son originales y contienen melodías vibrantes. Y variadas, porque nos movemos entre la simple delicadeza de Paul's Dance y el simpático jaleo de Salty Bean Fumble, pasando por la casi bailable The Ecstasy of Dancing Fleas y la rarísima y entrañable Pythagora's Trousers.

Paul's Dance

Salty Bean Fumble

Air A Danser

Lo dicho: música étnica de un país imaginario, quizá todo un continente o un planeta. Desde luego, en este segundo álbum Penguin Cafe Orchestra (1981) el grupo está mucho más cómodo en sus piruetas musicales de lo que lo estaban en Music from the Penguin Cafe (1976), demostrando que, tal vez, ese país inventado de Jeffes estaba a medio camino entre la tradición anglosajona y la luz del Mediterráneo. Más allá de eso, es difícil describir las maravillas que hicieron los miembros de la Penguin en sus 25 años de historia sin remitirnos a los temas en sí mismos, temas que en muchos casos hemos escuchado sin saber quiénes eran sus creadores. Ahora lo sabemos.

sábado, 17 de octubre de 2009

Kitaro - SILK ROAD VOL. 1


1. Silk Road Theme (4:12)
2. Bell Tower (2:27)
3. Heavenly Father (4:07)
4. The Great River (2:40)
5. The Great Wall of China (1:54)
6. Flying Celestial Nymphs (4:38)
7. Silk Road Fantasy (4:40)
8. Shimmering Light (3:20)
9. Westbound (2:57)
10. Time (3:30)
11. Bodhisattva (2:12)
12. Everlasting Road (5:33)

Aunando nuevas músicas y documentales, el japonés Masanori Takahashi, alias Kitaro, alcanzó (y conserva) gran popularidad gracias a su banda sonora para un documental de la NHK -canal público nipón- sobre la Ruta de la Seda, allá por 1985. Sus composiciones al sintetizador para esta producción se hicieron tan populares que se editaron dos álbumes recogiéndolas de manera exhaustiva, y que además han originado toda una pléyade de ediciones con distintas portadas, en distintos idiomas y no sé si con cambios en lo que a la música contenida se refiere.

Kitaro

Kitaro no es generalmente tan sutil ni sofisticado en la producción como otros músicos del gremio, ya que tiende a ajustarse a los cánones más ortodoxos de la new age, pero su capacidad para crear melodías pegadizas es innegable. Con todo, tal vez fuese por lo primitivo de los medios del momento o porque simplemente el documental no requería una especial variedad de temas, pero desde luego en este trabajo, aunque muy fresco y entretenido, se echa de menos algo de auténtico misticismo oriental (dado el tema tratado), que no llega a lograrse del todo, ya que no escuchamos nada mucho más allá de teclados y más teclados. Tiene tal vez Kitaro, como otros muchos autores new age, una excesiva propensión a la autosuficiencia y al "yo me lo guiso y yo me lo como", y eso es, en este caso por lo menos, una tara si consideramos lo hermoso que sonaría Silk Road con algún arreglo de cuerdas o incluso algún pequeño coro en algún punto. Después descubriríamos esto mismo en interpretaciones en directo del álbum acompañadas por orquesta sinfónica.

Mención aparte merece la enorme influencia que ha tenido este trabajo en los muchísimos CD's de "música relax" que se reproducen cada día en las megafonías de las estaciones de autobuses o en las salas de espera de los médicos, amén de en restaurantes orientales del mundo entero. Quede claro que Kitaro está muy por encima de todos esos subproductos de herbolario, por mucho que me duela su empeño en hacer "música realizable con sintetizador".

jueves, 15 de octubre de 2009

¿Qué es un disco conceptual?

Un disco conceptual es aquel que no está concebido como una mera ampliación del repertorio de su autor, como una serie de nuevos temas a añadir a los anteriormente publicados, sino que es una obra completa en el que cada tema se define solamente dentro del conjunto de cortes del álbum. Se ha citado como primer ejemplo de esta clase de álbumes un disco navideño de Frank Sinatra. Generalmente se considera que los discos conceptuales cuentan una historia concreta, si bien esta no es en absoluto una condición indispensable.

De los discos que verdaderamente cuentan una historia podemos poner como ejemplo las famosas óperas rock de los 60 y 70, como Tommy, de The Who; o las adaptaciones musicales de obras literarias, como Tales of Mystery and Imagination. Edgar Allan Poe, de The Alan Parsons Project, o Musical Version of The War of the Worlds, de Jeff Wayne. A menudo hacen uso de una voz que actúa como narrador. Lo mismo sucede con el ultramoderno The Seduction of Claude Debussy, de Art of Noise o el pionero Days of Future Passed, de The Moody Blues.

Otros álbumes conceptuales, quizá los que más se aproximan a los estilos tratados en esta página, se definen más por explorar conceptos musicales o extramusicales que por contar historias de una forma narrativa. Ejemplos... los hay tan diversos como Music from the Body, de Ron Geesin y Roger Waters, inspirado en el cuerpo humano, o After Extra Time, de Michael Nyman, sobre el mundo del fútbol. De hecho, se podría incluso considerar que cualquier banda sonora de cine es un álbum conceptual, ya que responde a un propósito muy concreto y está supeditada a él.

En algunos casos, y pese a que está claro que el álbum guarda una sólida coherencia interna, es muy difícil dilucidar sobre qué trata exactamente el disco (como en Meddle, de Pink Floyd), y en algunos casos el "tema" simplemente no existe.

También es manifiesta la hostilidad que existe hoy en día hacia tal tipo de álbum, que es considerado como un fósil de los 70, si bien algunos grupos tanto de rock convencional (Radiohead) como del mundillo heavy (Iron Maiden) han publicado varias grabaciones que rozan o abrazan completamente lo conceptual, logrando éxitos muy considerables.

viernes, 9 de octubre de 2009

Mike Oldfield - HERGEST RIDGE


1. Hergest Ridge Part One (21:40)
2. Hergest Ridge Part Two (18:51)

Ya habrá tiempo de hablar largo y tendido sobre el omnipresente Tubular Bells (1973) y todo lo que acarreó al jovencísimo y timidísimo Mike Oldfield, entonces un muchacho de a penas 20 años, abrumado por una popularidad que no esperaba lograr en tales dosis, y menos con su álbum de debut. Ahora toca Hergest Ridge (1974). El disco en cuestión es fruto del gusto de Mike por la vida campestre y sus ritmos, así como de su necesidad de escapar y refugiarse donde nadie le apuntara con un micrófono a la cara. El lugar elegido para el descanso del guerrero, tras mil y una tentativas de la prensa para entrevistarle, fue una casa en las cercanías de la colina Hergest Ridge, situada en las lindes de Inglaterra y Gales; un lugar donde el músico solía acudir a pasear con su perro -que protagoniza portada y contraportada- y a practicar aeromodelismo. Estuvo allí una temporada junto a su novia de entonces, y varias veces ha admitido el músico que, aunque pretendía desde un principio componer un nuevo álbum, estaba sin ideas. Hergest Ridge es, por lo menos según recuerdo, el único disco del que Mike Oldfield ha renegado en alguna ocasión. Afirma que le salió con mucha dificultad, contando con poca inspiración y menos ganas. Yo no sé qué habría salido si Mike se hubiese encontrado en plena forma, pero desde luego este disco que sigue sin convencerle artísticamente es una de sus mayores obras maestras, le guste o no.

Foto trasera del libreto del CD.

A diferencia del inmediatamente anterior Tubular Bells, Hergest Ridge fluye de una forma más natural, menos picassiana. La primera mitad del disco, la titulada Part One, comienza con la que es probablemente la melodía más épica en la larga discografía de Oldfield, un hermoso adagio que desemboca en una serie de piezas con sabor campechano que, a su vez, concluyen la cara A con un tema que sabe a invierno, a Navidad tal vez. Hergest Ridge Part Two, como suele ocurrir en estos primeros discos del artista, es más experimental: en este caso, una sencilla melodía vocal a cargo de Sally Oldfield se desenvuelve hasta apagarse en un estado de calma aparente, tras la cual siguen unos 8 o 9 minutos de "tormenta eléctrica", tal como se la calificó en su momento, en la que Mike superpone el sonido de una cantidad enorme de guitarras, diluyendo el sonido hasta convertirlo en algo atronador. Termina esta cara del vinilo con un reprise de la melodía de Sally que sabe a gloria.

Contraportada original, con créditos de la reedición de 2010.

Existen, por cierto, dos versiones del álbum. La primera, de la que Oldfield ha renegado varias veces y que se escucha en los enlaces de arriba, fue retocada para la edición del estuche Boxed en 1976, resultando que desde entonces solamente se puede adquirir en tiendas la remezcla, que se sigue vendiendo como la original. La versión lanzada en un principio tiene puntos a favor, como su sonido bastante más nítido y algunos instrumentos que son eliminados en la revisión posterior, si bien debo admitir que Mike supo elegir bastante bien con qué quedarse y con qué no en el remix, logrando un disco que, si bien no es exactamente como fue grabado inicialmente, incide precisamente en los puntos que lo hacen inigualable: su carácter sutil, campechano y tranquilo.

El aeromodelista Mike Oldfield, en la colina Hergest Ridge.

Hergest Ridge, como su nombre y su hermosa portada indican, se recrea en las sensaciones placenteras de una soledad buscada a propósito, de las nubes que pasan rápidas sobre nuestras cabezas, de un paisaje lejano y solemne, de la sencillez de la vida rural. Hay que escucharlo sí o si, aun a riesgo de sufrir el síndrome de Stendhal.

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